
La obra de Joan Miró, el artista de formas simples y fuerza simbólica: «No solo fue un gran pintor, era muy generoso»
‘Paysage Miró’ reúne en Palma más de un centenar de obras del genio catalán distribuidas en cuatro sedes de forma simultánea. «Miró se ha convertido en el mayor catalizador del turismo cultural», subraya su nieto, Joan Punyet Miró
El rincón creativo de Manuel de Falla que la especulación convirtió en un bloque de hormigón
“España, que no tiene petróleo, gas, litio ni oro, tiene a Picasso, a Dalí, a Miró. Y ahora Palma ha saldado una deuda moral con mi abuelo”. Quien así habla es Joan Punyet Miró, nieto y único heredero del pintor Joan Miró, cuya obra inunda recientemente el paisaje expositivo de la capital balear. Y es que la ciudad nunca había rendido tan ambicioso homenaje al artista catalán, quien, gracias a la profunda vinculación que mantuvo con Mallorca a lo largo de su vida, convirtió la luz y el color de la isla en parte de su obra.
Este verano, Palma se ha convertido en epicentro internacional del arte con Paysage Miró, un proyecto sin precedentes que reúne más de un centenar de obras del genio barcelonés en cuatro espacios expositivos simultáneos: la Llotja, el Casal Solleric, el museo Es Baluard y la Fundació Pilar i Joan Miró. Por primera vez, estos centros culturales acogen una visión integral del universo pictórico, escultórico y vital del artista barcelonés, “referente mundial y uno de los grandes embajadores” de España, tal como destaca Punyet Miró en declaraciones a elDiario.es.
“Mi abuelo hizo mucho por España”
“Mi abuelo no solo fue un gran pintor; fue una persona muy generosa y filantrópica. Hizo mucho por España”, comenta el nieto del pintor, quien, entre otros hitos, recuerda cómo Miró donó su colección privada para crear la Fundació Joan Miró de Barcelona, que abrió sus puertas en 1975 con el objetivo acercar a la sociedad el arte del pintor, además de promover la creatividad y el pensamiento crítico. “Es un embajador que trae turismo de calidad y que lo seguirá siendo para la candidatura de Palma como capital europea de la cultura en 1931”, recalca Punyet, aseverando que “Miró se ha convertido en el mayor catalizador del turismo cultural y de calidad para Mallorca en particular y Balears en su conjunto”.
Joan Miró, por Man Ray
El proyecto impulsado en Palma se ha convertido en la mayor exposición conjunta dedicada a Miró en Mallorca y, para muchos, constituye una reparación histórica, dado que, si bien el artista vivió en la isla durante casi tres décadas —desde 1956 hasta su muerte en 1983—, su obra no ha tenido el lugar central que sí se le ha brindado en Barcelona, París o Tokio. Precisamente, el Museo de Arte Metropolitano de la capital japonesa reúne desde el pasado mes de febrero cien de las obras maestras de Miró en la inédita retrospectiva ‘Joan Miró. Poesía en la pintura’.
Paysage Miró, que se presenta casi cinco décadas después de la gran exposición antológica dedicada a Joan Miró en Palma en 1978, despliega un recorrido poliédrico a través de cuatro muestras diferenciadas que ofrecen una visión amplia y articulada de la obra de Joan Miró, con enfoques complementarios que permiten explorar distintas facetas de su universo creativo desde la ciudad en la que el artista vivió y trabajó durante décadas. La muestra acoge más de más de cien piezas, seleccionadas para ofrecer una lectura coral y plural de su trayectoria, entre las que se encuentran pinturas, esculturas, dibujos y objetos cotidianos que acompañaron el proceso creativo del artista.
Paysage de Mont-roig (1916), una de las primeras obras de Joan Miró, expuesta en el Museu Es Baluard de Palma
Cuatro miradas, un único paisaje
Cada sede propone una mirada específica sobre el universo de Miró a partir de obras que abarcan casi toda la trayectoria artística del artista: desde 1916 hasta 1981. En la Llotja se presentan diez esculturas monumentales en bronce de pátina oscura, instaladas en un diálogo contundente con la arquitectura del edificio. En la Fundació Miró Mallorca, una selección de pinturas se muestra junto a objetos personales y obras de artistas cercanos al autor. Es Baluard Museu aborda su contribución radical a la historia de la pintura contemporánea. El Casal Solleric explora la relación entre la pintura y la escultura como disciplinas clave en su producción artística.
‘Femme, oiseau, étoile’ (1966-1973), obra que homenajea a Pablo Picasso, modelo artístico para Miró desde el comienzo de su carrera
Precisamente, los reyes, Felipe VI y Letizia, junto con la princesa Leonor y la infanta Sofía, se desplazaban este domingo desde Marivent, donde se encuentran alojados con motivo de sus vacaciones estivales, y visitaban la Llotja para contemplar las diez esculturas de bronce creadas por Miró entre 1949 y 1970, que muestran el vínculo del artista con el paisaje. Joan Punyet recorrió junto a ellos la exposición bajo la atenta mirada de los turistas que en ese momento se encontraban en el histórico edificio.
