El Hospital de Poniente de Almería, un ejemplo del «desmantelamiento» de la sanidad pública, según sus trabajadores

El Hospital de Poniente de Almería, un ejemplo del «desmantelamiento» de la sanidad pública, según sus trabajadores

Su servicio de urgencias es el que más pacientes atiende al año en Andalucía. La presión asistencial, el déficit de médicos y una población al alza generan incertidumbre en un centro que hace tres años era agencia sanitaria

“La salud no es un negocio”: miles de sanitarios y pacientes claman en Andalucía contra el “deterioro” de la sanidad pública

“Atendemos a una población de unas 300.000 personas, pero nos tratan como un hospital de tercera categoría”. Ese es el grito de auxilio generalizado entre los profesionales y los sindicatos que trabajan en el Hospital de Poniente de El Ejido en Almería. Vienen denunciando su situación que, si no muy distinta en algunos puntos, presenta algunas características particulares dentro del sistema público de salud de Andalucía que, precisamente contra su “desmantelamiento”, protagonizó una reciente manifestación en Sevilla con 20.000 asistentes. De acuerdo a los testimonios recogidos por este periódico, este centro hospitalario podría ser un buen ejemplo.

En el último año, el Hospital de Poniente ha pasado de ser un referente en cuanto a Medicina Tropical, que vela por el control y solución de enfermedades que tienen origen tropical o importadas y que no están en nuestro país, a no tener la unidad que se encargaba de ello por falta de plantilla. Es, según sus profesionales, uno de los ejemplos más claros para dibujar cuál es el panorama que atraviesa el hospital.

La situación en el de Poniente se agrava en muchos aspectos desde que dejó de ser agencia sanitaria el 1 de enero de 2022 para integrarse en el Servicio Andaluz de Salud (SAS). Era el principal de una agencia sanitaria que englobaba a los hospitales de Guadix y Loja en Granada y El Toyo en Almería. Desde su integración, “hemos perdido profesionales porque quienes planifican lo hacen desde Sevilla, perdiendo la noción de lo que aquí pasa”, denuncian los trabajadores.

Mientras la Junta de Andalucía, a través de Salud, se justifica argumentando que no han dejado de lado a este hospital, la realidad que viven los sanitarios desmiente el triunfalismo con el que el Ejecutivo regional trata de acallar las críticas.

De agencia a hospital público

Al ser agencia, la principal característica era que el personal estaba contratado laboralmente y no como personal estatutario o funcionario, como ocurre con el personal del SAS. De este modo, la agencia se organizaba según sus propios criterios y objetivos asistenciales, con financiación pública, pero gestión privada. Algo que cambió cuando en 2022 se integró en el propio SAS y entre ese año y 2024 se culminó la incorporación del personal al Servicio Andaluz de Salud, dejando ser plantilla laboral para ser estatutaria.

Un proceso en el que, según explican fuentes de personal, el hospital no ha podido retener a parte de sus trabajadores por estar en plena estabilización mientras se auditaba la plantilla y que, una vez culminado, está provocando la salida de sanitarios que consideran que no tienen las mejores condiciones salariales y laborales para aguantar la presión sanitaria de un centro que además se ha quedado pequeño.

Por ejemplo, faltan quirófanos, lamenta. Hay nueve en total, pero necesitaría 15 para atender a toda la población. Lo mismo con las camas, que actualmente hay 300, pero tendrían que ser alrededor de 500. Tampoco hay espacio para albergarlo todo, por lo que se necesitaría de una remodelación del hospital que nunca llega. Por eso, la situación de desasosiego y cansancio que sufren a diario los trabajadores ha llevado a los sindicatos a pedir a la Consejería de Salud que tome cartas en el asunto para no “desmantelar”, dicen ellos, aún más los servicios del centro. De hecho, el Sindicato Médico de Almería llegó a pedir la mediación del Defensor del Pueblo Andaluz para afear al SAS la reorganización que ha hecho desde que asumió la gerencia tras el final de las agencias sanitarias.

Otro de los datos que ilustra la presión asistencial es que las urgencias de Poniente son las que más pacientes atienden al año en Andalucía con más de 140.000 personas, según datos de la propia Consejería de Salud. Dicha presión asistencial hace que, demasiadas veces, se produzcan agresiones verbales y hasta físicas contra los trabajadores por parte de usuarios que quieren recibir una atención rápida, según vienen denunciando.

