
¿A qué temperatura debemos poner el aire acondicionado para que refresque y consuma menos?
Muchas personas lo ponen demasiado bajo, algo que no solo infla la factura de la luz sino que, además, es innecesario
Cómo combatir el calor en casa: seis trucos para mantenerla más fresca sin aire acondicionado
El calor aprieta y ya está dejando temperaturas anormalmente altas. De acuerdo con las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), las altas temperaturas serán las grandes protagonistas de este verano en toda España y pasaremos un verano más cálido de lo habitual. Esto nos obliga a buscar la mejor manera para lidiar con estas temperaturas. Para muchos, el aire acondicionado se ha convertido en un perfecto aliado de estos meses y un salvavidas para mantenernos frescos cuando más lo necesitamos. En concreto, y según este estudio de Idealista, el 41% de los hogares españoles tiene aire acondicionado.
Si bien puede ser una gran ayuda, en ocasiones puede ser difícil encontrar la temperatura ideal. A menudo se configura demasiado baja, lo que crea una diferencia significativa entre el aire interior y el exterior. Esto no solo puede ser perjudicial para la salud, también puede provocar un consumo excesivo de energía.
Cuál es la temperatura ideal del aire acondicionado
De acuerdo con el estudio del Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía, la temperatura óptima en verano estaría entre los 23°C y los 25°C, siempre que estemos en un ambiente cerrado como nuestra casa y no realicemos ninguna actividad física.
Desde la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) hacen una recomendación similar: la temperatura más adecuada para el aire acondicionado son los 22-24°C, uno o dos grados más si es por la noche, y una humedad del aire entre un 35% y un 60%. Los expertos advierten además que, si bien el aire acondicionado nos ayuda a lidiar con las altas temperaturas del verano, también son el origen de cuadros o síntomas respiratorios.
En concreto, hasta un 20% de los cuadros catarrales, laringitis, faringitis o procesos bronquíticos se producen en verano por un uso inadecuado del aire acondicionado. Esto se explicaría porque, además de enfriar el aire, quitan humedad y tienden a acumular polvo y gérmenes en los filtros, lo que indica que requieren una revisión y limpieza previa de los filtros y seguir las recomendaciones de los fabricantes.
Limitar la temperatura a estos grados representa un equilibrio óptimo entre comodidad y ecología. Se trata de temperaturas que reducen de manera significativa el consumo eléctrico del electrodoméstico, lo que se traduce también en un ahorro sustancial en la factura mensual.
Evitar el choque térmico
Si ponemos el aire acondicionado demasiado frío, cuando salgamos a la calle nuestro cuerpo se verá sometido a una gran diferencia de temperatura y nos expondremos a un choque térmico. Por este motivo, es mejor que no haya una diferencia demasiado elevada entre la temperatura interior y la exterior: la recomendación general es mantener una diferencia de entre 5°C y 8°C.
Esto significa que, si la temperatura exterior es de 30°C, debe ajustarse el aire acondicionado a unos 25°C. De esta manera, nuestro cuerpo se adaptará mejor a las fluctuaciones de temperatura al entrar o salir de una habitación con aire acondicionado. Esta regla es distinta según la hora del día: por la noche, una diferencia de 5°C suele ser suficiente para garantizar un sueño reparador y evitar fluctuaciones de temperatura, mientras que por el día puede ser un poco superior.
Una buena manera de adaptar la temperatura es hacerlo a lo largo del día, en función del momento: comenzar por la mañana con una diferencia de unos 3-4°C y aumentar de forma gradual hasta alcanzar los 7-8°C en las horas más calurosas del día.
¿Es mejor dejarlo encendido o apagarlo y encenderlo a cada rato?
Este es uno de los grandes dilemas del verano para las personas que quieren estar cómodas y ahorrar energía a la vez (en este artículo explicamos cómo hacerlo). Los aires acondicionados están diseñados para funcionar en ciclos, es decir, se encienden y se apagan según es necesario para mantener una temperatura regular. Si lo encendemos y apagamos obligamos al sistema a trabajar más lo que, además de ser innecesario, hará que consuma más: cada vez que arranca experimenta una sobrecarga de energía que puede a su vez sobrecargar los componentes y, con el tiempo, puede provocar una avería o reparaciones prematuras.
Si arrancamos el termostato a una temperatura muy baja pensando que así enfriará más rápido vamos equivocados y, además, estamos forzando a la maquinaria a trabajar mucho, lo que se traduce por un aumento del gasto. Encender y apagar de forma constante también puede causar fluctuaciones significativas de temperatura, lo que dificulta mantener una temperatura confortable y constante.
Por tanto, lo mejor es regular la temperatura a una temperatura media y dejar el aparato que trabaje. Esto no solo permitirá lograr una temperatura estable más cómoda, sino también más eficiente desde el punto de vista energético. Ello no significa que, si vamos a salir varias horas de casa, lo mejor no sea apagarlo para no gastar energía de manera innecesaria, aunque no sería necesario si solo vamos a estar unos minutos fuera.
Uso eficiente y eficaz del aire acondicionado
Además de todas estas consideraciones para el uso de aire acondicionado, algunas acciones nos ayudarán a hacer un uso mucho más racional y eficaz de este electrodoméstico. Algunas de ellas, que apunta la Federación Española de Comerciantes de Electrodomésticos (FEDE), incluyen:
Cerrar puertas y ventanas: es importante evitar la entrada de aire caliente, sobre todo en las horas centrales del día, para que el calor no entre.
Bajar persianas y toldos: esto impedirá que el sol entre directamente y ayudará a que el aire no tenga que trabajar en exceso.
Usar el modo ECO: programar el encendido y el apagado nos ayudará a sacar mayor partido a su funcionamiento. Además, si el aparato incluye la opción “sleep” (la configuración especial para dormir) podemos usarla para que se apague al cabo de unas horas de funcionamiento.
Realizar un mantenimiento del aparato: la limpieza de los filtros es una parte importante del mantenimiento porque, además de que garantiza un funcionamiento más eficiente, ayuda también a eliminar el polvo y polen y, por tanto, ayuda a prevenir alergias.