Nueve cosas que debes tener en cuenta sobre el colesterol para cuidar tu salud

Nueve cosas que debes tener en cuenta sobre el colesterol para cuidar tu salud

El colesterol, un lípido esencial, juega un papel crucial en varios procesos fisiológicos, aunque un desequilibrio puede provocar problemas de salud

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Todos hemos oído hablar en un momento u otro del colesterol y de cómo unos niveles altos son perjudiciales para nuestra salud. Sin embargo, es habitual que a menudo nos asalten un sinfín de dudas sobre esta sustancia parecida a la grasa. ¿Qué es en realidad el colesterol? ¿Cuál es su función? ¿Por qué hablamos de colesterol “bueno” y “malo”? ¿Qué significa tener el colesterol alto? ¿Cómo podemos cuidarnos?

Qué es el colesterol y cuál es su función

El colesterol es una sustancia cerosa, similar a la grasa, que está presente en todo el cuerpo. Igual que los triglicéridos, el colesterol es un lípido, es decir, una sustancia grasa que se transporta en la sangre y que proviene de dos fuentes. Si bien solemos pensar que proviene de la dieta, lo cierto es que es el cuerpo el que produce buena parte del colesterol necesario para un metabolismo adecuado, en torno a un 80%. El resto, un 20%, lo absorbe el cuerpo a partir de ciertos alimentos.

Es el hígado el que regula los niveles de colesterol, es decir, es el centro de control, el que produce colesterol cuando escasea o lo elimina cuando los niveles son altos.

Debemos pensar en él como el factor que interviene en la formación de células, hormonas y sales biliares. Por tanto, es esencial para la producción de muchas hormonas, como las sexuales y las tiroideas; interviene en la formación de ácidos biliares; los rayos solares lo transforman en vitamina D.

No es “malo” ni peligroso a menos que lo tengamos en exceso y se acumule en las paredes de nuestras arterias.

Un solo colesterol, dos niveles distintos

Contrariamente a lo que podemos pensar, solo existe un colesterol. En realidad, el colesterol “bueno” y “malo”, como así los conocemos, se refieren a dos lipoproteínas encargadas de su transporte en el organismo, a través del torrente sanguíneo, es decir, hay dos sistemas de transporte de colesterol en la sangre:

Lipoproteínas de alta densidad (HDL) o colesterol “bueno” son las que capturan el exceso de colesterol en nuestras arterias y lo transportan al hígado para su eliminación. En otras palabras, es el que no permanece en nuestros vasos sanguíneos, de ahí su fama de bueno porque es el que atrapa el exceso de colesterol en la sangre y estimula su eliminación a través del hígado. Por tanto, tiene el efecto de reducir la tasa de enfermedades cardiovasculares.
Lipoproteínas de baja densidad (LDL) o colesterol “malo”. A diferencia del HDL, estas proteínas distribuyen el exceso de colesterol a distintos órganos. Una alta concentración sanguínea de LDL promueve la deposición de lípidos en las paredes de nuestras arterias y, en consecuencia, la obstrucción progresiva de la circulación sanguínea. Cuando está elevado, se va depositando en las paredes de las arterias y forma placas de ateroma (arteriosclerosis), lo que aumenta el riesgo de sufrir enfermedad coronaria, ictus o enfermedad periférica.

El colesterol total es la suma de los dos. Durante un perfil lipídico se mide el colesterol total y el HDL, lo que permite calcular el colesterol LDL.

¿Cuáles son los niveles de colesterol que se consideran adecuados? Según la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), el colesterol ideal es cuando el total se sitúa por debajo de 200 mg/dl y el colesterol LDL, el “malo”, por debajo de 130 mg/dl –aunque son cifras que pueden ser altas para personas con alguna enfermedad cardiovascular como ictus, para personas con diabetes u otras enfermedades como hipertensión arterial–. 

En estos casos, según los expertos, los niveles de colesterol ideal deberían situarse por debajo de 200 mg/dl. Para el colesterol HDL se consideran valores normales los superiores a los 35 mg/dl en hombres y los 40 mg/dl en mujeres. En la mayoría de los casos, se usa el valor de colesterol LDL.

Qué significa tener el colesterol alto

El exceso de colesterol no es una enfermedad en sí misma. Ya hemos visto que se trata de un factor de riesgo para otras enfermedades del corazón y de los vasos sanguíneos. Hablamos de un exceso de colesterol LDL, el que favorece la formación de depósitos en las paredes de las arterias. Estos depósitos provocan una pérdida progresiva de elasticidad en las arterias y reducen su diámetro, lo que aumenta el riesgo de sufrir infartos o ictus.

