España no es una mierda (contra lo que dice la derecha)

España no es una mierda (contra lo que dice la derecha)

‘Política para supervivientes’ es una carta semanal de Iñigo Sáenz de Ugarte exclusiva para socios y socias de elDiario.es con historias sobre política nacional. Si tú también lo quieres leer y recibir cada domingo en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es

Todo es una mierda es una estrategia que funcionó en las urnas en EEUU y Argentina, y quizá lo haga en las siguientes en Reino Unido. En los dos primeros casos, hubo razones que ayudaron a entender la victoria de un candidato extremista. En el caso de Argentina, el balance muy negativo de los dos últimos gobiernos de izquierda y derecha. Los británicos no están inmunes a esa tendencia en un país marcado por un profundo pesimismo. La victoria arrolladora de los laboristas en escaños en las últimas elecciones fue en parte una ficción causada por el sistema electoral, teniendo en cuenta su escaso porcentaje de votos, un 33,7%, y el bajo entusiasmo del electorado por la figura de Keir Starmer. La última media de encuestas arroja un 23% de votos para los laboristas.

La derecha, y con más fuerza la extrema derecha, intentan inocular en la opinión pública la idea de que España es un desastre sin paliativos. El sábado, se manifiestaron en la plaza Colón de Madrid, dónde si no. La coincidencia en menos de siete días de dos hechos como el apagón y los retrasos masivos de trenes favorece ese argumento en principio. También la inestabilidad política originada por el hecho de que el Gobierno no tiene mayoría en el Congreso. El mensaje de fondo es que el país está al borde del precipicio y para ello retuercen la realidad hasta convertirla en una caricatura.

La oposición siempre dirá que las cosas están mal y que sólo mejorarán con ella en el poder. Hasta ahí todo bien. Ocurre en todos los países. Lo que sucede en España es que el Partido Popular está inmerso en una deriva catastrofista que cogió fuerza con Pablo Casado y que Alberto Núñez Feijóo ha intensificado. Obviamente, tienen que aprovechar el apagón del 28 de abril, en especial si aún no se conocen sus razones. Ya escribí que el apagón fue un desastre que no tenía que haber ocurrido. No hay forma de presentarlo como un hecho inocuo o poco relevante.

Sus críticas parten no de tener un modelo energético distinto, sino de ese deseo de afirmar que España se va por el retrete. Da igual que España lleve tres años creciendo a un ritmo muy superior al del resto de la Unión Europea. Da igual que España haya sido la gran economía que más creció en el mundo en 2024, según el análisis realizado por la OCDE, el FMI y la Comisión Europea. Da igual que un factor esencial haya sido el bajo precio de la energía en términos relativos gracias a la excepción ibérica que el Gobierno consiguió después de presionar a la UE y que el PP llamó “el timo ibérico”. 

Todos esos datos son desmentidos por el discurso de Feijóo, que fue capaz hace unos meses de afirmar que “el PIB per cápita no ha subido, estamos a la cola de Europa desde 2018”. Es falso. Lógicamente, el PIB per cápita tiene en cuenta la población. Hasta en eso el PP vende hechos que sólo puede defender un analfabeto económico. En diciembre, su cuenta de Twitter dijo en tono de denuncia que “somos el 15º país en PIB per cápita de la Unión Europea siendo el 4º en población”. Como si ambas cosas tuvieran que estar relacionadas. En ese caso, Holanda y Austria, países más pequeños que España, deberían contar con un PIB per cápita muy inferior al de España (no es así). Lo decían para cuestionar “la mentira del crecimiento”. Eso que cuentan medios liberales como Financial Times y The Economist tiene que ser mentira. Seguro que están vendidos al sanchismo.

Para los que piensan que el PIB no refleja el estado económico de un país, sólo hay que apreciar que eso no es cierto en el caso del empleo y la deuda pública. Y ahora dime que esos dos factores son irrelevantes.

En el plano político, el tremendismo sin base no es menor. España ha dejado de ser una democracia. La Constitución ha quedado suspendida. La libertad de expresión sufre como nunca. La amenaza de una autocracia es mayor que nunca. “Nos han colado una dictadura por la puerta de atrás y estamos al comienzo de ella”, ha dicho Isabel Díaz Ayuso. El PP lleva años llevando estas quejas a Bruselas con la secreta esperanza de que la Comisión Europea trate a España como a Hungría. Sin ningún éxito. 

La paradoja de esta estrategia fallida es que puede beneficiar más a Vox que al PP. El de Vox es un voto de protesta, un no a todo, que se alimenta de la descripción de España como un Estado fallido al que hay que salvar cueste lo que cueste. Periódicamente, aparecen en los medios de derecha artículos que citan a dirigentes del PP convencidos de que ahora sí han conseguido restar votos a la extrema derecha, la última vez por el apoyo de Vox a Donald Trump. Luego describen un panorama apocalíptico en España que contribuye a que los votantes de Vox crean que se necesita una opción radical para enfrentarse a Sánchez, una que no pasa por el blandengue Feijóo. 


