Jazz, hip-hop, barras americanas y el barrio de Corea: cómo fue el cambio cultural de Madrid ligado al “amigo americano”

Jazz, hip-hop, barras americanas y el barrio de Corea: cómo fue el cambio cultural de Madrid ligado al “amigo americano”

La llegada de las bases estadounidenses a España en los años cincuenta abrieron puertas a su cultura. A través de Radio Torrejón, del economato de la base o de los artistas que vinieron a actuar frente a los marines llegaron el jazz y el rock (posteriormente el rap). En Madrid también se asentaron en el barrio que se dio a conocer como Corea o Costa Fleming

Cuando los primeros hombres en pisar la luna pisaron la España franquista

En 1950 el municipio de Torrejón de Ardoz tenía unos 4000 vecinos en vez de los 140.000 actuales. Entre medias sucedieron muchas cosas, pero una de vital importancia fue el pacto en 1953 del franquismo con Estados Unidos para el establecimiento de bases militares estadounidenses. Rota (Cádiz), Zaragoza, Torrejón de Ardoz y Morón de la Frontera (Sevilla).

La nueva diplomacia franquista consiguió meternos de lleno en el tablero de la Guerra Fría y el impacto que estos pedacitos del imperio aterrizados en España, aislada y raquítica, fue determinante para poner los cimientos culturales del desarrollismo por venir, que se quería presentar moderno y occidental.

Entre los años 1954 y 1992, “los americanos” fueron parte del paisanaje de Torrejón, pero también de otras esquinas de la ciudad de Madrid, y en esa fricción se aparecieron a los españolitos del franquismo sociológico algunas novedades venidas de allende los mares. Y, ¿qué asuntos se trajeron los yanquis a España? Los culturales, que son probablemente los que más profundo se insertan en la epidermis de las sociedades. Decía el historiador Eric Hobsbawm que la influencia cultural en el mundo del imperio británico ha sobrevivido muchas décadas al propio imperio. Por eso, hoy seguimos jugando en todo el planeta a los deportes de equipo que ellos inventaron.


De visita en la Base aérea de Torrejón de Ardoz en los años sesenta

Antes de la guerra ya habían llegado a España los primeros sonidos del jazz, sobre todo a través de París o Cuba, pero fue en la segunda posguerra cuando cuajó en nuestro país y la puerta de entrada fue la base de Torrejón. De aquellas, el gobierno norteamericano contrataba a artistas para que vinieran a actuar frente a los muchachos de la base. A principios de los sesenta se acercaron Donna Hightower oThe Mainstream Jazz Group, un combo formado por Coleman Hawkins (saxofonista), Charles Thompson (pianista), Harry Edison (saxofonista), Jimmy Woode (contrabajista) y Jo Jones (batería).

Estos artistas actuaron de paso en los pocos lugares de Madrid donde tenían cabida, especialmente en el Whisky Jazz, mítico local abierto en 1960 en calle del Marqués de Villamagna, cerca de Serrano. Por Whisky Jazz y su sucesor (el Bourbon Street, en Diego de León) pasaron muchos grandes artistas y, también, numerosos soldados de Torrejón, que acudían a escuchar música americana.


Donna Hightower

La base también fue una ventana de aire fresco para los primeros rockeros madrileños, que encontraron allí un vivero de experiencias, discos e instrumentos musicales difíciles de encontrar en aquella España. Entre los pioneros patrios podemos citar a Los Estudiantes o Micky y los Tonys, que consiguieron trabajos en el Airmen’s Club de la base tocando versiones de estrellas norteamericanas Aquellas sesiones a destajo cantando hits de Elvis o Ricky Nelson suponen un hilo directo con las míticas matinales del Price que popularizaron la música rock en nuestra ciudad (cuentan que Micky llevaba marines borrachos a bailar a sus conciertos). En la base también se formaron Joe & The Jaguars, un grupo liderado por Joe Bennett, que ya había sido músico en su país. Se convirtieron en un grupo más entre los habituales de la época e incluso grabaron un disco con Karina.

La música norteamericana también se contagió a través de las ondas. El 1 de septiembre de 1959 empezó a emitir en el 100,2 de la FM Radio Torrejón, donde se podían escuchar programas norteamericanos como el del mítico locutor Wolfman Jack. Mariskal Romero ironizaba con el contraste entre el limitado alcance de la emisora y la cantidad de personas que decían escuchar sus programas. José Antonio Abellán, por su parte, contaba que cuando empezó a buscar piso con su pareja uno de los criterios innegociables era que se sintonizara Radio Torrejón.


