Álava homenajea a los pueblos anegados por los embalses: “Nos fuimos cuando el agua entraba ya por la puerta”

Álava homenajea a los pueblos anegados por los embalses: “Nos fuimos cuando el agua entraba ya por la puerta”

Entre 1956 y 1958, lo que la propaganda franquista calificó como prodigio de la ingeniería se tragó una decena de localidades como Orenin y las casas de unas 600 personas

Los hombres de Mussolini matricularon en la guerra nueve Alfa Romeo de lujo en Vitoria, uno para el cuñado de Franco

En el DNI de Rufino, de 77 años, pone que es natural de Orenin, un inexistente pueblo de Álava del también inexistente municipio de Gamboa. Quedó sumergido en algún momento entre octubre de 1956, cuando finalizaron las obras del embalse de Ullibarri-Gamboa, la mayor masa de agua dulce de Euskadi, y agosto de 1958, cuando el dictador Francisco Franco dio por inaugurado aquel pantano que la propaganda vendió como una gran “obra nacional” que permitió cambiar el curso del río Zadorra para abastecer a Bilbao, de agua y también de electricidad, a través de la ingeniería humana. Este lunes, la Diputación de Álava homenajea casi siete décadas después a los pocos ya supervivientes, como Rufino, de entre las alrededor de 600 personas de unas 250 familias que tuvieron que abandonar a la fuerza Orenin y también zonas de Landa, Azua, Nanclares de Gamboa y otra media docena de pequeñas poblaciones.

El de los embalses del Zadorra es un proyecto de tiempos de la II República que se ejecutó en la dictadura. Una década después de finalizada la Guerra Civil, arrancaron unos trabajos que duraron otros diez años. ‘El Español’, medio de propaganda del régimen, dio la cifra de una inversión total de 1.500 millones de pesetas. Si se aplicara la inflación, podría superar los 70.000 millones de euros actuales.


Llegada del Cadillac de Francisco Franco

En su origen fue un proyecto para generar energía eléctrica para la siderurgia y la industria pesada del gran Bilbao. Altos Hornos de Vizcaya, a través de su filial Saltos del Zadorra, fue la promotora del plan. Como derivada secundaria vino el abastecimiento del área metropolitana vasca más poblada y también de Vitoria. Ahora, además, Ullibarri-Gamboa es un lago con embarcadero, playas, restaurantes, colonias y espacios de ocio para alaveses y guipuzcoanos.

El franquismo estaba enamorado del proyecto porque el ser humano había logrado que un río de la cuenca mediterránea, el Zadorra, fuera a desembocar ahora en la cantábrica. El sistema implica no un embalse, el que anegó Orenin, sino otro en Urrunaga o Santa Engracia, que baña ahora la zona de Legutio. Tienen 148 y 72 millones de metros cúbicos de capacidad, respectivamente.

Aquel otro no cubrió poblaciones, apenas “siete u ocho caseríos”, según la propaganda, pero sí las huellas del escenario de la más cruenta de las batallas de la guerra, la de Villarreal. Ambos están unidos por un túnel que, a su vez, envía el agua a Zeanuri, ya en Bizkaia, para generar energía.

“Obra de gigantes, de auténticos superhombres, puede calificarse el complejo. Igual que los genios mitológicos, los ingenieros españoles han cambiado nada menos que las desembocaduras de tres ríos. Al mar Mediterráneo iban antes, a través del Ebro, los ríos Zadorra, Santa Engracia y Bayas. Pues bien, estos tres ríos que llevaban sus aguas al viejo mar latino han cambiado de curso y como una carretera de gran turismo han vuelto la espalda y van a morir, después de la mejor vida, a las olas fuertes y duras del Cantábrico. Aguas y Saltos del Zadorra, Sociedad Anónima, ha sido la empresa propiedad de Altos Hornos de Vizcaya la que ha acometido el proyecto. Conste así, pues, para su título y para su orgullo”, narraba ‘El Español’ en una edición especial de finales de agosto de 1958 con fotografías de Franco, de la industria de Bizkaia y del propio proyecto.

Rufino lleva ya algunos años preservando la memoria de los pueblos anegados. Constata que “una generación” de quienes se vieron forzados a dejar sus casas “ha desaparecido” y que la suya, poco a poco, “está muriendo también”. Ha habido homenajes a nivel local, también en la capital, en Vitoria, pero entienden que el homenaje institucional de la Diputación es la pieza que faltaba.


Vista aérea de la zona en 1956, con la presa ya construida pero sin haberse llenado el embalse


Vista aérea de la presa, ya con el embalse lleno, en 1958

Para finales de 1956 ya estaba acabada la presa de Ullibarri-Gamboa. Txus Bilbao, hija y nieta de una familia afectada por las expropiaciones, contó a ETB que se llegó a disponer de un ferrocarril hecho ‘ad hoc’ para mover los materiales. Hay imágenes aéreas de 1957 con la pared completada pero con el gran vaso en que se convirtió el valle de Gamboa sin anegar aún.

El nivel fue subiendo poco a poco. Los vecinos fueron reacios a salir. Según recuerda Rufino, el día en que su familia salió de Orenin “el agua ya entraba por la puerta”. Bilbao, en aquella entrevista en ETB elevaba “a las rodillas” el nivel. La parte alta de Orenin es ahora una isla en medio de la gran masa de agua. La más famosa de las ínsulas del pantano es, en cambio, la de Zuaza. Casi todos los estudiantes vitorianos han pasado alguna vez por las colonias allí instaladas para practicar deportes náuticos. Contó ‘El Correo’ en un aniversario del embalse que los moradores del lugar se resistieron a irse y que, al verse rodeados de agua y aislados, terminaron siendo rescatados.

