Ilu Ros, ilustradora: «Estamos haciendo de la ciudad un sitio cada vez menos habitable»

Ilu Ros, ilustradora: «Estamos haciendo de la ciudad un sitio cada vez menos habitable»

Tras el fenómeno editorial que supuso ‘Federico’, la ilustradora publica ‘Una casa en La Ciudad’, una autobiografía ilustrada sobre los ocho años que vivió en Londres

“Estoy en el avión volando a la ciudad. No he vuelto desde que regresé a España hace tres años, ocho meses y diecisiete días. Cuando lo hice prometí que volvería pronto”, con esta cita la novelista gráfica Ilu Ros (Mula, 1985) se anticipa a un reencuentro. Era el año 2023 y volvía a Londres, la metrópolis británica donde había vivido durante ocho años.

Antes de 2008, “estudiar una carrera” y “encontrar un trabajo” eran dos conceptos entre los que se podía trazar una línea casi recta, casi inmediata, en muchos casos. Los millennials pasaron sus años formativos bajo la promesa del porvenir. Una promesa que se rompió tras el pelotazo. 

Una casa en La Ciudad, de la ilustradora murciana, es una fotografía de lo que pasó después: la migración forzosa disfrazada de aventura, precariedad y desarraigo. Pero también es la construcción -o reconstrucción- de la identidad, un encuentro de la vocación y la elección de otra familia, a miles de kilómetros de casa.

Ros ha publicado esta novela autobiográfica después de imprimirse Cosas Nuestras, un auténtico homenaje a nuestros mayores y la cultura popular, y el éxito editorial de Federico, una carta de amor a la vida y obra de García Lorca que conquistó a más de 25.000 lectores. También ha ilustrado la obra del autor granadino en Una trilogía rural, que abarca Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Y es que el trabajo de Ilu Ros siempre ha estado ligado a la memoria. Esta semana ha vuelto a su tierra a presentar Una casa en La Ciudad (Lumen, 2025), tanto en Mula como en en la capital murciana.

Para este libro, viajaste a Londres en busca de inspiración, ¿qué significa esta ciudad para ti?

Me volví a finales de 2019 pensando en que volvería a menudo a Londres porque sigo teniendo amigos allí y era una ciudad en la que había vivido. Se había convertido en mi casa durante esos años y, sin embargo, tardé casi cuatro años en volver. Cuando estaba en el aeropuerto, me di cuenta de que no la había echado de menos.

No tengo nada en contra de la ciudad, fui muy feliz allí, pero también viví momentos muy difíciles.

¿Cuándo surgió la idea de Una casa en La Ciudad?

Comencé a pensar en este libro en el 2019, que es cuando volví de Londres. Llevaba ocho años viviendo allí, soy de la generación que nos fuimos con la crisis del 2008 a buscarnos la vida donde fuese y como fuese. Llegué a la capital británica en 2011 y solo quería quedarme un año. En cambio, acabé pasando ocho. Fui tomando notas sabiendo que quería hablar de mis años allí, pero no sabía cómo. En 2023 vuelvo. Es el momento que se ve reflejado en el libro. Cuando vuelvo de nuevo a la ciudad de Londres, me reencuentro con ella y, ahí, comienza el libro.


Interior de ‘Una casa en La Ciudad’

En la obra rehúyes de nombrar a Londres, la llamas La Ciudad. ¿A qué se debe?

En el libro aparece la ciudad de Londres, es una protagonista más, pero solo sobre el dibujo.

Es una ciudad muy grande, hostil, difícil, donde se vive con mucha precariedad. Pero otras ciudades grandes como París, Barcelona, Madrid o, incluso Murcia, también son así. Parece que estamos haciendo de la ciudad un sitio cada vez más inhabitable.

¿Cómo es la vuelta para el que marcha?

Es difícil. En ese tiempo conocí a muchísima gente, tanto amigos como compañeros de trabajo. Estuve trabajando primero en un hotel, limpiando, y luego en la hostelería, en una tienda de zumos y una cafetería.

