
Nuevas chulapas en busca del «sentimiento de pertenencia» en Madrid: cómo abrazar el casticismo por San Isidro
La Generación Z reivindica su «madrileñismo» con una vuelta a las tradiciones que busca reconectar con el folclore, la memoria y el barrio ante la incertidumbre que les produce el futuro. Este 15 de mayo la pradera se llenará de chulapos de todos los colores y formas que han traído de vuelta este símbolo de la cultura popular de la ciudad influenciados por un fenómeno en el que las redes sociales juegan un papel fundamental
La Gen Z madrileña escucha chotis con electrofolk: “¿No tenemos cultura propia? Más bien ignoramos nuestro folclore”
Lidia (25 años) y Noelia (26) se han citado en la estación de Metro de Opañel para ir a recoger sus nuevos trajes de chulapa. Las dos amigas están nerviosas por ver el resultado de los vestidos que lucirán estas Fiestas de San Isidro en la pradera. Aunque no las ha podido acompañar, junto a ellas estará también Adela (25), que este año ha decidido dar el paso y llevar por primera vez esta vestimenta típica de Madrid. Estamos a 26 de abril, quedan dos semanas para las fiestas.
Las tres han encargado sus conjuntos en Deportes Jopy (c/ del Camino Viejo de Leganés, 96), una tienda de barrio en Carabanchel que lleva décadas cumpliendo los deseos de jóvenes como Lidia, Noelia y Adela. Aunque su nombre pueda despistar, este comercio se ha convertido en uno de los escasos refugios castizos del distrito. A principios de marzo comienzan a recibir los primeros encargos que marcan el inicio de la temporada chulapa. Entre maillots, ropa deportiva y tutús, se cuelan las faldas ceñidas y los corpiños.
Para la costurera que hace posible todo esto, ver a los jóvenes recuperando esta tradición es motivo de alegría: “Me encantaría que vuelva a estar de moda vestirse para ir a la pradera”. En las cuatro décadas que lleva dedicándose a confeccionar trajes de chulapa, ha visto caer en picado esta costumbre. “Las ventas online y los bazares no ayudan. Mucha gente prefiere comprarse un disfraz por 30 euros a un traje en condiciones y eso ha afectado sobre todo a los pequeños comercios como el nuestro”, explican desde Deportes Jopy a Somos Madrid. Sin embargo, jóvenes como Noelia, Lidia y Adela han traído de vuelta la esperanza.
Interior de Deportes Jopy
Hace tiempo que este tipo de vestimenta ya solo la usaban personas mayores y grupos folclóricos, pero desde hace un par de años ha vuelto a despertar el interés entre los jóvenes. Esta “tendencia” responde a múltiples factores socioculturales como la influencia de las redes sociales o el creciente deseo de reconectar con el pasado frente a un futuro pesimista, aunque hay una gran división de opiniones al respecto.
Para Adela, esta decisión tiene un trasfondo emocional. “Nunca había llevado un traje de chulapa ni me lo había planteado, pero hace poco encontré un mantoncillo que pertenecía a mi abuela y sentí que era una señal”, cuenta. “Este año me visto por ella, por lo que representa”, añade. La joven madrileña observa un fenómeno más amplio: “Es una tendencia que estamos viendo en muchas partes de España. La gente está volviendo al folclore, a lo propio. Creo que ver cómo se vive la tradición en sitios como las Fallas o la Feria de Sevilla nos ha hecho reaccionar. Es como si hubiéramos dicho: nosotros también tenemos algo que celebrar, también estamos aquí”.
Coincide con ella Noelia, que se quedó con las ganas de hacer su propio traje de chulapa el año pasado y esta vez no quería dejarlo pasar. “Solo había llevado el que me hizo mi abuela de pequeña. El año pasado se volvió a ver a mucha gente joven vestida en la pradera y me pareció muy bonito”. Para ella, recuperar estas tradiciones también tiene un sentido político y social: “Necesitamos recuperar el sentimiento de pertenencia, la esencia de la ciudad que se había perdido en esa idea de Madrid como parque de atracciones para el turismo”.