Un mensaje de protesta contra Sánchez en la manifestación del 10 de mayo en Madrid contra el Gobierno.

Muchas encuestas y estudios revelan una creciente pérdida de apoyo a la democracia entre sectores de la población. Algunos de esos muestran sobre todo la existencia de preguntas sesgadas que condicionan las respuestas. Ante un sondeo del CIS que dice que muchos jóvenes estarían dispuestos a aceptar un régimen autoritario si les garantizara un mejor nivel de vida, hay que preguntarse cuántas dictaduras pueden hacer algo así. Si fuera cierto, el número de democracias sería menor. 

Sí hay asuntos, como el de la vivienda, en los que es evidente que en España se ha retrocedido en las últimas dos décadas. Ahora es objetivamente más difícil comprar o alquilar una vivienda que entonces, y eso repercute con dureza en los más jóvenes. La consolidación de ciertos valores progresistas, o que fueron alcanzados gracias a gobiernos progresistas, como el derecho al aborto, hace que las actitudes rebeldes se hayan extendido entre jóvenes de derecha que asocian al Gobierno actual una serie de valores a los que sólo encuentran consecuencias negativas. 

En toda Europa, y también en EEUU, el resentimiento ha pasado a ser una herramienta política muy rentable. “Las extremas derechas construyen su narrativa de tensión y polarización sobre la base de ese rencor social, generando un contexto en el que, efectivamente, el catastrofismo tiene clientela”, ha dicho Nacho Álvarez, profesor de Economía Aplicada y ex secretario de Estado. La desigualdad, la falta de buenos empleos y la insatisfacción por las promesas no cumplidas abren las puertas al miedo y al resentimiento, dice Álvarez. La precariedad laboral puede no ser ahora tan grande como en los noventa, pero eso no le dice nada a la gente si no le sirve para comprar una vivienda.

Para que las instituciones democráticas continúen contando con el apoyo de la opinión pública, deben ser capaces de solucionar los problemas de la gente. Ese es el elemento esencial del debate, por lo que hay que desconfiar de los que reclaman más “pedagogía”, como si todos los ciudadanos fueran menores de edad. También hay que refutar a los profetas de la catástrofe que sostienen que España se cae a trozos y que sólo se salvará con mano dura. Son los que agitan el resentimiento social y buscan crear enemigos entre los grupos más vulnerables, empezando por los inmigrantes.

Este país es mucho mejor de lo que dicen sus falsos defensores.

El Papa que vino de Perú


León XIV en el balcón de la basílica de San Pedro tras ser elegido.

No hubo teoría del péndulo en el cónclave, como escribí hace unas semanas que podía pasar viendo los precedentes anteriores. Mucho mejor. Con la elección de Robert Prevost, de 69 años, la Iglesia ha decidido continuar la senda trazada por Francisco. En cierto modo, es otro Papa latinoamericano, porque León XIV es muy peruano. Hasta obtuvo la nacionalidad de ese país después de tantos años viviendo allí para ser elegido obispo de Chiclayo. La rapidez de su elección (cuatro votaciones) indica que la reacción ultraconservadora nunca tuvo muchas posibilidades de éxito, ni siquiera cuando optó por Pietro Parolin como el mal menor. 

Al final, los nombramientos de cardenales por Francisco (el 80% de los electores) desequilibraron la balanza en favor de una persona a la que veía como posible sucesor, aunque no pensaran igual en todo. “Francisco dio muchas señales de que depositaba en él su confianza”, dijo una teóloga argentina a Luis Miguel Modino. Es probable que una alianza de cardenales norteamericanos, europeos y latinoamericanos progresistas, a los que se unieron los asiáticos después de la primera votación, garantizara que sólo él podía alcanzar los dos tercios de los votos. 

En la segunda votación del cónclave, Parolin seguía en cabeza, pero había tocado techo. El filipino Tagle empezó a perder fuerza. El único candidato bergogliano con fuerza era ya el agustiniano de Chicago. Como temía el ultra Steve Bannon, era un candidato progresista que podía ganar, aunque no se hablara mucho de él en las quinielas.

La postura firme de Prevost cuando era obispo de Chiclayo en la defensa de los derechos humanos forma parte de su historia personal. Reclamó a Fujimori una petición de perdón mucho más explícita que la que hizo cuando se planteó el tema de su indulto. En las protestas contra el actual Gobierno de Dina Boluarte, se manifestó en público para afirmar que las reivindicaciones de la población eran legítimas y que él apoyaba todo lo que se hiciera en favor de la democracia. 

León XIV pertenece a la estirpe misionera y de prelado cercano a los pobres que Francisco había favorecido con sus nombramientos. Era cardenal sólo desde 2023, pero Bergoglio le había elegido para un puesto esencial al frente del dicasterio de los obispos, que le permitió ampliar su red de contactos y que muchos le conocieran y se sintieran atraídos por su personalidad.  

“Prevost, desconocido por muchos, fue favorecido por una mayoría de los cardenales que venían del extranjero. Para ellos, no era un desconocido”, dijo una fuente vaticana a The Washington Post.