La obra cumbre de Carlos Giménez sobre el hambre y el maltrato a los niños de la posguerra: «Si no lo cuento, no lo cuenta nadie»

La obra cumbre de Carlos Giménez sobre el hambre y el maltrato a los niños de la posguerra: «Si no lo cuento, no lo cuenta nadie»

‘Paracuellos’ se puede leer ya en un solo tomo de casi 600 páginas, aunque un error editorial ha omitido siete de ellas en la primera impresión, ya agotada

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Pocos cómics españoles hay más importantes que Paracuellos, obra cumbre de Carlos Giménez (Madrid, 1941), un autor que, en su madurez, continúa produciendo obras a un ritmo envidiable. Cuando decidió dibujar las primeras historietas de Paracuellos, Giménez era un profesional en su treintena que había pasado por el trabajo de agencia y por encargo, e intentaba establecerse como un autor que dibujara sus propios guiones, y que elaborara obras personales, donde poder volcar sus intereses y preocupaciones. Como pionero que fue, pagó el precio de la incomprensión del público y los editores de los primeros años de la Transición, en los que el cómic todavía era visto como algo infantil o un simple entretenimiento humorístico.

En Paracuellos, Giménez se propuso volcar sus recuerdos de su paso por diferentes Hogares del Auxilio Social, una institución en principio benéfica, colegios internos en los que estudiaron huérfanos y niños de familias sin recursos, en muchos casos hijos de represaliados republicanos que, en los Hogares, serían reeducados en los valores del franquismo. Giménez dio a conocer a sus lectores una realidad hasta entonces silenciada: la del hambre, el maltrato, los castigos y la crueldad que sufrió en los Hogares del Auxilio Social, a manos de guardesas, curas e instructores falangistas.

La primera historia de esta serie se publicó en 1976. Giménez la retomó en varias etapas, hasta 2022, sumando nueve álbumes que mostraban su evolución como artista y mostraban un fresco poliédrico de la vida en los Hogares del Auxilio Social, que ahora se recopilan en un tomo que, por primera vez, permitirá leer Paracuellos de forma íntegra y en el formato de página original. El libro, Paracuellos. Edición total (Reservoir Books), fue idea de sus editores, como explica Carlos Giménez en conversación con este medio, “para conmemorar el 50 aniversario de la primera vez que se publicó una historieta de esta serie. Me hace ilusión ver un libro tan gordo, con tantas páginas y tan pesado. Espero que lo de pesado sea en el buen sentido de la palabra”, bromea el autor.


El dibujante Carlos Giménez

La primera edición del recopilatorio, aparecido en junio, ha sido un éxito y se ha agotado rápidamente, de manera que Reservoir Books ha puesto ya en marcha una reimpresión; sin embargo, hace pocos días, se alertaba de un error: faltaba una de las historias de la serie, debido a un error editorial. Reservoir Books ha emitido un comunicado en el que informa de que el error se subsanará en la reimpresión y, en lo que respecta a la primera edición, se distribuirá en los puntos de venta una separata gratuita con la historia. Un sobresalto que ha empañado un lanzamiento histórico, pero que no impide reconocer que esta obra, reconocida internacionalmente, al fin tiene una edición recopilatoria a su altura.

Un comienzo en revistas pseudoeróticas

Paracuellos comenzó a publicarse en revistas satíricas y pseudoeróticas de la época, una en la que aún estaba por llegar el cómic más adulto. Las páginas de Giménez y sus niños, de miradas angustiadas, descolocaron a los editores de aquellos semanarios, y pronto dejaron de publicarlas, de modo que el autor tuvo que probar suerte en la francesa Fluide Glacial y, pocos años más tarde, ya con un espacio más claro para el cómic adulto español, en la revista Comix Internacional.

