
La retirada del Bernabéu hunde la piedra angular del turismo de macroconciertos en Madrid y Almeida reclama su vuelta
El recinto, único en España por su capacidad de atraer grandes giras internacionales, donde se pueden reunir más de un millón de espectadores cada año, permanece cerrado por sus problemas de ruido y las denuncias vecinales. El alcalde sigue defendiendo que «en el Bernabéu tiene que haber conciertos»
El Real Madrid cancela los conciertos de Aitana en el Bernabéu y la artista los traslada al Metropolitano
El año pasado se cerró con un dato económico insólito en Madrid: la región batió el récord absoluto de recaudación por conciertos en directo. La industria musical facturó 185 millones de euros, frente a los 94 millones recaudados en 2023, a gran distancia de Barcelona (113 millones en 2024), según datos del último anuario publicado por la Asociación de Promotores Musicales.
Que Madrid duplicara sus ingresos por conciertos tuvo que ver con la creciente demanda de actuaciones en vivo después de la pandemia, pero sobre todo se relaciona con la irrupción de un nuevo recinto que ha cambiado las reglas del juego: el estadio Santiago Bernabéu. El coso blanco estrenó hace un año diseño y un césped que se podía ocultar mecánicamente con el objetivo de poder acoger hasta once macroconciertos distintos. Tenía programados más, pero tuvo que cerrar por el ruido que emitían las actuaciones y las denuncias judiciales de sus vecinos.
Al Bernabéu acudieron el año pasado 219.943 espectadores para ver uno de los cuatro conciertos de la colombiana Karol G. Otros 90.000 espectadores presenciaron las actuaciones de Luis Miguel, aunque la cantante que abarrotó el coso blanco, según las cifras de APM, fue Taylor Swift, con 126.393 espectadores en dos días (una media de 63.200 asistentes diarios). Sold outs con meses de antelación pese a que la mayoría de entradas costaban entre 147 y 226 euros.
El impacto económico de cada uno de estos macroconciertos fue enorme: un estudio del Ayuntamiento de Madrid cifra en 79 millones de euros el de los dos conciertos de Taylor Swift, contando el precio de las entradas, pero también los viajes, las noches de hotel de los desplazados y el gasto en la hostelería de la ciudad. Un desembolso que explica el interés del Gobierno de Almeida durante los últimos años en facilitar los conciertos en el Bernabéu y en dotar al entorno de todas las infraestructuras necesarias para desarrollarlos.
“Taylor Swift no hubiera venido si no es en el Bernabéu”, aseguraba este martes el alcalde de la capital ante la noticia de la cancelación de las actuaciones de Aitana, los últimos dos conciertos que quedaban programados en el estadio merengue. José Luis Martínez-Almeida resumía en esta frase por qué el estadio del Real Madrid es la pieza angular de su plan para atraer el turismo de conciertos a la capital, aquel que se desplaza al lugar donde actúa su artista o grupo favorito para ver su última gira, sea en la ciudad que sea.
El club de Florentino llevaba años planificando este desembarco junto al Ayuntamiento de Madrid, con unas obras aprobadas durante la época de Manuela Carmena, que se iban a complementar con dos enormes aparcamientos públicos licitados en un concurso a medida para los merengues. El objetivo era levantar un templo cubierto para conciertos, excepcional por su tamaño, capaz de competir con cualquier otro coso del mundo y que fuera parada indispensable en cualquier gira mundial de relevancia.
Para entender la importancia del estadio Santiago Bernabéu en todo este nuevo escenario de giras hay que ponerlo en comparación con el resto de recintos nacionales disponibles. El del Real Madrid es el de mayor aforo, pero la posibilidad de cubrirlo y su césped retráctil permite acoger giras de cantantes durante la primavera, el otoño o el invierno. Otros recintos como el Estadi Olimpic de Barcelona o el Metropolitano de Madrid, que pueden alcanzar 57.000 espectadores de aforo máximo, han de esperar al buen tiempo y, en la mayoría de casos, al fin de la temporada futbolística para ser empleados en toda su magnitud, lo que limita su uso para actuaciones musicales el resto del tiempo. Para los meses con climatología adversa quedan el Palacio de los Deportes o el Palau Sant Jordi, donde caben 17.000 asistentes.
