250.000 euros por un piso ‘okupado’: la subasta de casas antiguas a precios desorbitados irrumpe en Mallorca

250.000 euros por un piso ‘okupado’: la subasta de casas antiguas a precios desorbitados irrumpe en Mallorca

Decenas de viviendas se venden en subastas judiciales en la comunidad con la vivienda más cara de España. No pueden ser comprados mediante hipoteca

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Al menos una decena de apartamentos se anuncian en estos momentos en los portales inmobiliarios digitales bajo la modalidad de subasta para ser vendidos en Mallorca. Se venden por un precio de salida de entre 86.100 y 250.000 euros, mientras que hay chalets que se ofertan por hasta 4,9 millones de euros. Este tipo de ofertas, que algunas inmobiliarias definen como ‘oportunidades’ del mercado, ahondan en la dinámica de gentrificación urbanística en su proceso de redistribución socioespacial: se impulsa la llegada de nuevos inversores —normalmente con un elevado poder adquisitivo— desplazando progresivamente a las clases trabajadoras hacia la periferia. En estos momentos, Balears es la comunidad autónoma más cara de España, cuyo precio por metro cuadrado se sitúa en 3.950 euros (por encima de Madrid, que marca 3.335 euros), según los últimos datos del Consejo General del Notariado.

La mayoría de los pisos que están a la venta se pueden adquirir a través de subastas judiciales. A menudo, estas ventas se hacen mediante un proceso llamado “cesión de remate”, que significa que compras el derecho sobre un piso que ya fue adjudicado a alguien en un juicio, pero aún no se ha entregado oficialmente. Es decir, no estás comprando el inmueble directamente, sino el derecho a que te lo adjudiquen porque la cesión debe ser aprobada por el juzgado. Hasta entonces, no hay una escritura pública. Por eso no se admite la compra de este tipo de pisos mediante hipoteca, ya que los bancos solo la conceden cuando pueden inscribir y registrar la vivienda a nombre del nuevo titular.

Este tipo de pisos no se pueden adquirir mediante hipoteca. El comprador no está comprando el inmueble directamente, sino el derecho a que se lo adjudiquen porque la cesión debe ser aprobada por el juzgado

Se suele tratar de pisos antiguos, construidos entre 1956 y 1982, por lo que es posible que necesiten una reforma integral, lo cual profundiza en los procesos de especulación urbanística, unidos a la exigencia de abonar las cantidades correspondientes al contado. Uno de ellos tiene un precio de salida de 158.554 euros y está en el barrio de El Vivero, en la zona este de Palma. Se trata de un barrio de clase obrera, ubicado en una zona semi-periférica de la ciudad, con características de suburbio dormitorio. En el anuncio no se ven fotos de su interior. Se menciona que es un bajo exterior sin ascensor, construido en 1956, y que es un piso de 82 metros cuadrados con dos habitaciones y un baño. “Esta vivienda es ideal para quienes buscan un proyecto de reforma”, afirma el anuncio.

Los riesgos de las subastas en barrios periféricos

Sin embargo, el anuncio también menciona que “se desconoce la situación posesoria”, es decir, que no se sabe quién está viviendo actualmente en ese piso, y si estará libre cuando se efectúe la compra. Este tipo de características son habituales en las ventas por subasta judicial o cesión de remate, donde el vendedor no tiene control directo sobre el estado de ocupación del inmueble. En este caso, se especifica que la entidad especializada “está autorizada para realizar la subasta pública por el Juzgado de Primera Instancia número 18 de Palma de Mallorca”.

Un piso en una zona semi-periférica de Palma, construido en 1946, se vende con un precio de salida de 158.554 euros. El anuncio especifica que ‘se desconoce la situación posesoria’, es decir, que no se sabe quién está viviendo actualmente en ese piso, y si estará libre cuando se efectúe la compra

Se suele tratar de pisos que tienen algún tipo de ‘okupación’, aunque no se especifica cuál. Es decir, no se sabe si son inquilinos que por razones económicas han dejado de pagar o si se trata de un delito de usurpación, contemplado en el Código Penal. El artículo 245.2 se refiere a quien ocupa sin autorización debida una vivienda ajena que no constituye morada, es decir, que no es la vivienda habitual del titular, lo que puede ser castigado con una multa de tres a seis meses.

