
Ruina, venta o compra institucional: el incierto futuro de las casas solariegas de los grandes intelectuales de Cantabria
Las casonas de José María de Pereda y Concha Espina se encuentran en venta, Marcos de Quintos acaba de adquirir el palacete de Josefina Aldecoa y el Gobierno de Cantabria la casa natal del doctor Madrazo
Entre el abandono, la especulación inmobiliaria y las compras institucionales, el patrimonio inmobiliario ligado a los grandes escritores e intelectuales, oriundos, nacidos o vinculados con Cantabria, se debate en la actualidad en un contexto en donde la decadencia del tiempo se convierte en una oportunidad comercial o cultural, según se valore más la ubicación de la finca o el peso de la historia sobre sus vigas de madera.
En Cantabria hay casas, casonas y palacios para dar y, si no regalar, al menos para vender. Palacetes, escuelas y sanatorios de indianos, casas solariegas, castillos y otra vez palacios de la nobleza baja, media y alta desde la Edad Media, villas conservadas en piedra y monumentos modernistas, un patrimonio histórico de la comunidad que se debate entre la oferta hostelera -la casa de Ana María Cagigal en Solares es un hotel, por ejemplo-, la lista roja de patrimonio y la casa-museo que, visto lo visto, es el más afortunado destino de algunos de estos inmuebles cargados de pasado desde un punto de vista público.
Santander, como capital, pero sobre todo los valles de Cabuérniga y del Pas son los que atesoran más restos del legado familiar de aquellos que hicieron de las letras su forma de vida y también las que forjaron su recuerdo. No son todas las que hay, pero sí que concentran la más significativa parte de los vestigios literarios hechos piedra en Cantabria: poetas, novelistas, dramaturgos, periodistas y polígrafos. Y quien dice de las letras dice de las ciencias: médicos, biólogos y científicos.
José María de Pereda, Marcelino Menéndez Pelayo, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega, Concha Espina, Concepción Arenal, Josefina Aldecoa, Enrique Diego Madrazo, Agusto González Linares, Benito Pérez Galdós, José María de Cossío, los pintores Luis Quintanilla y Antonio Quirós… la relación no es que sea interminable, pero da para muchas horas de lectura y muchas rutas literarias: desde el piso en que vivió José Hierro en la calle Cádiz, y el bar de al lado del portal donde escribía, hasta la casa solariega y sanatorio en los valles pasiegos, pasando por uno de los epicentros más curiosos y llamativos de la geografía local como es Mazcuerras, hogar de Concha Espina, Consuelo Berges, Matilde de la Torre y María Blanchard.
Lope, Calderón y Quevedo
En Vega de Villafufre está la casa familiar de Lope de Vega. En 2018, por un acuerdo entre Gobierno y Ayuntamiento, la casa de Lope de Vega fue rehabilitada y convertida en centro para uso socio-cultural. “Más ya Lope de Vega humilde llega, que aunque de su fortuna fue tu ribera su primera cuna, le dieron las Montañas otra Vega”, dejó escrito el dramaturgo en referencia a sus orígenes norteños.
En la ribera del río Pas se encuentra Bejorís, el pueblo que Francisco de Quevedo visitó para conocer el origen de sus ancestros. De su visita sacó el irónico verso de que su familia era la más solariega, dado que al carecer de tejado la casa familiar, era la que más sol a todas horas recibía de la comarca. De la casa, en el barrio de Cereceda, una piedra recuerda la vinculación del lugar con el poeta.
El origen de Calderón de la Barca está en Viveda, pero la casa familiar se ubica en el valle de Toranzo. El propio Calderón recuerda sus raíces en la comedia de enredo ‘Guárdate del agua mansa’.
La casa natal de José María de Pereda, una de las cumbres del costumbrismo decimonónico español, tiene en su jardín y un laurel que le regaló Benito Pérez Galdós en signo de amistad. El laurel sigue en su sitio y la casa, en Polanco, también, pero ambos fueron puestos a la venta y el Ayuntamiento no tiene capacidad ni de pujar por la compra ni de acondicionar el lugar, por lo que requiere del concurso del Gobierno de Cantabria, que tramita una declaración de Bien de Interés Cultural (BIC).
Mientras, la casa está a la venta por un millón de euros en un portal inmobiliario: “Vive en la maravillosa casona de piedra donde nació en 1833 el novelista José María de Pereda…”, empieza el anuncio.