“Es como si me comparas una iglesia con una catedral”, cuenta Cristina, una de las asistentes al concierto de Karol G este verano en el Bernabéu y que recientemente estuvo en el de Maluma en el coso de Goya, ahora llamado Movistar Arena y antes con nombre de marca bancaria. “Si en lugar de hacer tres Wizink hubiera hecho un Bernabéu, creo que la experiencia hubiera sido aún más espectacular”, asegura. Para ella, el atractivo de las actuaciones en el estadio blanco es muy superior: “El escenario le da épica al concierto, no es solo el sonido, también son las luces, las performances, estar vibrando entre 60.000 personas… eso hay que vivirlo”, resume.
La cantante colombiana Karol G durante su actuación en el estadio Santiago Bernabéu
La caída en desgracia del Bernabéu hace mirar hacia otros espacios de un tamaño similar para intentar atraer a las giras de artistas de renombre hacia Madrid. Como ocurrió con el paso de Bruce Springsteen el año pasado por el Estadio Metropolitano, que congregó a 161.380 espectadores durante tres días en junio del año pasado. A la casa del Atlético se han marchado Lola Índigo, Dellafuente y ahora Aitana, después de ver sus actuaciones canceladas en dos ocasiones por el club de Florentino Pérez.
Otras opciones cercanas son el auditorio Miguel Ríos de Rivas-Vaciamadrid (casi 30.000 espectadores) y, a cubierto, el citado Palacio de los Deportes, que ha llegado a acoger 124 conciertos por año, con casi 1,2 millones de espectadores en total. Allí ha reservado sitio por ejemplo Dua Lipa, que actuará dos noches en Madrid el próximo mes de mayo y que podría haber aspirado al Bernabéu si hubiera estado disponible. También está la incógnita del recinto del Mad Cool, que ha empezado obras para poder acoger grandes giras internacionales además del propio festival, donde el año pasado se reunieron hasta 221.843 personas durante cuatro días.
Mientras tanto, la competencia de otras ciudades pisa fuerte y de momento Barcelona aprovecha el parón del Bernabéu para llevarse este año las giras de artistas como Lady Gaga, Billie Eilish o Guns N’ Roses. Valencia se sumará después del verano a la pelea por las actuaciones a cubierto con la apertura de su Nuevo Arena, un pabellón con capacidad para 20.000 espectadores. Todas las ciudades pelean por atraer una de las giras más importantes que acaba de arrancar en América: Las Mujeres Ya No Lloran World Tour de Shakira.
Almeida, al rescate de los conciertos en el Bernabéu
“Es una infraestructura buena para la ciudad, que necesitamos para poder albergar eventos que de otra manera no vendrían”, decía esta mañana el alcalde Almeida ante las fisuras en su plan para atraer el turismo de macroconciertos a la ciudad, sin descuidar otros espacios. “Yo lo que quiero es contar con dos grandísimos recintos para eventos en la ciudad de Madrid”, añadía, en referencia al Metropolitano.
Para conseguir volver a poner en marcha la maquinaria de actuaciones del Santiago Bernabéu es necesario que las obras de insonorización tengan efecto, algo de lo que dudan muchos expertos. “En seis meses desde luego no se habrá atajado el problema, de hecho lo más probable es que seguirán pensando cómo solucionarlo”, anticipaba a este periódico hace medio año Francesc Daumal i Domènech, asesor acústico, perito judicial y catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. En su opinión, las dos opciones técnicas para la insonorización son “muy difíciles” de materializar y llegar hasta unos niveles legales de ruido en la zona es “casi imposible”.
El alcalde Almeida es más optimista y confía en superar las denuncias vecinales, que de momento han conseguido frenar en los tribunales tanto los conciertos como las obras para construir los dos aparcamientos planificados. “Estoy seguro de que entre Ayuntamiento y Real Madrid, junto con los vecinos, encontraremos la solución adecuada para que el Santiago Bernabéu se pueda seguir utilizando”, aseguraba, mientras buscan “un camino para la tranquilidad y el bienestar de los vecinos”. Aunque, como él reconoce, primero hay que despejar “la incógnita penal”.
En juego están los 210 millones de euros de impacto económico que el consistorio calcula que pueden generar en la ciudad cada año los eventos musicales. Bastante por encima de los deportivos (170 millones), pero a gran distancia de la Fórmula 1, el otro evento mimado por el Ayuntamiento y cuyas cifras de impacto aseguran que pueden llegar hasta los 450 millones de euros al año desde su desembarco en 2026.