
Jorge Otero, experto en conservación: «El riesgo de daños en el traslado de las pinturas de Sijena es muy real»
Otero es uno de los principales impusores del manifiesto de más de 150 conservadores de arte ‘El patrimonio no es una bandera’, en el que reclaman que los políticos se aparten del debate sobre el traslado de las pinturas murales de Sijena y prevalezca solo el criterio de los expertos
El Supremo confirma que las pinturas murales de Sijena deben ser devueltas al monasterio en Huesca
El pontevedrés Jorge Otero, investigador y profesor en Conservación del Patrimonio en el Departament de Arts i Conservació-Restauració Universitat de Barcelona y miembro experto del Comité Internacional de Pintura Mural–ICOMOS, es una de las máximas autoridades mundiales en restauración de arte dañado por incendios. A principios de este año lideró una expedición científica para estudiar los resultados de un incendio en diversas estatuas moái de la isla de Pascua.
Es, además, uno de los principales impulsores del manifiesto de más de 150 conservadores de arte El patrimonio no es una bandera, en el que reclaman que los políticos se aparten del debate sobre el traslado de las pinturas murales de Sijena y prevalezca solo el criterio de los expertos.
En conversación con elDiario.es, Otero asegura que el riesgo de daños en el traslado es alto y real y que lo ideal es que la judicatura hubiera encargado una evaluación rigurosa antes de dictar sentencia, tanto en la Audiencia de Huesca como en el Tribunal Supremo. No obstante y dadas las circunstancias, este científico pide que si se realiza el traslado, se haga tras un estudio llevado a cabo por un grupo de expertos internacionales y con las mayores prestaciones tecnológicas.
Usted, junto al profesor Fernando Carrera y otras personalidades, encabeza la firma del Manifiesto El patrimonio no es una bandera. ¿qué les movió a intervenir?
Nos decidimos a intervenir porque veíamos con inquietud cómo, en el debate público y mediático, el patrimonio cultural empezaba a utilizarse como una bandera identitaria más. También porque, entre tantas voces y opiniones, echábamos en falta la que, a nuestro juicio, debería ser central: la conservación de las pinturas. El estado de las piezas y los riesgos asociados a su manipulación apenas estaban siendo considerados, y pensamos que era necesario recentrar la conversación en torno a los criterios de conservación-restauración.
Con el manifiesto quisimos recordar que los conjuntos históricos no nacen para alimentar conflictos políticos, sino para ser conocidos, estudiados y preservados en beneficio de toda la sociedad. El caso de Sijena es especialmente singular: se trata de un conjunto mural que, tras un incendio y un arranque realizado en condiciones muy agresivas, presenta una fragilidad inherente. Aunque no disponemos aún de toda la documentación técnica, resulta evidente que cualquier operación de desmontaje, traslado o reinstalación implica una intervención compleja y de alto riesgo.
Con el manifiesto quisimos recordar que los conjuntos históricos no nacen para alimentar conflictos políticos, sino para ser conocidos, estudiados y preservados en beneficio de toda la sociedad
Por eso creemos que estos riesgos deben ser evaluados con rigor y serenidad por profesionales especializados en conservación-restauración, y que cualquier decisión debe estar sustentada en criterios técnicos y científicos. Esa decisión, además, debe quedar al margen de presiones mediáticas o juicios ideológicos, y estar guiada exclusivamente por el bienestar de la obra y el respeto al criterio profesional, fruto de un diálogo sereno y cooperativo entre los equipos técnicos implicados.
¿Qué fases y acciones definirían el traslado de las pinturas murales de Sijena desde el MNAC al monasterio?
El traslado de las pinturas murales de Sijena es, en mi opinión, una operación de gran complejidad técnica y con un riesgo elevado, que debe abordarse con mucha prudencia y rigor. No puede hacerse con prisas ni sin un estudio previo de riesgos y conservación, porque cualquier intervención precipitada podría causar daños irreparables al patrimonio cultural.
