
Un experto en adversidades
El cáncer aborda a Ángel Víctor Torres en plena guerra sucia de la derecha política y mediática, ignorante de que ha superado con nota los peores incendios de Canarias, el primer caso y el primer confinamiento de España por la COVID-19 y una voraz erupción volcánica en La Palma sin un solo muerto
El ministro Ángel Víctor Torres anuncia que padece cáncer: “Las cosas van a salir bien”
“Hay Ángel Víctor para rato”, repetía este domingo a los suyos el secretario general del PSOE de Canarias y ministro de Política Territorial instantes después de informarles de sopetón de que padece un cáncer, que se retira temporalmente de la primera línea de fuego para operarse y volver, si todo sale como está previsto.
El cáncer que padece Torres tiene buen pronóstico, es probable que no necesite tratamiento y es operable. De hecho, será operado a finales de abril, según ha anunciado él mismo.
Le ha sobrevenido en el momento más despiadado de los ataques de la derecha política y mediática, ávida de encontrar en su larga trayectoria como cargo público alguna fisura con la que desgastar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Han utilizado para ello a un corrupto protegido por el sistema, el tal Víctor de Aldama, que ha lanzado una amplia batería de infundios que el aruquense ha podido desmentir con pruebas incontestables, las mismas de las que carece todo el argumentario acusador del testigo protegido por la fiscalía y la derecha españolas. Al diagnóstico de los médicos habrá que dejar la influencia que esos infundios, que tanto han dañado a Torres en lo personal y en lo humano, haya podido tener.
Además de desconocer por completo la trayectoria política y personal de Ángel Víctor Torres, como corresponde a cualquier mesetario de esos que pretenden sentar cátedra apoltronados dentro de la M-30, desprecian las acreditadas habilidades del ministro canario para gestionar adversidades.
El primer adversario político que intentó enfangarlo en un juzgado de Instrucción fue un consejero de Coalición Canaria en el Cabildo de Gran Canaria, Fernando Bañolas, cuando Ángel Víctor Torres era vicepresidente y responsable de Deportes. Bañolas lo denunció por no cobrar a los promotores de actos culturales la totalidad de los gastos generados en las instalaciones propiedad del Cabildo. La denuncia la formuló en precampaña electoral con las intenciones que recoge el manual del político rastrero. No tuvo ningún recorrido, pero consiguió que lo investigaran unos meses.
Torres se presentaba por primera vez a presidente de Canarias por el PSOE y obtuvo los resultados suficientes como para gobernar en coalición con Nueva Canarias y Unidas Podemos en lo que se llamó el Pacto de las Flores, el que mandaba a la oposición por primera vez en tres décadas a los dos partidos que, a través de diversas fórmulas, habían gobernado ininterrumpidamente en las Islas, Coalición Canaria y el PP.
Ese mandato (2019-2023) fue el más convulso de la historia de Canarias, y no precisamente por la corrupción, tan presente siempre en la política isleña y de la que no estalló ni un solo caso. Fue convulso porque con la crisis de uno de los principales proveedores de turistas del Archipiélago, el touroperador Thomas Cook; continuó con la serie de incendios forestales más devastadores de cuantos se recuerdan, luego con el estallido de la pandemia por coronavirus y se remató con la terrible erupción volcánica en la isla de La Palma.
Aquella sucesión de adversidades sirvieron para que la oposición le colgara el sambenito de gafe lo que, lejos de conducirle a tirar la toalla, pareciera que le animó mucho más.
La crisis de Thomas Cook se sorteó con un plan de contingencia y con la ayuda del Estado, que, tras las peticiones del Gobierno canario, transfirió 15 millones extras para diversas acciones correctoras en la política de captación y contratación.
Los devastadores incendios forestales de sexta generación que asolaron Gran Canaria los afrontó Torres poniéndose el chaleco de agente de emergencias y sentándose desde el primer momento al frente de la coordinación y la información a la ciudadanía (sí, hay presidentes autonómicos responsables). La imagen de Torres compareciendo cada día para dar cuenta del avance del fuego y de las medidas que se estaban tomando no pasaron inadvertidas.
En la espiral de desgracias con las que le tocó lidiar, quizás sea la pandemia por COVID-19 la que, por la envergadura que alcanzó en el resto del país, quedó más olvidada. Pero fue Canarias el lugar de España en el que se detectó el primer positivo por coronavirus, un turista alemán en la isla de La Gomera.
El Gobierno de Torres puso en marcha un dispositivo muy eficaz que desembocó en que Canarias fuera también el primer lugar de España en el que se aplicaba un confinamiento de personas. Ocurrió en un hotel de Adeje, en el sur de Tenerife, con autorización judicial solicitada por el Ejecutivo regional.
Por gestiones de ese mismo Gobierno de Torres, Canarias se convirtió en la región española con mayor índice de personas vacunadas y con el menor número de muertes en función de la población.
Por último, Ángel Víctor Torres superó con éxito el duro examen que significa para un gestor público un acontecimiento tan inusual como una pandemia: la erupción de un volcán en una zona poblada y con una alta actividad agrícola. El incendio de La Palma fue seguido desde que se anunciaron las primeras sospechas por un gabinete de crisis, luego en el Pevolca, a cuyo frente se colocó el presidente Torres, siempre dando la cara.
Las decisiones, algunas de ellas discutidas, dieron lugar a unas evacuaciones de la población que finalmente arrojaron un balance positivo en el número de víctimas mortales: ninguna. Los daños materiales eran inevitables dada la naturaleza del fenómeno en cuestión, por mucho que algún adversario de Torres llegara a reprocharle que no activara al ejército para bombardear las coladas de lava y desviar su trayectoria hacia lugares menos dañinos.
Ante esta capacidad para gestionar calamidades, resulta creíble la fuerza con la que el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática dijo este domingo a sus compañeros del PSOE que va a volver pronto y que hay “Ángel Víctor para rato”.