
Eduardo García Llama, el español que nos llevará a la Luna: “Una misión puede depender de lo que vea por el rabillo del ojo”
El ingeniero, jefe de controladores de la NASA, lidera el equipo técnico que llevará a cuatro astronautas a la órbita de la Luna a bordo de la nave Orión, la primera misión tripulada desde los programas Apolo
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Eduardo García Llama es el jefe de controladores de vuelo que guiará a la nave Orión hasta la Luna en la misión Artemisa 2 de la NASA, prevista para 2026. El ingeniero español, que ya ocupó la misma posición durante el exitoso vuelo de Artemisa 1, tiene la responsabilidad añadida de llevar cuatro astronautas hasta la órbita lunar y traerlos de vuelta a la Tierra, siempre y cuando los recortes de la administración Trump no se interpongan en su camino.
Para García Llama, trabajar en el Centro Espacial Johnson y en la misión que retornará a la Luna después de las misiones Apolo es algo más que cumplir un sueño. Su trabajo en la primera fase, cuando fue capaz de detectar un fallo de software por el parpadeo de una pequeña luz, le mereció el reconocimiento de sus compañeros, que también le han distinguido con el prestigioso Premio Nacional Rotario a los Logros Espaciales (RNASA).
A sus 53 años, este valenciano criado en Alcobendas siente casi el mismo vértigo al ver cómo una nave responde a sus comandos a 300.000 kilómetros de distancia que al pensar en el largo camino que le ha llevado hasta una sala de control de la NASA. Con la vista puesta en cada detalle de la siguiente misión, trabaja para que el retorno de los astronautas a nuestro satélite, después de medio siglo, vuelva a asombrar a la humanidad.
La primera pregunta es obligada: ¿en qué situación está la misión Artemisa 2 ante los recortes anunciados en NASA?
A nivel personal, todo este ruido es algo de lo que me alejo voluntariamente. El grado de incertidumbre es tal, que no me aporta nada positivo, porque todo puede cambiar en muchos sentidos. Lo último que sé es que el Senado ha aprobado que siga todo como está hasta Artemis 4 por lo menos, pero ahora eso tiene que pasar por el Congreso. Si no lo aprueba, pues puede pasar cualquier cosa.
¿Pero las fechas de Artemis 2 siguen en pie?
En principio, la fecha de lanzamiento está entre enero y abril de 2026 y eso es para lo que trabajamos. Esa es la fecha oficial ahora mismo, no ha cambiado nada.
En la carrera por volver a la Luna, ¿sienten el aliento de los chinos en su nuca?
Ja, ja, nosotros, no. O sea, los ingenieros, personal de operaciones, y en general todos los que trabajamos en el programa, no sentimos nada de eso. Tenemos nuestro cometido, nuestros plazos, nuestras fechas y yo creo que eso se debe de sentir más a nivel político o de dirección del país. Entre nosotros es algo de lo que ni hablamos ni lo tenemos presente.
¿En qué medida podría afectar al programa lunar la caída en desgracia de SpaceX y el enfrentamiento Musk-Trump?
Eso es también parte del ruido. Obviamente, para alunizar con Artemis 3 ahora mismo se necesita el módulo lunar que crea SpaceX y también el sistema STARGATE, además del tema de la transferencia de combustible en el espacio. Esa arquitectura, de momento, no ha cambiado y eso lo proporciona SpaceX. Quién sabe si con todo esto cambia o se busca un nuevo contratista para proveer el módulo lunar. En principio creo que es algo que no está sobre la mesa, pero, dado todo lo que está pasando, la verdad es que no se puede descartar nada.
¿Cómo se siente “un chaval de Alcobendas” entre los cohetes que nos llevarán de regreso a la Luna?
No sé muy bien cómo explicarlo, pero siento que el trabajo que hago es muy especial por muchas razones y es algo que no está al alcance de la inmensa mayoría de ingenieros aeroespaciales del mundo, por lo cual me siento profundamente privilegiado. Y aunque esto ahora es cotidiano, hago el esfuerzo de recordarme que es muy especial. Recuerdo especialmente el momento de entrar en el Centro Espacial Johnson y llamar a mi familia desde la oficina y decir que estaba allí. O la primera vez que crucé las puertas del Mission Control Center. Es impresionante.
Hago el esfuerzo de recordarme que esto es muy especial. Recuerdo especialmente el momento de entrar en el Centro Espacial Johnson y llamar a mi familia desde la oficina y decir que estaba allí
¿Cómo explicaría de manera sencilla a la gente cuál es su tarea?
