
Siria conmemora la revolución por primera vez desde la caída de Al Asad: «Los helicópteros militares hoy lanzan mensajes de paz»
Los sirios salen a las calles de Damasco, Alepo e Idlib para pedir el fin de la división y reivindicar a las víctimas de la violencia del régimen: “Somos los que creamos el futuro. Hagámoslo más bonito que el pasado”
Cientos de muertos en choques entre las nuevas autoridades de Siria y milicianos fieles al exrégimen de Al Asad
Dos ruidosos helicópteros sobrevuelan, a pocos metros de los manifestantes, la plaza de los Omeyas, en el centro de Damasco. Debajo de ellos, centenares de personas ondean la bandera de la revolución siria, con tres estrellas y que cambia el rojo tradicional por el verde. Gritan cánticos revolucionarios y religiosos. En pocos minutos, desde los helicópteros lanzan confeti, flores y papeles con mensajes de paz: “Somos los que creamos el futuro. Hagámoslo más bonito que el pasado”, reza uno de ellos.
Uno de los manifestantes que mira el espectáculo aéreo que ofrece el nuevo gobierno liderado por Ahmed Al Sharaa es Jamal Abdulnaser, un joven estudiante de Ciencias Políticas de 21 años. Ha venido solo a la manifestación, pero eso no le impide gritar consignas de alegría. Para él también es un día de esperanza. Tres de sus hermanos murieron en la prisión de Sednaya, conocida como un “matadero humano”. “Pese a que he venido solo, siento como si mis hermanos me estuvieran acompañando, en mi mente estamos juntos”, rememora este joven. Su deseo es que el país supere la división entre la población civil.
Celebraciones en Damasco, este sábado.
A pocos metros de Jamal se encuentran Omar y Bashar, dos amigos que tampoco se han querido perder este momento histórico. Ambos participaron en las protestas que empezaron en 2011 en el país y decidieron marchar al exilio ante la represión y la violencia con que respondió Bashar al Asad. “Es la primera vez que puedo celebrar el aniversario de la revolución desde dentro de Siria”, explica Omar, de 30 años.
No se quiere perder detalle de lo que sucede y por ello graba cada instante con su teléfono móvil. Hace muy poco que acaba de volver, igual que miles de sirios. En su caso, desde Líbano. Originario de Al Bayada, en Homs, fue testigo de la destrucción y ataques hacia la población civil por parte del régimen de Asad. “Deberíamos dar un margen de unos cinco años al nuevo gobierno para mejorar el país”, considera.
Celebraciones en Damasco, este sábado
A su lado, Bashar, de 39 años, escucha con recelo su optimismo y se muestra mucho menos confiado. Él también ha regresado hace poco. “Hace mucho tiempo que esperaba celebrar algo así”, dice, “pero tengo sentimientos encontrados ahora mismo. Estoy un poco abrumado por la situación”. Originario de la región Deir Ezzor, cerca del río Éufrates, al este de país, lamenta no poder celebrar la efeméride desde ahí por las constantes tensiones que aún hay en la zona.
“Confío que los sirios no repitan los errores del pasado, debemos aprender de ellos y construir un país en el que se respeten los derechos humanos sin recurrir a la violencia”. A su lado, decenas de policías, milicianos y hombres armados. Algunos colocan en el cañón de sus fusiles las flores lanzadas desde los helicópteros.
Celebraciones en Damasco, este sábado
¿Qué pasó el 15 de marzo de 2011?
Siria conmemora el 14 aniversario desde que empezaron las protestas pacíficas contra el régimen de Bashar al-Assad y lo hace por primera vez sin el ex-dictador en el poder.
El 15 de marzo de 2011, se convocó una “jornada de la Ira” en todo el país en la que participaron miles de personas en varias poblaciones. En Damasco, una de las que salió a la calle fue la activista Marwa al Ghamian, hoy en el exilio. Al tratarse de una convocatoria abierta, hecha a través de las redes sociales, muchos manifestantes no se conocían. Pero cuando empezaron con los cánticos -“Siria, Dios, libertad y nada más”- Marwa sintió por primera vez un sentimiento de unidad único. Todos se juntaron como en un único cuerpo, recuerda en conversación telefónica desde Qatar, donde vive ahora. Los manifestantes reclamaban reformas democráticas, el fin de la corrupción y de los abusos que cometían las agencias de seguridad.
Celebraciones en Damasco, este sábado
La magia se mantuvo hasta que apareció un grupo de matones del régimen, con cánticos favorables a Bashar. Poco después, la policía intervino golpeando a los manifestantes. Después llegaron los arrestos. Una actuación que dejaba ver la manera como Bashar al-Assad respondería al descontento social y a las peticiones de reforma: con represión y violencia, hasta conducir el país a un conflicto armado con múltiples actores. Más de 200.000 civiles murieron durante estos años. De ellos, 9 de cada diez, a manos del régimen, según la Red Siria para los Derechos Humanos. Y más de 100.000 personas fueron desaparecidas, la mayoría también por las fuerzas de Bashar al-Assad. Las calles de Damasco, como las del resto del país, aún les buscan.
“Hemos logrado algo similar a la libertad y, por lo tanto, debemos defender nuestras posiciones en la calle. La sociedad civil siria tiene que recuperar la iniciativa. No podemos dejarla en manos del gobierno. Tenemos que trabajar para lograr justicia, paz y rendición de cuentas”, afirma.
