
El bulo de la huida masiva de ciudadanos chinos en Mallorca: “Cualquier negocio cierra si no es rentable”
Varios comercios regentados por ciudadanos del país asiático han echado el cerrojo, desatando rumores de un éxodo masivo que no es tal. La realidad es mucho más compleja y menos alarmante: los cambios en el consumo y el aumento de costes han llevado a algunos empresarios a reorientar su modelo de negocio
La comunidad china celebra su Año Nuevo: “Los jóvenes quieren dar un paso más allá de los bazares”
En las últimas semanas, el cierre de varios bazares regentados por ciudadanos chinos en distintos puntos de Mallorca ha desatado un aluvión de especulaciones en redes sociales acerca de una supuesta retirada masiva de esta comunidad. Las hipótesis en torno a este presunto éxodo no han tardado en circular acompañadas de mensajes que buscan razones ocultas más allá de cualquier explicación lógica. Y lo cierto es que la realidad, tal como apuntan fuentes del propio colectivo a elDiario.es, es mucho más compleja y menos alarmante. “Al final los negocios tienen un ciclo de vida: cuando hay un auge en un determinado segmento, la gente abre nuevos comercios, pero cuando pierden negocio a causa de la competencia, como las compras online, los cierran o los reorientan”, comenta el empresario Minwei Jiang, propietario de la primera inmobiliaria china de Mallorca.
Su empresa, Huading, está situada en pleno corazón de Pere Garau, tradicionalmente refugio de la clase obrera y desde hace décadas barrio multicultural con un 40% de habitantes extracomunitarios procedentes, en su mayoría, del país asiático. La comunidad china palmesana huyó del centro histórico para instalarse en el ensanche y poco a poco Pere Garau fue convirtiéndose en su epicentro. Desde este enclave, los residentes chinos han diversificado sus actividades en los últimos años, pasando del comercio minorista a la restauración, la importación, el diseño o la venta online. En sus calles, los letreros en mandarín conviven con fruterías latinas y carnicerías halal mientras, poco a poco, esta barriada del extrarradio de Palma va cayendo en los tentáculos de la especulación inmobiliaria, la codicia de los fondos de inversión y, con ello, de la imparable gentrificación.
Desde uno de los despachos de su inmobiliaria, Jiang, también vicepresidente de la Asociación China de Balears (Achinib), señala las compras online como uno de los factores que han abocado al cierre a algunos de estos establecimientos. “Hoy en día, la gente, si tiene una urgencia o una necesidad, sigue comprando en las tiendas, pero si no tiene prisa, prefiere hacer pedidos por Internet y que se los lleven a casa, lo que se ve facilitado por una mayor rapidez del transporte. Antes tardaban dos o tres semanas en enviártelo; ahora, en una semana o menos ya te llega a casa”. El empresario apunta que también los precios de estas plataformas online influyen en la caída de los negocios de los almacenes físicos.
Minwei Jiang, empresario y propietario de la primera inmobiliaria china de Mallorca, Huanding
Incremento de los alquileres y los costes laborales
La subida de los costes de los locales como de los personales también ha llevado a los propietarios de bazares a cerrar realizar reajustes para adaptarse a las nuevas realidades, además del incremento de los alquileres, con subidas de hasta el 30% a la hora de renovar el contrato, según comenta Jiang. Un vistazo a Idealista permite comprobar que, por ejemplo, el precio por el que se renta uno de los locales de la zona, de 420 metros cuadrados, se eleva a los 3.800 euros mensuales. “Hay almacenes que son bastante grandes y otros más pequeños y familiares. Si el negocio no funciona y no da rentabilidades, llega un momento en que tiene que cerrar porque no se puede mantener”, explica el consultor inmobiliario.
Al caminar por las proximidades de la plaza Abu Yahya, ubicada también en el extrarradio de la capital balear, llama la atención un enorme local con carteles que anuncian la liquidación de sus productos. Se encuentran al 50% y los transeúntes entran para echar un vistazo. Apenas queda género en las estanterías y buena parte se encuentra mezclado con otros enseres a la espera de ser adquiridos. El dependiente que atiende a los clientes elude hacer declaraciones sobre la situación que atraviesan algunas de las tiendas chinas de Mallorca, pero al preguntarle sobre los motivos del cierre del establecimiento, responde sucintamente: “Muchos gastos, poco dinero”.