Aunque solo los equipos que han trabajado directamente con las obras pueden definir con precisión los pasos concretos, en líneas generales este tipo de traslado implica varias fases clave. La primera sería una evaluación exhaustiva del estado de conservación y estabilidad de las pinturas a posibles vibraciones, realizada por especialistas. Luego, se debería llevar a cabo un estudio de viabilidad de desmontaje que incluya ensayos previos, simulaciones y el diseño de protocolos seguros para el desmontaje, transporte y reinstalación.
Cualquier decisión debe quedar al margen de presiones mediáticas o juicios ideológicos, y estar guiada exclusivamente por el bienestar de la obra
El desmontaje y traslado son las fases más críticas, por lo que deben realizarse tras ensayos previos que permitan estimar posibles pérdidas de material asociadas a estas intervenciones. El traslado debería ser llevado a cabo por una empresa especializada en el transporte de obras de arte, usando cajas antivibración u otros sistemas que minimicen el impacto durante el transporte.
Por último, la sala capitular del monasterio, lugar receptor, debe estar acondicionada para mantener unas condiciones ambientales similares a las del MNAC. En particular, es fundamental controlar la humedad relativa en torno al 60%, ya que este es el nivel adecuado para estas pinturas y así evitar la reactivación de procesos de deterioro, que es muy común cuando las obras se trasladan a ambientes diferentes.
¿Es un proceso agresivo?
Sí, desde el punto de vista de la conservación, se trata de un proceso que puede considerarse agresivo, y que, en principio, no sería aconsejable debido a la fragilidad intrínseca de las pinturas y al elevado riesgo de pérdida de material. Hay que recordar que estas obras fueron arrancadas tras un incendio, en condiciones ya muy comprometidas, por lo que cualquier manipulación, traslado o intervención implica riesgos importantes.
Por ello, cualquier actuación debería estar precedida por un estudio de viabilidad específico que incluya ensayos previos de desmontaje, y solo llevarse a cabo si existen garantías suficientes de que no habrá perdidas de material histórico. Todo el proceso debe planificarse y ejecutarse con extremo cuidado, utilizando protocolos diseñados expresamente para minimizar los riesgos y preservar, ante todo, la integridad material de las pinturas.
¿Existe un riesgo real de daños o es, como dice el gobierno de Aragón, un argumento para frenar el traslado?
En mi opinión, existe un riesgo real. No se trata de una estrategia ni de un argumento político: es un hecho técnico ampliamente reconocido en el ámbito de la conservación. Las pinturas murales de Sijena ya sufrieron daños importantes en el pasado —fueron arrancadas tras un incendio, en condiciones extremadamente delicadas— y desde entonces presentan una alta fragilidad estructural.
Cualquier operación de desmontaje y traslado implica inevitablemente tensiones físicas, posibles pérdidas de material y una exposición a variaciones ambientales que pueden comprometer su conservación y estabilidad.
En mi opinión, existe un riesgo real. No se trata de una estrategia ni de un argumento político
Estos riesgos no son hipotéticos, están bien documentados en la literatura técnica y forman parte del análisis habitual en cualquier intervención sobre obras frágiles. Precisamente por eso se insiste tanto en que cualquier decisión debe estar precedida de un estudio de viabilidad riguroso y estar guiada por criterios estrictamente técnicos, no por presiones externas o urgencias ajenas a la conservación.
Frenar o posponer una acción para proteger una obra vulnerable no es obstaculizar, es anteponer el estado de conservación de la obra y aplicar el principio de precaución, que debe guiar toda intervención responsable sobre el patrimonio.
Hay gran diversidad de opiniones entre expertos al respecto del traslado, y según a que lado de la frontera se esté puede oírse un argumento u otro. ¿A quién deberíamos de creer?
Más allá de las diferencias territoriales o ideológicas, lo fundamental es escuchar a los profesionales con experiencia directa en la conservación de las obras y a quienes han estudiado su estado en profundidad. En patrimonio, las decisiones deben tomarse con base en criterios técnicos, no en posicionamientos políticos, territoriales o emocionales, y tenemos la obligación ética de anteponer la integridad de los bienes culturales a cualquier tipo de presión externa, ya sea política, institucional o económica.
