Layana, un pueblo de 60 habitantes que apuesta por la recuperación de oficios para incentivar la vuelta al rural

Layana, un pueblo de 60 habitantes que apuesta por la recuperación de oficios para incentivar la vuelta al rural

Esta pedanía de la villa de Sádaba ha puesto en marcha la asociación vecinal “El piojo y la pulga” desde la que organizan actividades como la Primera Jornada de Oficios no perdidos, dedicada a la esquila de ovejas y el arte textil con lana; su objetivo: no dejar morir su pueblo

El veinteañero de Tarragona que dejó el mar para criar 800 ovejas en un pueblo aragonés de 100 habitantes

El filósofo español Juan Donoso Cortés dijo: “En lo pasado está la historia del futuro”, una frase que se puede aplicar a la perfección a la filosofía con la que nace la primera `Jornada de oficios NO perdidos: Alternativas laborales en el mundo rural en lucha contra la despoblación´, organizada por la Asociación `El piojo y la pulga´, con la colaboración del Ayuntamiento, en la localidad de Layana; pedanía de la villa de Sádaba, en la comarca de Cinco Villas. 

Este pequeño pueblo cuenta con no más de sesenta habitantes, y, aunque en los últimos algunas personas jóvenes como Neus Pascual, se han animado a vivir en él, siguen siendo pocos en comparación con las ausencias naturales que va dejando el paso del tiempo y la falta de natalidad. Ante esta situación, esta localidad que debe su devoción a un santo inglés: Santo Tomás de Canterbury, ha puesto la mirada en el futuro, que para ellos tiene solo un camino posible “la revitalización” en forma de puertas de casas que se abren en lugar de cerrarse, de niños que vuelven a jugar en las calles, aunque sea en fin de semana y festivos, y un catálogo de servicios y una agenda de actividades en las que todos puedan participar. Con esta idea, grandes dosis de ilusión y mucho trabajo mezclado con algo de incertidumbre nace la creación de una asociación a la que con cariño han llamado `El piojo y la pulga¨; dos seres vivos resistentes, pequeños, pero supervivientes natos.

Esquilar, un oficio sin regulación en España que podría reactivar el rural

Los días 10 y 11 de mayo, Layana ha celebrado su primera actividad abierta a la participación de todos los públicos, la I edición de las Jornadas enfocadas a la recuperación de oficios que, aunque invisibles en grandes núcleos de población y algunos en riesgo de desaparecer, todavía están presentes y son importantes para los pueblos en particular y para la sociedad en su conjunto. Oficios que se pueden desempeñar desde el mundo rural y por eso, esta pequeña localidad cincovillesa los presenta como alternativas laborales en la lucha contra la despoblación.

Esta primera jornada se ha creado y pensado con un propósito fundamental: “recuperar, celebrar y revitalizar las habilidades que han sido el corazón de nuestras comunidades rurales a lo largo de los años”, explican desde la asociación. Con estas premisas se ha presentado el mundo de la lana y todo el universo que la rodea: partiendo del pastoreo y la esquila, pasando por la selección y tratamiento de la lana, hasta llegar al arte textil con la elaboración de artículos a partir de este material. 

Antonio, vecino del pueblo, puso a disposición de Tao Rossel y Verónica Baena, esquiladores profesionales, dos de sus reses para la demostración de esquila, la charla y la selección posterior de la lana. Un oficio “en auge en otros países”, pero que está “en peligro en España”, aseguran Tao y Vero, principalmente por dos motivos: “los intereses políticos que hay detrás del sector y la falta de regulación en el oficio”, denuncian. 


Lana en el taller de oficios no perdidos en Layana

Estos jóvenes, que han recorrido países como Australia, Nueva Zelanda, Inglaterra y otros de centro Europa esquilando de manera profesional, aseguran que este oficio sería rentable también en España “si no se pagara 90 céntimos por oveja esquilada al profesional”. Además de ser un trabajo muy físico: “nuestra jornada laboral no acaba con la última oveja esquilada, tenemos que hacer el mantenimiento y limpieza de las herramientas y el material con los que trabajamos”, apunta Verónica, mientras Tao recuerda que hasta que un esquilador llega a hacer 200 ejemplares en unas ocho horas, pasan aproximadamente cinco años de aprendizaje y de bajos ingresos. 

La ausencia de formación en España es otro de los problemas con los que se encuentran aquellos que se interesan por este oficio. Un hándicap al que están intentando poner solución, por ejemplo, desde la cuadrilla Eskilaores de Mediana, un grupo de profesionales que nació en 1999 en la localidad aragonesa de Mediana de Aragón y que han recorrido medio mundo trabajando y representando a España en los certámenes de esquileo. A finales de mayo, en Ansó, tendrán lugar dos días de formación para acercar el oficio, a través de nociones básicas, a todas aquellas personas que estén interesadas en dedicarse a ello. 

La lana, un arte que vuelve a estar de moda por sus beneficios para las personas

La lana ha sido históricamente un recurso fundamental para cualquier sociedad, y de especial manera en Aragón por la alta calidad de la lana de nuestras ovejas de raza merina. Sin embargo, el auge de los materiales sintéticos para la confección textil y otros usos en general, hicieron que poco a poco la lana se fuera dejando de lado. Para revertir esa situación, se han puesto en marcha proyectos que estudian el aprovechamiento de esta materia prima en sectores económicos más allá del textil. 

