
El insólito caso de una calle de Canarias que lleva años cortada y vallada porque un vecino no pagó una deuda
Un grupo de residentes colocó barreras de cemento armado para impedir el paso de vehículos y personas e intentar presionar al Ayuntamiento para que desatascase el asunto; este alega que hasta que no acaben las obras no puede hacer nada. Sin embargo, no se ha visto un obrero en la zona desde hace más de cuatro años y los más perjudicados son los residentes de otra calle que nada tiene que ver con el asunto y a la que ahora solo pueden acceder por una vía estrechísima y oscura
Los “barrios sin ley” no son sólo cosa del Oeste americano o de situaciones de delincuencia muy graves que se enconan. Los hay también por simples cuestiones administrativas que, salvando las distancias -por supuesto- de los problemas de seguridad, originan escenarios casi surrealistas. Es lo que ocurre desde hace unos cuatro años en varias calles del núcleo lagunero de Guamasa, justo en la linde con el municipio de Tacoronte, en Tenerife. Vecinos de la pequeña calle El Fresno han creado hasta tres barreras con enormes bloques de cemento armado y vallas para que el resto de residentes o usuarios de las calles anexas (sobre todo la transversal derecha que enlaza con Santa Rosa de Lima y la calle Suertes Largas, pero también la Vereda del Camellón) no puedan pasar, ni entrar o salir a dicha transversal, ni en coche ni andando, teniendo que rodear la zona por un camino (Padilla) muy estrecho y sin iluminación, lo que impide el paso de vehículos grandes de emergencias (como ambulancias o bomberos).
Durante años, para poder llegar a la calle Suertes Largas, los residentes de decenas de casas, incluida una residencia para personas con problemas de salud mental, pasaban por la calle El Fresno, pero desde que se cerró, se ven obligados a bajar hasta el camino Padilla, oscuro y estrecho, cruzando los dedos para no encontrarse con ningún vehículo en dirección contraria o que no haya peatones, porque no hay sitio para todos.
Mapa de la zona de Guamasa con las calles cortadas por unas supuestas obras que no se están realizando.
Según critican algunos de los residentes perjudicados, estos bloqueos los hicieron otros vecinos de El Fresno para intentar presionar o convencer al Ayuntamiento de La Laguna de que asuma la urbanización de la zona y termine la instalación de los servicios de cualquier enclave urbano (luz, aceras, etc.), algo que estuvo a punto de ocurrir hace cuatro años, cuando la mayoría de residentes de la calle El Fresno abonó lo que le indicó el consistorio (en algunos casos, cifras más que cuantiosas, de hasta 50.000 euros). Era suelo rústico, pero para consolidar las viviendas allí levantadas, se les ofreció pagar y regularizar su situación. Pero hubo un residente que, por los motivos que sean, no lo hizo, bloqueó la resolución y, encima, luego vendió su chalé y el que se lo adquirió tampoco ha pagado la cifra que le solicitan, según el relato de otros residentes.
Cartel de calle cortada por obras en la calle El Fresno, aunque no se están realizando ningunas desde hace años.
Esto ha impedido que el consistorio reciba la urbanización y, ante el enquiste de la situación, se colocaron esas tres barreras por parte de vecinos de la calle El Fresno, lo que confirma esa sensación de barrio sin ley, al menos en la regulación del tráfico, si bien el consistorio asegura que es lo que se ha de hacer (vallar) por seguridad porque la urbanización no se ha terminado.
Es decir, como si las obras de urbanización siguieran activas, aunque no se haya movido ni un ladrillo en años.
Vallas colocadas por unos vecinos en la calle El Fresno hacia la calle Suertes Largas, en Guamasa.
Los residentes perjudicados se quejan no sólo de las molestias porque se ven obligados a trayectos más largos y dificultosos, sino que recuerdan que en la Vereda del Camellón (una de las calles cercanas) se ubica una residencia de mayores (hay otra justo en frente de la salida hacia la calle Santa Rosa de Lima por la transversal, más la tercera, para personas con problemas de salud mental), con las consiguientes dificultades para el acceso de ambulancias, vehículos de suministros o reparaciones de gran tamaño (e incluso medio).
Señales de obras “que no existen” y múltiples escritos
Los vecinos perjudicados se han dirigido al consistorio en diversas ocasiones (sobre todo en 2022 y en adelante, pero con antecedentes desde 2013) para intentar solventar esta situación y que calles que antes estaban abiertas, con lo que consideran que se crea el derecho de servidumbre de paso, dejen de estar cerradas. De hecho, el Ayuntamiento colocó iluminación a través de una unidad de actuación que acabó bloqueada. Según critican, se han colocado carteles que aluden a obras en la calle El Fresno que, en realidad, “no existen” y ya se muestran cansados de la falta de soluciones, sobre todo porque recuerdan que la licencia de la unidad es de hace 21 años (se concedió en 2004) y, por tanto, “parece eterna”, como le dijeron al Ayuntamiento en un escrito de junio de 2022. Por eso, no esconden su “decepción” por la actuación de la Alcaldía y el área de Urbanismo “por falta de rigor y seriedad”.
Estrecho camino Padilla, sin iluminación sin arcén ni acera.
Uno de los últimos escritos de los vecinos críticos es del pasado 15 de marzo de 2024. El gobierno local (PSOE-CC) recalca a Canarias Ahora que, como se le respondió en ese momento, la calle El Fresno “no es municipal” porque “los terrenos aún no han sido transferidos al Ayuntamiento y, por tanto, no están sujetos a la gestión ni mantenimiento” local. Sin embargo, sí dispone de iluminación pública, cosa que no tiene el camino la Padila (la vía estrecha por el que se obliga a ir los vecinos de la calle Suertes Largas).
Vallas puestas en la calle El Fresno con el camino de Santa Rosa, la vía principal de Guamasa.
Según subraya el consistorio, “la responsabilidad recae en la Junta de Compensación de la UA_GM03, que opera dentro del marco del proyecto de urbanización (paralizado desde hace varios años) y el de reparcelación”. En este sentido, recuerda que “el viario se encuentra dentro de una obra de urbanización sin acabar y, en concordancia con las normas de seguridad, estas deben estar valladas, y se debe restringir el acceso al área para prevenir potenciales accidentes de terceros”. Sin embargo, cabe preguntarse si la obra está parada o abandonada, puesto que ningún obrero ha pisado la zona en años. También señala el Ayutamiento que la propuesta de los vecinos que se quejan “discurre por el ámbito de la UA GM3, que aún no se ha recibido por esta administración”.
Eso sí, la corporación admite que el camino Padilla “sí es municipal” y que, tal y como plantean los residentes, “se podrían proponer medidas de mejora que deberán ser consideras por el área de Obras”, si bien los vecinos se quejan de que no se ha hecho nada aún. Además, el gobierno local remarca que siempre ha informado a los perjudicados de estas limitaciones, aunque asegura que sigue actuando en busca de soluciones.