Lidia, en una foto de su archivo personal, vestida de chulapa con el traje que le confeccionó su abuela de pequeña
La sociología sostiene que, en contextos de globalización y uniformidad, los grupos -especialmente los jóvenes- tienden a buscar símbolos de identidad que los diferencien. En este sentido, las fiestas tradicionales ofrecen una forma de reapropiarse del folclore local y conectar con ese sentido de pertenencia al que hace referencia Noelia. También puede verse como una respuesta al vacío cultural que muchas personas sienten en las grandes ciudades. Frente a la velocidad, la precariedad y la hiperconexión digital, una vuelta al pasado supone una búsqueda de las raíces, de algo tangible y emocionalmente auténtico.
Carles Feixa Pàmpols, antropólogo y profesor de la Universitat Pompeu Fabra, destaca en su estudio De jóvenes, bandas y tribus que este tipo de tradiciones son formas de expresión colectiva que, a través de la apropiación de símbolos y prácticas, permiten a los jóvenes construir significados propios en contextos cambiantes. Lidia se cuestiona si esto puede ser una respuesta a la incertidumbre que tienen ahora mismo los más jóvenes respecto a su futuro: “Es como ese pensamiento de que cualquier tiempo pasado fue mejor”.
Por otro lado, las tres jóvenes coinciden en que el “madrileñismo” está cargado de contradicciones. Ninguna tiene abuelos madrileños, por lo que son la segunda generación de su familia que nace y crece en Madrid. “Como buena madrileña, no soy 100 % gata, aunque me he criado aquí”, comenta Lidia. Podría decirse que son una excepción en su grupo de amigos: “En general, no hay un sentimiento de arraigo, no sienten estas tradiciones como algo propio”. Esto no es algo nuevo, de hecho, cuando la Comunidad de Madrid se estableció como autonomía en 1983, se cuestionó si la identidad madrileña realmente existía o no.
Lidia probándose su nuevo traje de chulapa en Deportes Jopy
No hay una conclusión clara al respecto, ya que Madrid lleva acogiendo a personas de todas partes de España y del mundo desde hace décadas, por lo que lo raro es encontrar un madrileño de cuarta o quinta generación. Precisamente esa es la esencia que muchos destacan de esta región, en la que la variedad de sus habitantes ha dado lugar a nuevas tradiciones y celebraciones que antes no se contemplaban y ha abierto las que ya existían a la participación de todo tipo de gente sin importar su origen o nacionalidad. Lidia es el claro ejemplo de esto. “En el pueblo de mis abuelos, que está en Ciudad Real, también me visto con el traje regional y aquí fue mi propia abuela la que me hizo el vestido de chulapa”, relata.
Esto es algo que contrasta con lo que desde hace algunos años se ve en otras partes del país, como ocurre con la Feria de Sevilla. Este año, diferentes creadoras de contenido han abierto un debate en redes sociales sobre qué está permitido y qué no durante las fiestas de la capital andaluza. Son muchas las influencers que se visten con el traje de gitana por la foto, sin conocer su origen e historia. Además, suelen optar por opciones más baratas que las que propone el comercio local para comprar sus vestidos, afectando gravemente a la artesanía e incentivando la moda rápida.
respeto perfectamente que se compren trajes de gitana ‘’low cost’, pero me parece que hay que defender un poco la cultura andaluza!
♬ sonido original – miriamboher
Bajo el lema de “mi cultura no es tu disfraz” las sevillanas han decidido plantar cara a estas actitudes que, aunque de una forma diferente, también están presentes en San Isidro. “No sé por qué aquí le damos menos importancia, pero ir a la pradera es una tradición preciosa y hemos dejado que se convierta en un macrobotellón”, indican desde Deportes Jopy.
El papel de las redes y el impulso institucional en el auge del “chulapismo”
En este nuevo debate hay un factor clave: las redes sociales. Son muchas las creadoras de contenido que tomando la influencia de las sevillanas han decidido animar a sus seguidores a vestirse de chulapos para ir a la pradera. El año pasado ya fueron varias las influencers que se hicieron virales con sus contenidos sobre San Isidro. Además, es reseñable que algunas de ellas no eran ni siquiera madrileñas, es el caso de Eme de Amores o Ariane Hoyos, que llevan ya varios años luciendo sus trajes sin haber nacido en la capital.
