Nadie quiere ser la próxima Noelia

Nadie quiere ser la próxima Noelia

‘Política para supervivientes’ es una carta semanal de Iñigo Sáenz de Ugarte exclusiva para socios y socias de elDiario.es con historias sobre política nacional. Si tú también lo quieres leer y recibir cada domingo en tu buzón, hazte socio, hazte socia de elDiario.es

En el ambiente bastante tóxico en que se encuentra la política española, era de esperar que acabaran tirándose los currículos universitarios a la cabeza. Es un espectáculo bastante deplorable, como tantas otras cosas que están pasando. A eso hay que unir los comentarios en redes sociales sobre eso que llaman la ‘titulitis’, dar demasiada importancia a los títulos universitarios. Como sociedad, es un paso atrás. No llegaremos muy lejos si pensamos que el hecho de que un joven dedique cinco años de su vida a formarse en la universidad es algo que en el fondo no es tan importante como dicen.

Leo que el Partido Popular ha pedido a sus diputados que revisen la titulación que incluyeron en su ficha del Congreso. Por si acaso. No sea que aparezcan como doctores en física por el MIT de Massachusetts y resulte que no llegaron al cuarto año estudiando corte y confección. Miguel Tellado eliminó la frase donde dice que es periodista, lo que tampoco tiene mayor importancia, porque sabemos que lleva toda la vida dedicado a la política. Beatriz Fanjul, líder de las Nuevas Generaciones del PP, lo alteró un poco en la web del PP (en la del Congreso no aparece nada sobre formación académica). Ahora dice que “tiene estudios” en Administración y Dirección de Empresas. Lo de “tiene estudios” es un eufemismo que utilizan los políticos cuando no han terminado la carrera. Lo curioso es que afirma que fueron en la Universidad del País Vasco. Antes salía que habían sido en la Universidad de Deusto, que es privada. ¿Cómo puede alguien olvidar en qué universidad estudió? Está claro. Esas cosas no se olvidan. 

Tampoco hay que tomárselo a la tremenda. Cualquiera que haya oído hablar en público a Fanjul sabe que está en el Congreso por su cargo en NNGG, no por su talento político. “Un perfil muy fresco”, decía de ella hace años una dirigente del PP vasco. Destacaba que tenía muchos seguidores en las redes sociales. Eso es algo que obsesiona a los políticos. En el caso de Fanjul, contar ahora con 101.000 seguidores en Twitter tampoco le ha hecho más inteligente o más eficaz en la tribuna (“no me mates, Carromero”). En los tiempos que corren, se considera que saber comunicar consiste en pegar buenas patadas en la entrepierna a los rivales.

En las trincheras, las prioridades están claras. Como Noelia Núñez ha tenido que dimitir de sus cargos, en el PP aspiran a cobrarse otra pieza para compensar el descrédito. Así funciona todo. Insisten en que Patxi López no acabó la carrera. Eso ya se sabía. Afirman que se hace pasar por licenciado. En su caso, aparece lo de que “estudió Ingeniería Industrial” (estudiar no es sinónimo de acabar los estudios). Chapoteando en el barro, Cayetana Álvarez de Toledo ha sacado un recorte antiguo de un periódico de Valladolid. Obviamente, López no es quien lo ha escrito. Diputados del PP también sacan el tema de la delegada del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé. Afirman que en la web del PSOE aparecía como licenciada. En la web de la Delegación, se indica que “inició su carrera profesional en el 2001, compaginándolo con los estudios universitarios”. Vale, eso quiere decir que no los acabó. 

Además de con Fanjul, el PSOE contraataca con Juanma Moreno, presidente de Andalucía. La web de la Junta dice que es “graduado en Protocolo y Organización de Eventos y Máster Oficial en Dirección de Protocolo, Producción, Organización y Diseño de Eventos”. Qué cantidad de cosas. Ni siquiera sabía que existe ese grado. Supongo que es importante saber cómo se organiza un evento. Y no olvidemos el protocolo, no sea que aparezca un almirante y no sepas dónde sentarle. 

Pero lo que importa de verdad no es lo que estudió Moreno, a menos que mintiera en alguna web oficial. Lo relevante es su labor como presidente después de haber ganado las elecciones. Debería preocupar más a la oposición eso, incluido el estado de la sanidad pública, lamentable como en otras comunidades, que si dedicó el tiempo suficiente a estudiar cuando era joven. Lo mismo vale para Patxi López. 

Más que su formación educativa, interesa más en política las ideas que defiendes y la forma en que lo haces. Pasado un tiempo, a nadie le importa si alguien posee uno o más títulos, o ninguno. Lo que no se puede permitir es que alguien falsifique sus antecedentes universitarios. Los políticos se pasan el día diciendo que alguien miente. No es un exceso demandarles el mismo baremo a ellos.


Viñeta de Manel Fontdevila.

En el PP, insisten en que la dimisión de Noelia Núñez le honra. Hasta le llaman valiente. Sin duda, hubiera sido mejor que demostrara su valor contando la verdad sobre sus estudios desde el principio. Lo de que reconozca de verdad lo que hizo parece que es ya demasiado.

En una entrevista en La Razón, le hacen una pregunta sencilla: “¿Por qué falseó su currículo académico y se atribuyó unos títulos que no tenía?”. La respuesta te deja un poco perplejo: “No considero que sea falsear, simplemente es un error de redacción”. Vaya, parece que dar información falsa en la web del Congreso y del partido no es “falsear”. Pregunta: “¿Usted no considera que haya mentido?”. Para nada. “Esa es una valoración absolutamente subjetiva. Considero que he cometido un error”, responde. Vale, lo que tú digas. Yo diría que afirmar que mentir es un error no es una valoración subjetiva. 

Casi que le vendría bien no dar entrevistas, pero ella no piensa igual. Por eso, ha fichado como tertuliana por un programa de Cuatro. Así, no tendrá ninguna pérdida de poder adquisitivo, lo que siempre es importante. 

Por encima de todo, no despreciemos la educación universitaria ni pensemos que la sociedad le da demasiada importancia. Desde luego que no se necesita para ser un buen diputado. Mucha gente lo ha demostrado. Pero esos comentarios sobre la ‘titulitis’ desdeñan los sacrificios de muchas familias por enviar a sus hijos a la universidad. Pienso en los españoles de la posguerra que lo hicieron con sus hijos e hijas en los años 70 y 80. Estos fueron los primeros licenciados que habían salido de esas familias. Cuéntales ahora que los títulos son prescindibles, que no es para tanto presumir de ellos cuando no los tienes.