Jesús Mari Pedrosa, 25 años del asesinato del concejal del PP afiliado a ELA que no quiso llevar escolta: «A mí no me va a pasar nada»

Jesús Mari Pedrosa, 25 años del asesinato del concejal del PP afiliado a ELA que no quiso llevar escolta: «A mí no me va a pasar nada»

«Todos en el PP estábamos en el corredor de la muerte», recuerda Carlos Iturgaiz, que en aquella época negra del terrorismo presidía el partido y que llama a mantener la memoria, porque «los herederos de aquello siguen todavía justificando lo injustificable y sin condenar»

Durango: el PP decidirá la balanza en el gran feudo municipal de EH Bildu en Bizkaia

Jesús Mari Pedrosa tenía 57 años cuando ETA lo mató. Era un 4 de junio del año 2000. Domingo. Había ido a misa y se disponía a hacer la ruta habitual de poteo dominical, como muchos otros vecinos de su pueblo, Durango. Un pistolero de ETA, todavía sin identificar, se acercó por la espalda y le disparó en la cabeza. Iba solo, sin escolta, pese a que era concejal del PP y por aquel entonces el Partido Popular estaba de lleno en la diana de ETA. En el pueblo, era el único de los cuatro concejales del PP que resistía a llevar protección. “A mí no me va a pasar nada”, cuentan que decía a los que se preocupaban por él. Afiliado al sindicato nacionalista ELA, hacía gala de que era “muy conocido en el pueblo”, de que “tenía muchas amistades entre los sectores nacionalistas”, de su carácter integrador… No le sirvió de nada. “Creía que era como una especie de salvoconducto, pero todos en el PP estábamos en el corredor de la muerte”, dice Carlos Iturgaiz, expresidente del PP vasco que tuvo que enterrar a Pedrosa y muchos otros compañeros en una época negra de la historia vasca. “Nos mirábamos y nos preguntábamos en silencio, quién será el siguiente”.

Este próximo miércoles se cumplen 25 años de aquel asesinato. Como cada año, el PP celebrará una misa y una ofrenda floral en el cementerio de la localidad. Será un día antes, el 3 de junio, porque el día 4 hay un pleno monográfico en el Parlamento Vasco y los parlamentarios del PP, con su presidente Javier de Andrés a la cabeza, no quieren faltar al homenaje del concejal asesinado y acompañar a su viuda, Carmen Hernández, que sigue viviendo en el pueblo. Consideran que el recuerdo y la memoria son ejes fundamentales para que Euskadi avance, en un camino en el que queda mucho por recorrer. “En Durango no gobierna Bildu tras las pasadas elecciones, porque lo impidió el PP con su concejal, Carlos García. Son los herederos de todo aquello y siguen todavía justificando lo injustificable, sin condenar los asesinatos de ETA, las amenazas que ha habido en esta tierra a políticos, hijos de políticos, a periodistas, a jueces, siguen sin condenar y siempre justifican”, señala Iturgaiz, que recuerda que hace apenas unos días, apareció una pintada de ‘Gora ETA’ en el ´pórtico de la iglesia de la localidad. “25 años después esto no ha acabado”, dice.

El expresidente de PP tiene gravada en la memoria el día que mataron a Pedrosa. “Da igual el tiempo que pase”, recuerda. Estaba pasando el fin de semana en Cantabria y recibió una llamada de la Ertzaintza de que habían matado a un concejal en Durango. “Sin saber todavía quién era pedí a los escoltas que me recogieran y emprendí el camino a Durango. En cuanto se supo que era Jesús Mari , me llegaron muchísimos recuerdos en esos momentos a la cabeza”, dice. Sobre todo de cómo intentó convencerle sin éxito de que tenía que llevar escolta porque “todos estábamos en la diana de ETA” .

“Jesús Mari era una persona fenomenal. Era guipuzcoano de Ordizia, pero desde pequeño se había afincado en Durango y era muy del pueblo, muy, muy campechano. Un tío ‘jatorra’. Ya habían matado a Miguel Ángel Blanco y todos estábamos en la diana de ETA, sabíamos que ETA venía a por nosotros para que desapareciéramos física y políticamente del País Vasco”, recuerda Iturgaiz. Cuando otro de los concejales del PP en Durango le mostró su preocupación por Pedrosa, quedó con él para intentar disuadirle de su error. “Le dije: ‘¿no te das cuenta de que las cosas están muy mal y que vienen a por nosotros?’” “Y me dijo, ‘sí, claro que están mal las cosas, pero no te preocupes por mí. Yo no quiero escolta porque a mí no me va a pasar nada, porque en el pueblo todos me conocen. Yo tengo muchos amigos nacionalistas’, me dijo. ‘Y soy de ELA’, como si ese fuera su salvoconducto. Nunca se me olvidará”. “Y aunque le dije que esos les daba igual sus amigos o que fuera de ELA, que todos los concejales o cargos del Partido Popular estábamos en el corredor de la muerte, se negó en redondo. ‘No me vas a convencer, Carlos’, me dijo. Y poco después, mira. Esa conversación no me la quita nadie de la memoria”.


Capilla ardiente de Jesús Mari Pedrosa en el Ayuntamiento, con cargos del PP, entre ellos Carlos Iturgaiz.