Lo que se fue cociendo a fuego lento en 2024, este año ha entrado en completa ebullición. Las marcas han aprovechado el tirón para hacer publicidad y algunas creadoras de contenido han lanzado hasta secciones explicando las fiestas, cómo vestirse o cómo bailar un chotis. Es el caso de Irene Rain (@irene_rain), que desde mediados de abril ha publicado un vídeo semanal en sus perfiles de Instagram y TikTok bajo el nombre de “Miércoles castizos” en los que se ha dedicado a dar consejos para vivir San Isidro como un auténtico madrileño.
Lidia, Noelia y Adela reconocen que las redes sociales han sido un factor que les ha impulsado a tomar la decisión de vestirse de chulapas este año, aunque no ha sido determinante. “Si te apetece vestirte pero en tu entorno nadie lo hace, ves a chicas en redes que sí se animan y te contagias. El año pasado, de hecho, varias se conocieron por Instagram y quedaron para ir juntas a la pradera sin haberse visto nunca antes. Las redes te dan ese empujón”, cuenta Adela. Lidia, por su parte, considera que muchas de estas creadoras de contenido “se están subiendo al carro”, pero valora como algo positivo que impulsen a que se recupere esta tradición.
Las redes también han tenido un papel fundamental para los comercios, que desde el año pasado han recibido multitud de visitas de influencers que querían grabar en sus establecimientos. Esto, principalmente ha beneficiado a las tiendas más famosas de trajes de chulapa como Maty o D Pertiñez, aunque también, en menor medida, ha causado un efecto positivo en negocios más pequeños como Deportes Jopy. “Hemos notado un importante repunte en la venta de trajes de chulapa, en gran parte gracias a las redes sociales”, aseguran desde el establecimiento.
El Ayuntamiento de Madrid también ha detectado este auge y lleva un par de años fomentando el uso de los trajes de chulapo y chulapa. En su web oficial están disponibles los patrones para hombres, mujeres y niños en un intento por democratizar el acceso a esta vestimenta tradicional. Además, este jueves se celebrará el desfile Re-inventando Chulapos en el que participarán seis diseñadores emergentes que mostrarán sus propuestas menos convencionales en los Jardines de las Vistillas. A su vez, se suman a esta reinvención de lo castizo con un programa de actividades que incluye talleres de chotis, zarzuela y juegos populares.
Desfile de chulapos en la pradera durante las FIestas de San Isidro 2024
Esta recuperación de las costumbres también ha traído consigo nuevas formas de llevar la vestimenta. “Nunca me imaginé que vería chulapas con zapatillas, pero lo importante es que se vistan”, explica la costurera de Deportes Jopy. Lidia, Noelia y Adela han decidido mantenerse dentro de lo que marca la tradición, aunque cada una ha elegido algo acorde con su propio estilo.
Lidia ha optado por un conjunto de dos piezas con camisa blanca y falda negra con detalles en rojo. Noelia ha escogido un vestido rojo con flores blancas, mientras que Adela ha preferido un tono burdeos para la parte de abajo, que es menos habitual. Las tres combinarán sus trajes con mantones de Manila, claveles en la cabeza siguiendo el código y el clásico pañuelo blanco. En la tienda les ofrecieron algunos consejos para ser unas auténticas chulapas: usar cuñas para realzar la figura, llevar limosnera y el mantón rodeando los brazos y posar con las manos en la cintura para acentuar la chulería que caracteriza a las madrileñas. Este 15 de mayo lucirán como la emperatriz de Lavapiés a la que cantaba Agustín Lara en su chotis Madrid.
Lidia y Noelia con sus nuevos trajes de chulapa
Todavía es pronto para afirmar si se trata de una moda pasajera o si persistirá en el tiempo. Adela está convencida de que hay chulapas para rato: “Cada año veo a más chicas interesándose, investigando, queriendo empaparse de la tradición”. Para Lidia, esta nueva ola es también una forma de reconciliarse con el pasado: “No tiene ninguna connotación negativa. Se trata de ponerte un traje regional y celebrar costumbres que quizá no son tan conocidas como las de otras regiones, pero que también merecen visibilidad”. Y es Noelia quien pone el acento en la responsabilidad institucional: “Quiero pensar que se consolidará, pero el Ayuntamiento también juega un papel importante. Cosas como difundir los patrones o los talleres de chotis suman. Ojalá siga siendo así”.
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