
Delegación del Gobierno de Cantabria, una institución al servicio del PSOE: cinco delegados en siete años
El cese de Eugenia Gómez de Diego para colocar al actual secretario general de los socialistas cántabros, Pedro Casares, encadena una serie de fugaces nombramientos espejo de rivalidades y desencuentros internos
Antecedentes – El diputado socialista Pedro Casares deja su escaño en Madrid para ser delegado del Gobierno en Cantabria
Los delegados de Gobierno –representantes del Ejecutivo central en cada comunidad autónoma– solían mantenerse en el cargo toda la legislatura o incluso lo normal era que durante todo el tiempo en el que los suyos permanecían en La Moncloa. Obtener la representación del Estado en Cantabria es una oportunidad cotizada que proporciona una cuota de protagonismo político razonable y, sobre todo, gráfico, ya que el delegado o delegada aparece protocolariamente en casi todas las fotografías institucionales. No obstante, ahora, la fecha de caducidad del cargo se ha vuelto más reducida.
En los últimos siete años de Gobierno de Pedro Sánchez en Madrid, los socialistas han nombrado hasta cinco delegados de Gobierno diferentes, todos ellos –como suele ser lógico– militantes del partido. La Delegación es un escaparate que Pablo Zuloaga utilizó como promoción para darse a conocer durante diez meses como futuro aspirante a la Presidencia de Cantabria.
Fue nombrado por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, tras la moción de censura, sustituyendo al anterior delegado con el Partido Popular, Samuel Ruiz, hasta entonces, concejal en el Ayuntamiento de Santander que estuvo seis años representando en Cantabria al Gobierno de Mariano Rajoy de manera excepcionalmente discreta, con un perfil muy bajo que le mantuvo alejado de la polémica entre 2012 y 2018.
Antes que Samuel Ruiz ocupó el cargo del socialista Agustín Ibáñez, con un perfil más activo y político, que ejerció de delegado de Gobierno durante siete años mientras en Cantabria había un pacto de Gobierno entre el PRC y el PSOE con Miguel Ángel Revilla de presidente y Lola Gorostiaga de vicepresidenta.
Zuloaga, Echevarría, Quiñones, Gómez de Diego y Casares
Zuloaga fue –de junio de 2018 a abril de 2019– el primer delegado socialista fugaz que pronto dejó el cargo para concurrir como candidato a las elecciones autonómicas. Cedió el testigo a Eduardo Echevarría, que fue alcalde de Villaescusa durante 28 años y en ese momento era presidente del partido en Cantabria. Solo duró un año, de marzo de 2019 a febrero, pese a que los suyos seguían gobernando en Madrid y en Cantabria con Zuloaga como vicepresidente.
Pedro Casares había salido del Ayuntamiento de Santander como cabeza de lista al Congreso. Una vez en Madrid consiguió la influencia necesaria para cesar a Echevarría y colocar a su amiga e íntima colaboradora Ainoa Quiñones, que desembarcó con un equipo de asesores también renovado. Un movimiento de clara rivalidad interna que utilizó la Delegación del Gobierno para una lucha de poder interno del PSOE en clave autonómica.
Quiñones resistió tres años, hasta las navidades de 2023, cuando se anunció el relevo y el nombramiento de la hasta ahora delegada, Eugenia Gómez de Diego. Una persona afín a Zuloaga, que había sido consejera de su Gobierno.
Gómez de Diego, Casares y Zuloaga habían crecido políticamente juntos desde la cuna de las Juventudes Socialistas. El movimiento provocó una hostilidad similar a la que previamente se había creado cuando Quiñones desplazó a Echevarría y puso sobre la pista que, en ese momento, Zuloaga tenía más influencia en Madrid que su adversario por el control interno del PSOE de Cantabria. Casares siempre consideró un agravio la salida de Quiñones. Igual que Zuloaga consideró lo mismo de la salida de Echevarría.
Lectura en clave interna
El resultado de todos estos cambios ha puesto de manifiesto repetidamente el interés por controlar la Delegación del Gobierno, una de las pocas instituciones políticas en las que los socialistas tienen poder en Cantabria, lo que está generando continuos cambios en los cargos a medida de los intereses personales de la parte del PSOE cántabro que más influya en cada momento en Ferraz y La Moncloa.
La operación del relevo al frente de la Delegación tiene una lectura interna, como los anteriores ceses previos que se han venido sucediendo desde que Pedro Sánchez gobierna en Madrid y que están provocando un vaivén continuo de caras al frente de esta institución.
El último episodio es la salida de Eugenia Gómez de Diego, a quien también han sacado recientemente de la Ejecutiva federal para meter a una militante afín al nuevo líder autonómico, y el aterrizaje del propio Pedro Casares, que de alguna manera cierra el círculo que inició hace siete años Zuloaga.
El actual secretario general del PSOE, Pedro Casares, que se convertirá en delegado del Gobierno en Cantabria, ganó el pasado mes de marzo unas primarias internas de su partido sin desvelar si quería ser candidato a la Presidencia de la comunidad en las elecciones de 2027. Cada vez que le cuestionan por el asunto responde “no toca” o “hay que respetar los tiempos”. Lo cierto es que no es habitual que un líder se muestre reticente a ser candidato o lo verbalice públicamente, pero la indecisión de Casares ha despertado muchos comentarios y recelos en los últimos meses entre la militancia socialista.
Cambio de estrategia
Otra de las cuestiones que el nuevo PSOE repite frecuentemente es su encendida apuesta por el “liderazgo compartido”: no quieren protagonismos como los que atribuyen al anterior líder, Pablo Zuloaga, al que acusaron siempre de acaparar todo el poder interno.
Basándose en esta estrategia, casi cada día comunica un portavoz diferente: el secretario de Organización, Agustín Molleda; la portavoz de la Ejecutiva autonómica, Ainoa Quiñones, o el portavoz del grupo parlamentario socialista, Mario Iglesias, entre otros. En ocasiones comparecen acompañados de diputados, alcaldes u otros representantes del partido. También resultaba una fórmula útil para cubrir las ausencias de Pedro Casares, por sus responsabilidades como diputado en el Congreso, que le obligan a pasar varios días de la semana en Madrid.
Cinco meses después de alzarse con el poder interno en el PSOE de Cantabria la situación cambia. Casares anuncia que deja el escaño y que asumirá el cargo de delegado del Gobierno en Cantabria, una circunstancia que se interpreta como una fórmula para apuntalar su liderazgo y su presencia.
En cualquier caso, en la cúpula del partido cántabro hay un cambio de estrategia evidente que pasa por reforzar la imagen de Pedro Casares, como en su día hizo Pablo Zuloaga. Todo indica que para presentarse como candidato socialista a la Presidencia del Gobierno en 2027.