La vivienda que se subasta a precio más caro sitúa el inicio de la puja en 250.000 euros. Se ubica en Es Coll d’en Rabassa, cerca de Platja de Palma, un barrio obrero que empezó a surgir tras el derribo de las murallas de la ciudad, a inicios del siglo XX. En este caso, se indica que la vivienda está “ocupada ilegalmente” y que no se puede visitar ni se muestran fotos de su interior, pese a que se especifica que está en “buen estado”. Es un piso de 128 metros cuadrados con cuatro habitaciones y dos baños, además de plaza de garaje.

A esta inseguridad cabe añadir que en ocasiones ni siquiera queda clara la ubicación exacta de la vivienda. Por ejemplo, hay dos anuncios en el mismo edificio de un bloque del barrio de Son Cladera-Son Fuster, como si fueran dos pisos distintos, aunque las características de la vivienda descritas son muy similares. Se trata de los mismos metros cuadrados, con la diferencia que uno de los pisos tiene supuestamente cuatro habitaciones y el otro solo tres. La otra diferencia es que en cada anuncio el piso es ofrecido por una entidad financiera o inmobiliaria distinta.

La vivienda que se subasta a precio más caro sitúa el inicio de la puja en 250.000 euros. Está ‘ocupada ilegalmente’ y, aunque no puede visitar ni se muestran fotos de su interior, está en ‘buen estado’

La ciudad como espacio extractivista

Estas operaciones se enmarcan en lo que el geógrafo David Harvey acuñó como “acumulación por desposesión”, es decir, se trata de dinámicas extractivas que buscan rentabilizar al máximo el valor de un barrio, aunque su consecuencia sea el empobrecimiento —o la expulsión— de las clases trabajadoras. El espacio urbano, según Harvey, sufre un proceso de neoliberalización, mediante el cual la ciudad se sitúa en el terreno de juego óptimo del capital financiero, más que en un espacio desde el cual reivindicar el derecho constitucional a una vivienda digna.

Por otro lado, están los pisos que se subastan bajo una modalidad privada, sin que haya un proceso judicial de por medio, y que están disponibles para visitar. Es el caso de un piso de Son Cotoner, un barrio que está a tres o cuatro kilómetros del centro y habitado mayoritariamente por la clase trabajadora. Se trata de un piso que se construyó en 1973, de 91 metros cuadrados, tres habitaciones y un baño. Se puede pujar por él a partir de 182.400 euros. “Procede de entidad bancaria con posibilidad de financiar el 100%”, recoge el anuncio, y añade que está en una tercera planta sin ascensor. Requiere, además, de una reforma integral.

Cala Ratjada es una localidad que está a unos 80 kilómetros de la capital y pertenece al municipio de Capdepera. Esta zona representa uno de los principales destinos turísticos de la isla desde los años 60. Anteriormente, se trataba de un pequeño puerto del que sus residentes salían a pescar. Ahora, en cambio, se ha convertido en un lugar frecuentado por embarcaciones turísticas y deportivas. Es, además, el punto más cercano entre Mallorca y Menorca, desde el que se puede divisar una de sus ciudades: Ciutadella.

En esta localidad se subasta un piso de 95 metros cuadrados y dos habitaciones a partir de 167.200 euros. Puede parecer que está por debajo del precio que marca el mercado inmobiliario en Balears, pero de las imágenes de su interior se puede concluir que necesita una reforma. Aunque registralmente representa una sola vivienda, en su anuncio se recoge que físicamente se trata de “dos apartamentos independientes”, cada uno de ellos con “un salón con cocina, una habitación, un baño y una terraza con vistas al puerto y al mar”. Curiosamente, este piso, con las mismas imágenes y la misma descripción, se oferta por la misma inmobiliaria a partir de 194.300 euros en un anuncio distinto.

Por otro lado, están los chalets que se venden mediante subastas privadas propuestas, en algunos casos, por entidades financieras. El Código Civil no regula las subastas privadas, pero sí proporciona un marco legal que permite que se celebren. “Los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral ni al orden público”, apunta el artículo 1255 del Código Civil.

Los chalets de lujo, a subasta

Es el caso de un chalet de Puigpunyent, ubicado en la Serra de Tramuntana de Mallorca. Es un adosado de 274 metros cuadrados, construido en 1995, que sale a subasta por 495.000 euros. Tiene dos plantas, tres habitaciones y un patio de unos 40 metros cuadrados. En otro de los anuncios disponibles, un banco subasta un adosado, de 1996, a partir de los 344.200 euros. Tiene un garaje de 49 metros cuadrados, una planta baja de 54 metros cuadrados y una primera planta de 47 metros cuadrados, con tres habitaciones en total. El chalet requiere de una reforma integral, según indica el anuncio.

