Los últimos ascensores históricos de Donostia: vecinos se movilizan para conservar sus joyas verticales

Los últimos ascensores históricos de Donostia: vecinos se movilizan para conservar sus joyas verticales

19 comunidades crean una plataforma llamada SOS Ascensores Históricos-Igogailu Historikoen Alde para salvar elevadores amenazados por nuevas leyes de accesibilidad y seguridad

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En 1906, el arquitecto Ramón Cortázar, hijo del célebre Antonio Cortázar –diseñador del modelo de ciudad de Donostia con marcado estilo parisino–, firmó los planos de un edificio modernista basado en hojas de jardín, en la calle de Zubieta, frente al hotel de Londres y de Inglaterra. Dos años después, en 1908, se instaló allí un ascensor que, más de un siglo después, sigue funcionando. Es un elevador de cristales tallados y verja de hierro forjado que se ha convertido en símbolo de la arquitectura urbana donostiarra, que en su día ganó un concurso de belleza. Pero hoy este ascensor es también el epicentro de una lucha vecinal por la conservación de los ascensores históricos de la ciudad.

A principios de la década de 1990, Donostia contaba con cerca de 460 ascensores antiguos. La aplicación de normativas como la de 1988 provocó la desaparición del 90% de ellos. Ahora, la historia podría repetirse. La entrada en vigor del real decreto estatal 355/2024 –sobre seguridad– y el decreto autónomico 80/2022, basado en el Código Técnico de la Edificación y su Documento Básico SUA 9, añaden nuevas exigencias a los edificios residenciales. En la práctica, aplicar estos criterios implica destruir o sustituir piezas originales. Comporta colocar pilares, cambiar la cabina o reforzar el foso. Y todo ello a costa del diseño original.

La historia de Paula es paradigmática. Asistió a una junta de vecinos en marzo de este año, donde se anunció una intervención que, según su criterio, “estropeaba la cabina”. El ascensor de su edificio, más antiguo que el funicular de Igeldo, fue diseñado con el mismo esmero que la fachada modernista del inmueble.

“El año pasado vinieron los inspectores técnicos para ver qué incidencias tenía el ascensor. Había una serie de incidencias y nos dieron de plazo hasta el 6 de mayo para ponerlo al día. En marzo, decidí acudir al Departamento de Industria, Transición Energética y Sostenibilidad, igual que hizo mi madre hace años para ver qué se podía hacer”, comenta la vecina.

En su familia, no era la primera mujer que se enfrentaba a este dilema. Ya hace cuatro décadas su madre lideró una campaña mediática para evitar la sustitución del ascensor. “Mi madre acudió con otros propietarios a la delegación territorial de la administración industrial de Gipuzkoa. Gracias a que les confirmaron que era posible adaptar los ascensores históricos a la normativa de aquella época, lograron salvar los pocos que quedan hoy”, dice. Paula continúa: “Hace unos meses volvimos a hablar con el anterior delegado, Agustín Arostegi, porque guardamos muy buen recuerdo de su interés por estos ascensores”.


La vidriera de la zona de las escaleras en torno al ascensor de un edificio del centro de Donostia

Una plataforma que crece desde abajo

En abril de 2025, Paula fundó la plataforma SOS Ascensores Históricos–Igogailu Historikoen Alde, integrada inicialmente por 19 comunidades donostiarras. “A las reuniones hemos asistido de 14 comunidades. Algunos no han venido porque no han podido, pero estamos en contacto”, puntualiza. Desde entonces, no han dejado de reunirse y dialogar con instituciones y técnicos. El nuevo delegado responsable de administración industrial de Gipuzkoa, Antton Arrieta, un cargo que depende del Gobierno vasco, ha mostrado interés y cercanía, opinan.

“Industria nos ha confirmado que siempre y cuando mantengamos la esencia del ascensor (sin ampliar su recorrido), esté seguirá siendo un ascensor histórico”, explica Paula. Este hecho es clave, porque “los criterios de evaluación de seguridad serían los de ascensores históricos y no los de ascensores modernos, que son mucho más estrictos”, explica. “Al final, quien decide es Industria, pero también los vecinos. Y eso es lo más difícil. Actualmente, aunque nos están apoyando para conservar el ascensor sin variar su recorrido, la decisión final depende de la comunidad”, comenta Paula.

Desde la plataforma proponen medidas concretas como la elaboración de un inventario de ascensores históricos en Donostia, con el respaldo de las instituciones. “Es importante catalogar estos ascensores para respaldar su protección, tal y como se ha hecho en la ciudad de Barcelona, que lo ha hecho el ayuntamiento”, expone. Además, la plataforma busca el reconocimiento institucional de los ascensores históricos como parte del patrimonio que debe ser protegido, así como el acceso a subvenciones públicas para evitar su sustitución o eliminación.

Ciudades como Barcelona o Bruselas ya han recorrido este camino, protegiendo sus ascensores modernistas y adaptando la legislación para permitir su supervivencia. “Estas ciudades se han tomado cartas en el asunto desde antes, porque ya se sabía la normativa que venía, y los están protegiendo”. En el caso de Barcelona, según Paula, “ha sido el propio Ayuntamiento el que lo ha promovido, porque en la zona que se llama Eixample hay mucho modernismo”.


Vista exterior del diseño de un ascensor del centro de Donostia

Más que transporte: símbolos de identidad

Los ascensores históricos de Donostia no son meros mecanismos funcionales. Son obras de arte industrial. Muchos fueron creados por los mismos artesanos que trabajaron en el quiosco del Boulevard, por ejemplo. En su diseño se mezclan tecnología, arte y vida cotidiana. Subir o bajar en ellos era, y sigue siendo, una experiencia estética. “Antiguamente, era un ascensor hidráulico. Y no todo el mundo lo usaba, los niños no podían subir solos y estaba prohibido bajar en ascensor. La única persona que estaba autorizada a bajar en ascensor era la portera, porque tenía problemas de movilidad. Ella tenía que bajar andando del sexto al quinto piso, porque el ascensor solamente llega al quinto piso”, explica Paula sobre el suyo.

Estos elevadores se encuentran desperdigados por la ciudad, especialmente en el área romántica, aunque también los hay en Gros o el centro. “Cada ascensor es único, una pieza ‘sui generis’, y necesita soluciones técnicas a medida. Por eso es importante poder intercambiar contactos a través de la plataforma, como hacen en Bélgica”, comenta. La supervivencia de estos ascensores, por lo tanto, depende, de la voluntad de las comunidades. Por eso, desde la plataforma insisten en reducir la carga que recae sobre los vecinos, obtener protección institucional y buscar un equilibrio entre accesibilidad y conservación.

“Nuestros ascensores buscan el reconocimiento y protección de las autoridades. Harán falta informes histórico-artísticos de cada uno de los ascensores para que puedan irse catalogando y protegiendo desde el Ayuntamiento y el Gobierno vasco”, reclama la fundadora de la plataforma. “Es la única manera de que no se les apliquen los criterios de accesibilidad de 2022, que en muchos casos pueden condenarlos”, agrega.

Desde Zubieta hasta Gros, pasando por San Marcial o Getaria, aún sobreviven en Donostia joyas mecánicas que han acompañado a generaciones. Mientras pasea por la ciudad, la fundadora de la plataforma recuerda la lucha de su madre para conservar unos de estos ascensores. Después, sentencia: “La protección de estos ascensores históricos, junto con la aplicación de criterios de seguridad por parte del Departamento de Industria, garantizaría su futuro”.