Bazar en Palma con carteles que anuncian la liquidación de sus productos
Al caminar por las proximidades de la plaza Abu Yahya, ubicada en el extrarradio de Palma, llama la atención un enorme local con carteles que anuncian la liquidación de sus productos. Se encuentran al 50% y los transeúntes entran para echar un vistazo. Apenas queda género en las estanterías y buena parte se encuentra mezclado con otros enseres a la espera de ser adquiridos
La difusión en redes del cierre de varios de estos locales desató la locura de inmediato. Uno de los más conocidos, Súper China, ubicado en el polígono Son Castelló, a las afueras de Palma, colgó el cerrojo a finales del mes de marzo. La nave vendía productos al por mayor y, al anunciar que pronto echaría las persianas y que regalaría el género que le quedaba, el boca a boca hizo el resto. La Policía Local tuvo que personarse a las puertas del local para regular el tráfico, dado que coches y furgonetas aparcados en doble fila formaban colas interminables para hacerse con el stock de la tienda.
Los carteles aún cuelgan de la fachada del almacén de venta al por mayor, ya cerrado
Desde entonces, este gran almacén permanece vacío a la espera de que otro negocio ocupe su lugar, pero los carteles de los productos que tenía a su disposición aún cuelgan de su fachada, recordando tiempos mejores en los que muchos acudían hasta allí para adquirir bienes de toda índole. A partir de ese momento, las redes comenzaron a arder con el bulo de que la comunidad china estaba abandonando Mallorca.
Cambios en los hábitos de consumo: de los bazares a las compras online
Tal fue la repercusión que la Achinib tuvo que difundir un comunicado en el que explicaba las causas por las que algunos de los bazares y comercios regentados por empresarios chinos estaban cerrando o liquidando su stock. Aunque cada uno de ellos tenía unas motivaciones distintas, en términos generales la asociación señala que varias de las principales causas son la inflación, el aumento de los costes de alquiler y suministros, así como los cambios en los hábitos de consumo de los clientes, unas circunstancias que, alegaba, “han afectado a muchos pequeños comercios, no solo a los de la comunidad china”. “La competencia de grandes superficies y el auge del comercio electrónico también han influido en la viabilidad de ciertos negocios tradicionales”, recalcan desde la entidad.
La Asociación China de Balears apunta a la inflación, el aumento de los costes de alquiler y suministros y a los cambios en los hábitos de consumo de los clientes como varias de las causas que ‘han afectado a muchos pequeños comercios, no solo a los de la comunidad china’. ‘La competencia de grandes superficies y el auge del comercio electrónico también han influido en la viabilidad de ciertos negocios tradicionales’, recalcan desde la entidad
En efecto, los bazares, que durante años fueron un recurso accesible para conseguir desde material escolar hasta herramientas de bricolaje, compiten ahora con gigantes del comercio electrónico. A esto se suma el encarecimiento de los alquileres comerciales, especialmente en zonas céntricas de Palma, y el aumento general de los costes de vida y de transporte en una ciudad en la que el comercio es una víctima más de cómo la especulación y la irrupción de grandes empresas inversoras están arrasando con el tradicional modo de vida de las barriadas.
Fachada del gran almacén Súper China, que durante años ha surtido de género a numerosos bazares de Mallorca y cuyas puertas cerraron a finales de marzo
Mientras tanto, algunos empresarios apuntan al endurecimiento de ciertas normativas administrativas y fiscales, lo que ha supuesto una dificultad adicional para la continuidad de sus negocios. “Adaptarse a estos cambios requiere inversiones y ajustes que no siempre son viables para todos”, aseveran. Otros, según Achinib, han decidido cerrar por razones personales o para reorientar su modelo de negocio. La pandemia y los cambios económicos, aseguran, han llevado a muchos empresarios a replantearse su futuro y explorar otras oportunidades.