Anuncio de venta de la casa de Pereda en Polanco.
El Ayuntamiento de Polanco ya intentó en 2018 estudiar la adquisición del inmueble al biznieto del escritor, principal heredero junto a otros familiares, pero en aquel momento no estaba en venta. En la actualidad sí y puede acabar en manos de quien quiera dormir imbuido de la atmósfera en la que se escribió ‘De tal palo tal astilla’, ‘Peñas arriba’ y ‘Sotileza’.
Menos suerte tuvo el canario Benito Pérez Galdós, quien pasó largas estancias, durante cuatro décadas, en la finca San Quintín, en Santander. La quinta fue víctima de la piqueta durante los primeros compases de la democracia y, ahora, en el lugar, próximo a la entrada a la península de La Magdalena, hay otra construcción. Pero Galdós vivió allí entre 1871 a 1917 y allí se llevaban a cabo tertulias diarias en donde se daban cita su amigo, y sin embargo rival ideológico, José María de Pereda. Galdós ocupó esa casa durante 47 años y allí fue donde escribió y tuvo una relación sentimental que le dio una hija, la única reconocida, María.
Entre los casos de recuperación, que los hay, de patrimonio personal de grandes figuras de la cultura, destaca la Casona de Tudanca, propiedad del Gobierno de Cantabria. José María de Cossío y la Casona de Tudanca van unidos sobre el lecho de la cuenca del río Nansa. Construida en el siglo XVIII por un rico indiano de Perú, es desde hace años biblioteca del que fuera académico, presidente del Ateneo de Madrid, crítico y fundador de la revista ‘Cruz y Raya’. Curiosamente, fue escenario de la novela perediana ‘Peñas Arriba’, lo que establece un lazo de unión entre casas, escritores y obras literarias.
Del cruce entre literatura, vida y piedra uno se topa con Mazcuerras, que el franquismo renombró como Luzmela -en homenaje a ‘La niña de Luzmela, novela de Concha Espina, afecta al régimen-. En la finca de Concha Espina en Mazcuerras hay una glicina, que es como el laurel que Galdós regaló a Pereda. La casa de Concha Espina -que era prima política de Matilde de la Torre, Consuelo Berges y María Blanchard- fue puesta en venta. ¿Precio que ha puesto la familia? 895.000 euros.
Junto a esa casa se levanta un inmueble histórico que acaba de comprar, y está rehabilitando, el empresario y expolítico Marcos de Quintos. ‘Las Magnolias’ se llama. La casa-palacio era la de Josefina Aldecoa, databa del siglo XIX y tiene una arquitectura indiana inconfundible. Ha sido adquirida por el ejecutivo y exvipresidente de Coca-Cola por dos millones de euros, según se publicó recientemente.
No muy lejos de allí, en el Barrio de Abajo de Ucieda, está el terruño de dos pintores montañeses: María Blanchard y Antonio Quirós. Ahí se encuentra el Palacio Quirós en estado de abandono. La casa del pintor expresionista es un complejo compuesto por una casa y una capilla. Este enclave está rodeado por una muralla almenada que ha perdido la portalada. Los edificios de la propiedad datan de los siglos XVII y XVIII.
Además, en Vega de Pas se encuentra la casa del doctor Madrazo, quien fue represaliado por el franquismo y encarcelado con más de 80 años. La casa fue adquirida por el Gobierno de Cantabria recientemente tras un acuerdo con la familia y su futuro es el de convertirse en museo. Actualmente, el edificio del sanatorio está en la lista roja que elabora Hispania Nostra que recoge el patrimonio en riesgo de desaparecer. El Gobierno de Cantabria compró el edificio tras una larga negociación con la familia -que llegó a tasarla en 160.000 euros- y, aparte de museo, acabará dedicándose a la etnografía de los valles pasiegos.
Pero sin duda, en Cantabria, la casa natal reconvertida en casa-museo más significativa es la de Marcelino Menéndez Pelayo en Santander. Su biblioteca anexa, legada a la capital de Cantabria como la casa familiar, está todavía en fase de rehabilitación. La biblioteca está en obras desde hace seis años y la importante colección de los libros de Menéndez Pelayo se encuentra en la sede del Archivo Histórico para su desinsectación y conservación hasta que vuelva a su sitio una vez concluyan los trabajos.