Furanchos, morriña y Los Limones: los tópicos de la princesa Leonor para recibir la Medalla de Ouro de Galicia

Furanchos, morriña y Los Limones: los tópicos de la princesa Leonor para recibir la Medalla de Ouro de Galicia

El presidente de la Xunta agradece a la heredera que acepte la mayor condecoración gallega mientras la galardonada alaba la comida gallega y acaba su discurso citando a la banda que musicaba las campañas autonómicas de Feijóo

¿Merece Leonor la Medalla de Galicia? Ni la oposición ni las encuestas respaldan el supuesto “cariño” que esgrime la Xunta

La Xunta de Alfonso Rueda decidió otorgar a la princesa de Asturias el mayor galardón de la comunidad, la Medalla de Ouro de Galicia para “agradecer” su presencia en la comunidad —cuatro meses en la Escuela Naval de Marín— y, en el acto de entrega, Leonor de Borbón quiso demostrar al ejecutivo autonómico que habían acertado de pleno: elogió la buena comida, habló de los furanchos, aseguró que no tendría morriña y acabó citando una canción de Los Limones, esa banda que compuso canciones para todas las campañas gallegas de Alberto Núñez Feijóo. Feijóo no estuvo este lunes en Santiago, en el Salón Noble del Pazo de Raxoi. Tampoco la alcaldesa compostelana, la nacionalista Goretti Sanmartín, ni ningún representante del BNG, ya que consideran que la elegida carece de méritos para recibir la condecoración. El PSdeG, que también se desvinculó de la decisión, envió tan solo a su viceportavoz parlamentaria.

Antes de la imposición de la medalla y del discurso de Leonor, que con su combinación de castellano y gallego —mucho más castellano que gallego— bien podría ejemplificar el bilingüismo amable del que hace bandera la Xunta, Rueda dejó un sorprendente giro de guión y fue él el que se mostró agradecido: “Gracias, alteza, por hacernos el honor de recibir esta distinción. Es un enorme motivo de orgullo para todos nosotros y es un día que estoy seguro de que la inmensa mayoría de los gallegos no olvidarán y agradecerán”. En el exterior, una Praza do Obradoiro semivacía parecía transmitir que, en realidad, esa inmensa mayoría de los gallegos ni se había percatado de lo que allí sucedía.

El acto había comenzado, precisamente, en la plaza. La princesa Leonor salió del Hostal dos Reis Católicos acompañada de Rueda y, tras saludar al reducido grupo de autoridades presente —el presidente del Parlamento, la ministra de Inclusión, el conselleiro de Presidencia y el delegado del Gobierno— recorrió los metros que le separaban el edificio —donde aguardaba el resto del gobierno gallego— repartiendo apretones de manos y concediendo fotos y selfies a las personas que se agrupaban en las vallas: escasa y, muchas de ellas, turistas y peregrinos atraídos por el aparatoso despliegue policial.

El paseo fue acompañado por la Marcha do Antigo Reino de Galicia, interpretado por la Real Banda de Gaitas de la Deputación de Ourense. Una vez en el salón, Marco Foxo —laureado gaiteiro, hijo del creador de la Banda, Xosé Luis, Medalla de Prata de Galicia en 1998— tocó en solitario el himno de España antes del discurso del presidente gallego. Alfonso Rueda, consciente de que esta vez también lo seguían desde el otro lado del Padornelo, no se dejó ninguno de sus clásicos: el “valor seguro” y el “clima de estabilidad institucional” que supone Galicia en este momento, sintetizado en un lema que empezó como marca comercial pero que ya ha hecho suyo, Galicia Calidade, tras lo que llegó la puya —sin nombrarla— a la alcaldesa de la ciudad, que tras la oposición pública de su partido al galardón decidió cancelar su presencia en el acto: “Quien no entienda que su labor como representante público consiste en gobernar y representar a todos los ciudadanos y no sólo a quienes coinciden con su ideoogía en mi opinón se está equivocando”.

Con la medalla ya sobre el pecho, la intervención de Leonor fue breve. No olvidó recordar que en sus viajes al otro lado del charco en el Juan Sebastián Elcano descubrió lugares donde todos los españoles eran gallegos y recordó que ella, durante su estancia en Marín se sintió “como unha galega máis”. Sin cambiar de idioma, recordó que su vida en la ría de Pontevedra fue “intensa y exigente” lo que no le impidió “disfrutar del buen ambiente en cada lugar que pisé y de la comida, sobre todo en los furanchos”, esos locales instalados en los bajos de casas particulares donde se ofrece comida casera y vino de la cosecha propia.

“Nos queda muy poco para separarnos, pero no voy a tener morriña alguna porque a Galicia quiero volver siempre”, afirmó. “Como escuché al entrar en la ría de Ferrol, aquí está mi hogar donde se acaba el mar”. Esa frase es un conocido verso de Ferrol, seguramente el tema más conocido de Los Limones, la banda de cabecera de Alberto Núñez Feijóo. El combo ferrolano compuso una canción para cada una de las campañas con las que el hoy líder del PP ganó las elecciones autonómicas. Precisamente en Ferrol se encontraba, a esa hora, el líder del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro. Aunque junto a la princesa estuvieron la ministra Elma Saiz y el delegado del Gobierno, Pedro Blanco, los socialistas gallegos enviaron “por respeto institucional” a la viceportavoz parlamentaria, la exministra Elena Espinosa.

El acto, de poco más de veinte minutos y que por momentos ofreció detalles de cierta improvisación que contrastaban con su solemnidad, se cerró con el himno gallego, de nuevo con gaita y la voz de Sheila Patricia. Al finalizar, la princesa Leonor salío rumbo a Marín, donde fue nombrada Hija Adoptiva, dos días antes de que, el miércoles ponga fin a su estancia en Galicia con la recepción del despacho que acredita haber superado el curso en la Escuela Naval. Dentro de una semana, los días 23 y 24, la esperan en la entrega de los premios Princesa de Girona. Será entonces cuando la Xunta entregue el resto de Medallas, ya en su fecha habitual, la víspera del Día Nacional de Galicia, el 25 de julio. Unas medallas que, hoy, mientras Leonor luce ya la suya, siguen sin tener un destinatario conocido.