
El escritor Ramón de España se planta ante el fondo que quiere echarle de su casa: «Llevo aquí toda la vida»
El conocido periodista barcelonés está de alquiler desde hace 33 años en una finca del Eixample que ahora administra la firma Palau & Manfredi para vaciarla y vender los pisos más caros
Resistir en el Eixample, donde se expulsa a inquilinos de fincas enteras: «Hay más casas Orsola»
Ramón de España, conocido escritor barcelonés, reconoce que nunca se había interesado en sus libros y cómics por la crisis de la vivienda. “Parece que solo me he dado cuenta hasta que intentaban echarme a mí…”, sonríe, reclinado en una tumbona en el salón de su casa. A sus 69 años, y después de 33 en el mismo piso del Eixample, se le acaba el contrato de alquiler y el fondo de inversión que ha comprado su finca entera quiere echar a todos los vecinos.
Él debería ser el primero en irse del inmueble, ubicado en la calle Mallorca 243, porque su contrato finaliza el 18 de junio. Pero ha decidido plantar batalla. Junto con otros siete inquilinos, exigen a la nueva empresa propietaria que les mantenga en sus viviendas. Al principio, admite que no lo veía claro. “Pero de pronto te cabreas y dices: llevo en esta casa toda la vida”, añade el que fuera cronista cultural en la Barcelona underground de los 80.
Ramón De España aterrizó en ese piso del Eixample, al lado de Rambla de Catalunya, en 1992, en pleno boom olímpico. “Entonces aunque no tuvieras una herencia, siempre podías encontrar un lugar en el que meterte, de compra o de alquiler; ahora ponen unos precios desquiciados por un cuartucho de mierda”, comenta. Desde hace cinco años, el escritor paga 800 euros al mes por sus 90 m2, pero el precio medio en su barrio ya se ha disparado a casi el doble: 1.400.
Periodista cultural, autor de una quincena de novelas y ensayos, guionista de cómics –publicó El canon de los cómics con Ignacio Vidal Folch–, nominado a un Goya como director novel de Haz conmigo lo que quieras (2004), De España escribe actualmente en el diario Crónica Global. Su piso es también un reflejo de su trayectoria: por todas partes se acumulan cerca de 5.000 libros, además de incontables discos y cómics. “Imagínate una mudanza con todo el Diógenes que tengo aquí montado…”, comenta. “Yo ya tengo una edad, creo que me podrían dejar en paz, pero son implacables”, se lamenta.
La noticia de que debía abandonar el piso le llegó a De España como a la mayoría de inquilinos en esta situación: vía burofax. El antiguo propietario de la finca, que cuenta con 11 viviendas, la vendió en julio de 2024 a cuatro empresas distintas, una de ellas el grupo inversor inmobiliario Palau & Manfredi, que es quien ha asumido toda la gestión. Poco después, los nuevos dueños comunicaron a los vecinos que no iban a renovar contratos y comenzaron a mostrar el bloque a nuevos compradores (el ático, vacío, se anuncia en portales de lujo por 2,1 millones).
Este proceso de gentrificación es muy habitual en el Eixample, donde las asociaciones de vecinos han identificado hasta 160 edificios víctimas de compras “especulativas”. “La idea es la de siempre: hacer negocio vendiendo estas ruinillas del siglo XIX por millones de euros, con unas sumas desquiciadas, y además sin hacer ningún tipo de renovación”, critica el escritor, en alusión a que el inmueble acumula carencias de mantenimiento de todo tipo. “Además, los buitres querían meter un ascensor, pero ahora no saben donde colocarlo, porque en la escalera no cabe y en el patio de luces está por ver”, añade.
El periodista Ramón de España charla con elDiario.es sobre su situación
Para frenar su desalojo, De España se ha puesto en manos de abogados y por ahora ha reclamado formalmente una prórroga obligatoria de tres años, recogida en la Ley de Vivienda. La propiedad no ha respondido. El escritor está dispuesto a llegar a juicio, aunque tampoco se ve paralizando su desahucio en la puerta. “¿Qué conseguiré? ¿Que me peguen los Mossos? Si hay juicio y pierdo, llamo a la mudanza y me voy de Barcelona”, se resigna.
Su situación, reconoce, no es tan extrema como la de aquellas familias pendientes de desahucio y sin alternativa residencial. Además, tiene una pareja en Madrid con la que tiene intención de irse a vivir a medio plazo, así que sabe que no se va a quedar sin techo ni a merced de los portales inmobiliarios.
Pero esto no significa que no vaya a pelearlo, también a nivel colectivo con los demás vecinos, que además han puesto el caso en manos del Ayuntamiento de Barcelona porque aprecian indicios de irregularidades. Por un lado, el consistorio tiene pendiente una inspección a la finca por las instancias recibidas por obras sin premiso y falta de mantenimiento. También investigan, según confirman fuentes municipales, si el comprador incumplió la norma que obliga en la capital catalana a ofrecer la finca a la Administración por si quiere ejercer su derecho de compra preferente.
elDiario.es se ha puesto en contacto con Palau & Manfredi para recabar estos detalles, pero han declinado hacer valoraciones a la prensa.
Con su tono socarrón habitual, sin apego por las grandes proclamas, De España lamenta la metamorfosis del barrio en la que nació y que ahora le ha alcanzado a él. “No llego a grandes conclusiones. Entiendo que si eres de Birmingham, donde llueve todo el día, y puedes venir al Mediterráneo, que además es más barato y hace sol, y tienes un sueldo mejor que el del español medio… Pues normal”, expresa. “El problema es cuando el derecho de los expats entra en conflicto con los del barcelonés de toda la vida”, prosigue con su argumentación.
El Eixample es ahora territorio brunch. “Todas estas decoraciones imitando cafeterías de Williamsburg, en Brooklyn, todas iguales y con la tostada de aguacate. Es lo que más odio del mundo, cuando veo una tostada de aguacate salgo corriendo”, afirma.
El escritor critica en este sentido la dejadez de las administraciones a la hora de permitir la expulsión de vecinos durante años. “Existe la teoría de que el ayuntamiento ha sido cómplice de los fondos buitre durante 15 o 20 años; no sé si es verdad o no, pero que no han hecho gran cosa sí lo podemos decir”, comenta. “Yo creo que ahora hay buena fe por parte del Ayuntamiento”, añade sobre su caso, “pero sí se echa de menos más planificación la última década”.
A falta de un mes para que le caduque el contrato, De España insiste en que la propiedad no ha dado respuesta a su reclamación de prórroga. “Estamos en fase de silencio”, sonríe. A él no le han ofrecido dinero para marcharse, a diferencia de otros vecinos (a los que se puso sobre la mesa entre 15.000 y 20.000 euros). “Por lo menos no me han amenazado con mandarme los de Desokupa, ¿no?”, responde.