Disco de Joe and the Jaguars

Pasaban los años y el amigo americano seguía ejerciendo su influjo en la música madrileña. En 1979 los Burning, genuino producto de La Elipa, se mudaron a un piso de Torrejón. “Todos vinieron un día a una fiesta a nuestra casa de Torrejón”, cantaban en el tema Un poquito nada más. El grupo vivía en un edificio ocupado mayoritariamente por marines norteamericanos con sus familias junto con un grupo, más o menos amplio, de artistas españoles.

Pero el siguiente gran contagio sería el del hip-hop. No es casual que Torrejón, Sevilla o Zaragoza sean algunos de los epicentros del primer rap nacional. Lo recordaba Fran-T, chico de Torrejón, en una entrevista:

“Cuando yo empecé ya a ir a Stones en el año 87 o así, y podía entrar en la sección de por la tarde para los niños, allí me hice el más funky, el más b-boy y quería tener cintas constantemente”. La discoteca Stones a la que se refiere era un local mítico que estaba en la calle del Grafito en el que los norteamericanos bailaban funky y, luego, rap. Uno de los lugares señalados de la memoria negra madrileña a los que pronto empezaron a acercarse también amantes españoles de esos ritmos.

El Jojín, más joven que los pioneros del Club de los Poetas Violentos (donde, al principio, militó Frank-T) también lo tiene claro: “Crecí en Torrejón, allí había una base militar americana. Entonces había 36.000 americanos allí. Claro, los años ochenta son los años del boom del hip-hop, y ellos escuchaban muchísimo rap y todo esto”.


El Club de los Poetas Violentos

Pero la trasferencia cultural no se dio solo a través de los intercambios entre Torrejón de Ardoz y Madrid. Algunos de los militares, singularmente los de mayor graduación, se asentaron en ciertas zonas de la capital. Desde un primer momento, se convirtieron en personajes perennes de los nuevos ambientes guapos del desarrollismo, alternando con ellos en espacios como la piscina Stella.

También hicieron su propio barrio en el norte de Madrid, en el entorno de la Castellana. Eran los tiempos de la guerra de Corea y la invasión hizo que se conociera su más moderno edificio y la propia barriada también como Corea. Tiempo después, hizo fortuna el apelativo de Costa Fleming (por ser la calle del Doctor Fleming la más importante de la manzana). Al parecer, el nombre se le ocurrió a un joven Raúl del Pozo y cayó en gracia por describir bien el ambiente de jarana que allí se respiraba en pleno franquismo. En 1976 el director José María Forqué adaptó al cine la novela Madrid, costa Fleming, dando carta de naturaleza al nombre.

Por Costa Fleming paraba el artisteo capitalino pero también se convirtió en una zona de prostitución, dejando la influencia yanqui para nuestro léxico la barra americana (sitios de ocio en los que había mujeres que practicaban la prostitución). Para el recuerdo: la canción Chica de papel, del cantautor Hilario Camacho, narra la historia de dos prostitutas de Costa Fleming.


Edificio Corea (1960) Luis Bartolomé Marcos

Miguel Ríos, uno de los vecinos que exprimió la zona durante su juventud, lo contaba en entrevista para El País a propósito de una visita del ex bajista de los Stones Bill Wyman: “Se quedó en mi apartamento. Estaba de gira con los Rolling y pasaba de hoteles. Además, quería follar esa noche así que salimos a buscar chicas. Ellas se volvían locas de emoción cuando les decíamos que un Stone buscaba rollo, pero se daban la vuelta cuando se enteraban de que era Bill. Qué tío más feo…”.

Nada queda ya de aquel barrio donde se podía ir a una hamburguesería, estrujar botes de ketchup y ver dodges americanos. El lujoso edificio Corea, un gran complejo que ocupaba los números 198 al 208 de la Castellana (con vuelta a Félix Boix, Doctor Fleming y Carlos Maurrás) fue derribado en 2007 después de que se le diagnosticara aluminosis en los años noventa. Hoy, en su lugar, está el centro comercial Castellana 200.

Los norteamericanos se marcharon de Madrid después de la Guerra del Golfo y, si esto fuera un relato de ficción, diríamos aquello de “hoy nadie se acuerda de ellos”; pero lo cierto es que, aunque no haya ya marines ni costas, el influjo cultural de USA es tal –incluso en tiempos de desafección antiatlantista– , que sería más acorde con la realidad parafrasear a los Monthy Python con aquella ironía de “¿Qué hicieron por nosotros los yanquis?”.

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