Por el humo se sabe…

Por el humo se sabe…

Encontrar el equilibrio entre el bien común, la sanidad pública y las libertades individuales es el reto de las sociedades democráticas. Prohibir es fácil y no siempre la mejor forma de gobernar

Uno nunca debe prohibir aquello que no tiene el poder de prevenir

Napoleón Bonaparte

Volvía hace unas horas de un viaje de trabajo con un colega que, nada más salir del caótico edificio de Atocha en busca del taxi pedido por la empresa, se ha encendido un piti. Como quiera que veníamos de un debate en el que se había desgañitado por defender la tesis de la conspiración contra el gobierno, y no sin mala leche, le he preguntado: “Oye y tú lo de prohibir fumar al aire libre de Mónica García cómo lo llevas?”. Ni qué decir tiene que me ha contestado que era tremendo el afán por prohibir algo que no perjudica ya al prójimo sin que por ello haya dejado de ilustrarme con sus fuentes que hablan de una próxima crisis de gobierno, antes del verano, en la que la titular de Sanidad saldría con sus trastos por la puerta. No he debatido más, viajar ya es demasiado agotador, aunque sea en la semana sin humo, esa que a la política no le afecta para nada, porque no dejan de usarlo para fabricar pantallas. 

Y es que esta que termina ha sido la vigesimoquinta semana sin humo. Yo en realidad llevo más, casi treinta. Para celebrarlo y para asomar un poco la cabeza en el fárrago político, Mónica García ha anunciado que prohibirá fumar y vapear en terrazas, marquesinas, campus universitarios, discotecas al aire libre, conciertos, festivales y todo el ocio al aire libre. No en las playas, ojo. Lo digo porque su colega francesa le ha adelantado en la misma semana anunciando que prohibirán también fumar en las playas. ¿Por qué no en las playas, Mónica, si las colillas son una plaga en la arena? No lo ha explicado. A mí que mi contertulio haya fumado al salir de la terminal no me ha importado porque el humo en el exterior se diluye y yo, con asma y todo, no me lo he tragado. Por cierto que lo mismo pasaba con los virus y las mascarillas en el exterior, que era absurdo. 

Vamos a esta curiosa forma de gobernar que consiste en prohibir más de la cuenta, lo de velar por nosotros más allá de lo proporcional y lo razonable. Fumar es malo. Vapear tampoco debe ser la panacea. Molestar a los demás y obligarlos a respirar tu humo de forma pasiva no es ni educado ni cívico ni aceptable. Hasta ahí todo correcto. ¿Dónde acaba ese velar por la salud del individuo más allá de su voluntad? Follar sin condón es malo y te puedes coger lo que sea. ¿A alguien se le ha ocurrido prohibir la promiscuidad y las chemsex? Bueno, sí, quiero decir más allá de la Iglesia Católica y otras similares. La triquinosis te podía matar ¿era proporcionado prohibir comer cerdo por los siglos de los siglos incluso con veterinarios y remedios? Bueno sí, que Mahoma ya lo hizo y la maldición del jalufo persigue a los suyos. 

Prohibir con proporcionalidad es un concepto ajeno a estas medidas. Encontrar el equilibrio entre el bien común, la sanidad pública y las libertades individuales es el reto de las sociedades democráticas. Así se lo han recordado a la propia Mónica García en Europa donde el proyecto de Real Decreto para modificar la ley del tabaco ha recibido a través del sistema TRIS el reproche de al menos seis países miembros por pretender “restricciones desproporcionadas” y que colisionan con las directivas europeas, atentando contra el libre comercio europeo ya que pretenden ir más allá en la prohibición que cualquier otro estado miembro. Veremos qué sucede con Europa y veremos si estas restricciones salen adelante en el Congreso. 

