
Chappell Roan pone el broche ‘queer’ a una noche final del Primavera Sound en la que la pamplonesa Amaia brilló como artista total
La estadounidense cantó sus principales éxitos sobre un gran escenario que representaba un castillo gótico, mientras que la pamplonesa puso la magia y el talento presentando su último trabajo ante un público entregado
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Chappell Roan enamoró a su público, que vino desde numerosos rincones del continente para verla en el escenario Estrella Damm del Primavera Sound 2025. Fue la primera fecha de su gira europea, un estreno cuyo honor le correspondió a Barcelona. La de Misuri ha alcanzado un éxito meteórico tras varias intentonas fallidas en la última década. La razón de su salto a la fama se llama The rise and fall of a Midwest princess, un disco de pop sobresaliente y soberbio, lleno de grandes canciones bailables y letras que son una declaración de guerra a la heteronormatividad y un reclamo de la cultura queer, trans y LGTBI+.
Con los temas de este trabajo, Roan se ha convertido en referente para toda una generación que rechaza los estereotipos de género, tal como se pudo observar ayer durante el concierto en el que le tocó defenderlos. El público, cerca de 60.000 personas, coreaba cada una de las canciones que la cantante y compositora, vestida con un conjunto que parecía un híbrido entre una ensoñación juglaresca medieval y el atuendo de un roquero progresivo de los 70, abordaba. También respondía a los distintos guiños que la diva de pelo rojo lanzaba, muchos de ellos dardos hacia los hombres heteros, de los que asegura no guardar buen recuerdo.
Musicalmente, la ejecución fue impecable, con la agradable sorpresa de contar con una sólida banda, en su mayoría femenina, que ejecutó con solvencia un acompañamiento más eléctrico de lo esperado y, que recordó en ocasiones a la New Power Generation de Prince. En cuanto a la voz, Roan defendió sus canciones sin grandes alardes pero con solvencia, cosa que el público agradeció
Respecto a la escenografía, cada día más importante en este tipo de eventos en los que la distancia entre el público y el escenario puede ser de centenares de metros, fue elaborada: una suerte de castillo con reminiscencias de Juego de Tronos, hasta el punto de abrazar la Roan un muñeco que representaba un dragón bebé. La artista se paseó todo el rato a lo largo y lo alto de su fortaleza gótica, seguida siempre por las cámaras, que reflejaban su imagen en las enormes pantallas.
El repertorio, se inició con fuerza gracias a temas como Super graphic ultra modern girl y Femininomenon. Abordó tambien Guilty pleasure y Casual. Y cuando parecía que el concierto perdía fuelle, hubo cambio de vestuario y de tercio, para cantar el tema Barracura, de la banda de heavy setentera Heart. Quiso Roan injertar enconces diveras baladas –The subway, Kaleidoscope, The Giver–, cosa que enfrió el ambiente.
Por suerte, pronto retomó la senda eléctrica con su himno Hot to go para ya poner la directa mientras los fans coreaban cada una de las canciones. El broche lo puso con sus dos temas más populares: Good luck, babe! y Pink pony club, ya con la parroquia entregada.
Maravillosa Amaia
Si se pudiera dar el Balón de oro a las artistas, de modo que se premiara el talento por encima del músculo financiero de las diferentes propuestas, el idioma, la difusión, etc., sin duda la pamplonesa Amaia lo merecería. Artista, total, no solo maneja con soltura los teclados, la guitarra, el arpa o lo que se le ponga por delante, sino que además baila libérrima, repartiendo su magia por el escenario, y tanto lo hace con pasos de danza contemporánea como en un zapateado flamenco o coreografías de j-pop.
Amaia durante su concierto en el Primavera Sound 2025
Actuó una hora antes que la Roan y en un escenario más humilde, el Cupra, aunque con suficiente cabida para reunir a todos sus fans, que fueron varios miles y que cantaron casi todas las canciones junto a la navarra, muy apegada a Barcelona, donde vive que inició su carrera. “A mí Barcelona me ha cambiado la vida”, reconoció, una mención que le valió una estruendosa ovación.
Tuvo una hora para tocar los temas de su último disco, Si abro los ojos no es real, acompañada por su banda además de por una sección de viento y otra de cuerda que embellecían todos los temas sin restarles un ápice de ritmo. Así cuajó un concierto emocionante y redondo: bromeando continuamente con el público, exhibiendo una frescura y una candidez que enamoraban. Cantó las letras de sus temas, a caballo entre la poesía y la narración, muchas de ellas de una crudeza y una oscuridad notable.
Se atrevió, además, a revisitar composiciones legendarias, como hace con Tocotó, una versión muy libre del Corre, corre caballito de Marisol. Y por descontado en Santos que yo te pinte, un tema descarnado de Los Planetas que se inicia con unos sobrecogedores versos (Yo no tengo la culpa / de que te duela el alma. / No tengo culpa ninguna / de que te fumes plata) que ella dota de una belleza quebradiza y extrema.
Cerró Amaia su actuación, entre vítores, con la canción enseña de su disco, la hermosa Tengo un sentimiento. Pero antes se marcó una jota con Yamaguchi, tema de su anterior álbum, Cuando no sé quien soy, una marcianada llena de poesía en la que dio fe de su gran voz.
Anohni, la segunda vida de Antony and The Johnsons
El gran artista que antaño fuera Antony, líder de Antony and The Johnsons y autor de canciones enormes como Blue Angel, Kiss my name o Fistful of love, el dueño de la voz más negra de la clase media blanca de la bahía de San Francisco, el artista que lleva paseando su orgullo trans y queer desde hace casi tres décadas, regresó al Primavera Sound, esta vez trasmudado en Anohni, su nueva identidad artística. Con ella, grabó los temas de su último trabajo, My back was a bridge for you tu cross, que presentó anoche en Barcelona.
En el escenario Amazon Music, mantuvo la esencia de su pop de cámara e incluso aumentó la experimentación en el acompañamiento musical, ejecutado por una excelente banda, acaso los nuevos “Johnsons”. Pero quiso dotar al concierto de una significación especial mostrando de fondo de escenario imágenes de un arrecife de coral degradado, a la par que entre canción y canción aparecían en las pantallas científicos explicando la gravedad y la irreversibilidad de los cambios que están experimentando los distintos ecosistemas con el cambio climático. El resultado fue una sensación de profundo dolor a quien prestara atención a las pantallas, que solo la gran belleza de la voz de Anohni lograba apaciguar. Este artista nunca decepciona.