Un ‘proyecto-país’ para electrificar la movilidad en España

Un ‘proyecto-país’ para electrificar la movilidad en España

AEDIVE, la principal entidad de impulso del vehículo eléctrico, aboga por mantenerlo al margen del debate político e ideológico y abordarlo al contrario como un proyecto estratégico nacional

Aunque más lento de lo deseable, la movilidad eléctrica avanza en nuestro país con pulso firme. Así lo demuestran los datos de matriculaciones de vehículos eléctricos durante el primer trimestre de 2025, en los que se advierten un interés creciente por esta tecnología y el derribo progresivo de las barreras que han frenado tradicionalmente su implantación, según subraya AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso de la Movilidad Eléctrica), la principal entidad de apoyo al coche eléctrico en nuestro país.

Sin duda, la llegada de modelos eléctricos cada vez más atractivos en diseño y prestaciones, de diversa tipología y a precios adaptados a diferentes bolsillos, contribuye a este cambio de percepción por parte de la población, del mismo modo que ayuda el despliegue de puntos de recarga públicos. En la actualidad contamos con más de 42.000 puntos de recarga pública, con un ritmo de instalación de más de 1.100 nuevos cargadores operativos al mes, tanto de baja potencia como de tipo ultrarrápido, y de hecho la red se halla sobredimensionada respecto al parque electrificado actual.

Junto a todo ello, la reactivación del Plan Moves 3, anunciada por el Gobierno, supone un revulsivo para el mercado, que ya está notando sus consecuencias positivas después de un periodo de incertidumbre desde que el pasado 22 de enero quedara en suspenso el programa.

Con todo, AEDIVE juzga que el crecimiento de matriculaciones sigue siendo todavía muy corto respecto a las expectativas y a otros mercados europeos, razón por la que considera preciso “promover palancas adicionales que aceleren esa tendencia y sitúen a España en puestos de liderazgo”, lo que permitirá cumplir a su vez con los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), de 5,5 millones de vehículos eléctricos.

Para la asociación, acelerar en electrificación no solo permitirá acercarse al objetivo de descarbonización de la movilidad, sino que forma parte de “un proyecto país que busca alinear los aspectos medioambientales y de salud con intereses económicos, logísticos, industriales, tecnológicos, energéticos y sociales, en un mundo geoestratégico complejo”. 

En primer lugar, la transición hacia vehículos eléctricos es clave para reducir la huella de carbono y mejorar de paso la calidad del aire en entornos urbanos. Además, el coche de baterías es, ante todo, eficiencia energética, toda vez que su tecnología de propulsión es la única que interactúa con el sistema eléctrico para impulsar las energías renovables, la generación distribuida y el almacenamiento energético.

Recordemos al respecto que España es un importador neto de energía fósil y, por tanto, un país vulnerable a las fluctuaciones de los precios del petróleo. Pero, al mismo tiempo, somos capaces de generar nuestra propia energía limpia para alimentar edificación, industria y movilidad, con lo que se contribuye a la seguridad energética y a la independencia geoeconómica.

De hecho, si España cumpliera con los objetivos del PNIEC, se podrían reducir en unos 14.000 millones de euros las importaciones de combustibles fósiles, el equivalente al 1% el PIB cada año, recursos que cabría liberar para potenciar tanto el consumo como la inversión y, en general, para generar más riqueza y empleo, según recoge un reciente informe de AEDIVE sobre la electrificación de la economía.

Más allá del coche eléctrico

En otro orden de cosas, nuestro país alberga cerca de 20 fábricas de coches, algunas de las cuales ya producen modelos eléctricos y componentes ad hoc para ellos. España también produce cargadores de todo tipo y equipamiento eléctrico auxiliar —centros de transformación— mediante empresas que, al igual que sucede con los componentes, son de origen nacional y atraen inversión extranjera, a la vez que mejoran la competitividad del sector y promueven empleos de calidad.

Súmese a ello que están surgiendo industrias complementarias, como las de los sistemas de almacenamiento energético para aplicaciones estacionarias —aprovechando la segunda vida de las baterías—, que permiten optimizar la generación de fuentes renovables y resuelven los retos de la disponibilidad de potencia en determinadas ubicaciones donde la demanda supera a la capacidad de la red actual.


Mujer cargando su coche eléctrico

Por último, se están desarrollando proyectos de gigafactorías y de reciclaje de baterías que promueven la circularidad de un sistema económico que contempla a toda la cadena de valor industrial y tecnológica que gira en torno al vehículo eléctrico. 

AEDIVE realiza dos recordatorios importantes sobre lo que representa la electromovilidad más allá del coche eléctrico en sí. Uno es que esta industria está fuertemente vinculada a la innovación tecnológica en lo que atañe a la investigación y el desarrollo de baterías, sistemas de recarga y digitalización, lo que “permitirá posicionar a España como un líder en estas tecnologías del futuro”.

Además, el nuestro es un país minero por excelencia y, como tal, dispone de importantes yacimientos de litio en Galicia, Castilla y León, Extremadura y Andalucía, específicamente en Cádiz, además de ser el segundo productor europeo de sales potásicas, cobre y magnesita —de la que se extrae el magnesio—, y el único productor de estroncio y sepiolita, además de disponer de níquel, estroncio, silicio, tantalio y wolframio.

La entidad subraya también que el coche eléctrico no trae consigo solo beneficios ambientales y sanitarios, amén de reducción de costes para el usuario, especialmente en combustible y el mantenimiento; también conlleva la generación de empleo de calidad en nuevos sectores estratégicos ligados a la movilidad eléctrica, lo cual desmonta por cierto el mito de que, con él, se ponen en peligro los puestos de trabajo en la industria de la automoción. La realidad es que estos se hallan más en riesgo por la robotización y la automatización de los procesos —todo a fin de aumentar la eficiencia y la productividad y de reducir costes—, con independencia de la tecnología de propulsión.


Ingeniera en una fábrica de automóviles

Hacernos más independientes

Por todo lo explicado, AEDIVE estima que “la movilidad eléctrica debe mantenerse al margen del debate político e ideológico y abordarse como un proyecto estratégico nacional, que nos haga más resilientes e independientes ante las circunstancias de un panorama mundial marcado en los últimos años por los estragos de alertas sanitarias, conflictos bélicos, desastres meteorológicos, guerras arancelarias y tensiones geopolíticas”.

Arturo Pérez de Lucia, director general de AEDIVE, reitera al respecto que “España debe adaptarse a una revolución digital que, junto a la industrial y tecnológica, marcan un camino imparable que otros países y regiones ya han asumido con firmeza”. En este enorme desafío, concluye, tanto la colaboración público-privada como la pública-pública deben reforzarse para no perder un tren tecnológico que está en constante evolución.