Una de las cuestiones en liza es la de prohibir los sabores de los vapeadores, ningún país lo hace, y esta cuestión es un buen ejemplo de una deriva prohibicionista sin proporcionalidad o explicación. ¿Por qué una persona no puede vapear con sabor frambuesa, arándano o, yo qué sé, gin tonic? Incluso suponiendo que no puedas vapear en una terraza o en la playa ¿por qué no puedes hacerlo en tu puñetera casa con el sabor que quieras? La respuesta es que se trata de evitar que los menores se inicien en la nicotina y me parece un esfuerzo loable, lo que no me lo parece es cortar por lo sano sin intentar lograr tu objetivo de la forma menos lesiva posible. Si quieres que los menores no vapeen ¿no es más fácil dar marcha atrás a la liberalización y obligar a que los vapeadores sólo se puedan vender en estancos o en tiendas especializadas que controlen la edad como se hace con el alcohol? Que ahora se venden en bazares, supermercados, tiendas de conveniencia y hasta peluquerías. ¿No es más fácil y más proporcionado hacer eso que tirar por la calle de en medio y ponerte además a media Europa en contra? De facto el incremento del acceso a menores a los vapeadores se produjo después de que en 2023 se permitiera su venta libre. 

Prohibir es fácil y no siempre la mejor forma de gobernar. No se pueden matar moscas a cañonazos. Darmanin, ministro francés, ha tenido la ocurrencia de proponer prohibir el dinero en efectivo como forma más efectiva de lucha contra el narcotráfico. Todos entendemos sus argumentos pero ¿es proporcional?, ¿ha tenido en cuenta los inconvenientes? Nosotros después del apagón los tenemos demasiado próximos. Acuérdense de la polémica de Alberto Garzón con la carne y la polvareda que esto levantó en comensales y productores: “un txuletón al punto es imbatible” tuvo que declarar Sánchez para evitar el incendio. ¿Cómo van a acoger los jóvenes la propuesta de García? Los que fuman, cigarrillos o costo, los que vapean, no creo que aplaudan no poderlo hacer en el campus al salir de clase o cuando estén de fiesta en los lugares indicados. Por cierto, que nada les impediría montarse un botellón espontáneo en la playa, por ejemplo, para hartarse de fumar y beber soslayando el decreto. Lo prohibido tiene fuerza para azuzar el deseo como es sabido.

El tabaco, normal o calentado, y la nicotina no se van a prohibir totalmente. Demasiado daño para las arcas y demasiado daño a los votos. Sería además ilógico prohibir el tabaco y no el alcohol de forma total o, ya puestos, follar de forma peligrosa o conducir, para evitar todas las muertes en la carretera. Gobernar es ponderar y realizar políticas que estimulen o disuadan dentro de unos marcos lógicos y aceptables. La ley de Zapatero fue aplaudida al constatarse que era loco llenar de humo espacios cerrados y obligar a los no fumadores a ser fumadores pasivos. Lo de fumar al aire libre en un campus o lo de no poder tomarte una cerve con otros padres mientras tus hijos juegan en el parque es una inmisión exagerada en el terreno de la decisión personal. Una inmisión absurda, además, puesto que esos menores pueden ver a sus padres fumar o beber en su propia casa o ¿es que se ha planteado alguien perseguir al que fume o beba en casa con sus hijos dentro?

Cortar por lo sano es muy fácil. Casi todos los estamentos represores que en el mundo han sido – religiones o dictaduras de todo signo- lo han tenido claro. Del te cierro los bailes y los cines en Semana Santa para que no peques del nacionalcatolicismo de Franco a los pantalones ajustados que King Jong Un relaciona con el occidentalismo o la serie Friends que también perturba a Xi Jinping. Cabeza y proporcionalidad. “Los estados miembros están obligados a garantizar que cualquier medida restrictiva sea proporcionada independientemente de su justificación. Una justificación debe tener un vínculo claro entre la medida y el objetivo y probar que no haya medidas adecuadas que restrinjan menos las libertades individuales” recuerdan las quejas europeas al proyecto de García. Menos mal que aún tenemos la pantalla racional de la Unión Europea que, afortunadamente, nos aleja de tanto humo electoralista. Y sí, parece que la ministra se teme que lo del Gobierno se acabe y tener que volver a la política madrileña sin muchas esperanzas. Por el humo se sabe… donde está el fuego.