
Llamada a la acción por la Economía Social
Las empresas de la economía social ya han demostrado que existe una alternativa real a la economía tradicional, que sólo busca maximizar el beneficio a cualquier precio
El 16 de mayo de 2020 se publicó en 43 periódicos, en 27 idiomas y 36 países de todo el mundo el manifiesto ‘Trabajo: Democratizar, Desmercantilizar, Descontaminar‘ que fue firmado por más de 3.000 investigadores de 750 universidades e instituciones académicas de todo el mundo.
En plena crisis del COVID, se reflexionaba sobre los aprendizajes que nos había dejado la pandemia cuando aún la humanidad estaba en shock. El primero y más importante era que los seres humanos y su trabajo no pueden ser reducidos a meros “recursos”. El miedo a la muerte hizo que la sociedad pusiera en valor la labor de tantos profesionales médicos sin cuyo trabajo las pérdidas hubieran sido mucho mayores aun. Comprobamos que la sociedad no funciona si las personas que la componemos permanecemos aisladas por mucha tecnología de comunicación que tengamos. Vimos que las máquinas facilitan las labores, pero aún no sustituyen el trabajo humano. Descubrimos que era necesario recuperar la dignidad en el trabajo. Y vimos claramente que no sólo las personas estábamos en riesgo sino también el planeta en el que habitamos. Se evidenció que las leyes del mercado por sí solas no regulan de manera adecuada el bien común. La escasez de mascarillas y de vacunas fueron un duro ejemplo.
Y como sucede cada vez que la humanidad afronta un peligro, surgió un sentimiento de cooperación que se instaló no sólo en las comunidades de personas de todo el planeta sino en los discursos políticos llamando a la unidad y a la solidaridad.
Sin embargo, han pasado ya cinco años y los graves problemas sobre los que se reflexionaba y que tan claros se veían entonces, lejos de mejorar, se han agravado. Desde entonces, varias crisis se han sucedido. Crisis económicas y humanitarias provocadas por nuevos conflictos bélicos. Y también crisis climáticas que provocan migraciones y desastres naturales con terribles consecuencias. Pero todas ellas tienen algo en común. Con cada nueva crisis, sea del tipo que fuera, comprobamos que la desigualdad aumenta.
La desigualdad es la gran pandemia del siglo XXI. La brecha de desigualdad está creciendo y la diferencia entre los ricos y los pobres se amplía en lugar de reducirse. Las mujeres, las personas racializadas y las minorías excluidas se ven afectadas por la creciente desigualdad en los ingresos. Las mujeres ejercen los trabajos más inestables y peor pagados y siguen enfrentándose a una significativa brecha salarial.
La buena noticia es que ya hay una vacuna. Una vacuna que alivia los síntomas y que salva muchas vidas de la pobreza y la exclusión social.
Una vacuna que ha sido testada durante muchos años en multitud de países y de comunidades y que el Manifiesto Trabajo había identificado como un signo de esperanza: esta vacuna es la Economía Social. Ha dado probadas muestras de éxito empresarial y social generando beneficios no sólo económicos sino también sociales. Reduciendo la brecha entre hombres y mujeres, ofreciendo trabajos decentes que hacen que millones de personas salgan de la economía informal y contribuyan con su trabajo al progreso de sus comunidades.
Pero la enfermedad de la desigualdad está muy extendida y hacen falta muchas más vacunas. Necesitamos producirlas en serie, generar más empresas con fines no sólo económicos sino sociales, con más prácticas democráticas, y para ello ha nacido ASETT.
Desde ASETT (Arizmendiarrieta Social Economy Think Tank) proponemos trabajar en soluciones reales y contrastadas. Este es un proyecto global pero lanzado desde España, donde la Economía Social equivale al 10% del PIB. Un país en el que el turismo ha batido récord en 2024 con 96 millones de visitantes extranjeros, lo que supone un 12% de ese PIB. Estamos convencidos de que un país con más economía social sería un país mejor. Un país con menos desigualdades, con mejor reparto de la riqueza y con una sociedad más entrenada en ejercer las rutinas democráticas de participación y decisión colectiva.
Las empresas de la economía social ya han demostrado que existe una alternativa real a la economía tradicional, que sólo busca maximizar el beneficio a cualquier precio y que, haciéndolo, aumenta las desigualdades. Una vía distinta, más humana, que tiene en consideración los derechos de las personas trabajadoras y busca la transformación ecológica y la justicia social. Por eso, desde ASETT queremos visibilizar esta economía, escalarla y adaptarla a distintos territorios para que más comunidades se beneficien de sus ventajas. Queremos replicar los muchísimos casos de éxito ya existentes en tantos lugares y hacerlo impulsando una red de agentes académicos, institucionales y empresariales que aporten conocimiento y trabajo a esta tarea.
Porque no podemos asistir inmóviles al deterioro del planeta y de la sociedad. Porque creemos imprescindible intentar revertir la actual situación. Porque, como dijo José María Arizmendiarrieta, fundador de la Corporación Mondragón, la idea o la palabra buena es aquella que se convierte en acción.
Al enfoque académico queremos sumar el esfuerzo de tantas instituciones y empresas que no olvidan la dignidad de la gente trabajadora y de la ciudadanía.
Por todo esto, los abajo firmantes nos comprometemos a trabajar para mejorar los sistemas legislativos y los instrumentos financieros. Nos comprometemos a trabajar para que la educación incluya los modelos de empresa de la economía social y para que éstos puedan extenderse y generar más impacto. Nos comprometemos no sólo a denunciar los problemas sino a trabajar en posibles soluciones. Nos comprometemos a intentarlo porque creemos en la voluntad y el trabajo de multitud de colectivos que ya están haciendo un formidable esfuerzo, que tiene que ser mucho más conocido.
Es fundamental cambiar de rumbo. Podemos rediseñar nuestras economías para basarlas en la igualdad, las personas y el planeta. Necesitamos sistemas económicos justos y sostenibles; acciones firmes contra la crisis climática y nuevos marcos que empoderen a todas las personas para vivir con libertad, dignidad e igualdad de oportunidades.
Frente a un capitalismo cada vez más dominado por los oligopolios tecnológicos, que concentran poder y riqueza en manos de unos pocos y erosionan nuestras democracias, la economía social ofrece una alternativa concreta, plural y transformadora. En nombre de la dignidad de todas las personas, de la democracia y del planeta, es hora de extenderla.
*ASETT es un proyecto impulsado por el Gobierno de España en colaboración con el Gobierno vasco, la Confederación española de la economía social (CEPES), el Consejo Superior de Cooperativas de Euskadi (CSCE), la Diputación Foral de Gipuzkoa, el Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián y la corporación Mondragón.