Algunas imágenes aéreas permiten detectar bajo el agua la Atlántida alavesa. Equipos de submarinistas han grabado vídeos en fechas recientes mostrando esos restos. Cuenta Rufino que, en su caso, ha podido aprovechar dos períodos de sequías para cruzar caminando a su antiguo Orenin. Eso sí, antes del desalojo, una máquina tiró la bonita iglesia y parte de la escuela. “Tengo fotos encima de las ruinas de lo que fue la casa de mis padres. La tapia más alta tendrá medio metro”, se emociona.

Rufino explica que, muy al principio, hubo saqueos en Orenin. “Con pequeñas embarcaciones, se llevaron tejas, piedras de sillería y más materiales”, señala. El archivo de Álava conserva fotografías de un palacio señorial en aquel pueblo. El antiguo vecino asegura que algunos, por el peso de lo que robaron, se hundieron en el agua. El pantano, sí, ha sido la tumba de decenas de personas. Lo fue de trabajadores de las obras, según crónicas de la prensa de la época, edulcoradas por la censura. También, por ejemplo, de un grupo de veinteañeros de Eskoriatza, cuya embarcación naufragó un 25 de julio de 1958, semanas antes de que Franco inaugurara la obra.


Antigua iglesia de Orenin


Palacio en Orenin

En previsión del saqueo y pillaje, el padre de Rufino y otro vecino sacaron del cementerio del pueblo restos humanos, como los de su abuelo. Los recolocaron en Azua, una población cercana que salvó una casa. Al desaparecer Gamboa, pasó a depender del municipio de Elburgo. La Wikipedia le atribuye en la actualidad tres habitantes. Pero, según cuenta, en Azua no cuidaron el cementerio y se perdieron esos restos. “Vete a saber qué pasó”, se vuelve a emocionar.

La familia de Rufino, madre, padre y siete niños, acabó “en un pisito de 60 metros cuadrados” en el Casco Viejo de Vitoria. No prosperaron nuevas urbanizaciones. Asegura que compraron esa casa “justo justo” con la indemnización. Perdieron, desde luego, las tierras de labranza, el modo de vida principal de los habitantes de aquel valle inundado. Se abonaron también compensaciones a personas que tenían negocios en los pueblos, fijos o itinerantes. Hace poco, Rufino se encontró con la hija de un peluquero de la capital que iba por la provincia los fines de semana. Le contó que con el dinero se pudo comprar una bicicleta para el negocio y gabardinas para su madre, para ella y para sus hermanos.

“Sí, fue traumático”, resume este hombre. Se instalaron en Vitoria en plena víspera de los Reyes Magos de 1958, un helador 5 de enero. “Al ser joven, no era muy consciente de aquello, pero con el tiempo sí lo he sido”, agrega. “No queremos dar pena, pero merecemos reconocimiento y, a ser posible, reparación”, argumenta. La Diputación tenía pendiente este gesto desde antes de la pandemia y, por circunstancias, no ha llegado hasta ahora.

“Es reconocer que, para muchas familias de los pueblos que desaparecieron o se vieron afectados por el embalse, fue un proceso traumático. No fue una decisión que adoptaron. Se vieron obligadas a soportarla. Todavía hay familias que están sufriendo como consecuencia de aquellos hechos. La Diputación foral de Álava entiende que aquellas familias merecen un reconocimiento y que las instituciones tenemos que recordar lo que ocurrió. Lo hizo el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y ahora lo hace la Diputación foral de Álava”, explica el diputado general, Ramiro González, en una entrevista con este periódico.


Ermita de Zuazo de Gamboa, desaparecida también bajo el agua


Puente sobre el río en Nanclares de Gamboa antes de la construcción del embalse

La inauguración se produjo el 25 de agosto de 1958 aprovechando que el dictador terminaba su estancia estival en Donostia, donde dirigía el país desde el palacio de Aiete. Franco, a bordo de una gran berlina oscura de la marca Cadillac, salió por la N-1 hasta Vitoria, donde cruzó por la calle de Los Herrán sin detenerse hasta visitar los nuevos polígonos industriales del norte de la capital.

Después se procedió al estreno oficial de la presa, con un nivel de agua muy alto para la época del año. Asistió, entre otros miembros del Gobierno, el ministro Camilo Alonso Vega, buen conocedor de la zona porque era el máximo mando militar en Vitoria el 18 de julio de 1936, cuando hizo de esta ciudad la primera en ser tomada por los golpistas. El lugar estuvo protegido por una guarnición de Miñones, la antigua Policía foral de Álava que sigue siendo la encargada de vigilar en la actualidad el entorno del embalse.

Tras la primera parada, las autoridades visitaron Legutio y Urrunaga también. Y la central hidroeléctrica de Zeanuri. La comitiva terminó en Bilbao, con una visita a la Feria de Muestras tras surcar la Gran Vía de Don Diego López de Haro y una comida en Altos Hornos de Vizcaya, la promotora del proyecto. Las crónicas cuentan que todos los lugares de paso estaban engalanados con banderas de España, que la población vitoreaba al jefe del Estado y que sonaba aquí y allá el himno. En Ullibarri-Gamboa, eso sí, un grupo de “chistularis” de la Diputación interpretó la pieza en euskera “Agur Jaunak”.


El embalse de Ullibarri-Gamboa