Pedro Sánchez celebra que sigue vivo

Pedro Sánchez celebra que sigue vivo

Sánchez intenta despejar la idea sembrada por la oposición de que el Gobierno está en sus últimos estertores y promete que habrá proyecto de presupuestos en el otoño, aunque no pueda garantizar que saldrá aprobado

Claves de los nuevos permisos por hijo que aprobará el Gobierno: ¿quién puede cogerlos y desde cuándo?

La versión de Pedro Sánchez delgada y un poco consumida por el estrés levantó el ánimo para la rueda de prensa de final de julio con la que simbólicamente se cierra la temporada política antes de las vacaciones. Tocaba sonreír y no ofrecer la impresión de funeral con la que se presentó para hablar de la imputación de Santos Cerdán hace unas semanas. Contaba con las cifras macroeconómicas en su favor y la promesa de que el Gobierno presentará un proyecto de presupuestos en otoño. Lo primero es una realidad que admite distintas interpretaciones. Lo segundo habrá que verlo. Siempre se podrá desdecir si ve que no tiene los votos necesarios para aprobarlos.

Como los alumnos que lo ven negro antes de los exámenes y reciben el ánimo de sus padres para que no desfallezcan, Sánchez adelantó que no será por falta de ganas: “Yo voy a intentarlo. Voy a intentar persuadir a todos los grupos parlamentarios”. Entre ellos, deberían estar en teoría Junts –cada día más alineado en votaciones importantes con el PP– y Podemos, que ya sólo habla pestes del Gobierno. El presidente destacó que el Ejecutivo ha ganado el 86% de las votaciones en el Congreso. En las votaciones más relevantes, como la última del decreto del apagón, el porcentaje no es tan alto.

La rueda de prensa fue en realidad una suma de dos partes. Un discurso de Sánchez de unos 45 minutos. Después, respondió a preguntas durante veinte. Ya es una tradición en la política española que te endosen un sermón interminable en el comienzo de este tipo de actos y que luego racaneen con el tiempo dedicado a las preguntas. Es lo que hay.

“Los datos no mienten”, dijo al principio. Venía con un carro lleno de cifras económicas que demuestran que España no es el desastre sin paliativos que argumenta la oposición. Sánchez no desaprovechó ninguna. En estos momentos, 352.000 turistas extranjeros vienen hacia aquí “por tierra, mar y aire”, dijo. Es una invasión agradecida por todos los gobiernos, a pesar de los problemas que causa esta llegada masiva. Al comentar que se puede batir el récord de cien millones de llegadas este año (fueron casi 94 millones en 2024), ofreció un eslogan pintoresco: “Cien millones de turistas no pueden estar equivocados”. Quizá algunos vengan sólo por el sol y la playa.

Como es habitual en la política española, hizo un resumen de lo que la prensa extranjera dice sobre España. Siempre estamos mirando a lo que dicen de nosotros desde fuera, un rasgo que no es habitual en el resto de países europeos. Informó de que por tercer año consecutivo España será “la gran economía” que más crecerá este año. “El hogar medio en España tiene un 9% más de poder adquisitivo desde 2018”, cuando llegó al poder. Un 9% en siete años es algo más de un 1% anual, nada más.

Hubo otras cifras que aparecieron en su balance. Los 22 millones de trabajadores afiliados a la Seguridad Social, el aumento del ahorro en miles de millones, el incremento de la inversión extranjera, ese que cada año Isabel Díaz Ayuso dice que está bajando cuando es lo contrario, el ascenso de la Bolsa y la creación de nuevas empresas. Ha pasado algún tiempo desde que Alberto Núñez Feijóo dijo en 2022 que “nos dirigimos a una profundísima crisis económica”. No es extraño que Sánchez presuma de lo contrario.

Sánchez anunció que el Consejo de Ministros del martes aprobará la ampliación de las bajas retribuidas por maternidad y paternidad hasta las 17 semanas y las de las familias monoparentales a 32 semanas. Es un incremento por el que había luchado Sumar en las últimas semanas frente a las reticencias de María Jesús Montero. También intervenía el interés de los socialistas por dejar ese tema hasta septiembre y presentarlo entonces como una de las medidas con las que arrancar el curso político.

A primera hora de la mañana, Sumar hizo público que habían llegado a un acuerdo sobre las ayudas. Fuentes socialistas afirmaron que la negociación aún no había terminado. La jugada estaba clara. El PSOE prefería que fuera Sánchez en persona quien lo anunciará. Así ya tenía un titular que fuera algo más que promesas sobre el futuro.

La intención política de Sánchez era despejar la idea sembrada por la oposición de que el Gobierno está en sus últimos estertores. Estamos a mitad de la legislatura, dijo. Habrá proyecto de presupuestos y no quiso concretar qué pasará si no sale aprobado. Dado que insistió en que las legislaturas duran cuatro años, habrá que pensar que no le forzaría a convocar elecciones anticipadas. Cómo podría sobrevivir el Gobierno a partir de ese momento es un misterio, pero Sánchez da a entender que algo se le ocurrirá. De momento, dijo que ahí están los fondos europeos de los que se podrá seguir tirando. Y no es poco dinero.

A la misma hora, el Partido Popular ofreció la señal en directo del discurso de Feijóo ante su Comité Ejecutivo Nacional. Al igual que han dicho antes cien veces dirigentes del partido, su líder declaró que la legislatura está acabada, finiquitada, muerta. Han matado tantas veces a Sánchez que ya impresiona menos. No por repetirlo constantemente como si fuera un conjuro mágico, va a suceder, pero el PP persiste.

Feijóo asignó a los reunidos la misión de “electoralizar el partido”. Electoralizar es una palabra que no existe en el diccionario de la RAE (electoralismo, sí). Se supone que quiere decir que todos deben ponerse como una moto y estar preparados para el caso de que las elecciones se convoquen en cualquier momento.

Un día más, Feijóo hizo una descripción tenebrosa del estado de España. El país necesita “una limpieza total” con él pasando la fregona con la ayuda de productos abrasivos. Ya tiene preparada una lista de “leyes sanchistas” que derogará el primer día. Otras las “sustituirá”, con lo que habrá que esperar más. Habrá que “sanar” la democracia española. “Tenemos derecho a un país seguro y donde impere la ley”.

En esta línea, Miguel Tellado viajó a Barcelona la semana pasada para denunciar el aumento de los delitos en la ciudad. “Barcelona es la capital europea del crimen”, dijo con la retórica alarmista que le caracteriza. Hay muchos rankings de seguridad de las ciudades europeas, unos elaborados por empresas de seguros, otros por agencias de viajes y webs especializadas. En ninguno figura Barcelona entre las diez peores ciudades, en algunos tampoco entre las veinte peores. El número de robos en la capital catalana sí ha aumentado en la última década. Cuando el turismo se convierte en masivo, los ladrones no tardan mucho en aparecer.

Para el futuro, la RAE podría incluir el término ‘electoralizar’ con esta definición: realizar un discurso con el que un partido político crea una realidad alternativa con la que ganar votos en las elecciones. No le van a faltar ejemplos.