Qué hacer en casa (y qué no) si tenemos alergia a los ácaros del polvo

Qué hacer en casa (y qué no) si tenemos alergia a los ácaros del polvo

Aunque es muy difícil eliminar por completo la presencia de ácaros de polvo de nuestras casas, sí se puede reducir su número con algunas medidas de higiene

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Nuestras casas suelen ser nuestro refugio, un oasis de confort en el que nos sentimos protegidos. Sin embargo, para las personas con alergia a los ácaros del polvo el hogar puede convertirse en un entorno hostil. Se trata de pequeños artrópodos que habitan en la mayoría de las casas, por muy fanáticos de la limpieza que seamos, y eliminarlos por completo es una tarea compleja. La mayoría de los esfuerzos por controlarlos debemos dirigirlos a ciertas zonas, a sus escondites preferidos, en las que la carga de ácaros de polvo es mayor. ¿Cuáles son? ¿Cómo debemos actuar en ellas? Antes debemos conocer un poco más sobre estos diminutos organismos.

Qué es la alergia a los ácaros

Los ácaros son organismos microscópicos, de aproximadamente un cuarto de milímetro de largo, se alimentan de las sustancias que hay en el polvo de cualquier casa y de escamas de piel humana. Son tan pequeños que es imposible verlos a simple vista. Al microscopio parecen insectos blancos, aunque son artrópodos, como las arañas, y suelen ser uno de los alérgenos de interiores más comunes.

Se sienten especialmente cómodos a temperaturas de 20°C a 25°C y con niveles de humedad del 70% al 80%. Por este motivo, la primavera y el otoño son las estaciones del año en las que proliferan más al coincidir las condiciones perfectas de humedad y temperatura. Por si fuera poco, estos diminutos organismos se adaptan muy bien al ambiente de las casas y se alimentan de las pequeñas escamas de piel humana, que se acumulan en alfombras, ropa de cama, sofás e incluso peluches. Por tanto, viven cerca de nosotros, alimentándose de las células cutáneas muertas que desprendemos.

Lo que desencadena la alergia no es el ácaro en sí, sino sus heces y restos corporales, partículas finas que se mezclan con el polvo doméstico y pueden entrar en las vías respiratorias. El sistema inmunitario de las personas con alergia a los ácaros de polvo identifica estas partículas como una amenaza y produce anticuerpos que provocan ciertos síntomas, como estornudos, goteo y congestión nasal, picazón en la nariz, garganta o boca, tos, ojos rojos, fatiga, empeoramiento de eccema o síntomas de asma. 

El médico o alergólogo es el que determinará si existe tal alergia, para la que el principal tratamiento consiste en reducir la exposición a los ácaros mediante técnicas de reducción o evitación.

Qué hacer: fomentar un entorno hostil a los ácaros del polvo

Como cualquier otro tipo de alergia, la medida más importante para evitar la alergia a los ácaros es evitarlos tanto como sea posible: limitar la exposición reduce el riesgo de que aparezcan los síntomas. Debemos tener presente que tener ácaros del polvo no significa que nuestra casa no esté limpia. Pero podemos reducir sus efectos y hacer cambios para minimizar la cantidad de estos indeseados huéspedes. 

La forma más eficaz de reducir el número de ácaros del polvo es tratar los puntos calientes. El primero son los colchones, por tanto, podemos empezar por la habitación con medidas como:

Cubrir colchones y almohadas con fundas antialérgenos con cremallera: el material impide que los ácaros del polvo se instalen o escapen del colchón o las almohadas. Podemos cubrir los somieres también con fundas protectoras a prueba de alérgenos. El colchón es preferible que sea macizo, de esponja, látex o viscoelástico, y evitar los que tengan muelles porque favorecen la acumulación de ácaros de polvo.
Lavar sábanas y mantas una vez a la semana con agua caliente: a temperaturas de unos 60°C es posible eliminar los ácaros del polvo (el lavado en frío no elimina los ácaros del polvo). Debemos tener presente que el alérgeno de los ácaros del polvo se disuelve en agua, por lo que lavar a temperaturas más bajas lo elimina, pero solo de forma temporal; los ácaros sobreviven y producen más alérgeno con el tiempo.

El polvo con partículas de ácaros se deposita por efecto de la gravedad en el suelo y otros objetos como estanterías y se mueven constantemente con las corrientes de aire. Por tanto, hay ciertas acciones que promueven este movimiento, como barrer con una escoba o usar un plumero o un trapo para sacudir y quitar el polvo.

Como indica la SEICAP, lo mejor es usar un paño húmedo que atrape el polvo y sustituir la escoba por una fregona o un aspirador de filtro de agua o filtro HEPA, que detienen las partículas de ácaros, aunque debemos tener presente que en ocasiones aspirar no es suficiente para eliminar los ácaros ya que viven en las profundidades del relleno de sofás, sillas, colchones, almohadas y alfombras.

Esta limpieza debe hacerse sobre todo en zonas como el sofá, la cama y el colchón de la persona que tiene alergia, así como estas otras medidas, que también son eficaces:

Lavar las cortinas con agua caliente con frecuencia 
Limpiar la tapicería del sofá con vapor si es posible
Minimizar zonas donde se puede acumular polvo y reemplazar alfombras con suelos de madera o baldosas, ya que retienen la humedad, lo que permite la proliferación de ácaros del polvo y esporas de moho.
Reducir el desorden para que haya menos lugares donde se acumule el polvo y que la limpieza sea más fácil. Por tanto, evitar objetos que resulten difíciles de limpiar como moquetas y alfombras, peluches, libros, cortinas pesadas, muebles tapizados o papel pintado en las paredes.
Aire acondicionado y calefacción resecan el ambiente, por tanto, nos ayudan a minimizar la cantidad de ácaros, aunque debemos recordar que es necesario limpiar los filtros de manera regular.
Reducir la humedad ambiental aumentando la ventilación y la exposición al sol porque este elimina los ácaros. En baños donde no hay ventanas pueden usarse extractores de aire. La buena circulación del aire reduce la humedad y crea un ambiente hostil para los ácaros.