
Un festival con Bananarama, C.C. Catch y Samantha Fox: una fantasía ochentera
Discoteca de los 80 es un evento de los promotores de Love the 90s que se ha celebrado con todas las entradas vendidas desde hace meses en Madrid y que en octubre se realizará de nuevo en Valencia
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El formato creado por la promotora Sharemusic! todavía no tiene nombre. A medio camino entre el festival y la fiesta, consiste en un evento espectacular donde la experiencia, el diseño escénico y la narrativa son factores más poderosos que el cartel, como ocurriría en un festival tradicional. De hecho, se podría decir que el público aquí es más importante que el artista.
Ese desplazamiento del protagonismo se detecta en que constantemente se le habla al asistente. Se le dice: esto es para ti, vuelve al lugar en el que fuiste feliz, recuerdas esto, recuerdas aquello. Implícitamente está en cada elemento del evento, pero se hace más explícito en las palabras del presentador, que en esta ocasión no fue Fernandisco sino Toni Peret, uno de los dj responsables de los Max Mix (junto al recientemente fallecido José María Castells).
Peret estuvo excesivo con su empeño en hacer que el público cantara frases de viejos anuncios de la televisión y bastante regular en sus presentaciones, que llegaron al punto de decir que no tenía palabras para presentar al siguiente artista y olvidarse directamente de hacerlo, antes de que saliera a escena C.C. Catch. Pero estuvo ocurrente al proponer una encuesta entre los asistentes para saber cuánta masa de gente había nacido en qué década. Pareció mayoritaria la asistencia de los nacidos en los años 60, aunque finalmente la estadística se tornó pitorreo cuando un desproporcionado coro de voces reclamaba haber nacido en los años dosmiles.
Escenario circular central y todo vendido en el Palacio de Deportes – Movistar Arena para Discoteca de los 80
Discoteca de los 80, un evento que se repetirá en Valencia el 18 de octubre (sumando a B-Movie al cartel) y que estaba sold out desde hace nueve meses, va alternando breves apariciones de grupos con sesiones de los dj Jumper Brothers (habituales del Love the 90s) y las mencionadas intervenciones de Toni Peret. El escenario circular, situado en el centro del Palacio de Deportes – Movistar Arena, contribuía a romper la jerarquía del dibujo habitual y, efectivamente, apuntalaba el concepto de discoteca por encima del de concierto. El diseño, del todo impresionante, el mayor acierto del festival, consistía en una cabina que bajaba del techo cuando le tocaba el turno a los dj. Cada canción escogida venía acompañada de visuales propios que hacían referencia al propio tema y que se proyectaban sobre una pantalla cilíndrica, encima del escenario, y en otros elementos colgantes. Una belleza de escenografía.
El hilo narrativo de este festival es: los 80 han vuelto. Lo hacen aquí como un espectro, como el eco de lo que fueron. Es una resurrección de un hecho del pasado inserto en el presente, que de alguna manera silencia los 35 años de música que vinieron después y que en gran medida se han desarrollado bajo la arrolladora influencia de una década tan rica y fascinante a nivel artístico. En realidad, los 80 no han vuelto sino que siguen vivos, nunca se fueron, en el sentido de que se crearon nuevos géneros musicales que se han seguido practicando hasta la fecha, como el pop electrónico en todas sus variantes y subgéneros.
P. Lion en Discoteca de los 80, el sábado 26 de abril en Madrid
Otro de los grandes triunfos del festival es rendir tributo a un género triunfador de los 80, que llegó a estar desprestigiado y que hoy es reivindicado por muchos sellos y artistas jóvenes, el italodisco. Italia, cuna europea de la mayor desfachatez política y cultural, generó un estilo propio en la música de baile, igual que lo hizo al apropiarse de los wésterns.
Y así, en la línea de reivindicación italiana, las actuaciones se abrieron con Ryan Paris, al que siguió Ken Laszlo. Por unos minutos, el señor Fabio Roscioli dejó su vida normal y volvió a ser Ryan Paris cantando su maravilloso gran éxito La dolce vita, y el señor Gianni Coraini también aparcó sus quehaceres para volver a ser Ken Laszlo interpretando su Hey Hey Guy. Más adelante en la noche, Pietro Paolo Pelandi se convirtió sencillamente en P. Lion para cantar con suprema elegancia su Happy Children. Mientras que Pier Michele Bozzetti, se volvió a pintar la cara de blanco para trasmutarse en Miko Mission y cantar con desparpajo y fantasía The World Is You —con una referencia a Barcelona y su “corrida en la plaza de toros”— y How old are you. En concreto, él está a punto de cumplir los 80, pero a juzgar por su divertida actuación, nadie lo diría.