En España, y según datos de la Sociedad Española del Corazón (SEC), una de cada dos personas tiene niveles elevados de colesterol, aunque solo poco más del 46% es consciente de ello.

El exceso de colesterol no avisa

Una de las particularidades de la hipercolesterolemia, es decir, del colesterol malo alto, es que no muestra síntomas ni signos físicos, de ahí que tengamos que llegar al diagnóstico a través de un análisis de sangre, que es el que permite medir los niveles de colesterol y de triglicéridos. 

¿El colesterol se hereda?

En la mayoría de los casos, la causa más común de colesterol alto es un estilo de vida poco saludable, aunque también existe un tipo de hipercolesterolemia familiar, una forma hereditaria de colesterol alto. Se trata de casos en los que la persona tiene una predisposición genética a tener exceso de colesterol. 

Debemos tener en cuenta que ciertos hábitos, como fumar o el sedentarismo, así como enfermedades como la hipertensión arterial, la obesidad o la diabetes mellitus, también pueden afectar al nivel de colesterol y aumentar el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular.

¿Qué ocurre con los triglicéridos?

Los triglicéridos y el colesterol son distintos tipos de lípidos que circulan por la sangre. Sin embargo, los niveles de ambos son marcadores importantes para la salud. Lo que hacen los triglicéridos es almacenar las calorías no usadas y proporcionar energía al organismo. Como ocurre con el colesterol, unos niveles altos de triglicéridos son perjudiciales. Se consideran niveles normales menos de 150 mg/dl y altos, por encima de los 500 mg/dl.

Un nivel elevado de triglicéricos puede ayudar a una acumulación de colesterol en el organismo.

La combinación de niveles altos de triglicéridos con niveles altos de colesterol LDL o niveles bajos de colesterol HDL está relacionada con la acumulación de grasa en las paredes arteriales, lo que aumenta el riesgo de ataque cardíaco y accidente cerebrovascular.

¿Qué alimentos nos ayudan a controlar los niveles de colesterol?

La buena noticia es que el colesterol alto se puede reducir. Unos buenos hábitos y un estilo de vida saludable son claves para combatir el colesterol elevado. Por tanto, la elección adecuada de los alimentos es fundamental para esta misión. ¿Cuáles son los alimentos que nos pueden ayudar? La Fundación Española del Corazón enumera los más importantes:

Incluir cinco raciones diarias de verduras, hortalizas y frutas.
Tomar tres raciones a la semana de legumbres.
Priorizar el consumo de cereales integrales y granos enteros
Prevalecer el aceite de oliva virgen extra y los frutos secos, ricos en grasas saludables.
Añadir lácteos con esteroles vegetales.
Prestar atención también al pescado, sobre todo el azul como la sardina, el salmón, el atún o el boquerón por su contenido en un tipo de grasa cardiosaludable.
Elegir carnes magras como el conejo o el pollo.

Y si queremos agregar más control a nuestro colesterol, es importante introducir en la cocina aquellos métodos de cocción que requieren poca grasa, como el horneado, la plancha, la parrilla, el microondas, el asado o la cocción al vapor.

¿Qué alimentos, en cambio, debemos evitar? 

Tendremos que prescindir de alimentos cuya composición tiene abundante grasa perjudicial para el corazón, como lácteos enteros como mantequilla; carnes grasas; yemas de huevo, fritos comerciales y bollería industrial. 

Todo ello mucho mejor si va acompañado de ejercicio aeróbico como caminar, ir en bici o nadar, a intensidad moderada, de tres a cinco veces por semana, lo que nos ayudará a aumentar el HDL y reducir el LDL.

¿Y los medicamentos?

En algunos casos, como cuando ya ha habido un infarto de miocardio y hay obstrucciones importantes en las arterias, el médico puede recomendar medicamentos para reducir el colesterol. Se tienen en cuenta antes, además del nivel de colesterol, la edad, los antecedentes familiares y otros factores. Una opción son las estatinas, que bloquean la sustancia química que el hígado necesita para producir colesterol. Como resultado, el hígado filtra el colesterol de la circulación. La toma de medicamentos no debe estar reñida con el mantenimiento de unos correctos hábitos de vida, en los que el tabaco o el alcohol no tienen cabida.