En concreto, las cuatro exposiciones cuentan con obras procedentes del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía -que ha aportado un destacado conjunto de piezas- así como de la Fundació Joan Miró Barcelona, el MACBA Museu d’Art Contemporani de Barcelona, la Fundació Pilar i Joan Miró de Mallorca, Es Baluard y diversas colecciones particulares. Asimismo, cuenta con la colaboración del Govern de les Illes Balears y el Ajuntament de Palma, así como con el apoyo de Successió Miró -entidad que administra el legado del artista- y la Galería Pelaires.
Manuel Segade, director el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, durante la presentación de ‘Paysage Miró’
El rey Felipe, la reina Letizia, la princesa Leonor y la infanta Sofía, este domingo, en su visita a la exposición ‘La força inicial’ de Joan Miró en la Llotja
La Llotja
En la Llotja de Palma, uno de los principales ejemplos de la arquitectura civil gótica del siglo XV, se presenta la exposición ‘Paysage Miró. La força inicial’, centrada en la escultura monumental de Joan Miró. La muestra reúne un conjunto de diez obras en bronce con pátina oscura realizadas entre los años 1940 y 1970, muchas de ellas producidas en las fundiciones Susse (Arcueil, Francia) y Bonvicini (Verona, Italia), con las que Miró colaboró estrechamente. Las esculturas expuestas -entre ellas, las espectaculares Oiseau lunaire, Oiseau solaire, Maternité o Conque– muestran el interés del artista por la transformación de objetos naturales y formas simples en figuras de gran fuerza simbólica, con referencias tanto al cuerpo humano como al mundo vegetal, animal o astral.
‘Oseau dans un paysage’ (1972)
‘Maternité’ (1973)
La selección permite apreciar el proceso técnico y conceptual de Miró, que abordó la escultura con un conocimiento profundo del medio y con el deseo de crear formas autónomas, híbridas y cargadas de significados. En este contexto, La Llotja se convierte en un espacio de diálogo entre la arquitectura histórica y las esculturas, subrayando la dimensión física, simbólica y poética de la obra tridimensional de Miró.
Fundació Pilar i Joan Miró
Por su parte, la Fundació Pilar i Joan Miró presenta una exposición que profundiza en el proceso creativo del genio a través de las ‘guspires màgiques’ (‘chispas mágicas’), concepto que el propio artista definió como el papel del azar, los objetos encontrados y las señales fortuitas que desencadenan la creación artística. El recorrido parte del universo material que rodeaba a Miró en sus talleres mallorquines, donde acumulaba, clasificaba y combinaba objetos naturales y manufacturados, imágenes, recortes y recuerdos que conformaban un mundo visual tan caótico como ordenado, y que actuaba como detonante para su obra.
Exposición en la Fundació Pilar i Joan Miró
‘Jeune fille s’évadant’ (1967)
Piedras, siurells, recortes de prensa y postales conviven con herramientas de campo y restos de cerámica, reconstruyendo el entorno material en el que el artista alimentaba su intuición y dejaba actuar el azar. Junto a estas piezas, la muestra reúne pinturas, esculturas y obra sobre papel que ilustran las etapas fundamentales de su obra tras su instalación definitiva en Mallorca en 1956. Para situar el universo de Miró en un contexto colectivo, la exposición incorpora obras de artistas de su círculo más íntimo -Picasso, Calder, Klee, Giacometti, Braque, Léger o Kandinsky, entre otros-, muchos de los cuales figuraban en su colección personal.
Museu Es Baluard
En el Museu Es Baluard, la exposición ‘Paysage Miró. Pintar entre las cosas’ aborda la dimensión más radical y contemporánea de Joan Miró. La muestra propone una lectura del artista como figura clave en la evolución de la pintura del siglo XX a partir de una selección de obras de su última etapa, en la que cuestiona los límites tradicionales del lenguaje pictórico y explora nuevas formas de expresión plástica. Entre las piezas expuestas destacan dos grandes telas sin título, datadas en 1973 y pertenecientes a la colección de la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca. Las obras, que dominan la entrada del museo, se muestran en la posición invertida que el propio artista eligió durante su proceso creativo, revelando su voluntad de transformar la mirada del espectador y su constante interés por experimentar con el espacio pictórico.
Pinturas que dan la bienvenida a la exposición de Joan Miró en Es Baluard
Muestra ‘Paysage Miró. Pintar entre las cosas’, en Es Baluard
La exposición recorre algunas de las claves más representativas de su producción en los años setenta: la economía de signos, las manchas flotantes, el uso expansivo del color y la exploración del vacío como elemento compositivo. A través de estas obras, se pone de relieve el interés de Miró por lo matérico, lo gestual y lo inconcluso, así como su deseo de romper con las convenciones formales desde una actitud plenamente contemporánea.
