No, tu hijo no es malo por no comer ni dormir: por qué debemos dejar de etiquetar lo que hacen los niños

No, tu hijo no es malo por no comer ni dormir: por qué debemos dejar de etiquetar lo que hacen los niños

Calificar a niños y niñas como “buenos”, “malos”, “intensos” o cualquier otra etiqueta puede tener consecuencias negativas en su autoestima; especialmente cuando se refieren a conductas propias de su edad, como el control de esfínteres, el llanto o el sueño

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Una niña pequeña que no quiere comer y a la que su abuela llama “mala”. Un bebé que llora sin parar y cuyos padres explican a todo el mundo que es “muy intenso”. Una niña que entra al colegio sin pañal, a lo que su profesora reacciona con un cumplido: “qué buena eres”. Son algunos ejemplos de situaciones en las que conductas infantiles normales y propias de la etapa madurativa son etiquetadas como “buenas” o “malas” por parte de sus adultos de referencia. 

“Debemos evitar colgar este tipo de etiquetas a niños y niñas, porque les hace responsables de algo en lo que no tienen control, como son los procesos fisiológicos y madurativos propios de su edad. No depende de ellos el poder controlar los esfínteres o tener despertares nocturnos”, explica Diana Crego, psicóloga perinatal en Mi Tribu. Y abre el foco de la reflexión: “Los conceptos bien y mal son muy confusos e imprecisos, no definen nada en sí. Porque, ¿qué es portarse bien? ¿Comer todo lo del plato? ¿Dormir toda la noche del tirón? ¿No sentir emociones?”, se pregunta la experta. 

Coincide con su criterio Alejandra Melús, pedagoga especializada en educación temprana: “El niño no es bueno ni malo, y esa etiqueta pesa mucho. La mirada del adulto o adulta que acompaña es lo que da forma realmente a esa etiqueta, porque el niño es un niño, no se puede esperar que se comporte como un adulto”, explica Melús. Para ella, colgar etiquetas desde la infancia tiene una serie de consecuencias, relacionadas sobre todo con “el sentido de pertenencia equivocado o poco funcional y una autoestima baja”. “Si les repetimos este tipo de palabras todo el tiempo, al final se las acaban creyendo, y tenderán a comportarse de la manera en que les estamos señalando”, asegura.

Más allá del “bueno” o “malo”, Melús invita a reflexionar sobre los términos “suavizados” que se utilizan actualmente. “La palabra que ahora mismo todo el mundo dice es ‘intenso’ o ‘intensa’, como si esto fuera mejor que las etiquetas de siempre: malo, pesado… Parece que decir ‘intenso’ es mejor, pero no: sigue siendo una etiqueta y pesa como tal”, señala. Para evitar este tipo de encasillamientos a la infancia, Alejandra Melús propone transmitirles que “nuestro apego es firme y seguro”. Por eso ha escrito el libro Amor incondicional (Durii, 2024), en el que apuesta por un vínculo afectivo seguro libre de condicionantes. Se trata de un cuento infantil en el que una familia aprende a expresar ese concepto de “amor incondicional”. El libro es, según la autora, “una herramienta para enseñar a los niños y niñas que el amor no depende de comportamientos ni condiciones, sino que es un lazo fuerte y seguro que siempre los sostendrá”. Y aunque cree que puede existir esa incondicionalidad aun cuando los adultos colgamos etiquetas, invita a reflexionar sobre las consecuencias que estas pueden tener sobre la infancia.


Ilustración de ‘Fuera etiquetas’ (Lucía Serrano, editorial Beascoa).

Los conceptos bien y mal son muy confusos e imprecisos, no definen nada en sí. Porque, ¿qué es portarse bien? ¿Comer todo lo del plato? ¿Dormir toda la noche del tirón? ¿No sentir emociones?

Diana Crego
psicóloga perinatal

Evitar etiquetarles y entender su momento

Ser conscientes de la etapa madurativa en la que se encuentran y saber qué se puede esperar de niños y niñas en cada momento es la clave, según las expertas, para evitar calificarles en uno u otro sentido. Así lo explica Diana Crego: “Ser respetuosos con nuestros peques implica entender qué se puede esperar y qué no en cada etapa del desarrollo infantil. A partir de ahí, sería adecuado construir expectativas realistas sobre lo que pueden o no realizar. Utilizar frases cortas, concretas, claras y adaptadas a su edad les ayudará a definir y comprender mucho mejor aquello que necesitamos, deseamos o esperamos de ellas y ellos. Las etiquetas, en ese sentido, no ayudan nada porque no explican nada”, defiende Crego. 

La psicóloga apunta en la misma línea que Melús a la hora de hablar de las consecuencias que puede tener encasillarles: “El autoconcepto, la idea que una persona va construyendo sobre sí misma, se empieza a desarrollar desde la primera infancia. Si el discurso que escucha de manera continuada y frecuente un bebé o una niña o niño es ‘eres malo’, entendiendo eso como que ha hecho algo de lo que es culpable, puede repercutir en crear una imagen de sí mismo negativa y crítica, afectando así a su salud mental”, explica. 

En su libro Fuera etiquetas (Penguin, 2024), Lucía Serrano reflexiona sobre el peso que pueden tener las palabras en la infancia y la importancia de no encasillar a los niños y niñas en base a su comportamiento. Serrano, que también es autora de los libros infantiles Tu cuerpo es tuyo y Nos tratamos bien, propone cuidar las palabras con las que nos dirigimos a la infancia, incluso las positivas. “Si nos paramos a pensar, seguro que recordamos algunas etiquetas que nos pusieron en nuestra infancia. Algunas negativas, otras positivas, pero esas palabras, a fuerza de reducirnos a una sola cosa, son dañinas. Y siguen teniendo mucho peso en la etapa adulta, cuesta deshacerse de ellas. Es necesario que revisemos nuestra manera de hablar a las niñas y niños que nos rodean, para no repetir algo que hemos normalizado: ponerles etiquetas. De esta manera esas niñas y niños podrán crecer siendo como quieran ser, con libertad”, asegura la autora de libros infantiles.