Carlos Magro: «La selectividad es la última pieza de un sistema que segrega y expulsa a algunas personas»

Carlos Magro: «La selectividad es la última pieza de un sistema que segrega y expulsa a algunas personas»

Este consultor educativo sostiene que la Evau tiene varios efectos perniciosos: afecta negativamente al Bachillerato, al bienestar emocional de la juventud y además «certifica todo un lento proceso de desigualdad que se ha ido produciendo a lo largo del trayecto educativo»

BUSCADOR | ¿Te da para estudiar lo que quieres donde quieres? Consulta las notas de corte de cada grado de cara a la Evau

Carlos Magro es tremendamente crítico con la Selectividad. Este consultor, presidente de la Asociación Educación Abierta, cree que la más famosa e importante de las pruebas que tiene el sistema afecta negativamente al Bachillerato porque lo desnaturaliza, impacta en el bienestar del estudiantado para mal y además ni siquiera cumple con su teórica función, que es lograr un reparto objetivo y justo del alumnado por los diferentes grados y universidades. “Para muchas personas la PAU, si es que han llegado ahí, propone un futuro que se parece mucho al pasado del que vienen. Es un elemento más que limita la movilidad social de la población”, sostiene.

Magro, que antes de ejercer como profesional independiente en educación en los ámbitos del diseño y análisis de políticas públicas trabajó para varias instituciones educativas y la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid, sostiene su afirmación en la estadística. La población universitaria, explica, no representa la composición social fuera de ella. El colectivo formado por estudiantes con padres que a su vez tienen estudios superiores está inflado, mientras los hijos e hijas de las familias más humildes están infrarrepresentados. Esto supone, de facto, una transferencia de rentas hacia los hogares más acomodados porque son los que están disfrutando de los servicios que ofrece la universidad pública. De esta manera, sostiene Magro, la Ebau (o Evau o PAU, que es su nombre oficial) se convierte en “la última pieza de un sistema que sistemáticamente segrega y expulsa a algunas personas, un elemento que certifica todo un lento proceso de desigualdad que se ha ido produciendo a lo largo del trayecto educativo”.

La Selectividad tiene como función teórica ordenar de manera justa y objetiva al estudiantado por las diferentes carreras en la Universidad. ¿Es un buen sistema para lograr ese objetivo?

No. La PAU, como tiene claro todo el mundo, tiene mucho impacto negativo hacia atrás, al menos en el Bachillerato. También sobre el estado del bienestar emocional de los chicos y además, como indican los datos, no está funcionando como una prueba objetiva que sirva para lo que se pretende. No es capaz de romper el statu quo. Certifica el pasado, cierra posibilidades desde prácticamente el principio, naturaliza las trayectorias previas y lo que pasa después. Para muchas personas la PAU, si es que han llegado ahí, propone un futuro que se parece mucho al pasado del que vienen. Es un elemento más que limita la movilidad social de la población.

Vamos por partes. ¿Cuál es el impacto negativo en el Bachillerato?

No lo digo yo, lo dice cualquier profesor de Bachillerato o de la ESO: el aprendizaje y la enseñanza [en esta etapa] está condicionadísimo por la prueba, que además es la única gran prueba de alto impacto que tenemos en España. Cómo sea la PAU determina qué se enseña y cómo en el Bachillerato. Está por ver cómo vamos a encajar el cambio hacia un currículum competencial en el Bachillerato, si habrá unas pruebas más competenciales. Y si las hay habrá que desarrollar estas competencias en el Bachillerato, que ahora no se está haciendo. Pero la PAU hace que el Bachillerato pierda todo su sentido, es una etapa que parece que solo está pensando en la prueba. Y la ley no dice que el Bachillerato deba ser así. Es una etapa que abre un camino profesional o académico, de madurez también. Pero todo esto queda condicionado porque parece que quien lo cursa solo lo hace para prepararse para la universidad.

Uno de los problemas de la PAU es que no puedes reformar mucho algo que afecta a 300.000 personas y es la culminación de 12 años de formación. Mi impresión es que las pruebas cambiarán poco y, por tanto, el Bachillerato también

¿Cree que la nueva PAU supuestamente competencial conseguirá cambiar el Bachillerato?

Uno de los problemas de la PAU es que no puedes reformar algo que afecta a 300.000 personas y es la culminación de 12 años de formación. Los cambios deben hacerse con cuidado. Mi impresión es que las pruebas cambiarán poco y, por tanto, el Bachillerato también.

Decía que el otro gran impacto tiene que ver con el bienestar emocional de los jóvenes.