“Hay menos medios, menos personal y más sobrecarga de trabajo”, denuncia María Plaza, una enfermera que lleva dos décadas en el hospital. De hecho, señala que hay en algunas unidades hay “un 30% menos de enfermeras de las que debería haber”. La situación se agrava con la falta de especialistas y el cierre de unidades clave como la de Medicina Tropical, mientras la Junta de Andalucía insiste en que “la asistencia se garantiza con la máxima calidad” y que la plantilla “ha crecido un 21% desde 2020”.

Osorio Rodríguez, médico del Hospital de Poniente que lleva más de 20 años trabajando en el centro, es uno de los profesionales que más ha reivindicado mejoras en los últimos tiempos: “Se olvidan de que tenemos una población diana similar a la del hospital de referencia de Almería que es el Torrecárdenas y nos tratan como si fuésemos un centro menor”. Así, remarca, es imposible que haya profesionales que quieran aceptar los contratos que se ofrecen porque la presión asistencial que tiene el centro, unido a que la infraestructura se ha quedado pequeña para atender a tanta población, lleva a la extenuación a los sanitarios. “Atendemos a unos 300.000 ciudadanos, pero hay una parte de la población que no está censada porque esta zona tiene mucha migración sin papeles a la que también hay que darle recursos”, denuncia.

Falta de personal y cierre de unidades

Los datos internos reflejan una situación crítica. La Unidad de Medicina Tropical ha sido desactivada y se ha eliminado la jefatura de Medicina Preventiva, dos servicios esenciales en una zona que tiene una alta población migrante y de temporeros, algunos de ellos sin documentación en regla, pero que pueden acceder a la atención primaria y a las urgencias. Además, se han cerrado consultas especializadas y hay un déficit estructural de profesionales que afecta a la calidad asistencial. “Las urgencias están colapsadas todos los días y no hay suficiente personal para atender a los pacientes en condiciones dignas”, explica Osorio Rodríguez.

La situación de la plantilla es otro de los puntos conflictivos. Según apuntan los sindicatos, “se están perdiendo profesionales porque las condiciones laborales no son competitivas y los contratos son precarios”. Además, recuerdan que, en el último año, se han perdido más de 60 contratos eventuales que no se han renovado, ahogando aún más a la plantilla. Mientras la Junta argumenta que el paso de personal laboral a estatutario “mantiene las mismas condiciones y mejora la movilidad intercentros”, los sanitarios aseguran que esto ha generado inestabilidad y descontento en el hospital. “Los cambios han sido a peor: hay menos incentivos, más burocracia y no se están reponiendo todas las bajas”, insiste Plaza.

El déficit de médicos es otra de las grandes preocupaciones. “No se están cubriendo las plazas, las condiciones son poco atractivas y los que pueden se marchan a otras provincias o a la privada”, señala Rodríguez. La Junta reconoce que hay “un déficit general de médicos en el mercado laboral, especialmente en determinadas especialidades”, pero insiste en que “se ofertan contratos de larga duración para atraer profesionales”. Sin embargo, los datos apuntan a que la falta de personal sigue en aumento.

A esto se suma la reducción de la oferta asistencial: la eliminación de unidades, la sobrecarga en consultas y el aumento de listas de espera. “El hospital está perdiendo servicios esenciales y cada vez tenemos menos recursos para atender a la población”, advierte Plaza. Los profesionales temen que la tendencia continúe y que el hospital acabe derivando más pacientes a la sanidad privada. “Cuando un hospital empieza a perder tantos servicios, acaba siendo muy difícil que pueda remontar porque al final nadie quiere trabajar en él”, denuncia Osorio Rodríguez.

“Es un problema de gestión”

Desde la gerencia del hospital insisten en que “la presión asistencial crece de manera progresiva, en la línea del crecimiento de la población de la comarca”, y que se está invirtiendo en ampliar la formación de residentes para garantizar el relevo generacional. Pero los profesionales discrepan: “La población crece, pero los recursos no. No es que falten pacientes, es que falta gestión y voluntad política para reforzar la sanidad pública”, subraya Osorio Rodríguez. “La Junta busca favorecer la sanidad privada”.

De este modo, la incertidumbre sobre el futuro del Hospital de Poniente sigue aumentando entre los trabajadores y la población, al tiempo que planean movilizaciones que sirvan para visibilizar su hartazgo. “Nos están desmantelando poco a poco. Si no lo frenamos, esto será otro hospital público en caída libre”, advierte Plaza. Mientras, la Junta mantiene que “se están consolidando las plantillas” y que la asistencia sanitaria está garantizada. Pero la realidad que denuncian los sanitarios en el día a día del hospital cuenta una historia muy distinta.