El regreso del sarampión, o cómo las enfermedades ‘usan’ a los antivacunas: «Nosotros las olvidamos, pero ellas no a nosotros»

El regreso del sarampión, o cómo las enfermedades ‘usan’ a los antivacunas: «Nosotros las olvidamos, pero ellas no a nosotros»

Los brotes entre personas sin vacunar demuestran que muchos patógenos hasta ahora controlados por la vigilancia y la inmunización están listos para regresar: difteria, tos ferina o polio aparecen cuando las coberturas vacunales caen, como ocurre incluso en países de rentas altas

¿Por qué está creciendo el sarampión? España necesita mantener la vacunación para contener los brotes

Las ideas conspiranoicas ganan terreno: la mitad de los españoles cree que nos ocultan los ‘peligros’ de las vacunas

“Cualquier patógeno está al acecho de una tasa de vacunación baja para reaparecer”. Estas palabras de la secretaria de la Asociación Nacional de Enfermería y Vacunas, Inmaculada Cuesta, explican los riesgos a los que nos enfrentamos por socavar la bondad de las vacunas. Un fenómeno global que ha hecho que se ralentice la vacunación en el mundo y que incluso en muchos países de rentas altas haya un retroceso en la población inmunizada.

El sarampión, la difteria, la polio, la tos ferina, el tétanos, el herpes zóster… la lista de enfermedades controladas –y casi olvidadas– a base de vacunación es larga. La OMS calcula que en 50 años, las vacunas han salvado 150 millones de vidas en todo el mundo al evitar contraer patologías mortíferas. Aun así, esta investigación publicada en The Lancet el pasado martes concluye que es “necesario un incremento sustancial de las coberturas en muchos países” desde el África subsahariana al sur de Asia, Latinoamérica o el Caribe.

El caso del sarampión ilustra cómo se le está abriendo la puerta otra vez a los patógenos. La vacuna contra este virus ha sido una de las más criticadas –sin demasiado fundamento científico–, lo que se ha traducido en caídas de la tasa de cobertura en distintos países contra una enfermedad que necesita que haya un alto porcentaje de población inmunizada para evitar su propagación.

En España, por ejemplo, el año pasado se registraron algo más de 200 casos contra los 14 confirmados en 2023. Pero es que en lo que va de 2025 ya se han detectado más de 300 casos. Es decir en medio año, un 50% más que en todo el curso anterior.

En la Unión Europea, los brotes de sarampión sumaron en 2024 más de 35.000 casos, diez veces más que un año antes. El 87% de los pacientes estaban sin vacunar, según el informe de situación del ECDC. Este año, al menos tres personas han fallecido en Estados Unidos en un brote de sarampión: dos menores y un adulto. Todos sin vacunar, según confirmaba el Centro de Control de Enfermedades. El brote afectó a 800 personas (más de dos tercios, entre 0 y 19 años) de los que el 96% no estaban vacunados (o se desconocía si lo estaban).

Además, como explicaba Inmaculada Cuesta, esta enfermedad no es la única que rebrota si se descuida: “La única que está erradicada es la viruela, el resto están controladas por la vigilancia y la vacunación”. “Nosotros nos olvidamos de las enfermedades, pero las enfermedades no se olvidan de nosotros”, resume.

Precisamente, ahora se cumplen diez años de la muerte de un niño de seis años por difteria en España después de que sus padres decidieran no vacunarlo. Era el primer caso de difteria del país en 30 años.

El vocal senior de la Asociación Española de Vacunología, Fernando Moraga-Llop, recuerda “lo triste que fue que un niño muriera en pleno siglo XXI con todos los recursos a su alcance porque no se le había administrado una vacuna efectiva, accesible y gratuita”.

Este pediatra también llama la atención sobre que, actualmente en España, “la segunda dosis de la vacuna de la tos ferina se queda en una media a nivel nacional del 89% y en varias comunidades autónomas está incluso por debajo de esa cifra”. El año pasado se registraron en España numerosos brotes de esta enfermedad “casi todos en escolares de 10 años”, subraya Moraga-Llop.

“El mensaje es claro: hay que mantener una tasa de vacunación alta en todas las enfermedades porque pueden volver”, remarca Inmaculada Cuesta. “Las coberturas tiene que mantenerse. La población no es consciente de enfermedades que no han visto nunca, pero, si no se hace, regresan”, añade el Moraga-Llop. Enfermedades que devuelven imágenes muy pretéritas como las de la polio, la tos ferina o el garrotillo (nombre popular de la difteria).

Conspiranoia antivacunas

Sin embargo, lo que está creciendo es una percepción conspiranoica sobre las vacunas. Al menos es lo que revelan los resultados de la última Encuesta de la Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología de la FECYT: casi la mitad de la población en España cree que las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas y un cuarto afirma que “el Gobierno oculta la relación entre las vacunas y el autismo”.

Y, de nuevo, el sarampión ilustra el fenómeno. En 1998, una investigación afirmó que la vacuna triple vírica: (sarampión, rubéola, paperas) estaba detrás de casos de autismo. El trabajo se demostró fraudulento hasta el punto de que la revista donde se había publicado, The Lancet, tuvo que retractarse y eliminar el artículo. Pero muchos años después, la idea de que la vacuna contra el sarampión puede generar autismo sigue circulando.

A pesar de que el calendario vacunal español es “el mejor de Europa”, según explica Fernando Moraga-Llop, “se observa una discreta tendencia” antivacunas, añade el pediatra. Y pone el ejemplo de que “la segunda dosis del sarampión está en una media del 91%, por debajo del ideal del 95%”.

Inmaculada Cuesta apunta además a que pueda haberse instalado cierto “cansancio” de las vacunas, sobre todo en la población adulta, que provoca que se pierda “adherencia” a los programas de inmunización. “La ciencia ya ha desterrado la idea de que las vacunas son cosa de niños, ya que, con la edad, se debilita el sistema inmunitario”, comenta la enfermera para reforzar la idea de que las dosis de recuerdo a los 65 años como la del tétanos o el herpes zóster o las estacionales como las de la gripe o la covid-19 son necesarias.

“Los adultos españoles deberían estar contentos de que cada vez se añadan más vacunas para mayores –afirma el médico Moraga-Llop– y no solo por las patologías específicas, sino por evitar complicaciones con otras enfermedades. Es esencial para llevar una vida saludable”.