Una rara especie de tiburón deja ver su particular aspecto por primera vez en Canarias

Una rara especie de tiburón deja ver su particular aspecto por primera vez en Canarias

«Cuando llegó arriba, no sabíamos lo que era», recuerda el pescador Marcos Hernández. «La verdad es que en un principio lo confundimos con una aguja, que es un pez de espada, por el pico, y después nos dimos cuenta de que era un pescado de cuero y ya buscando en internet nos dimos cuenta de lo que era»

A primera vista parece una criatura marina imaginada por Néstor Martín-Fernández de la Torre, con una especie de cuerno, dientes afilados y rostro imposible. Luego le van apareciendo los rasgos propios de las profundidades que evocan a los del famoso e inolvidable diablo negro grabado en aguas canarias el pasado mes de febrero justo antes de morir. Lo cierto es que a la profundidad donde viven estos elasmobranquios no hace falta ser bonito ni feo.

“Estábamos realizando pesca de gran fondo recreativa para consumo propio”, cuenta a esta redacción el pescador Marcos Hernández. Lo hacía en su barco, de 92 años, que también usara su padre en oficio similar, y junto a la embarcación de su amigo Ramón Santana, ya que suelen salir juntos porque esta pesca requiere alejarse de la costa. En esta ocasión estaban en la costa de San Cristóbal, Gran Canaria, a unos 900 de profundidad buscando, como suelen hacer, merluza canaria y fula de altura, pero, de repente, entre los anzuelos, se enganchó una especie nunca antes vista en Canarias (y tampoco nunca antes ese ejemplar había visto a un ser humano). “Cuando llegó arriba, no sabíamos lo que era”, recuerda Hernández. “La verdad es que en un principio lo confundimos con una aguja, que es un pez de espada, por el pico y después nos dimos cuenta de que no, que era un pescado de cuero y ya buscando en internet nos dimos cuenta de lo que era”.

Se trata de un tiburón duende. Proyecta su mandíbula hacia adelante, lo que confiere a su aspecto ese aire tan especial y misterioso. A la pregunta de esta redacción de si los pescadores sintieron miedo tras el hallazgo, la respuesta fue rápida: “Estamos acostumbrados a ver de todo en el mar”.

Marcos Hernández y Ramón Santana liberaron tras fotografiarlo al tiburón de sus anzuelos y fueron testigos de cómo, poco a poco, fue recuperándose este animal del susto y buscando el rumbo de vuelta a las profundidades.

El ictiólogo canario Alberto Brito, autor de multitud de publicaciones científicas; y el ecólogo marino Asier Furundarena, de la empresa pública GESPLAN, han hecho llegar un escrito a los medios de comunicación para que la sociedad conozca más a esta criatura. Cuentan que nunca se había localizado un tiburón duende (Mitsukurina owstono) en aguas del Archpiélago al que califican “sin duda”, como uno de los tiburones más curiosos, especializados y poco conocidos que se distribuyen en la Demarcación Marina Canaria. Se trata de un tiburón cuyos rasgos taxonómicos más diferenciales son que presentan un rostro o morro muy alargado, aplanado y agudo, a modo de visera espatulada (la espada); pueden proyectar su mandíbula hacia adelante, con dientes largos y finos para retener a sus presas y su aleta caudal tiene el tamaño de la mitad de su cuerpo.

Para los científicos este tipo de hallazgos ponen de manifiesto “cómo en pleno año 2025 seguimos sabiendo una gota de lo que pasa en los océanos. Ver una especie como esta en aguas canarias, sobre todo viva, tan cerquita de la isla de Gran Canaria, a 900 metros de profundidad, que es cuando sucedió la captura accidental, nos pone de manifiesto también la importancia que tiene nuestro archipiélago como un punto de biodiversidad a nivel internacional, un punto donde los tiburones que se distribuyen en nuestras aguas, que son aproximadamente más de 80 especies”.

Se le considera un tiburón muy poco común, de aparición ocasional pero ampliamente distribuido en aguas templadas y tropicales de todos los océanos, si bien de forma localizada y muy dispersa. Según Brito y Furundarena, en nuestro entorno hay registros pesqueros accidentales en Madeira, Galicia, Golfo de Vizcaya y Portugal, siempre muy escasos, lo que habla de poblaciones muy pequeñas. Habita normalmente en el talud en el entorno entre los 250 y 950 metros de profundidad, aunque hay registros en aguas litorales y también más profundos, hasta 1300 metros.

Se sabe que se alimenta de presas pequeñas (peces, cefalópodos, crustáceos) a las que atrapa proyectando rápidamente sus especializadas mandíbulas. La madurez sexual no se alcanza hasta cerca de los tres metros de longitud en los machos y a tallas superiores en las hembras, lo que les hace especialmente vulnerables. Es ovovíviparo con oofagia, es decir, los embriones se desarrollan dentro del útero materno donde se alimentan de los óvulos no fecundados que la hembra continúa produciendo durante la gestación. Hasta hace relativamente poco se desconocían tiempos de gestación y número de crías, sin embargo, una captura accidental de una hembra grávida de 4.7 metros en la costa de Taiwan, en junio de 2023, permitió conocer que tenía 6 crías de aproximadamente 110-130 centímetros cada una, que estaban próximas a nacer.

Resulta especialmente curioso que en esta parte del Atlántico los ejemplares capturados suelen ser juveniles o subadultos, mientras que la costa del Atlántico occidental se han registrado capturas de ejemplares más grandes; el récord absoluto lo tiene una hembra capturada en el Golfo de México en el año 2000 que medía en torno a los 6 metros.

“Por todo ello, ser testigos de la aparición de un ejemplar vivo, capturar su majestuosidad en vídeo y devolverlo a la libertad, es un privilegio absoluto, que revela la grandeza del patrimonio natural que yace en las profundidades del Archipiélago Canario. Un legado natural que debemos proteger con el respeto y la admiración que se merece”, concluye el escrito.