El comunicado finalizaba recordando que la comunidad china en Balears “ha contribuido durante décadas al tejido comercial y empresarial de la región”. “Como Achinib, apoyamos a nuestros empresarios y trabajamos en estrecha colaboración con las instituciones locales para fomentar un entorno favorable para todos los emprendedores”, sentenciaba la nota. Por su parte, fuentes del Ayuntamiento de Palma, al ser preguntados por este medio sobre el cierre de bazares, se limitan a responder que, al tratarse de comercios privados, el Consistorio “no tiene nada que ver” con ellos.
“Aguantamos como podemos”
Desde su oficina en Pere Garau, Minwei Jiang subraya que, con todo, muchos bazares resisten e incluso algunos de ellos han encarado reformas para adaptarse a los nuevos tiempos, como es el caso del Bazar de Pedro Garau, a escasos metros de la inmobiliaria Huading. Está ataviado con una nueva cubierta que resalta más su presencia. Su dueña explica que el local lleva 18 años en la zona y que ha capeado contra viento y marea crisis económicas y los embates de la pandemia de la COVID. “Aguantamos como podemos y trabajamos como cualquier otro negocio”, resume.
Bazar Pedro Garau, uno de los almacenes chinos ‘históricos’ de esta barriada del extrarradio de Palma
Lejos de desaparecer, la comunidad china en Mallorca mantiene una presencia activa y creciente. Su historia en la isla se remonta a finales del siglo XX, en sintonía con la llegada de migrantes chinos a otras regiones de España. Primero llegaron jóvenes emprendedores en busca de oportunidades, que abrieron restaurantes y pequeños comercios. Con el tiempo, fueron estableciendo redes familiares y ampliando su presencia a sectores estratégicos del tejido comercial balear.
Lejos de desaparecer, la comunidad china en Mallorca mantiene una presencia activa y creciente. Su historia en la isla se remonta a finales del siglo XX, en sintonía con la llegada de migrantes chinos a otras regiones de España. Primero llegaron jóvenes emprendedores en busca de oportunidades, que abrieron restaurantes y pequeños comercios. Con el tiempo, fueron estableciendo redes familiares y ampliando su presencia a sectores estratégicos del tejido comercial balear
Su irrupción y asentamiento en España, como señala el antropólogo social y doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense de Madrid Joaquín Beltrán Antolín en su trabajo La presencia china en España. Globalización y Transnacionalismo, se encuentran inmersas en la dinámica de la diáspora china que, desde mediados del siglo XIX, estableció nodos por primera vez en todos los continentes del mundo, saliendo de su habitual destino localizado en el Sureste asiático a partir del siglo X.
Interior de uno de los bazares chinos de la barriada palmesana de Pere Garau
La transformación de una etapa
Por su parte, el geógrafo y profesor universitario Jesús M. González señala que, hasta finales de los noventa, se trataba de un fenómeno puntual y numéricamente poco relevante, como apunta en su estudio Fronteras en la ciudad. La población de nacionalidad china en Palma. No en vano, de acuerdo a los datos que maneja este investigador, entre 1988 y 1997 vivían en la ciudad sólo 47 personas de origen chino. Aquella primera generación, explica, se dedicaba principalmente a la restauración y alcanzó a España después de que se produjera “una cierta saturación de este tipo de negocios en el resto de Europa”.
Hoy, además de ser propietarios de negocios consolidados, muchos ciudadanos chinos participan activamente en asociaciones, festivales y actos culturales. De hecho, a principios de este año, se presentó públicamente un ambicioso proyecto para levantar un gran templo budista en las afueras de Palma. Una iniciativa que, según sus impulsores, se convertiría en la primera de estas características en España.
Los cierres de algunos bazares no suponen, por tanto, el final de un ciclo migratorio, sino la transformación de una etapa. Como otros muchos comerciantes, los empresarios chinos están explorando nuevas fórmulas para seguir presentes en el mercado actual. Algunos han reorientado sus negocios hacia la venta especializada. Otros han decidido regresar a China tras décadas de trabajo en la isla, dejando paso a las nuevas generaciones. La comunidad china en Mallorca continúa escribiendo su historia, ahora marcada por el relevo generacional, la innovación y la adaptación constante a los cambios de un mundo cada vez más interconectado.