Cómo evitar el oído de nadador: cinco consejos para protegerse en época de baños en playa y piscina

Cómo evitar el oído de nadador: cinco consejos para protegerse en época de baños en playa y piscina

La otitis del bañista es muy común en verano, sobre todo en niños: evitarlo pasa por secar bien los oídos, no usar bastoncillos o limitar el tiempo que pasamos bajo el agua

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Verano es sinónimo de sol, playa y piscina. Muchas personas aprovechan para disfrutar de los baños para refrescarse un poco, una excelente manera de combatir el calor. Sin embargo, estas actividades van ligadas a un aumento de las infecciones de oído. Aunque no siempre es así, no debemos olvidar que necesitamos protegernos los oídos para evitar la otitis externa, una dolencia que afecta sobre todo a niños durante estos meses.

Según datos de la Asociación de Pediatría Española (APE), entre un 80% y un 90% de los niños ha sufrido alguna vez algún caso de otitis durante la infancia. Un 10% de la población española la sufre en algún momento de su vida, con un pico de incidencia entre los siete y los doce años, sobre todo en verano.

Confirma esta estacionalidad también este estudio, que concluye que la mayoría de los casos de otitis externa se producen durante el verano y en climas tropicales, lo más probable porque está relacionada con el aumento de humedad.

Otitis del nadador, frecuente en verano

La otitis externa, conocida popularmente como otitis del nadador, es una inflamación del conducto auditivo externo provocada, en la mayoría de los casos, por la exposición prolongada a la humedad. Las bacterias que habitan normalmente en la piel y el conducto auditivo externo se multiplican en condiciones cálidas y húmedas y pueden causar irritación, infección o inflamación.

Al estar expuesto durante mucho tiempo a condiciones húmedas, como las que se dan cuando nos bañamos en una playa o una piscina, el oído pierde su sistema natural de protección y, en consecuencia, aumenta el riesgo de que proliferen bacterias y hongos. La pequeña cantidad de agua que pueda quedar atrapada en el conducto auditivo es un excelente caldo de cultivo para que las bacterias se acumulen y se multipliquen, causando una infección.

El resultado es una sensación de malestar, con síntomas que van desde picor y sensación de taponamiento, a dolor intenso cuando nos tocamos o movemos el pabellón auricular, así como enrojecimiento dentro del oído o presencia de un líquido transparente e incoloro que drena del canal auditivo. La afección es más común cuando alguien está en el agua con frecuencia, aunque no es necesario nadar con regularidad para contraer otitis externa, basta con que quede atrapada agua en el conducto auditivo, lo que puede ocurrir al ducharnos o simplemente pasar tiempo en ambientes húmedos.

La mayoría de las veces, el agua que haya quedado atrapada suele desaparecer por sí sola tras unos minutos u horas. En ocasiones, sin embargo, puede quedar atrapado si el canal auditivo es estrecho o si la cera del oído bloquea la salida.

Consejos para prevenir la otitis externa

Por suerte, existen medidas sencillas para proteger nuestros oídos y prevenir la otitis externa, si bien en ocasiones es difícil prevenir por completo una infección de oído. La Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) aconseja, como puede leerse en su web, tomar una serie de medidas para evitar la otitis del nadador. Entre ellas, menciona:

Mantener el conducto auditivo externo seco y limpio

La otitis externa está causada por gérmenes que necesitan un ambiente húmedo para crecer. Por tanto, la mejor manera de prevenirla es mantener los oídos secos y evitar que estos atraviesen la piel. Para ello, podemos usar una toalla después del baño. Podemos inclinar ligeramente la cabeza hacia un lado y tirar suavemente de los lóbulos de las orejas para que los canales auditivos drenen bien y podamos secarlos.

No introducir objetos en el canal auditivo

Aunque pueda ser tentador, el uso de bastoncillos de algodón o cualquier otro objeto para intentar eliminar el agua puede raspar y dañar la piel del conducto y facilitar infecciones ya que empujan el agua y la posible cera hacia el interior, lo que puede agravar el problema al alterar las bacterias naturales del canal auditivo o irritar la fina membrana que lo recubre.

También pueden dañar el tímpano y estimular la producción excesiva de cerumen. En su lugar, haremos como en el punto anterior: usar la toalla y dejar que la gravedad ayude a drenar el agua. Solo un profesional con las herramientas estériles adecuadas puede introducir algún objeto en los oídos.

Usar tapones de baño si somos propensos a sufrir otitis recurrentes

Los tapones crean una barrera que impide la entrada de agua al canal auditivo, lo que reduce de forma significativa el riesgo de infecciones. Hay de varios tipos y debemos encontrar el que nos sea más cómodo e impida el paso del agua, como los de silicona moldeables que se adaptan bien a cualquier forma del oído. Sea cual sea el que elegimos, y a pesar de que están pensados para insertarse en el oído, debemos insertarlos con cuidado y no hacerlo profundamente para no causar lesiones.

No bañarnos en aguas visiblemente sucias

La otitis externa puede estar provocada también por nadar en aguas sin un tratamiento adecuado, con altos niveles de bacterias. Es importante que nos aseguremos que las piscinas tengan un mantenimiento adecuado y estén clorados. Si nadamos en zonas como lagos, debemos evitar el agua estancada y comprobar la calidad del agua antes de zambullirnos. Al nadar al aire libre, es mejor optar por ríos y otras zonas con movimiento constante.

Acudir al médico en caso de duda

Si, después de nadar, notamos una sensación de picazón, dolor o notamos una reducción en la audición, es recomendable no volver a sumergirse y acudir al médico, evitando siempre echarnos gotas por nuestra cuenta. El tratamiento adecuado y a tiempo permite que los síntomas mejoren al cabo de uno a tres días y que desaparezcan entre los siete a diez días. La otitis externa suele tratarse con gotas para los oídos que contienen antibióticos y esteroides para reducir la hinchazón del canal auditivo.