
De los moscosos a los montoristas
Aún es pronto para saber con qué epónimo acabará Cristóbal Montoro en el ‘Diccionario’. El genio del idioma encontrará la manera
Archiletras | Todo es lengua – Fuentes, charcos y cloacas contra Pedro Sánchez
Ha muerto hace unos días Javier Moscoso, uno de los pocos políticos recientes que ha colocado su nombre, como epónimo, en el Diccionario de las academias (DLE). Moscoso: “m. coloq. En España, día de permiso de libre disposición que tienen pactado ciertos colectivos de trabajadores y funcionarios”. Añade el DLE, sobre la etimología del término: “De J. Moscoso, político español, que lo instauró en 1983, siendo ministro de la Presidencia”.
Moscoso, en efecto, fue ministro de la Presidencia en el primer Gobierno de Felipe González. Han pasado casi 43 años de aquello y muchos funcionarios aún utilizan el término moscoso en su lenguaje cotidiano.
Otro ministro más reciente parece que tiene también muchas papeletas para acabar en el DLE, si bien por motivos menos nobles. Se trata de Cristóbal Montoro Romero, ministro de Hacienda de abril de 2000 a abril de 2004, con José María Aznar de presidente, y de diciembre de 2011 a junio de 2018, con Mariano Rajoy de presidente. El pasado 16 de abril, Montoro fue imputado por un juez de Tarragona por los presuntos delitos de cohecho, fraude contra la Administración Pública, prevaricación, tráfico de influencias, corrupción en los negocios, falsedad documental y negociaciones prohibidas. ¡Impresionante campo semántico!
Cristóbal Montoro Romero, durante el pleno en el Congreso de los Diputados
Son tan fuertes los cargos contra el exministro de Aznar y de Rajoy (ambos, del PP) que algunos publicistas de la derecha mediática se han apresurado a tildarle a Montoro de sanchista, a ver si cuela. Con razón se dice que no hay material más sólido y resistente que el papel prensa. Lo aguanta todo.
Boutades de la derecha mediática al margen, lo de Montoro pinta muy mal. A mí todo lo que estoy leyendo estos días sobre el exministro y sus colaboradores en Hacienda y/o en la empresa Equipo Económico, fundada por él, me recuerda mucho un artículo histórico. Lo presentó como ponencia en el congreso anual de 1939 de la American Sociological Society, que se celebraba en Filadelfia, el sociólogo estadounidense Edwin H. Sutherland, uno de los padres de la criminología moderna. Se titulaba White-collar criminality (Delincuencia de cuello blanco) y en ella Sutherland no solo acuñaba este término, sino que además teorizaba por primera vez sobre “los delitos de la clase alta compuesta por personas respetables o, en último caso, respetadas, hombres de negocios y profesionales”.
Escribía también esto Sutherland: “La delincuencia de cuello blanco en los negocios se manifiesta sobre todo bajo la forma de manipulación de los informes financieros de compañías, la falsa declaración de stocks de mercancías, los sobornos comerciales, la corrupción de funcionarios realizada directa o indirectamente para conseguir contratos y leyes favorables, la tergiversación de los anuncios y del arte de vender, los desfalcos y la malversación de fondos, los trucajes de pesos y medidas, la mala clasificación de las mercancías, los fraudes fiscales y la desviación de fondos realizada por funcionarios y consignatarios”.
“La corrupción de funcionarios realizada directa o indirectamente para conseguir contratos y leyes favorables”, decía Sutherland hace casi un siglo. ¡Qué ojo!
Definido por el Diccionario como el “comercio ilegal de artículos intervenidos por el Estado o sujetos a tasa, el estraperlo tomaba su nombre del acrónimo de D. Strauss y J. Perlowitz, los creadores de una ruleta fraudulenta que se intentó implantar en España en 1935.
¿El sustantivo montorismo? ¿El verbo montorar? ¿Los adjetivos montorista o amontorado? ¿El acrónimo de nombre y apellido cristoro? Aún es pronto para saber con qué epónimo acabará Cristóbal Montoro en el Diccionario. El genio del idioma encontrará la manera. Y la Justicia el camino para depurar responsabilidades. O no, que con la delincuencia de cuello blanco nunca se sabe. El alguacil siempre se resiste a ser alguacilado.