
La reivindicación de un oficio que ha sido abandonado: «Ser esquilador es muy duro, los españoles no quieren hacerlo»
Juan Vidiella es uno de los ocho esquiladores uruguayos que, durante cien días, han recorrido varias localidades españolas desarollando una labor en peligro de extinción
Del diseño gráfico a montar una gasolinera en un pueblo de Guadalajara: “Nos necesitan, por eso lo hacemos”
Esquilador, una rara avis entre los oficios que se siguen ejerciendo en España. La técnica para desprender a la oveja de la lana no tiene solo un fin estético, sino que es un aspecto más básico: es cuestión de higiene. Cada verano multitud de esquiladores de diferentes países de Europa o América del Sur llegan a España a desempeñar un oficio que está en desuso.
Juan Arenas, pastor de Cantalojas –municipio de Guadalajara limítrofe con la provincia de Segovia– lleva toda su vida en el oficio. “Desde que nací, prácticamente”, señala orgullosamente Arenas que ahora tiene 61 años.
Él y sus dos hermanos poseen una sociedad ganadera con casi 3.000 ovejas de raza ojalada soriana. Asegura que el esquilado es muy importante para el ganado ovino, ya que “se hace por higiene, si no se las comerían las moscas. Es como si tú no te lavases el pelo, al final se te destrozaría”.
Juan Arenas, pastor junto a sus ovejas
El esquilado siempre se realiza una vez al año, generalmente en la misma fecha. “Se hace en la época de calor, aunque hay que tener cuidado con las tormentas cuando están las ovejas recién esquiladas, pero sí, lo hacemos en verano”, explica Arenas.
Además, nos cuenta que antiguamente se esquilaba a tijera, pero que ahora existen máquinas más rápidas. “Yo no he esquilado nunca con tijera, pero gente más mayor que yo sí que lo ha hecho, y claro, se tardaba mucho más”, expresa el pastor.
Los esquiladores en Cantalojas colocan a las ovejas en posición para esquilarlas
Juan reivindica que en la actualidad la lana se paga a un precio extremadamente inferior que hace años. “Antes podían darnos por tres mil kilos de lana casi 7.000 euros, este año nos han dado por esa cantidad 150 euros, es una ruina. Pero llevamos más de quince años así, con esos precios”.
La labor de los esquiladores es esencial para el bienestar de las ovejas, sin embargo, se trata de un oficio que muy pocas personas quieren hacerlo. “Es un oficio muy duro y los españoles no quieren hacerlo”, señala Juan Arenas, que este año ha tenido a ocho personas uruguayas que han venido a trabajar como esquiladores. “Tardan muy poco, la verdad, dos minutos más o menos por oveja”, explica.
Uno de los esquiladores uruguayos en Cantalojas cargando la lana en diferentes sacas
Juan Vidiella, esquilador: “En Uruguay cuidamos mucho a la oveja, porque la lana vale mucho dinero”
La oportunidad de venir a España, concretamente a Cantalojas, a desempeñar su oficio llega por unos amigos. “Empecé por ellos y ya llevo viniendo ocho años a España. Estamos aquí más o menos una temporada de 100 días. Desde hace 3 años soy el jefe de grupo de los que vienen conmigo”, explica Vidiella.
Juan, de 28 años, lleva la mitad de su vida trabajando como esquilador. “Comencé con 14 años, junto a mi padre y mi hermano. Me gustó mucho cuando probé y ya seguí. En mi familia la mayoría se dedican a este oficio”, cuenta este esquilador uruguayo.
Una oveja de raza soriana siendo esquilada en Cantalojas
En Uruguay, según relata Vidiella, existen escuelas de esquileo que ofrecen cursos intensivos a aquellos interesados en el oficio. “Están allí durante cinco días aprendiendo la técnica tally–hi, que es como se llama al método de esquilar, y después ya vas cogiendo práctica y aprendiendo a tu manera”, señala Juan. Destaca que cada esquilador lleva su propio material, “sus cuchillas, con el afilado correspondiente”.
Al contrario que en España, en el país de este esquilador uruguayo “se cuida mucho a la oveja porque la lana vale mucho dinero en exportación. Cada oveja suele dar en promedio entre 3 y 4 kilos de lana, que se comercializa toda. En el caso de la lana fina, la buena, ha llegado a pagarse hasta 17 euros por kilo. Luego están las menores, que las pagan entre 8 y 14 euros cada kilo”, explica Juan Vidiella.
Los esquiladores afilan las cuchillas para trabajar
Nacho Izquierdo, que ha realizado las fotografías, explica que estas “capturan el ritmo, la concentración y el compañerismo de una jornada de esquileo en uno de los rincones más bellos de Guadalajara, y rinden homenaje a quienes mantienen viva esta labor tan necesaria como invisible”.
Además, resalta que los esquiladores trabajan con “gran destreza y rapidez, esquilando cientos de ovejas al día”. Izquierdo está de acuerdo con Arenas en que “la mayoría de profesionales son extranjeros, porque cada vez hay menos personas en España dispuestas a asumir un trabajo tan duro, físico y estacional como este”.