El proyecto ENlanaTE, del CITA Teruel, explora la lana de oveja como recurso económico y solución para los desafíos del sector agroganadero. También se autoriza la mezcla de lana y estiércol para abono en las explotaciones ganaderas de Aragón. Mientras en Ayerbe se le da a la lana una segunda vida al emplearla en el sector de la construcción, concretamente para la elaboración de prefabricados. 

En la jornada organizada en Layana, se impartió el taller experiencial del procesado de la lana “Raíces Ancestrales”, de la mano de Azahara Calvo, fundadora de este proyecto y quién también presentó otras iniciativas con la lana como base de los mismos, y dos talleres con el uso de la lana como objetivo. “La lana es un elemento con altas cualidades y un gran valor para el ser humano, para la naturaleza y para nuestros pueblos”, considera la organizadora de estos talleres con los que confiesa que quiere: “Resignificar los oficios tradicionales que cuidaban de nuestro entorno, y demostrar que todavía se puede vivir de ellos”. 


Taller en el que se mostraba como se esquilan las ovejas

Con la lana obtenida de la esquila en directo de los dos ejemplares cedidos por el vecino de Layana, los asistentes participaron en primera persona, trabajando con las herramientas artesanales cedidas por Calvo, llevando a cabo los diferentes pasos que debe seguir la lana para poder trabajar con ella: el escarmenado para separar las fibras, el proceso de lavado en tres fases con agua a diferentes temperaturas, el secado al natural, los pasos previos al hilado y teñido, y finalmente, la confección a través de la técnica seleccionada. 

Cada año dedicado a la recuperación de un oficio no perdido

La asociación vecinal de Layana tiene actualmente 100 socios (más socios que habitantes tiene el pueblo), y se plantean organizar cada año una jornada para poner en valor un oficio en concreto: “Creemos que es necesario que la gente vea con ejemplos que estos oficios son todavía una oportunidad real de ganarse la vida, y que los podemos llevar a cabo en nuestro pueblo”, apuntan desde la organización. 

A pesar de ser una fecha complicada por las celebraciones en los pueblos del entorno, la respuesta de los habitantes de Layana ha sido buena: “Pese a que tuvimos todo en contra: el mal tiempo, las fiestas de los pueblos vecinos, comuniones, la Rompepiernas, etcétera, ha sido un fin de semana en el que hemos disfrutado, aprendido cosas nuevas, recordado cosas viejas y sobre todo, hemos demostrado que en Layana, con la colaboración de muchos y la ayuda de todos, se pueden hacer grandes cosas”, decía en un mensaje a sus vecinos la presidenta de la asociación `El piojo y la pulga´.

En la comida popular celebrada en el Museo de la localidad, entre columnas del yacimiento romano de Los Bañales, más de 60 personas disfrutaron de las famosas migas preparadas por Miguelo, de 85 años, y su ayudante Emilio, con la colaboración de Virginia, Aurora y Anabel, todos ellos vecinos Layana. “Si no participamos los del pueblo en las cosas que se organizan, ¿quién lo hará?”, apuntaba en el momento del café Antonio, uno de los asistentes a la comida mientras hablaba en remolino con otros vecinos igual de contentos por ver el pueblo en movimiento, en una jornada que ni la insistente lluvia pudo deslucir. 


Cartel de la primera jornada del proyecto

Sonia Cortés y María Laita, vicepresidenta y presidenta respectivamente de la asociación, son las promotoras de la misma, pero cuentan con la ayuda de otros vecinos y vecinas, como Neus; “siempre dispuesta a echar una mano con su sonrisa”, y el alcalde, Jesús Gay. Sonia va al pueblo los fines de semana con su familia. María vive en él todo el año, y aunque estudió Historia del Arte, fundó Miel de los Bañales, a la que llamó así porque las colmenas están próximas a este yacimiento. La vida tiene estas cosas y, al final, el arte está presente de alguna manera en lo que hace. Vive con su pareja, Félix; ganadero, y su hijo Regal, de cinco años, que hasta ahora es el único niño del pueblo. Este hecho fue el que movió a María a querer dinamizar Layana: “Mi hijo juega con los vecinos del pueblo, pero quería que hubiera otros niños con los que pudiera compartir su tiempo”, confiesa, a lo se suma una dura realidad: “Cada puerta que se cierra en un pueblo es muy difícil volver a abrirla”, por lo tanto, el objetivo es luchar para que siga abierta a través de las nuevas generaciones. 

Por el momento se ha conseguido que las familias jóvenes vayan volviendo en verano, para las fiestas y algunos fines de semana, devolviendo a las calles las risas de los niños y aportando al bar-tienda más visitas y visitantes. Quizás, en un tiempo, otros sigan la estela de Neus, o de María y Félix, y decidan apostar por Layana como lugar en el que formar un hogar. Hasta entonces, este pequeño pueblo seguirá empleando la cultura y el saber como reclamo. En septiembre celebrarán las primeras Jornadas del Bienestar, y el próximo año, las II Jornadas de recuperación de oficios NO perdidos, porque la vida le da la razón a Juan Donoso Cortés, y parte de lo que creemos erróneamente que es pasado nos puede ayudar a llevar a nuestros pueblos hacia su futuro.