Canadá no se convertirá en un estado de EEUU, ¿pero puede unirse a la UE?

Canadá no se convertirá en un estado de EEUU, ¿pero puede unirse a la UE?

Un eurodiputado alemán ha iniciado una campaña para impulsar una futura adhesión de Canadá a la UE que, tras las amenazas de Trump a su viejo aliado, cobra fuerza a nivel social pese a los obstáculos políticos

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Joachim Streit nunca ha pisado Canadá. Pero eso no impide que este político alemán, eurodiputado del partido liberal Renovar Europa, esté inmerso en una tenaz campaña personal que él mismo califica de “aspiracional”: quiere que el país norteamericano entre en la UE. “Tenemos que fortalecer a la Unión Europea”, dice Streit, elegido en 2024 diputado del Parlamento Europeo. “Creo que Canadá, como dice su primer ministro, es el país más europeo fuera de Europa”.

Streit imaginaba desde hacía tiempo que Canadá era una especie de paraíso, un país de densos bosques con ríos anchos y caudalosos. Comenzó a verlo desde otra perspectiva cuando Donald Trump volvió a la presidencia de Estados Unidos y desató una guerra comercial con gran parte del mundo, dando la espalda a los aliados tradicionales. Fue entonces cuando se dio cuenta, vista la rápida reconfiguración de la dinámica mundial, que la UE y Canadá podían revisar en beneficio mutuo su relación bilateral de una manera hasta el momento relativamente inexplorada.

“Tras las acciones del presidente Trump, los canadienses han visto minada su confianza en Estados Unidos, igual que nosotros desde Europa […] Necesitamos reforzar los lazos que nos vinculan con nuestros amigos”, dice. Aunque hasta ahora no era más que “una aspiración”, Streit se pregunta si ha llegado el momento de examinar la idea de que Canadá se convierta en miembro de pleno derecho de la UE.

“Canadá sería un miembro fuerte”, añade. “Si fuera miembro de la UE, ocuparía el cuarto puesto por su PIB; es miembro de la OTAN; y un 58% de los canadienses en edad de trabajar tiene estudios universitarios”, dice. Otra ventaja que según Streit tiene Canadá es su gran reserva de energía, un activo que podría ser útil para la UE en su lucha por desprenderse del gas ruso.

Streit se ha convertido, tras comenzar su campaña el mes pasado, en el defensor más visible de una propuesta que ha ganado partidarios desde que Trump planteó la posibilidad de incorporar a Canadá como 51º estado de EEUU.

Sigmar Gabriel, exministro de Asuntos Exteriores de Alemania, ya había pedido a finales de enero que se invitara a Canadá a incorporarse a la UE. “Son más europeos que algunos países miembros”, declaró a la cadena alemana Pioneer Media.

Los medios de comunicación de ambos lados del Atlántico han sondeado a los ciudadanos sobre la propuesta. Un 44% de entre 1.500 canadienses consultados decía en febrero estar a favor de que Canadá analizase una posible incorporación a la UE.

Un portavoz europeo echó un jarro de agua fría sobre la iniciativa en marzo, citando el artículo del Tratado de la UE donde se especifica que solo los países europeos pueden pedir la adhesión. Streit obvia el tecnicismo y alude a los territorios franceses de ultramar. “Tampoco están en Europa, pero pertenecen a la Unión Europea”, dice. Chipre, considerado territorio de la UE, pero situado geográficamente en Asia occidental, es otro ejemplo, en su opinión.

Desde un punto de vista estrictamente técnico, Canadá sí está conectado geográficamente con Europa, aunque sea por una porción minúscula de territorio, según Streit. “Groenlandia pertenece a Dinamarca y comparte frontera con Canadá”, dice, señalando la línea divisoria de 1,3 kilómetros cuadrados que atraviesa la deshabitada isla de Hans.

Streit presentó en abril una pregunta escrita al Parlamento Europeo en la que preguntaba si el artículo del Tratado que estipula que los Estados deben ser europeos podía interpretarse para permitir la adhesión de Canadá o, en su defecto, si se podía reformular. Aún no ha recibido respuesta.

Incansable, el político alemán envió una carta a dos comisarios de la UE en la que pedía que se pusiera en marcha una especie de Erasmus político entre la UE y Canadá: un programa de intercambio profesional para que los funcionarios de la UE comprendan los matices del federalismo canadiense y que los canadienses se hagan una idea del funcionamiento de las instituciones europeas.

“Sería un paso simbólico y práctico hacia una integración más profunda”, dice. En su opinión, se podría iniciar aprovechando relaciones ya existentes, como la del acuerdo comercial UE-Canadá o como la participación de Canadá en Horizonte Europa, el programa insignia de investigación científica de la UE.

Streit ha tenido contacto permanente con los canadienses desde el lanzamiento de la campaña. Se ha reunido dos veces con uno de los altos cargos enviados por Canadá a la UE y se ha entrevistado con una asociación de Bruselas que promueve el comercio entre Canadá y la UE.

Su oficina ha comenzado a recibir correos electrónicos de apoyo a medida que se difunden sus esfuerzos. Algunos aportan sus propias ideas sobre la manera de eludir el escollo de la ubicación geográfica. En uno de los últimos, se exponía lo que el autor describía como la puntilla, el argumento definitivo: Canadá es parte de la Commonwealth, vinculada por tanto al Reino Unido y, por extensión, a Europa. “¿Y quién está a la cabeza en Canadá?”, pregunta Streit en referencia al rey Carlos III. “Y es europeo”, señala.

Streit dice ser perfectamente consciente de que la idea puede ser inviable, a pesar de todos sus esfuerzos. Aun así, espera que como mínimo sirva para forjar lazos más fuertes con Canadá, como los que la UE ya tiene con Noruega o Suiza. “A veces, en la historia, la ventana de oportunidad se abre y luego se vuelve a cerrar”, dice. “Y a veces, la ventana de oportunidad se abre solo durante un breve momento”.

Traducción de Francisco de Zárate.