Hay otros casos, como los citados anteriormente, que vienen regulados por la Ley de Enjuiciamiento Civil. “Tanto en subastas notariales como en las judiciales deben seguirse unos requisitos de publicidad establecidos por ley que son prácticamente iguales”, señala a elDiario.es Eduard Vila, abogado y experto inmobiliario, que afirma que es la Ley de Enjuiciamiento Civil la que regula este tipo de operaciones. “Cosa distinta son las subastas que no vienen por obligación contractual, judicial o laudo arbitral”, matiza Vila. Entre los artículos 655 y 675 de la ley se regulan, concretamente, las subastas de bienes inmuebles.

Tanto en subastas notariales como en las judiciales deben seguirse unos requisitos de publicidad establecidos por ley que son prácticamente iguales. Cosa distinta son las subastas que no vienen por obligación contractual, judicial o laudo arbitral

Eduard Vila
Abogado y experto inmobiliario

Petra es un municipio situado en el interior de la isla cuyo casco histórico está considerado Bien de Interés Cultural (BIC). En este municipio, un chalet se ha visto envuelto en un proceso de subasta concursal de un complejo de viviendas, finca rústica y zona de ocio valorado en 1,3 millones de euros. En este caso, la subasta se realiza mediante la ley concursal, que está regulada por el Real Decreto 1/2020.

Se trata de una finca rústica de más de 142.000 metros cuadrados ubicada en Son Serra de Marina. Dentro de la parcela hay un chalet principal de dos plantas, originalmente construido como granja avícola y posteriormente reformado como vivienda unifamiliar, inscrita desde mayo de 2012 en el Registro Insular de Empresas y Actividades Turísticas de Mallorca como vivienda vacacional. Además, cuenta con dos construcciones agrarias de una planta, otra vivienda aislada en planta baja, una piscina, un porche independiente y una pista de tenis. El chalet tiene 570 metros cuadrados, dos habitaciones y dos baños.

La dimensión simbólica y social de la vivienda de lujo

La subasta más elevada corresponde a una villa valorada en casi 5 millones de euros, ofertada también por insolvencia de su propietario. Se encuentra en la urbanización de lujo de Son Vida, compuesta por más de 350 mansiones, rodeada de tres campos de golf y con dos hoteles de cinco estrellas en sus alrededores. La zona exclusiva es conocida como la “Beverly Hills de Mallorca”, según el anuncio, situada en lo alto de una colina a los pies de la Serra de Tramuntana.

Este chalet de tres plantas —conectadas por un ascensor— cuenta con 787 metros cuadrados, seis habitaciones, siete baños y plaza de garaje. Está ubicado en una parcela de 2.145 metros cuadrados que incluye jardín y una piscina de agua salada de 62 metros cuadrados. Este espacio se integra de forma “armoniosa” con el exterior, rodeada de terrazas “ideales para el descanso y el entretenimiento al aire libre”, describe el anuncio del portal.

En sus características complementarias, la villa es descrita con un dormitorio para invitados con baño privado, suelos de madera y mármol, calefacción por suelo radiante y aire acondicionado reversible. “Son Vida, es sin duda, la más exclusiva, elegante y lujosa zona residencial de la ciudad de Palma”, insiste el anuncio, ofreciendo a sus residentes “la máxima exclusividad y seguridad, privacidad absoluta, hermosas vistas sobre Palma, alta calidad de vida y una amplia infraestructura”.

Más que simples comodidades, estos elementos representan una manifestación arquitectónica del gusto de las clases dominantes, según el pensamiento del sociólogo Pierre Bourdieu. En este caso, la acumulación de capital económico se traduce en una manifestación de la distinción, que reafirma el estatus social de las clases dominantes. El jardín y la piscina no cumplen exclusivamente una función recreativa, sino que simbolizan la apropiación del espacio y el tiempo libre, características propias de una clase que transforma el ocio en una forma de reafirmación simbólica.

Su proximidad a los campos de golf refuerza la lógica del capital simbólico y cultural, en palabras de Bourdieu: no se trata solo de vivir cómodamente, sino de habitar un territorio socialmente marcado por el reconocimiento y la exclusividad. El golf, práctica históricamente reservada a las capas altas de la burguesía, funciona así como un marcador cultural de clase (el habitus cultural, en términos del sociólogo francés).