El embalse de As Conchas: macrogranjas, 97 millones de bacterias peligrosas por litro de agua y una denuncia vecinal pionera

El embalse de As Conchas: macrogranjas, 97 millones de bacterias peligrosas por litro de agua y una denuncia vecinal pionera

El fiscal encargado del caso pide investigar la «clara inacción» de las administraciones locales, autonómica y estatal en la «grave contaminación» que afecta al territorio de la provincia de Ourense bañado por el río Limia

Vecinos de un embalse en Ourense demandan a las administraciones por la contaminación de las macrogranjas

Los vecinos de As Conchas, un pequeño pueblo junto al embalse del mismo nombre en el municipio ourensano de Lobeira, han presentado una demanda pionera contra las administraciones públicas. Les reclaman que resuelvan el problema de contaminación que afecta a las aguas que se acumulan en la presa porque se están vulnerando sus derechos humanos básicos. En la documentación que han llevado ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) tres científicos –dos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y un profesor de la Universidad Complutense– firman un informe en el que señalan a las macrogranjas de la comarca de A Limia, río arriba. De estas explotaciones y sus residuos, exponen, proceden los nitratos que alimentan a las bacterias que proliferan en el embalse y que producen toxinas peligrosas. El fiscal ha pedido que se investigue lo que ocurre.

“Es terrible. Me gustaría que hubiese una palabra para describirlo. Es como cuando rompes un huevo y está muy podrido. Es eso, pero multiplicado”, expone Mercedes Álvarez, una de las vecinas que vive frente al embalse en el núcleo de As Conchas y miembro de la asociación de vecinos. El mal olor es una de las consecuencias más tangibles de los crecimientos de las cianobacterias. También el color verde que toman las aguas. Pero las floraciones son, además y sobre todo, un riesgo para la salud de los vecinos. El estudio científico avisa de que hay “un número anormalmente alto de bacterias, algunas de ellas muy peligrosas para la salud” y varias que están clasificadas como resistentes a los antibióticos. Hay entre 32 y 97 millones de bacterias muy peligrosas en una botella de un litro de agua, resume el informe. Y están presentes todo el año porque “se dan las condiciones óptimas para que proliferen”.

El documento es claro también en las conclusiones sobre qué causa esta situación: las granjas intensivas –de cerdos y pollos– de la comarca de A Limia, aguas arriba del río del mismo nombre, que es sobre el que está construida la presa de As Conchas. Las aguas de escorrentía de los suelos de esa zona contienen “altos índices de nitratos y nutrientes de origen ganadero”, que van a parar al Limia y, de ahí, al embalse, que es la primera barrera artificial después de pasar por la zona en la que están instaladas las explotaciones.

El estudio cita los datos oficiales de la Confederación Hidrográfica Miño–Sil y de la Consellería de Sanidade para señalar que evidencian el “empeoramiento progresivo de los niveles de nitrato” en las aguas subterráneas de la llanura de A Limia. En varias captaciones para abastecimiento público “se sobrepasaron ampliamente los límites legalmente establecidos para el agua potable, llegando casi a triplicarlos en los análisis más recientes”. Y recuerda que son múltiples las investigaciones que han establecido una relación entre los elevados niveles de nitratos en el agua bebida y un incremento del riesgo de cáncer gastrointestinal, de vejiga, de próstata, de tiroides, de cerebro y de linfoma no Hodgkin. Además de estos efectos a largo plazo, los niveles excesivos de nitratos tienen otros más inmediatos, como el llamado síndrome del bebé azul (que afecta a lactantes que toman biberón y que se traduce en una dificultad para el transporte de oxígeno en la sangre).