Casal Solleric
En pleno centro de Palma, en el Passeig des Born, el Casal Solleric expone ‘Paysage Miró. El color y su sombra’, centrada en la relación que el artista estableció entre pintura y escultura para poner en evidencia cómo ambas disciplinas se entrelazan y dialogan en su producción. La exposición destaca cómo Miró utilizó un lenguaje visual propio, basado en signos, formas esquemáticas y símbolos que evolucionan con el tiempo, pero que siempre conservan una dimensión poética y ambigua. El recorrido permite rastrear cómo el artista transforma figuras como la mujer, la estrella o el pájaro en elementos esenciales de su universo creativo, tanto en sus pinturas austeras y gráficas como en sus esculturas de bronce, a menudo construidas a partir de objetos cotidianos y hallazgos fortuitos.
‘Paysage Miró. El color y su sombra’, en el Casal Solleric
Varias de las obras expuestas en el Casal Solleric
‘El color y su sombra’ revela, asimismo, el interés de Miró por lo ancestral, lo popular y lo primitivo, referencias constantes que atraviesan su trabajo. En sus esculturas, muchas de ellas con formas toscas y expresivas, el artista experimenta con el volumen, el equilibrio y el peso, buscando siempre una conexión directa con la tierra. El resultado es un cuerpo de obra que, más que ofrecer respuestas, plantea interrogantes visuales y emocionales, consolidando a Miró como un creador esencial del arte del siglo XX.
La llegada de Miró a Mallorca
El artista no llegó a Mallorca por azar. Su madre era mallorquina, al igual que su mujer, Pilar Juncosa. “Mi sueño, cuando pueda fijarme en algún sitio, es tener un estudio muy grande, no por razones de iluminación, luz del norte, etc., a las que soy indiferente, sino para tener sitio, muchos lienzos, pues cuanto más trabajo más ganas tengo de trabajar. Querría probar la escultura, la cerámica, el grabado, tener una prensa”, escribía un joven Joan Miró en 1938. En 1956 se instaló definitivamente en Son Abrines, donde mandó construir su mítico taller diseñado por el arquitecto racionalista Josep Lluís Sert, quien lo materializó con líneas puras y grandes ventanales. A partir de entonces, la isla se convirtió en el refugio y en el laboratorio de Miró.
Taller Sert
Como recuerda Punyet Miró a elDiario.es, su abuelo utilizó Son Boter, una casa mallorquina de la segunda mitad del siglo XVIII, como segundo estudio de pintura y escultura. A este se sumó el edificio Moneo, sede de la fundació, diseñado por Rafael Moneo e inaugurado en 1992.
En 1958, dos años después de ver inaugurado su taller, Miró escribió estas palabras al marchante y coleccionista francés Aimé Maeght: “Lo pongo todo en orden para prepararme a arrancar a todo gas. La luz es tan bonita como el fondo de una concha”. Su taller estaba lleno de manchas, tinta y colores. Sobre este caos artístico, el pintor confesaba en 1978 al historiador y poeta inglés Roland Penrose: “Mi mujer se pone nerviosa, pero qué se le va a hacer. Es así”.
Joan Miró, junto al ceramista Llorens Artigas, en 1954
Con el objetivo de crear un espacio creativo propicio, Miró fue poblando su taller con un conjunto heterogéneo de elementos que convivían en perfecta armonía con sus utensilios de trabajo. Todavía en la actualidad el taller muestra este entorno creativo, y las telas, los aceites, las acuarelas, los lápices, los pinceles, los cepillos o las esponjas continúan relacionándose con su colección de objetos de la más variada procedencia: postales, recortes de diario, elementos naturales como piedras, mariposas o conchas, objetos procedentes de la cultura popular mediterránea como ‘siurells’ o figuritas de belén, y otros de culturas lejanas como las ‘katxinas’ de los indios Hopi o las máscaras de Oceanía.
En la actualidad, junto a las dos fundaciones creadas con el fin de velar por su obra, la Fundació Miró de Barcelona y la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca, inaugurada en 1993, su obra forma parte de las colecciones de museos nacionales e internacionales: The Museum of Modern Art (Nueva York), Centre Pompidou (París), Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), The Art Institute of Chicago, Neue Nationalgalerie (Berlín), Museu d’Art Contemporani de Barcelona, Philadelphia Museum of Art, Fondation Maeght (Saint-Paul-de-Vence), Fondation Beyeler (Basel), Tate (Londres) y Es Baluard Museu d’Art Modern i Contemporani de Palma, entre otros.
La obra del genio catalán, profundamente onírica y simbólica, busca trascender los lenguajes convencionales para conectar con lo esencial: el paisaje, el silencio, la libertad, aquella que encontró en Mallorca. Más de cuarenta años después de su muerte, Paysage Miró permite reecontrarse con el Miró más íntimo que convirtió la isla en su casa definitiva.