Se está devaluando de manera fuerte. No solo por la PAU, pero todo indica que también. Publicaba el Ministerio de Sanidad hace una semana una encuesta sobre bienestar de los jóvenes, y había un dato que habla del estrés escolar, que según van pasando los cursos va aumentando. Había otro dato muy relevante: el 54% de las chicas de 17 años tienen un alto nivel de estrés. Nos cuesta mucho medir las cosas, pero existe la sensación de incremento del malestar causado por muchas razones, pero el estrés ante la presión del futuro, las notas, no saber qué puedo estudiar, no tengo apoyo para orientarme, está aumentando. Cuando miramos un poco más, encontramos que no es la PAU en sí misma la que lo causa, pero sí termina de certificar un sistema que no termina de corregir las desigualdades, que sistemáticamente segrega, expulsa a algunas personas.

Elabore esto.

A la PAU se llega condicionado. No es la causante de que haya habido un proceso de segregación a lo largo de la trayectoria educativa de alguien, pero entendemos la prueba como un sistema objetivo, que corrige las diferencias de nota que se producen antes, pero lo que vemos es que es una pieza muy importante, determinante, que termina de certificar todo un proceso lento que se ha ido produciendo de desigualdad educativa. Esto tiene que ver con quién llega al Bachillerato, en qué condiciones, con las expectativas familiares e individuales generadas respecto al futuro.

Algo está fallando en el sistema cuando la mitad de la población en una región con mucha presión como la madrileña no puede estudiar su primera opción, aunque esto no tiene que ver tanto con la PAU, que no es la causante de todos los problemas, pero tampoco los corrige

Lo que vemos después en las matriculaciones de los grados lo marcan mucho las diferencias socioeconómicas: hasta el 60% de quien estudia en la universidad procede de familias con ocupaciones de altos ingresos o en las que uno o los dos progenitores tienen estudios superiores. Al final, quien está en la universidad casualmente proviene de familias con niveles altos de estudios. Y cuando miramos con más detalle en qué estudios están las diferentes personas, vemos con más claridad aún que en Ciencias aumenta el porcentaje de estudiantes que provienen de familias con estudios superiores, frente a los estudios de humanidades, que tienen más alumnado con familias con estudios primarios o secundarios.

¿Es una disfunción que la tasa de adecuación esté en el 50%, que la mitad de la gente no pueda estudiar su primera opción?

Algo está fallando en el sistema cuando la mitad de la población en una región con mucha presión como la madrileña no puede estudiar su primera opción. Esto no tiene que ver tanto con la PAU, que no es la causante de todos los problemas, pero tampoco los corrige. Certifica la desigualdad, porque nos damos por satisfechos por haber hecho una prueba que vemos como objetiva y nos olvidamos de todo lo demás que ha pasado, de todos esos procesos silentes segregadores que por una razón u otra se han ido generando a lo largo del trayecto educativo.

La PAU desvía el foco de uno de los grandes problemas: si hay más de 13 candidatos por plaza [para ciertos grados] o notas de corte por encima del 13 sobre 14 hay una demanda de estudios que la oferta pública no cubre. En regiones como Madrid se ve claramente: hay mucha presión sobre las plazas y eso provoca que el 50% de los estudiantes no encuentre plaza en su primera opción. La tasa de adecuación media en Ciencias de la Salud es del 60%. Esto nos dice que hay un problema de oferta, de estructuración de grados, que tiene que ver con los recursos, y eso la PAU de alguna manera lo oculta debajo de esa idea de la meritocracia, muy falsa. Es disparatado que haya grados que pidan más de un 13,5 sobre 14. No sé si somos conscientes, es una nota inhumana.

¿A qué se debe esta inflación de las notas de corte? No es porque haya más estudiantes que antes.

Responde a muchas variables. En primer lugar, a las que tienen que ver con la falta de plazas públicas. Si hubiese más plazas públicas la nota de corte bajaría automáticamente. Ha habido una inflación, casi todo el mundo ha subido sus notas de admisión [la del Bachillerato] por varias razones. Cuando se hizo la reforma en 2010 y se añadió la fase optativa en la PAU para llegar hasta el 14 se produjo automáticamente una subida.

Pero también es un círculo vicioso. La subida de notas provoca que al año siguiente todo el mundo involucrado en el proceso piense que es responsable de que sus estudiantes pueda optar en condiciones de igualdad, y se crea esa burbuja inflacionaria que va produciendo una subida que nos ha llevado a esta situación. También creo que ha habido alguna mala praxis puntual en algunas universidades: si no incremento las plazas de oferta pública, automáticamente ese doble grado tendrá notas de corte más altas, y eso manda un mensaje de que son estudios de excelencia y voy a captar a los mejores estudiantes.

Si hay un 27% de personas con un 9 un 10 en un centro privado, se reduce a un 17% en los públicos. Es mucha diferencia cuando compites por décimas

Tendemos a pensar que una de corte alta implica unos estudios mejores, o con mejores expectativas en el mercado laboral, y algunas universidades fuerzan un poco esa visión no ampliando las plazas. Dicho esto, las universidades públicas están financieramente asfixiadas. Hay muchos actores en este proceso de burbujas.