Según los científicos, las “excesivas aportaciones de nitrógeno y fósforo” de la ganadería estabulada son “la causa principal de la eutrofización galopante del embalse de As Conchas”, que ha llevado a las proliferaciones de microalgas y cianobacterias y han “degradado drásticamente el ecosistema y la calidad de las aguas para el abastecimiento de poblaciones, usos recreativos, industriales y agrícolas”. Las consecuencias las ilustra Pablo Álvarez, el presidente de la asociación de vecinos de As Conchas, contando que, cuando lo visitan amigos o familiares, se los lleva a otras zonas: “Mis sobrinas son pequeñas y al embalse no las acerco”. Y recuerda que, hace años, la situación era la contraria y las aguas de As Conchas eran el centro en torno al que se organizaba la vida en el pueblo: “Mi madre nació en As Conchas, que antes se llamaba Pontepedriña porque ahí, debajo del embalse, hay un puente de piedra. Nació cuando aún no había embalse y, cuando lo construyeron, era la zona de diversión, de reunión, de socializar. Ahora es una pocilga”. “Vivíamos de cara al embalse y ahora tenemos que vivir de espaldas”, zanja su vecina, Mercedes.

Pablo Álvarez cuenta que los vecinos tomaron conciencia de hasta qué punto se había deteriorado la situación y empezaron a movilizarse en 2011, cuando hubo una floración de cianobacterias, que se repitió los dos años siguientes, con el calor del verano. Pero el problema empezó antes: el informe científico señala que fue a partir de los 90 cuando empezó a aumentar la carga ganadera y aporta ortofotos del periodo 2004–2007 en las que ya hay indicios claros de una gran proliferación de cianobacterias y algas.

Este vecino recuerda que el año pasado el mal olor tardó algo más en aparecer porque las temperaturas no subieron hasta mediados de julio. Pero lo habitual es que en ese mes “el pueblo apeste ya”. Su vecina Mercedes atiende la llamada de este diario a mediados de mayo y relata que, pese a que no ha hecho mucho calor, ha empezado a percibir el olor. En 2011, cuenta Pablo Álvarez, lo primero que pensaron fue que alguien había vertido algo en el agua, pero fueron investigando y descubrieron que no era así: “Nos contaron que era un alga tóxica que crecía por el exceso de nutrientes en el río. Ahí empezamos a protestar. Lo que dicen los científicos, no nosotros, es que se debe a la carga ganadera de A Limia”.


El pueblo de As Conchas, en Lobeira (Ourense), junto al embalse del mismo nombre.

Una carga ganadera equivalente a casi 2 millones de personas

Esa comarca –el embalse está en la de Baixa Limia– está, de hecho, entre las que se podrían declarar vulnerables a la contaminación por nitratos. Pero la Xunta cree que las certezas no son aún suficientes para dar ese paso. El estudio que acompaña a la denuncia de los vecinos de As Conchas –la demanda la presentaron siete de ellos a título personal junto a la asociación vecinal y la Federación de Consumidores y Usuarios (Cecu), apoyados por Amigas de la Tierra y ClientEarth– constata que el origen son las macrogranjas y descarta otros motivos. Los datos estadísticos oficiales muestran que la carga ganadera en la cuenca del Limia hasta la estación de control de Ponteliñares “sería equivalente a la de entre 1,5 y 2 millones de personas, cuando la población humana es de solo 21.000 habitantes”. Concluye que, aunque todas las aguas fecales se vertiesen sin depurar (lo cual, aclara, “no es en absoluto cierto”), la contribución a la contaminación por nitrógeno y fósforo “apenas sería de entre el 1 y el 1,5% del total”.

La Consellería de Medio Rural sale en defensa del sector ganadero en su respuesta a las preguntas de esta redacción. Admite que la contaminación es un problema en As Conchas, pero duda de las analíticas del Ministerio para la Transición Ecológica para declarar la zona como vulnerable a nitratos. “Pese a contar con estos datos iniciales, por parte del Gobierno gallego actualmente se están llevando a cabo otros estudios con isótopos de última generación para determinar el origen de la contaminación o cuáles son los más determinantes”, indica. Y recuerda que es la propia Xunta la que ha dado el visto bueno a todas las granjas instaladas en A Limia después de evaluar su impacto ambiental. También apunta a la Confederación Hidrográfica Miño–Sil, ya que el embalse está en las cuencas que gestiona: “No puede huir ni ignorar su responsabilidad”.