Cuando vuelves a España te das cuenta de que los demás han seguido su vida. Tú también has seguido la tuya y, a veces, esas dos partes ya no encajan tan bien.

En el libro has conservado el boceto a lápiz, ¿a qué se debe esta decisión?

Hago boceto a lápiz y no suele borrarlo después. Este libro lo he hecho en digital mayoritariamente, aunque el color es analógico. También hay unos collage digitales con una base analógica.


La autora muleña Ilu Ros, firmando dedicatorias de sus libros junto con el alcalde de este municipio murciano, Juan Jesús Moreno

La generación millenial tiene la peculiaridad de haber vivido bajo la promesa del éxito si seguían un plan establecido. Luego vino la crisis del 2008, ¿cómo ha influido en tu obra y trayectoria profesional? 

Éramos todos esos niños que tuvimos acceso a la universidad y a muchísimas cosas, pero la crisis económica cortó todo eso. Estudié dos carreras universitarias y cuando terminé tenía 26 años. Me fui a Londres porque no podía volver a casa de mis padres, quería independizarme.

¿Cómo lo compararías con otra situación igual de trágica, la de las nuevas generaciones, que saben desde el principio que hay poca esperanza de entrar en el mercado laboral?

Nosotros [los millenial] sí que creíamos que íbamos a ir a mejor. Creo que los chavales de hoy en día tienen una visión del futuro muy negativa, pero porque se lo estamos poniendo muy difícil. Me da mucha pena.

Esa época fue un momento en el que se unía la búsqueda de un trabajo ‘delotuyo’ -vocacional- con la lucha por poder trabajar, ¿cómo se compaginaban esas dos cuestiones?

Por aquel entonces, accedías a la universidad cuando muchos familiares no habían tenido antes esa posibilidad. Era para conseguir un buen trabajo ‘delotuyo’. En casa dije que me iba a Inglaterra para trabajar ‘delomío’, pero me fui a trabajar de lo que fuese porque en España prácticamente no me podía mantener.

Se me juntaba que había estudiado Bellas Artes y luego Comunicación Audiovisual y no tenía claro que era lo mío. Se supone que tienes que construir una carrera trabajando y, claro, no había posibilidades de estudiar una carrera trabajando en un momento así.


Interior de ‘Una casa en La Ciudad’

Cuando llegaste a Londres dejaste de dibujar, ¿por qué?

Creo que me vi en una situación de precariedad que me arrasó. En aquel momento lo primordial era sobrevivir y vivir en esa ciudad tan grande, encontrar trabajo, aprender inglés, intentar encontrar amigos.

¿Dejaste otras cosas de lado?

Siempre había leído desde niña y era algo que me gustaba muchísimo. Pero dejé de leer, básicamente, porque como quería aprender inglés, no iba a leer libros en español. Y como no sabía inglés, deje de leer.

Hablemos de ese naranja sobre negro, el que utilizas para plasmar esas expectativas u opiniones del que se quedó en España, ¿por qué esos colores?

Esas frases son ese ruido mental que está a lo largo de todo el libro. Aparecen sobre un fondo negro y en naranja, son muy estridentes. Son esa voz de la conciencia: unas veces son cosas que te dices a tí misma, otras representan lo que te dicen los demás.

Conociste el éxito con Federico, la biografía ilustrada de Lorca. ¿Qué supuso para ti su publicación?

Nunca pensé que tendría tanta buena acogida. Cuando hice ‘Federico’ sentí vértigo porque era abarcar la figura de García Lorca, que era muy querida. Era uno de nuestros mejores poetas, alguien muy grande. Y yo me sentía muy pequeña, pero lo hice desde el punto de vista de una ilustradora, una dibujante que estaba enamorada de la obra de Lorca.

¿Por qué es tan importante recordar la la vida y la obra de Lorca, además de la de tantas personas que fueron represaliadas?

Tenemos que cuidar mucho nuestra memoria histórica, básicamente, porque cuando no se tiene memoria se suele volver a repetir la historia. La figura de Federico García Lorca hay que recordarla por su contexto histórico y por su obra, que es maravillosa y grandiosa, no solo en España, sino a nivel internacional.