Hay estudios que dicen que entre los centros privados y públicos en el rango de notas altas, 9 y 10, hay diez puntos de diferencia. Si hay un 27% de personas con un 9 un 10 en un centro privado, se reduce a un 17% en los públicos. Es mucha diferencia cuando compites por décimas. La PAU sí que corrige un poco esa desigualdad –en las notas muy altas la diferencia se reduce a tres puntos–, pero sigues teniendo la nota de admisión del Bachillerato.

También dice que se está produciendo un traspaso de rentas a las clases pudientes. ¿Lo puede explicar?

Podrías pensar que la PAU tiene consecuencias hacia atrás, pero al menos funciona. Pero cuando miras quién está estudiando, si hemos logrado una representación de la sociedad en la universidad, vemos que no. Cuando un 60% de los universitarios viene de familias con estudios superiores y solo el 0,8% con estudios primarios, el primer grupo está sobrerrepresentado. Es verdad que ya no hay mucha gente con solo estudios primarios, pero pensemos en los inmigrantes. No llegan. Quién entra en la universidad no es una representación exacta de la sociedad, hay un sesgo clarísimo por nivel socioeconómico y cultural.

El sistema público está favoreciendo a estas clases más pudientes en detrimento de las menos favorecidas a lo largo de toda la formación académica. La triple red [pública, privada y concertada] que tenemos en España hace esto más acusado, lo pone en marcha desde la escuela infantil

La otra es qué estudian y cuál es el perfil socioeconómico de las distintas carreras. Y ahí vemos que si tus padres tengan unos sueldos medios-bajos lo más normal es que tú estés matriculado en Educación, Artes o Humanidades. Pero si tienen ocupaciones y perfiles de estudios altos, estarás en Ciencias de la Salud, Ingenierías o Ciencia, carreras que te van a proporcionar más ingresos. Esto es en la universidad pública.

Esas plazas, que deberían ser accesibles para todos, acogen a los hijos de las clases medias altas. Hay una transferencia de recursos hacia estas clases. Se ve muy bien en las ingenierías: el 42% tiene padre y madre con estudios superiores, el 0,7% solo con Primaria. En Ciencias de la Salud el 40,9% tiene estudios superiores y el 0,7% estudios primarios. Quien puede disfrutar de los recursos de la universidad pública, y específicamente de aquellas carreras más demandadas, proviene de familias con ocupaciones y estudios altos. El sistema público está favoreciendo a estas clases más pudientes a lo largo de toda la formación académica en detrimento de otros. La triple red [pública, privada y concertada] que tenemos en España hace esto más acusado, lo pone en marcha desde la escuela infantil.

¿Le estamos poniendo la atención que merece a esta segregación?

En general, no. Aquí entramos en políticas regionales, que son muy importantes. Hay comunidades autónomas que igual sin tener claro el camino están intentando tomar medidas de corrección de la segregación, pero hay otras que están tomando medidas que favorecen la segregación. Se hace cansino decir lo mismo todo el rato, pero las políticas madrileñas unas tras otras incrementan la segregación.

La elección de centro, lejos de ayudar, genera una segregación que es la mayor de Europa. Ciertos bilingüismos, en Madrid, pero probablemente también pase en la Comunitat Valenciana ahora, introducen sistemas segregadores dentro de la escuela pública al no ser universales. Nuestro sistema se declara comprensivo, igual para todos hasta los 16 años, pero tiene múltiples mecanismos (algunos de ellos culturales de las propias personas, familias y docentes) que van generando una segregación muy fuerte. Y la PAU da por bueno todo lo anterior, certifica la desigualdad y la segregación que se ha ido acumulando. Hay mucha gente que no está llegando, y los que llegan seguro que lo merecen, pero muchos más también.

¿Tiene alguna receta mágica para corregir todo esto?

Lo que puedo decir es que tratar aisladamente la PAU, poner el foco en lo que pasa ahí y no en después, en qué oferta y horizontes de posibilidades tengo, es un error. Este sistema afecta al horizonte de posibilidades que se va construyendo a lo largo de la vida. Miremos la PAU, pero ojo con lo que está pasando antes y después. Hay responsabilidades en el sistema. En el universitario hay un problema enorme con la mercantilización de la educación superior y la asfixia de la universidad pública. Habría que pensar toda la etapa de Secundaria. Hay debates que no nos atrevemos a abrir. Por ejemplo, que cada vez que introducimos un sistema de elección estamos generando una segregación que no es igual para todos. En Bachillerato se nota en quién elige Ciencias y Humanidades, qué resultados obtiene y su progresión.