Los vecinos, expone Pablo Álvarez, acusan a la Xunta de “las tres íes: incompetentes, irresponsables e inhumanos”, pero extienden los calificativos a cinco ayuntamientos de la comarca (Lobeira, Bande, Muíños, Trasmiras y Os Blancos) y a la Confederación Hidrográfica Miño–Sil (CHMS). Contra todas estas administraciones dirigen su demanda. La Confederación, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica, tiene entre sus competencias autorizar los usos del agua y los vertidos en las cuencas de estos dos ríos. Asegura a esta redacción que entre 2011 y 2024 tramitó 217 expedientes sancionadores en A Limia por vertidos de aguas residuales, provocados por acciones que causan daño al dominio público hidráulico o por actividades susceptibles de degradar el dominio público hidráulico.

La CHMS señala que hace controles de nutrientes, entre ellos nitratos, en aguas superficiales y subterráneas de la comarca porque “se considera que una de las posibles causas de la eutrofización del embalse de As Conchas es la contaminación difusa de las aguas, procedente de la actividad agrícola y ganadera de la comarca”. Los resultados, recalca, se le comunican de forma periódica a los ayuntamientos afectados y a la Consellería de Sanidade. También apunta que la competencia sobre la gestión de residuos de origen animal corresponde a la Xunta. Y recuerda que, a la vista de los resultados de los análisis, el Ministerio para la Transición Ecológica declaró en mayo de 2022 As Conchas como zona de aguas afectadas por contaminación difusa por nitratos. A partir del mapa elaborado por el Gobierno, la Xunta debe designar las zonas vulnerables, un paso que sigue pendiente tres años después.

“Clara inacción” de las administraciones

El fiscal encargado del caso, Carlos Mariscal de Gante Castillo, pide estimar la demanda e investigar lo que ha ocurrido para que el embalse de As Conchas se haya degradado tanto. Considera que las administraciones demandadas eran conscientes –por los informes y por las quejas de los vecinos– de la contaminación y sus efectos en la población humana y en el medio ambiente, pero no emprendieron “las necesarias acciones” para eliminar o reducir el peligro, en “una clara inacción” de todas ellas. Las administraciones demandadas, insiste, “no solo no ejercieron ningún control sobre las explotaciones agrícolas y ganaderas de la zona ya autorizadas, sino que continuaron autorizando nuevas explotaciones de ganadería intensiva y permitiendo la ampliación de las ya existentes”.

En su escrito, destaca que los informes que acompañan la demanda ponen de manifiesto “la grave contaminación” de la cuenca del río Limia que afecta al suministro de agua y que provoca que del embalse de As Conchas emanen “constantemente bioaerosoles peligrosos para la salud de la población”, además de “un hedor insoportable durante todo el año”. El consumo de agua con estas sustancias, agrega, se relaciona directamente con “infecciones gástricas e intestinales graves, e incluso algunos tipos de cáncer”.

Los vecinos denuncian que no solo no pueden consumir el agua de sus pozos, sino que no se recomienda usarla tampoco para regar sus cultivos. Mercedes Álvarez pone el ejemplo de un matrimonio ya mayor que ha dejado de utilizarla en su huerta porque tenía miedo a ingerir después los vegetales. Ella misma vincula sus fuertes dolores de cabeza, que aparecen fundamentalmente en verano, con el estado del embalse: “Me empezó hace unos 10 años. Me hicieron un montón de pruebas y no tengo nada. Si es una casualidad, es una casualidad muy grande”. Esta vecina protesta por lo que considera otra dejación de funciones de las administraciones: los avisos cuando se alcanza el nivel 3 y el baño queda prohibido. Asegura que se repiten los episodios en los que ellos mismos alertan del riesgo porque en los paneles la información no siempre está actualizada o la que figura a mayor tamaño indica que la calidad del agua es buena. Los visitantes, insiste, no tienen por qué estar al corriente del riesgo que hay en la zona.

Pablo Álvarez dice que confía que la demanda ante el TSXG prospere y logren una solución. Critica que durante estos 14 años ninguna administración ha prestado atención a su caso y recalca que, pese al eco mediático de sus recientes acciones judiciales, ninguno de los cinco alcaldes ni los responsables de la Xunta o de la Confederación Hidrográfica se han puesto en contacto con los vecinos de As Conchas.