De forma específica, soy jefe de controladores de vuelo de ingeniería para los sistemas de guiado, control y operaciones como el encuentro entre naves y el atraque. Bajo mi supervisión trabajan unas 70 personas y digamos que somos la autoridad técnica para el sistema que le dice a la nave Orión qué es lo que tiene que hacer para cambiar su trayectoria en el espacio. Pero tenemos otros cometidos en parte de la misión y para la reentrada de la nave en la atmósfera también.
¿Es el que susurra al oído a la nave Orión qué es lo que tiene que hacer?
Ja, ja, ja. Podríamos decirlo así. Soy el responsable del guiado y control de la nave Orión en general.
Le condecoraron por detectar un fallo durante la misión, ¿cómo fue eso?
Estábamos en la cuenta atrás para el lanzamiento, quedaban unas 26 horas y era mi primer turno. La nave estaba encima del cohete, en la plataforma de lanzamiento del Centro Espacial Kennedy. Comenzamos la prueba de encendido del motor principal de la nave Orión y, en ese proceso, mientras estoy mirando a mi monitor, veo por el rabillo del ojo que una lucecita salta amarillo y verde. Y me digo: aquí ha pasado algo. Es algo que he percibido por la visión periférica, pero al mirar el panel está igual. Pensé: tengo que mirar. En teoría, no debería haber ningún salto amarillo. Entonces tomé la decisión de avisar y pedí que se sacara la telemetría. Y empezamos un largo proceso de revisión que, por resumir mucho, terminó con una reprogramación del software de vuelo.
Eduardo García Llama, jefe de controladores de la NASA.
¿Podría haber peligrado la propia nave?
Ese lanzamiento se pospuso por otro motivo, pero durante la siguiente semana encontrar lo que había hecho saltar la luz amarilla fue la prioridad del programa de Orión y cientos de personas se pusieron a investigarlo. Se llegó a la conclusión de que había, efectivamente, un defecto en el software que hace bascular el motor principal. Esto suponía que, si fallaba una pieza de instrumentación del sistema eléctrico en vuelo y uno de los canales de este control del motor principal se venía abajo, la nave iba a transicionar al sistema de propulsión auxiliar. Esto no habría supuesto la cancelación del vuelo, pero habría sido una anomalía que se habría tenido que investigar y se habría montado un follón tremendo. Una misión puede depender de detalles como este, de lo que vea por el rabillo del ojo.
De hecho, lo premiaron por eso.
Sí, sí. Me dieron un premio que se llama Eagle Eye Award. El premio Ojo de Águila, ja, ja, ja.
Ahora está trabajando en Artemis 2, que lleva cuatro astronautas que darán vueltas a la Luna. ¿Su rabillo del ojo tiene que estar mucho más alerta, por la responsabilidad?
Sí, no te sé decir cómo lo sentiremos en vuelo, pero lo que sí te puedo decir es cómo lo estamos sintiendo en los entrenamientos, porque, claro, ya está también la tripulación.
¿Por qué esta vez van cuatro astronautas a la Luna en vez de tres, como en Apolo?
Es porque hay un comandante y un piloto. Y luego hay dos especialistas de misión. Pero en Artemis 3 serán dos los que pisen la superficie lunar, igual que entonces.
García Llama sostiene el muñeco de Snoopy que viajó a bordo de la nave Orión, una tradición de la NASA.
Usted escribió un libro con los detalles de la misión Apolo 11. ¿Qué ha cambiado a mejor en este tiempo?
En general, vamos a usar unas órbitas que sabemos que son más estables y están a más distancia de la Luna. Pero es que también la arquitectura cambia mucho, porque ten en cuenta que nosotros vamos a ir al Polo Sur y la forma de aproximarte a la Luna ya es distinta. La apariencia externa de los cohetes y naves no es tan diferente, lo que cambia es lo que hay dentro; la aviónica, la capacidad de procesamiento, automatización, las posibilidades de control adicional de la nave, los ajustes finos. Y lo que la tripulación puede hacer o la capacidad de la nave para volver sola a casa. Porque la nave puede volver sola, si se perdiera la comunicación y los astronautas no pudieran maniobrarla.
¿Se ha perdido la parte manual y mecánica de las misiones? ¿Sería posible otro Apolo 13 con los ingenieros improvisando una solución?
Es que ese escenario ha cambiado. Esto ya no se podría repetir así, porque la nave te devuelve a casa sin que haya reuniones. Aunque, claro, si hubiese un fallo en eso también, pues sí, aunque son escenarios casi inconcebibles. Obviamente, estamos más lejos de que algo así pueda suceder porque cubrimos una gama más amplia de posibilidades, de escenarios de contingencia y de emergencia, debido precisamente a toda esa mayor capacidad de procesamiento.
