El partido es de Feijóo, y no de Ayuso, siempre que no vuelva a tropezar

El partido es de Feijóo, y no de Ayuso, siempre que no vuelva a tropezar

El congreso que iba a suponer el primer debate ideológico de calado en muchos años dentro del PP se queda en una sucesión de discursos para matar el tiempo y esperar a que Feijóo se aproveche del ‘via crucis’ del PSOE

El PP encumbra a Feijóo con el 99,24% de los votos en un congreso manso ante la urgencia de echar a Sánchez

No pasa nada con no ser gracioso. No es obligatorio ni moderno. Hay gente que lo intenta desesperadamente y fracasa una y otra vez. Pero en política está bien visto en los discursos, quizá porque los seguidores sienten que así hay más razones para adorar al líder carismático. En la derecha, Ronald Reagan fue un ejemplo de alguien a quien le salía de forma natural (y además le escribían buenos chistes). Margaret Thatcher era célebre por carecer por completo de sentido del humor. Nunca lo necesitó.

Con Alberto Núñez Feijóo, es un poco el peor de los dos mundos. No es divertido, pero lo intenta y el resultado es de los que hacen perder la fe en la naturaleza humana. Siempre puede echar la culpa a los que le escriben los discursos.

El congreso del Partido Popular tuvo el sábado su segunda jornada. Podrían haberla sustituido por unos vídeos colgados en la página web. En teoría, era un día importante con la votación para elegir al líder. Como eso estaba ya zanjado con un solo candidato, no había más historia que dejar pasar el tiempo. Feijóo tenía su discurso de presentación de la candidatura. El importante es el del domingo, donde tendrá que explicar en qué cree y cuál es su proyecto para España, un asunto que en su partido saben que no da lugar a grandes revelaciones.

Feijóo cree en ganar elecciones, lo que no es un tema menor. Siempre es más fácil hacerlo si tu adversario pone algo de su parte.

Tenía la oportunidad de pasárselo en grande con todo lo que le ha ocurrido a Sánchez y al PSOE en las últimas fechas. Mientras el congreso del PP sesteaba a su ritmo, en el PSOE estaban sufriendo otro Comité Federal que no se recordará como uno de los mejores momentos de la historia del partido. Antes de que Pedro Sánchez comenzara a hacer penitencia por lo que han supuesto Ábalos y Cerdán, tuvo que reparar el daño causado por Paco Salazar, una de las personas que iba a ser elegida para hacerse cargo de la recuperación del partido y que ha contribuido a hundirlo aún más.

Ante tal escenario, a Feijóo sólo se le ocurrió decir: “No hay más que comparar lo que ha pasado esta mañanita en la calle Ferraz con lo que está pasando aquí”. Y eso fue prácticamente todo en el asunto que podría haber alegrado la tarde a los compromisarios del PP. Cabe la posibilidad de que sean el tipo de personas que se emocionan simplemente con escuchar a su líder anunciar en tono solemne que “todos estamos aquí por España”.

Hubo alguna frase que sí estaba elegida y escrita con toda la intención del mundo. Era importante que la escucharan los militantes y especialmente los dirigentes. Dijo que iba a hablar de la libertad y se refería a la suya. “Hemos ganado (en las elecciones celebradas desde 2023) porque por encima de la gestión o las mejoras alcanzadas siempre he sido un presidente libre”. Libre para hacer lo que quiera. A sus barones regionales ya les dijo que no iba a meter la cuchara en todas las listas electorales de las autonómicas de mayo de 2023. Pero, cuidado, para las generales él se reservaba el derecho a poner candidatos allá donde fuera necesario.

Todos dicen en voz baja que Feijóo se la juega en las próximas generales. Es ahora o nunca. Si vuelve a fracasar, ya se puede volver a Galicia a hacer lo que le apetezca, que en su caso no puede ser volver a la plaza de registrador de la propiedad, porque no la tiene. Pero hasta que llegue ese momento solo manda él. El partido es de Feijóo y no de la presidenta de la Comunidad de Madrid, aunque a ella le lluevan más piropos.

Isabel Díaz Ayuso ha estado en primera línea en las dos primeras jornadas del congreso. Solo de oyente y aplaudiendo, como si fuera sólo concejal de un pequeño pueblo. Llegó a la cita con la intención de dar la batalla por mantener las primarias en el proceso de elección del líder del partido, incluso llevando al plenario una enmienda a la ponencia correspondiente. Desistió, porque sabía que iba a ser claramente derrotada. El partido se ha puesto en manos de Feijóo también para todo lo que tenga que ver con el momento en que no esté Feijóo. 

El domingo, Ayuso tiene un momento de privilegio frente a los demás barones. Será la única con discurso, además del de Feijóo. Cuenta con 15 minutos para ganarse los titulares. En cuanto al mensaje, Ayuso no puede enarbolar uno diferente al de Feijóo. No solo porque no querrá estropear la fiesta, sino porque el líder del PP ha asumido el ayusismo como forma de vida. En la carrera de las hipérboles, parece imposible superar a Ayuso, que ha vuelto a decir que la democracia está dando sus últimos estertores en España. Es lo mismo que dirá Feijóo y lo que dijo Aznar el viernes. Por lo demás, nada de todo esto es un problema si Miguel Tellado puede remediarlo. 

Después de todo el tiempo que ha pasado desde julio de 2023 hay argumentos que se han quedado ridículamente viejos. Inicialmente, el líder del PP insistía en que él había ganado las elecciones. No podía dejar que la mancha de la derrota le salpicara. Su partido fue el más votado, pero no podía sumar una mayoría de investidura en el Congreso. Así funciona la democracia liberal en un sistema parlamentario.

Frases como “yo no soy presidente porque ni me vendo ni vendo a los españoles” tenían un pase desde la perspectiva del PP, pero lo de “yo no soy presidente porque no quiero” solo podía dar lugar a un montón de chistes a su costa.

Tellado siempre está donde Feijóo le necesita. Por eso, el sábado en el congreso insistió en la misma idea. El diputado de Ferrol está en esto para poner su chaqueta sobre el charco y que el jefe no se manche los zapatos cuando llueve: “Ganamos las elecciones generales, pero estamos en la oposición porque unos falsos demócratas no nos dejaron gobernar a pesar de haber ganado”. Se suponía que los demás partidos, comenzando por el PSOE, tenían la obligación de votar a Feijóo como presidente y solventar el pequeño detalle de que le faltaban cuatro votos para la mayoría absoluta. Pero no le dejaron gobernar. Qué gente más desagradecida.

En el congreso del PP hay un puesto de venta de camisetas con mensajes que pretenden ser divertidos. Hay algunos que están bien tirados: “Bueno, son las cinco y no he comido” (nada mejor que utilizar la frase de un político para burlarse de él). Otros, más arriesgados: “Todo lo bueno empieza por F”. ¿Feijóo? ¿Franco? ¿Falange? ¿Fútbol? ¿Felación? Luego está el que solo provoca ternura: “No soy presidente porque no quiero”. Qué se le va a hacer. Es el partido de Feijóo y los militantes deben estar dispuestos a aceptar que se rían de ellos en la calle con tal de defender al líder.