Pedrosa, era afiliado a ELA, el principal sindicato nacionalista, que por aquel entonces, dirigía José Elorrieta. Desde el sindicato, tras el asesinato del que era su afiliado se dijo: “La sociedad vasca es una sociedad plural, pero la sociedad vasca no es una sociedad dividida, porque su gente, la gente llana, por encima de formas de pensar, convive y participa en proyectos comunes y quiere seguir haciéndolo. El propio Jesús Maria Pedrosa es un ejemplo de ello…” Fue el segundo militante de ELA que asesinaba ETA. En 1997 la banda terrorista había matado a Javier Gómez Elósegi, miembro sectorial de Prisiones del sindicato.

Recuerda Iturgaiz que en la llamada que hizo a Jaime Mayor Oreja, para comunicarle el asesinato de Pedrosa, el entonces ministro del Interior, le dijo:“Otro”. “Ese ‘otro’ se me grabó a fuego”. Y es que era una época en la que “en las Juntas directivas del partido nos mirábamos unos a otros y pensábamos, quién será el siguiente. Porque había un siguiente”.

Los concejales y cargos del PP sufrían en esos años de terrorismo un acoso casi continuo, que en caso de los asesinados, presagiaba en cierto modo el fatal desenlace y continuaba después del asesinato, acosando a su familia. En el caso de Pedrosa no fue distinto. “Estaba amenazado, le escribían cartas, le hacían pintadas…Todos teníamos lo mismo”, recuerda Iturgaiz. “Era el pan nuestro de cada día recibir cartas o llamadas avisando de que vas a ser el siguiente”. Aún así no se quiso marchar de Durango. Tampoco lo hizo después su viuda y sus dos hijas. Y eso que el acoso siguió después de muerto, con llamadas a su familia.


5895578608402024000

Carlos García, en estos momentos el único concejal del PP en Durango y que con su voto impidió que EH Bildu, el partido más votado en la localidad en las últimas elecciones municipales se hiciera con la alcaldía, tenía 20 años cuando mataron a Pedrosa, pero ya era concejal en Sondika. Fue uno de los que el asesinato de Miguel Ángel Blanco, tres años antes, les había llevado a dar un paso hacia la política activa, pese a los riesgos que eso conllevaba. La noche que mataron a Pedrosa, García la pasó velando el ataúd de concejal, junto a otros jóvenes del partido, relevando a las autoridades que lo habían hecho durante la tarde. El ataúd estaba cubierto una gran bandera de España que Iturgaiz tuvo que pedir a la delegación del Gobierno porque “en el Ayuntamiento no había ninguna bandera española”. Recuerda Carlos García con tristeza que “mientras estábamos allí, velando e nuestro compañero, había gente gritando desde la calle, en el Casco Viejo, justo al lado ‘ETA mátalos’. Algo tenebroso que muestra hasta qué punto había calado el odio y el adoctrinamiento violento de la organización terrorista de ETA”.

Cuando mataron a Pedrosa el PP tenía cuatro concejales en el Ayuntamiento de Durango. “Fue un antes y un después. Empezó a caer la presencia en picado hasta quedarnos en cero. Cada vez era más difícil tener candidatos para completar las listas”. Por eso, dice, es tan importante haber conseguido en las elecciones de 2023, recuperar la presencia en el Ayuntamiento. “Ahora sólo tenemos un concejal, pero mi objetivo de cara al futuro es trabajar para aumentar esa presencia. Ese el mejor homenaje que puedo hacer a Jesús Mari”, dice.


Detalle de la placa con todos los cargos del PP asesinados por ETA.

En la puerta del despacho de Carlos García en el Ayuntamiento de Durango hay una placa en recuerdo de los “compañeros muertos por defender la libertad”. Un listado de 26 nombres. Enfrente está el despacho de EH Bildu. “Quiero que lo vean cada día”, dice. Y recuerda que hay nueve concejales ahora de EH Bildu, que no gobierna gracias al voto del PP, y que nunca han condenado ni el asesinato de Pedrosa, ni ningún otro, muchos con el pueblo como escenario. “En total, 13 familias de Durango destrozadas. Nueve asesinados en el pueblo y otros cuatro que eran vecinos de Durango que se les asesinó fuera”. Este año el ayuntamiento empezará a poner placas en recuerdo de los asesinados. “Tengo el compromiso por escrito del PNV y del PSE-EE de que se va a hacer, y me parece fundamental, porque hay un desconocimiento enorme entre la gente joven de lo que ha supuesto la persecución y el asesinato en nuestras calles de forma totalitaria por motivos ideológicos y que no sepan nada de nada. Es tremendo. Hay un silencio sepulcral, parece algo tabú, sobre lo que no se puede hablar. Yo no me resigno a que se olvide a las personas que han sufrido el terrorismo, que han sido asesinados o los que han sido perseguidos. Y luego que no se olvide quiénes han sido los asesinos. Porque ahora parece que tenemos que darle las gracias por lo que nos dejan vivir”.

Por eso cree que la colocación de estas placas de recuerdo a cada uno de los asesinados en la calle también es muy importante“. ”Si aceptamos que sea un tema tabú, del que no se puede hablar, estás aceptando el que estés estigmatizado para siempre. Que el PP sea una organización, un partido estigmatizado y me niego a eso“, insiste. ”Hemos sido estigmatizados por los pistoleros, son ellos quienes tienen que estar estigmatizados y quienes ser unos apestados en esta sociedad, los asesinos y los terroristas y los que mataron a Jesús Mari Pedrosa. Por eso es importante esa memoria“. Y también la reparación. Y recuerda por eso, que el de Pedrosa es uno de los cientos de asesinatos de ETA, que hoy, 25 años después, sigue sin resolver.