Miko Mission en Discoteca de los 80, el sábado 26 de abril en Madrid
Y también como estandarte de este género fue convocado Silvio Pozzoli, conocido como Silver Pozzoli, quien también colocó un hitazo en los 80, con inglés macarrónico y sintetizadores galácticos, Sing Sing Sing Along (Around My Dream) que volvió a interpretar en Madrid, con escaso carisma y melena aún más larga que hace cuarenta años y ahora blanca. Y, como demostración estadística de que el italodisco tuvo más cantantes masculinos que femeninos, la fiesta contó también con Spagna, ahora llamada con su nombre completo, Ivana Spagna, quien en verdad trascendió este género con dos temazos de europop: Easy Lady y Call Me, que además componía ella misma, lo cual no era habitual en este género tan de factorías y productores en la sombra.
Bananarama en Discoteca de los 80, el sábado 26 de abril en Madrid
Esa última canción está muy emparentada con uno de los grandes grupos del pop de baile británico, Bananarama, que también acudió a la llamada de Sharemusic! y habiendo pasado de trío a dúo, con la pérdida de Siobhan Fahey. Keren Woodward y Sara Dallin estuvieron maravillosas y la interpretación de Venus fue de lo mejor de la noche. La británica Samantha Fox, otro icono de la década que ya actuó en la pequeña fiesta de presentación de este festival, en la sala Morocco de Madrid, se reivindicó en plena forma. Antes de acometer su célebre Touch Me (I Want Your Body), preguntó al público si querían tocarla. Era una pregunta con trampa. A lo que fuera que le respondieran, ella contestó: “¿De verdad? ¿En 2025?”.
C.C. Catch en Discoteca de los 80, el sábado 26 de abril en Madrid
El Reino Unido triunfó en gran medida en el eurodance ochentero gracias a un trío de productores, que acertadamente fueron aludidos por Toni Peret en algún momento de la noche: Stock, Aitken y Waterman. Forjaron la leyenda de Samantha Fox con la canción Nothing’s Gonna Stop Me Now y de Bananarama con Love in the First Degree (aunque los célebres productores odiaron trabajar con ellas, no se entendieron y lo vivieron como una obligación contractual). Pero también de otros artistas que hicieron sonar los pinchadiscos, como Rick Astley y otros que no pero que deberían haberlo hecho, como Dead or Alive.
Fancy en Discoteca de los 80, el sábado 26 de abril en Madrid
El otro foco de la música de baile de la década estuvo en Alemania. C.C. Catch (aunque nacida en Países Bajos) vino de embajadora de esa escena con una propuesta presuntamente moderna —acompañada de dos raperos— que no le favoreció demasiado. En cambio, otro germano canciller del europop, Fancy (de nombre civil Manfred Alois Segieth), fue de lo más interesante de la noche, reclamando con bastante dignidad y modestia un papel influyente y precursor de grupos como Pet Shop Boys. Su canción Bolero (Hold Me In Your Arms Again) fue número uno en España, sin alcanzar esta posición en otras listas europeas. También actuó el grupo Bad Boys Blue, de Colonia y, el plato fuerte, Alphaville, que cerró la noche con una actuación con la música tocada en directo —la mayoría solo interpretaba la voz— que no hizo justicia a la belleza y elegancia de la que una vez presumieron. Fueron grandes en Madrid con su Big in Japan y cerraron la fiesta con un Forever Young que fue una sobredosis de nostalgia dulzona difícil de digerir, medioentonada por un Marian Gold que tristemente ha perdido la voz por el camino.
Alphaville en Discoteca de los 80, el sábado 26 de abril en Madrid
Una fiesta como esta parece diseñada, en primer lugar, para un público que se separó de la música en 1989 y que también tiene derecho a encontrar un lugar en la música en directo donde volver a ser joven, volver a ser feliz. “¿Os acordáis de cómo olían los vinilos?”, le preguntó Toni Peret con un guiño cómplice en ese sentido que, sin embargo, sonaba desconcertante para quien nunca se hubiera alejado de la música. Pero, como segunda intención y quizá menos evidente, aunque absolutamente relevante, es la función de homenaje y reconocimiento a todos estos artistas, en muchos casos one hit wonders cuya contribución a la música no está reconocida lo suficiente. En Discoteca de los 80 estos artistas que están ahora entre los 60 y los 80 años, recogen gran parte de ese amor perdido. Con justicia.