El gran valor de la obra reside en la falta de referentes previos; nadie había hecho nada semejante en el tebeo, y Giménez era consciente de la posible falta de interés. Sin embargo, estaba decidido a contar su testimonio. “Tuve interés en contarlo porque era consciente de que si no lo contaba yo, posiblemente no lo contaría nadie —afirma Giménez—. Y si los que lo habíamos vivido no lo contábamos sería como si no hubiera existido. Y aunque en términos generales, para la historia de la posguerra, estos colegios no hubieran sido muy importantes, en términos particulares, para los que los habíamos vivido y sufrido sí lo eran”.


Una página de ‘Paracuellos’, de Carlos Giménez

Paracuellos, en sus orígenes, fue también un ejercicio de memoria colectiva, ya que, tal y como describe Giménez, muchas de sus historias surgen de conversaciones con otras personas que también pasaron por los Hogares en la misma época que el autor. “Después de salir de aquellos colegios yo seguí viéndome con varios compañeros de entonces, y con algunos todavía me veo. Ellos me ayudaron a la hora de escribir los guiones recordándome anécdotas y nombres de compañeros. Ellos son el marchamo de autenticidad de mis historias”, afirma el dibujante.

Por si acaso, a lo importante

En las primeras historietas de Paracuellos, Carlos Giménez hace virtud de la limitación de espacio —solo contaba con dos páginas— y convierte cada relato en un golpe directo a la conciencia, prodigios de narrativa y de expresividad, marcados además por la urgencia: “Cuando empecé a escribir y dibujar esta serie, no sabía cuántos episodios podría llegar a publicar”, confiesa Giménez, que era consciente de la suspicacia de los editores. “Ante la duda procuré contar primero lo que más interés tenía en denunciar: el hambre, la sed, el frío, la religión, los malos tratos…”, continúa. Así, dio forma a un mosaico de historias, protagonizadas por unos niños famélicos y desamparados ante los abusos, que se convirtió en el testimonio atemporal de lo peor del régimen franquista, marcado por la moral nacionalcatólica y el afán de revancha contra los vencidos.


Una página de ‘Paracuellos’

Con el paso del tiempo, Giménez logró contar con más espacio para las historias breves de Paracuellos. Y a partir de la segunda etapa editorial, a comienzos de los años 2000, el formato de publicación de álbum permitió flexibilizar las narraciones. “Cuando ya tuve ocasión de publicar episodios continuados y contando con más papel para hacerlo, pude contar también otros temas que consideré importantes y realizarlos de una forma más matizada y con más detalles”, explica el autor. Así, el tono de denuncia de los primeros relatos se complementaría con otro más costumbrista, que diera cuenta de otros aspectos de la vida en los Hogares, con momentos más agradables, personajes no tan negativos y una visión más global y matizada, sin que el compromiso de Giménez flaqueara en ningún momento: si algo ha sido una constante en su obra ha sido su posicionamiento político y social.

“Me doy por satisfecho”

Tras las tres entregas publicadas entre 2016 y 2022, ya bajo el sello editorial de Reservoir Books, Carlos Giménez anunciaba el fin de la serie. No era la primera vez que lo hacía, pero ahora, a sus 84 años, parece resuelto a que esta Edición total sea el broche final de su obra más longeva y conocida. “Aunque en algunas ocasiones he dado por terminada esta serie y luego he vuelto a retomarla para contar nuevos episodios, creo que esta vez puedo decir que la doy por concluida. Queda contado en ella la parte más importante, lo que yo tenía más interés en que se supiera. Me doy por satisfecho. Además, la edad que tengo no creo que me permita muchas más aventuras”, reconoce el dibujante madrileño.

A pesar de sus palabras, lo cierto es que Giménez está muy lejos del retiro: cada año publica al menos dos cómics, intercalando obras semiautobiográficas como El libro del señor Marcos (2025) con adaptaciones de obras literarias como La máquina del tiempo (2017) o Cementerio estelar (2023). Nuevas historias que se suman a una trayectoria cuajada de buenas obras, que lo convierten en uno de los autores más importantes de la historia del cómic español.