Celebraciones en Damasco, este sábado
“No queremos celebrar, queremos recordar lo que pasó”
Zeina Shahla, activista y periodista, ha dudado hasta el último momento si iría o no con sus amistades al acto de la plaza de los Omeyas. Su grupo de amigos, todos ellos activistas no violentos, habían estado preparando diferentes actos, exposiciones y debates para recordar el aniversario del 15 de marzo de 2011. Tenía que ser un momento para la alegría.
“Después de lo que pasó en la costa, decidimos que no era una buena idea”. Cancelaron todos los actos previstos. “No queremos celebrar, queremos recordar lo que pasó”, considera. Por ello, decidieron imprimir unos pósteres con imágenes que recuerdan el carácter pacífico que tenía la revolución en sus primeros compases. Las fotografías muestran algunas de las creativas pancartas que alzaban los manifestantes en las protestas que inundaron el país.
“Recuperamos algunas fotos de internet, diseñamos los posters y los hemos colgado en varios sitios, como universidades o cafés”. Uno de ellos es el Rawda Cafe, un punto de encuentro de activistas de la ciudad: “Es importante recordar que la revolución empezó de manera pacífica en 2011”. Pese a haber vivido durante décadas bajo un reino de terror y silencio impuesto por el clan de los Assad, el movimiento de resistencia civil sirio demostró una gran creatividad, atrevimiento y sentido del humor. Muchos de sus activistas acabaron muertos, desaparecidos o en el exilio.
Uno de los carteles que han pegado por la ciudad, y que muestran los mensajes de los manifestantes en las protestas que inundaron el país
Después de casi 15 años de conflicto armado y violencia, Shahla considera que “las cosas no se pueden arreglar de manera fácil”. Por ello, defiende convencida que se debe apostar por la justicia transicional, un proceso, según define Naciones Unidas, “en el cual se intenta asumir el legado de violaciones y abusos pasados a gran escala para garantizar la rendición de cuentas, hacer justicia y lograr la reconciliación”.
Conmemoriación de la revolución siria, en Damasco, este sábado
Esta activista habla con conocimiento de causa, ya que estuvo presente en la protesta de Daraa del 18 de marzo del 2011. “Nunca hemos tenido vida política en Siria, así que cuando la gente empezó a salir a las calles, no estaba todo tan organizado ni tan pensado”, recuerda, mientras denuncia que “desde el principio el régimen de Assad fue brutal”. “Estábamos en la manifestación con unos compañeros y lo vimos todo, la policía nos disparó, detuvieron a mucha gente y un hombre murió. Cuando lo recuerdo, a veces me pongo triste, sobre todo porque era una manifestación pacífica. No sé si hubiésemos podido hacer algo para detenerlo”.
“La gente dice que debemos pasar página y dejar de hablar del pasado, pero yo creo que no, debemos entender qué pasó para poder decir nunca más”. Con todo, considera que la clave son los jóvenes: “Debemos crear un futuro para ellos, pero también engancharlos y conectarlos con la vida política del país para así usar su energía”.
Maysam, Salea y Safa son tres jóvenes sirias que rondan los 18 años que este sábado también han decidido acercarse a la celebración de la plaza de los Omeyas. Un miliciano les presta un rifle para que se hagan fotos con el móvil. En broma, incluso se apuntan entre ellas. “Hemos venido las tres amigas juntas para mostrar la alegría de la revolución y la solidaridad, nunca nos habíamos sentido así, ni nos hubiésemos creído que podríamos vivir este momento, estamos muy contentas”. Casi toda su vida han vivido bajo el régimen de al-Assad. Inocentes, pero ilusionadas, consideran: “por fin podremos vivir como chicas de nuestra edad”.
Celebraciones en Damasco, este sábado.
Siria es diversa
En la concentración, la mayoría de los presentes cantan entusiasmados las consignas religiosas. Muchos se muestran partidarios del nuevo gobierno. Pero no son los únicos que acuden a la cita. Asmaa Jaber es una activista de 34 años defensora de los derechos civiles que vive entre Francia y Siria. Cuando su padre tenía 18 años fue arrestado durante la masacre de Hama, en el 1982, cuando el ejército sirio llevó a cabo una política de tierra quemada contra la ciudad de Hama para sofocar una revuelta asociada a los Hermanos Musulmanes. Durante su detención, fue torturado: “Es lo que tiene vivir en una dictadura”.
Damasco, este sábado
Esta joven ha aprovechado su vida en Francia para dar a conocer -en charlas e incluso en el Parlamento Europeo- las violaciones de derechos humanos que han tenido lugar en Siria. Por eso, tampoco duda en acercarse y recordarnos que Siria es muy diversa. “Si los medios solo muestran una parte de Siria, la parte islamista más radical, esto solo alimenta las fuerzas opresoras”, crítica. “En cambio, cuando se enseña una imagen justa y fidedigna de lo que es Siria, pasa todo lo contrario, se da fuerza a los movimientos que empujan por una apertura, a los que abogan por la libertad y la paz”.
Si bien aún duda entre sí quedarse en Siria o volver a Francia, se muestra esperanzada por lo que está por venir “pese a que será difícil”, concluye mientras celebra ver tanta prensa internacional dentro de Siria, una rareza hasta hace pocos meses.
Celebraciones en Damasco, este sábado