Las piedras se alían con la cultura para volver a llenar la España despoblada

Las piedras se alían con la cultura para volver a llenar la España despoblada

Los pueblos aprovechan en verano el vínculo emocional que generan sus iglesias y monasterios para programar conciertos, teatro o musicales de calidad, que ofrecen una experiencia diferente al visitante: “El patrimonio es la diferencia”

Una máquina del tiempo que viaja al desembarco del Renacimiento en España

“Un concierto puede moverse de un lado a otro del país, pero sigue siendo el mismo concierto; el patrimonio, el lugar en el que se celebra, es la diferencia, lo que al final hace que sea ‘marca de la casa’”. En la localidad de Cuéllar (Segovia, 9.530 habitantes) tienen claro que los edificios de ladrillo de estilo mudéjar o las ruinas del antiguo convento de San Francisco —donde se enterraron los duques de Alburquerque— envuelven las actividades culturales de tal manera que resultan únicas. En el patrimonio está la diferencia. Y en ella se apoyan municipios (incluso núcleos de población que apenas llegan a la decena de habitantes) para recuperar la vida arrebatada por la despoblación.

“No son fiestas populares, sino lo contrario”, coinciden con vehemencia diversos programadores consultados. Todos basan en la calidad el tirón de conciertos, sesiones de teatro, visitas dramatizadas o musicales que mutan (para bien) entre los muros de un monasterio gótico o en el interior de una iglesia recuperada de la ruina en mitad de la naturaleza.

“Lo que ocurre en una iglesia no es comparable a otros sitios: son lugares sagrados, místicos”. Lo saben bien en el diminuto pueblo de Fuenteodra (Burgos, 15 habitantes), que ha popularizado su iglesia —un templo gótico del siglo XVI— después de rescatarla de un más que seguro derrumbe. Cada verano, aprovechan el tirón popular de esta hazaña y las caprichosas formas de la corteza terrestre del geoparque de Las Loras, para llenar los pueblos de la zona con las más diversas actividades culturales.

“Las iglesias parecen estar diseñadas para acoger las artes escénicas”, sostiene Javier Maisterra, que lidera la asociación rural que organiza el festival GEOfest, que reparte citas culturales por los templos del valle. “Este año hemos programado actividades muy diferentes, como teatro de improvisación, música ligera o monólogos como el de El Brujo”, enumera. El hilo común, la calidad de todas ellas. “No se puede programar algo que no sea de calidad en la España vacía”, afirma, rotundo, Maisterra.


Una de las actuaciones incluidas en el programa GEOfest, en el pueblo burgalés de Albacastro

“Se debe ofrecer calidad”, coincide Consuelo Escribano. Esta arqueóloga es la presidenta de la asociación Amigos de la Armedilla, que en los últimos años ha recuperado la vida en torno a un monasterio de estilo gótico (siglo XIV), que estaba a punto de desaparecer. “A veces se confunde lo rural con el ‘todo vale’, pero es lo contrario: hay que disfrutar de lo mejor en el mejor sitio”. Y eso es lo que intentan cada verano en este paraje situado junto a Cogeces del Monte (Valladolid, 659 habitantes), por el que nadie pasaría si no se impulsara un conjunto sugerente de charlas, visitas o recitales especialmente pensados en el entorno.

El evento estrella de esta temporada se denomina Origen, varias actividades relacionadas con el patrimonio y el pasado, como visitas guiadas, un taller de cerámica, la posibilidad de vestirse de un personaje de otro tiempo o la cita nocturna Completas. “Es un espectáculo de luz, sonido y locución que nos permite realizar una visita diferente por el monasterio, a la hora de completas, cuando los monjes realizaban la última oración”, explica Escribano.

Las ruinas y el disfrute

“Escuchar un concierto es una experiencia placentera, pero hacerlo en un sitio estéticamente agradable, con una raigambre cultural o histórica, añade aún más emoción”, analiza Maite Sánchez, concejala de Cultura en la localidad segoviana de Cuéllar. Se refiere a escenarios como el antiguo convento de San Francisco, un edificio medieval cargado de historia, que llegó a albergar obras de autores como el escultor renacentista Vasco de la Zarza.

“Actualmente, el monumento está en ruinas y eso, unido a la iluminación y el sonido, hace que el disfrute de un concierto sea mayor”, explica esta profesora de Historia, acerca de las veladas que se celebran en la nave de este templo. Tanto es así que tienen “un proyecto para la construcción de un auditorio en el convento”, pero los vecinos les piden “que se respete el estado en el que está ahora, porque cuando hay una actuación, es un lugar único”, subraya Sánchez.

