Cuando Fraga recibió de Franco el encargo de ganar Eurovisión: «Ahí fuera no nos quieren»

Cuando Fraga recibió de Franco el encargo de ganar Eurovisión: «Ahí fuera no nos quieren»

La miniserie ‘La canción’, que narra la victoria de Massiel en el festival, convierte por primera vez en personaje de ficción al que fue ministro de la dictadura, padre de la Constitución y presidente de la Xunta de Galicia

Crítica – ‘La canción’ de Movistar+: la intrahistoria de un capricho de Franco con Eurovisión, política y una salvadora Massiel

“No nos quieren, ministro, ahí fuera nunca nos han querido. El otro día lo hablaba con Carmen. Ella es aficionada al festival ése de canciones, el que lo dicen todo en francés y en inglés”. Francisco Franco (Luis G. Gámez) pasea con dos acompañantes por el monte tras una cacería que nos retrotrae a La escopeta nacional. “El festival de Eurovisión”, puntualiza el que va vestido como un militar de alta graduación. “¡Ése! ¿Cuántos años llevamos yendo y no ganamos ni con Rafael? Si nos quisieran, ganaríamos alguna vez. ¿O no, Sáez?”. Sáez, el militar, dirige su mirada al tercer interlocutor, el que había defendido con poco éxito que el año anterior España había recibido 15 millones de turistas extranjeros. “Seguro que el ministro lo arregla”. El rostro del ministro, que no es otro que Manuel Fraga, muestra cómo asume la tarea que le acaba de caer encima… y que no tardará en colocar.

Así arranca La canción, la miniserie de Movistar que cuenta cómo 1968 se convirtió en otro Año de la Victoria para el régimen de Franco gracias a Massiel y ese La, la, la compuesto por el Dúo Dinámico que Serrat se negó a cantar en castellano. Pero, tangencialmente, deja otro hito: la que seguramente sea la primera aparición de Fraga, una figura clave durante décadas en la política española —y en la de Galicia— como personaje de una ficción audiovisual. Lo más parecido hasta el momento, el acercamiento a su figura de Iribarne, la obra teatral que arrasó en los últimos premios María Casares, los Max gallegos, en la que todos los actores sobre el escenario llegan a interpretarlo en algún momento.

‘Ésa era una de las cosas por las que me molaba el papel. Se han hecho muchas parodias de Fraga pero, que yo sepa, nunca ha aparecido en un drama o en una historia sobre él“. Antes de ser aquel presidente de la Xunta ”tan parodiable“ que recuerda Xosé Antonio Touriñán (Culleredo, A Coruña, 1980), el que abroncaba al cámara que grababa su mensaje de fin de año, presumía de decir verdades ”sin condón“ o mandaba pasar a los antidisturbios tras sufrir un abucheo en público, Manuel Fraga fue un ministro de Franco. Y no uno cualquiera: participó en la firma de sentencias de muerte, trató de convertir en suicidio el asesinato de Enrique Ruano o dirigió la cartera de Gobernación durante la matanza de obreros en Vitoria y la de carlistas en Montejurra. También fue, desde el Ministerio de Información y Turismo, el gran propagandista del régimen, responsable de lemas como los 25 años de paz o el Spain is different, el eslogan con el que abrió el país a esos millones de turistas de los que presumía ante Franco. La ley de prensa de 1966, que contribuía a ese lavado de cara con la eliminación de la censura previa, ha pasado a la historia con su nombre.

“Es un Fraga más joven que el que los gallegos tenemos en la cabeza”. El guionista Pepe Coira (Rábade, Lugo, 1963), recuerda que ésa fue una de las claves a la hora de escribir el personaje. Coira, cocreador de la serie junto a Fran Araújo, con el que ya compuso un galardonado tándem en Rapa o Hierro, se cuidó mucho de adjudicarle al ministro “tics” del presidente de la Xunta, cargo al que llegó con 67 años y abandonó con 82 tras perder la mayoría en las urnas. El Fraga de La canción tiene 45 años —los mismos que Touriñán—, por lo que aún no había desarrollado su característica y oscilante forma de andar.


