
Caos camina conmigo
Puede que Sánchez no pueda pedirnos confianza si no puede garantizar la luz o el transporte en tiempo de paz. Pero está por ver si puede tenerla un Feijóo incapaz de garantizarnos donde estaba Mazón el día de la DANA
Sánchez, sobre el apagón: “Vincular el debate a las nucleares es irresponsable y una gigantesca manipulación”
Lo peor que te puede suceder cuando construyes un relato en comunicación política es confundirlo con la realidad. A los populares se les ve muy convencidos de que, igual que el gobierno y su mayoría están cogidos con pinzas, España es un país que se sustenta con hilos. Pedro Sánchez se presentó en el Congreso de los Diputados equipado con el civismo de los españoles, la potente respuesta de los servicios públicos y el colapso de las series distópicas de Netflix y un remedo de aquello que Thomas Wayne le decía a su hijo Bruce: caemos para aprender a levantarnos. Le bastó y le sobró.
Si usted, señor Feijóo, ha venido a hablarme del apagón, yo le voy a hablar del modelo energético. La bandera antinuclear aún congrega a las tropas de la izquierda. Otro tanto sucede con la bandera del lobbismo. Si alguien cree en serio que, en España, va a funcionar ante la mayoría el discurso de que las víctimas son las eléctricas y la energía nuclear, ignora dónde vive.
Dice el presidente que es consciente de que los ciudadanos queremos saber qué pasó, y el Gobierno también. Es un alivio. Pero no basta. Los setecientos y pico millones de datos que generó el apagón no pueden ser la montaña donde se entierre la verdad. Dice el presidente, y tiene razón, que resulta sorprendente ver a tantos proponer soluciones tan contundentes cuando nadie que sepa y no lleve una camiseta se atreve a afirmar qué paso.
Pero las incongruencias de los demás no arreglan las propias aunque lo parezca. Lo mejor que puede hacer el Gobierno pasa por asumir que esto solo puede acabar con lágrimas y con unas cuantas dimisiones. No hace falta ser culpable. Basta con ser responsable, y un cero energético no se recupera ni en junio ni en septiembre. El fútbol y la política son así
Núñez Feijóo se presentó en el Congreso con el firme convencimiento de que, esta vez sí, podía fundirle los plomos a Sánchez invocando al caos para que caminase con él como si España fuese un episodio de Twin Peaks. Como en tantas otras ocasiones anteriores, creía tenerlo atrapado. Es una pena que en el Congreso no se permitan efectos especiales durante los discursos. Fue lo único que le faltó para petarlo en TikTok; además de no ser David Lynch.
El don de la medida, en los tiempos y en las formas, no constituye la mayor de las virtudes del líder de la oposición. No ha desaprovechado otra ocasión para demostrarlo. Pudo haberse presentado como la alternativa fiable incluso ante las peores circunstancias. Le bastaba con la gravedad de lo que ha sucedido como base argumental para conducirse como el presidente que puede ser y llegó a ser al frente de la Xunta de Galicia durante la pandemia No hacía falta añadirle nada. Si usted, señor presidente, viene a darme un baño de propaganda gubernamental, yo le voy a dar un baño de realidad. Pero prefirió el exceso y volver a coronarse como líder de los suyos en otro intento de batir el récord mundial de ovaciones desde su bancada. Y sólo con eso no da para llegar a la Moncloa. Debería saberlo ya a estas alturas.
Puede que Pedro Sánchez no pueda pedirnos confianza si no puede garantizar la luz o el transporte en tiempo de paz. Peo está por ver si puede tenerla un Núñez Feijóo incapaz de garantizarnos donde estaba su presidente, de su partido, el terrible día de la DANA de Valencia.