La calidad como una “línea roja”, pero ¿cómo se puede respetar este criterio en zonas con problemas de despoblación y menos recursos? En Cuéllar, por ejemplo, admiten que el presupuesto destinado a la cultura no llega a los 90.000 euros para todo el año. “Nosotros no podemos celebrar un festival como Palencia Sonora o traer a La M.O.D.A, aunque nos encantaría, pero podemos ofrecer un concierto de Fetén Fetén”, explica la concejala de Cultura.


Rutas teatralizadas para mostrar el monasterio de La Armedilla (Cogeces del Monte, Valladolid)

En Cuéllar dicen estar “muy atentos” a las rutas de los grupos musicales por el país, para que hagan una oportuna parada en esta localidad segoviana sin que se dispare el coste. “Programar calidad supone para nosotros un esfuerzo extra, porque todo el mundo quiere y debe cobrar: las bandas de música, los grupos de teatro o los arquitectos y restauradores que vienen aquí a ofrecer una charla”, reconoce Consuelo Escribano, sobre La Armedilla. En Fuenteodra, por su parte, “trabajamos todo el año para conseguir financiación y, además, el visitante tiene que pagar una entrada, evidentemente”, precisa Javier Maisterra.

Esfuerzo y tiempo que casi siempre tienen recompensa. Es la satisfacción del visitante que recorre lugares poco habituales, la España de interior, para disfrutar de actividades que el resto del año vive en la gran ciudad. “Desde la primera persona a la última, todas salen con una sonrisa maravillosa y algunas te cuentan que es lo mejor que han vivido”, expone, con orgullo, Javier Maisterra.

“En las encuestas que hacemos, la gente agradece mucho poder disfrutar de oportunidades como estas en un lugar tan especial como nuestro monasterio”, revela Consuelo Escribano. La responsable de la asociación Amigos de la Armedilla reconoce, sin embargo, que habitualmente la sociedad prioriza disfrutar de un entretenimiento estándar a darle la oportunidad a experiencias únicas, como escuchar a un especialista en zanfona, como Germán Díaz, junto a unas ruinas cargadas de historia. “La gente prefiere irse a Terra Mítica”, lamenta Escribano, quien afronta la situación con honestidad: “El gancho del patrimonio está asegurado, pero esto no es mayoritario”.

Una rentabilidad “más social”

“No tenemos una valoración económica de cómo revierten en la zona las actividades que programamos para La Armedilla”, expone Consuelo Escribano, acerca de este paraje, situado junto a la zona de Ribera del Duero. “Lo que sí es cierto es que hay mucha más gente en los bares y en los restaurantes”, añade. En cambio, desde la asociación Amigos de la Armedilla apuntan a otro tipo de rendimiento, que tiene una dimensión más social y cultural en lugares que han pasado de ser completamente desconocidos a aparecer de manera destacada en los buscadores de información de internet. “El reconocimiento que nos hizo la Unesco como guardianes del patrimonio y la difusión de la asociación Hispania Nostra ha permitido que nos conozcan en todas partes y eso revierte positivamente en nuestra comarca”, precisa.

Un efecto parecido se produce en Fuenteodra, que apenas conserva una decena de habitantes durante el invierno. Según Javier Maisterra, los vecinos del valle burgalés reconocen que nunca pensaron en recibir visitantes por esta vía cultural y “comienzan a ser conscientes de que sus pueblos, sus iglesias, tienen valor”. Iniciativas como el GEOfest “generan identidad y arraigo”, define.


Evento cultural en uno de los edificios patrimoniales de Cuéllar (Segovia)

Los programas culturales de verano asociados al patrimonio “aportan un puntito de orgullo a la población local y un aliciente a los visitantes”, juzgan desde Cuéllar. “Las personas que vienen buscan algo más que una visita guiada; vivir un concierto o una cata de vino en un espacio histórico hacen que sean estas las experiencias que, a la larga, uno recuerda”, explica la concejala de Cultura de Cuéllar. “Al final, lo que no se te olvida es el sitio donde se celebró el concierto”, añade Maite Sánchez.

En estos lugares y en muchos otros de la España despoblada exprimirán el vínculo con el patrimonio en las actividades estrella del programa, previstas para el mes de agosto. Por ejemplo, en Fuenteodra han incluido la actuación del actor Rafael Álvarez “El Brujo” y su monólogo El viaje del monstruo fiero ante una reducida audiencia de 250 personas. Y ya piensan en la víspera del día de San Lorenzo, cuando tienen previsto un espectáculo de dramaturgia musical inmersiva titulado Notre Dame de París. Mientras en La Armedilla ultiman los detalles de la propuesta Origen, en Cuéllar preparan un videomapping titulado Eclíptica, una proyección de imágenes sobre el ábside de una de sus iglesias, dentro del programa Noches del mudéjar. En todos los casos, las piedras traerán de vuelta eso que ya es un bien escaso en la España vacía: las personas.