El patrimonio no entiende de fronteras administrativas: su conservación debe estar siempre por encima de cualquier otro interés
No se trata de “creer” a una parte u otra, sino de exigir que las decisiones estén fundamentadas en estudios rigurosos, realizados por equipos multidisciplinares y con transparencia. En mi opinión, lo recomendable sería realizar una evaluación independiente, con participación de especialistas neutrales reconocidos internacionalmente en conservación de pintura mural, transporte de obras frágiles y gestión de riesgos, y que sus conclusiones guíen cualquier intervención.
El patrimonio no entiende de fronteras administrativas: su conservación debe estar siempre por encima de cualquier otro interés. Por eso es clave despolitizar el debate y centrarse en lo que necesita realmente la obra desde un punto de vista técnico y conservación.
¿Por qué no encargó la jueza una evaluación previa al traslado, tal como ustedes recomiendan? ¿Debería haberlo hecho tanto la de Huesca como la Sala del Supremo antes de dictar sentencia?
Lo ideal habría sido encargar un estudio de viabilidad riguroso y actualizado antes de tomar cualquier decisión judicial. No obstante, no puedo valorar las razones específicas por las que la jueza de Huesca o la Sala del Supremo no lo solicitaron, ya que esas decisiones corresponden al ámbito judicial y están fuera de mi conocimiento.
Desde un punto de vista estrictamente técnico y de conservación, considero que un estudio de viabilidad debería ser un requisito previo e imprescindible antes de dictar sentencias que impliquen un traslado tan delicado.
Lo ideal habría sido encargar un estudio de viabilidad riguroso y actualizado antes de tomar cualquier decisión judicial.
¿Qué piensa de la acción del MNAC de presentar un incidente judicial? ¿Es un intento de impedir el traslado o de cubrirse las espaldas ante posibles desperfectos?
La presentación de un incidente judicial por parte del MNAC puede interpretarse desde diferentes perspectivas. Por un lado, podría entenderse como un mecanismo legítimo para proteger las obras y garantizar que se tomen todas las precauciones necesarias durante un proceso tan delicado como el traslado. Desde esta óptica, la acción responde a la responsabilidad institucional de velar por la conservación y el bienestar de las pinturas murales.
Frenar o posponer una acción para proteger una obra vulnerable no es obstaculizar, es anteponer el estado de conservación de la obra y aplicar el principio de precaución
Por otro lado, también es comprensible que esta acción genere la percepción de un intento por frenar o retrasar el traslado, sobre todo en un contexto de fuerte controversia y polarización. Sin embargo, no me corresponde juzgar las motivaciones concretas del MNAC. Sí puedo afirmar que, desde el punto de vista técnico, cualquier medida que busque asegurar un traslado riguroso, seguro y bien planificado es positiva y necesaria.
Considero que lo prioritario debe ser siempre la protección del patrimonio, y toda actuación judicial o administrativa debería estar guiada por criterios estrictamente técnicos y científicos, evitando que intereses ajenos a la conservación influyan en las decisiones.
¿Qué alternativas técnicas podría haber al traslado que satisfagan a las dos partes?
En este punto de crispación y polarización, considero que ahora mismo resulta muy difícil encontrar una solución técnica que satisfaga a todas las partes implicadas y que además sea asumida y respetada por todas ellas. Por ello, creo que es fundamental alejar esta cuestión del foco mediático y de la presión política externa. Sin embargo, existen alternativas técnicas que podrían satisfacer relativamente a ambas partes. Una opción viable sería la realización de reproducciones de alta calidad de las pinturas murales.
Estas reproducciones, elaboradas mediante técnicas avanzadas como la impresión digital facsímil o realidad virtual mediante tecnologías 3D, pueden ofrecer una experiencia visual muy cercana a la del original, preservando la integridad de las obras y permitiendo su exhibición en el lugar deseado sin poner en riesgo las pinturas originales.
Estas soluciones evitarían la manipulación y el traslado de las obras originales, eliminando así los riesgos técnicos asociados, y al mismo tiempo atienden las demandas de exhibición y acceso público. Además, pueden complementarse con programas educativos y digitales que amplíen su impacto cultural y expliquen la narrativa completa de la historia de las pinturas.