Una escenario como el del Apolo 13 no podría darse ahora, porque la nave regresaría sola a la Tierra
Sigue existiendo un momento crítico en el que se quedan sin comunicación y sin telemetría mientras están pasando por detrás de la Luna, ¿no?
No diría que es crítico, pero sí es cierto que te quedas sin telemetría. Como en Apolo, es un momento en que habrá un silencio, de alrededor de 40 minutos. Y no tiene por qué pasar nada. Eso sí, esta vez, en vez de haber un ser humano solitario en el otro lado de la Luna, siempre habrá al menos dos.
¿Es posible que la señal en el momento del alunizaje pase otra vez por las antenas de España?
Sí, sí, claro, porque la antena de Robledo de Chavela sigue siendo parte de la Deep Space Network. Muchas veces, en las simulaciones veo Madrid marcado en el panel de información y me siento un poco más en casa.
Imagen tomada desde Artemisa 1 con la Luna y la Tierra al fondo.
En el día 13 de vuelo de Artemisa 1, vieron de lejos la Tierra junto a la Luna, ¿cómo le ha ayudado esta misión a tener otra perspectiva?
Tiene un gran impacto emocional ver una nave que has tocado con tus propias manos a esa distancia. Es un sentimiento difícil de explicar, pero muy profundo a nivel personal. Ves que está asomándose por el horizonte lunar y, además, estás en posición de tomar decisiones que se ejecutan en vuelo. Y, de hecho, las tomé.
Tiene un gran impacto emocional ver una nave que has tocado con tus propias manos a esa distancia. Ves que está asomándose por el horizonte lunar y, además, estás en posición de tomar decisiones que se ejecutan en vuelo
Como un niño que manejara un coche teledirigido, pero a 300.000 kilómetros, ¿no?
Sí. En Artemis 1 hubo una operación en vuelo que se hizo porque yo la pedí. Teníamos que probar el encendido del motor principal de camino a la Luna, pero se produjo de forma automática mientras el módulo estaba sin comunicaciones. Había tantos hitos que cumplir, que se decidió no ejecutarla una vez recuperadas las comunicaciones. Y entonces ahí es cuando intervine yo y me opuse, porque creía se tenía que volver a hacer habiendo comunicaciones. El motivo era que, aunque habíamos visto que el estado final era el esperado, nada me aseguraba que algo no hubiera funcionado bien en el camino. Después de un momento de discusión interna, al director de vuelo le pareció razonable y se ejecutó la orden. Y ese sentimiento de ver que se ejecuta una maniobra que acabas de pedir tú es emocionante. Recuerdo que pensé en ese detalle cuando regresaba a casa aquel día. Ahí fue cuando me dije: ‘No está nada mal para un chico de Alcobendas’ (risas).
¿Cómo de lejos estamos todavía de Marte?
Creo que a nivel popular no se sabe lo que es una misión a Marte. No tiene nada que ver con nada en absoluto que hayamos hecho hasta ahora, ni con el más sofisticado de los programas lunares que tengamos. Lo de Marte no tiene parangón y es de unas dimensiones, un alcance y una envergadura tan absolutamente abismal a nivel cooperativo, tecnológico, de recursos, etcétera, que yo a veces dudo de que en mi vida lo vaya a ver. Si soy muy optimista, te diré que a lo mejor estamos hablando de dentro de 25 o 30 años.
El día de la misión Artemis 1 llevaba en su camiseta una frase de Felipe II, “Non suficcit orbis”. ¿Por qué la Tierra no es suficiente?
El espacio es el siguiente nicho ecológico del ser humano
Bueno, para explicarlo me voy a meter en temas de evolución. Si tú quieres preservar los huevos que acaban de poner tus gallinas, debes ponerlos en distintas cestas. Y si hablamos como especie humana, esas cestas son otros mundos. En otras palabras, para mí el espacio es el siguiente nicho ecológico del ser humano. Y creo que estamos destinados a habitar otros mundos en la misma manera que el Homo sapiens, que se originó en el valle del Rift hace unos 200.000 años, se acabó extendiendo por toda la Tierra.
Quienes son críticos con esa visión dicen que estamos pensando mudarnos mientras estropeamos nuestra casa.
Sí, sí, claro. Yo estoy hablando a muy largo plazo, de dónde estaremos en otros 70.000 años. Y creo que conquistar otros mundos no será consecuencia de la inevitabilidad de que el planeta en el que estamos se vaya al garete. Yo no estoy de acuerdo con esa visión. Creo que tenemos una genética que está diseñada para explorar, porque supone una ventaja adaptativa. Al final, más que una función en sí misma, esa faceta exploradora creo que es más un sustrato del comportamiento general humano. Es una parte fundamental de lo que somos.