Fraga junto a Esteban Navarro (Patrick Criado), el ambicioso trabajador de RTVE que ve en Eurovisión su oportunidad de medrar

Ni bamboleo ni campaneo

“El bamboleo no lo tenía, pero sí un caminar hacia delante, con energía”, apunta Coira. “Quise meterle un poco de campaneo, pero el director (Alejandro Marín, nominado al Goya por Te estoy amando locamente) me decía ‘no hagas eso’. Intenté colarlo pero me decía ‘no, no, no’”, recuerda entre risas Touriñán. Una de las líneas que les marcaron con claridad fue que todos los personajes reales tienen que recordar al original “pero no imitarlo”. Por eso no era tan importante un posible parecido físico como la actitud o la voz, donde el actor capta a la perfección el tono y el acento del ministro. “Lo hizo muy bien, porque conociendo su vis cómica, podía disparar hacia muchos sitios, pero hay un ejercicio de contención, sin perder esa comedia inevitable del factor humano”, sentencia el guionista.

Lo curioso es que esa vis cómica de la que habla Coira es patrimonio casi exclusivo del público gallego, donde Touriñán fue una estrella de la televisión autonómica y rompió todos los récords de taquilla en los teatros con las distintas versiones del espectáculo Somos criminais junto a Carlos Blanco (El caso Asunta, Los años nuevos), el otro gran humorista galaico que, sin embargo, tiene claro su rol de “actor serio” al otro lado del Telón de Grelos.

“Los directivos de las plataformas preguntan ‘¿cómo que Touriñán en comedia?’ y en Galicia me dicen que, aunque haga de malo, les sigo haciendo gracia”. Desde Fariña —el gran escaparate estatal para actores gallegos como el propio Blanco o Antonio Durán, Morris—, su carrera está marcada por papeles de narcos o de “gente un poco trastornada, que no cae simpática”. Como Nilo, su personaje en Clanes, el éxito de Netflix para la que está rodando una segunda temporada.

Buscar documentos de la época para romper con el tópico de aquel Fraga anciano le permitió acercarse a un personaje “del que no tenía tanta información” y del que descubrió que —sobre todo durante el franquismo— sabía utilizar las cámaras para proyectar la imagen institucional que le interesaba. Sin embargo, Touriñan quería mostrar al hombre que permanecía oculto, el que vio Eurovisión cenando solo ante el televisor y celebró la victoria, al menos en la ficción, con un “¡Viva España, coño!”. Ése que “cuando se ponía de mala hostia, todo dios temblaba”. Un cáracter que permanece latente en todo momento y sale a relucir en la escena en la que, cuando no le contestan una llamada, golpea con saña el auricular del teléfono contra su base. (Era un teléfono fijo, claro).

Pese a ponerle rostro en su época más oscura, antes de que abrazase primero la democracia —fue uno de los padres de la Constitución, fundador de AP, la génesis del actual PP— y, después, el autonomismo, el actor finalizó su trabajo con una conclusión clara: “Acabas echando un poco en falta a ese tipo de políticos, como él o como [Santiago] Carrillo”. Y eso porque, en palabras de Coira, “la serie tiene una dimensión política que permite hablar de aquel país y de aquel tiempo”. Los viajes de los protagonistas a París o a Londres, donde se celebrará el Festival, permiten mostrar los enormes contrastes con la vida en España, pese a esa modernidad y aperturismo que tratan de vender una y otra vez los gerifaltes del régimen, empezando por el propio ministro de Información y Turismo.

Coira está satisfecho de un resultado que, a su entender, “refleja con veracidad la época sin ponerse solemne”. El relato está, además, plagado de guiños y de pistas. Sin ir más lejos, en la escena que abre tanto La Canción como este artículo. Ese Sáez (Klaus) que hace recaer en Fraga la responsabilidad de ganar Eurovisión es, en realidad —así lo dice el guionista—, un trasunto de Carrero Blanco, su gran rival dentro de aquel gobierno. En 1973, ambos competirían por presidir el ejecutivo. Ante la victoria de Carrero, el León de Vilalba encontró refugio en la embajada de España en Londres, un destino que tendría ecos en su devenir político más allá de la icónica foto con bombín y gabardina junto a la estatua de Churchill. Un capítulo que no podría faltar en una hipotética serie biográfica sobre don Manuel que Touriñán ya avanza que estaría “encantado” de protagonizar.


Fraga con Antonio Balmaseda (Carlos Santos), el alto cargo de RTVE al que le coloca el encargo de ganar Eurovisión