«Si la apago, mi novia igual piensa que la estoy engañando»: el auge de las parejas que comparten su localización del móvil

«Si la apago, mi novia igual piensa que la estoy engañando»: el auge de las parejas que comparten su localización del móvil

La tecnología nos da la opción de saber siempre dónde están nuestros seres queridos. Pero, ¿es buena idea usarla?

El dilema de contarle todo a tu pareja o no: “Muchas veces detrás no hay una necesidad de conexión, sino de control”

Cuando Alan y su pareja se conocieron, “ambos acababan de salir de matrimonios rotos”. “Si seguir la ubicación de nuestras exparejas hubiera sido una opción posible en aquellos días, las cosas habrían sido bastante diferentes”, afirma. Alan, del norte de Oxfordshire, sigue siendo un entusiasta de compartir su ubicación, aunque en el pasado esa práctica habría delatado sus aventuras extramatrimoniales: “Estoy seguro de que igualmente habríamos terminado juntos, pero habría sido más complicado tener citas clandestinas”.

La posibilidad de compartir la ubicación en el teléfono móvil se ha convertido en una forma habitual de rastrear a los amigos, a familiares y las parejas sentimentales. Para algunas parejas, el acto de compartir la ubicación es una forma de oficializar que están en una relación seria. El año pasado, The New York Times definió el uso compartido de la ubicación como “la última gran tendencia en las expresiones digitales de la pareja” y lo comparó con el “anuncio definitivo” en Instagram: publicar por primera vez una foto juntos para oficializar la relación. Otros comparten su ubicación sin pensarlo demasiado y se dan cuenta de que pueden seguir el rastro de personas a las que no han visto en persona desde hace años.

Pero, aunque en ciertos círculos se haya convertido en la norma, muchos siguen resistiéndose a lo que puede parecer una forma más de control digital. El hecho de que la tecnología nos permita saber dónde están nuestros seres queridos en todo momento, ¿significa que debamos hacerlo?

Nunca he compartido mi ubicación con nadie más allá de hacerlo por un tiempo limitado en WhatsApp, normalmente cuando intento quedar con alguien en un lugar que no tiene un punto de encuentro concreto, como un parque. Sin embargo, acepto probarlo con mi pareja durante una semana para ver si me gusta o no. A menudo estamos en ciudades diferentes, pero creo que suelo tener una idea bastante clara de dónde está él y viceversa. No espero ninguna sorpresa.

De la sensación de seguridad al “¿ahora dónde va?”

Después de aceptar compartir nuestra ubicación a través de la aplicación “Buscar mi iPhone”, mientras estamos sentados en la misma habitación, me doy cuenta de que también tenemos la opción de configurar notificaciones. A él le gusta saber que he llegado bien a casa cuando no estamos juntos, y, sin duda, la seguridad es una razón por la cual a muchos usuarios esta función les parece atractiva, así que le permito que la aplicación le avise cada vez que llego a la puerta de mi casa. Por el contrario, en un gesto decepcionantemente heteronormativo y retrógrado, me interesa más saber cuándo “sale” él —¿Y ahora dónde va?— y configuro mis propias notificaciones con este objetivo.

La función para localizar los dispositivos de Apple se lanzó en 2009 con el nombre “Buscar mi iPhone” y utiliza tecnología GPS para ayudar a los usuarios a localizar teléfonos perdidos. “Buscar a mis amigos” se lanzó como una aplicación independiente en 2011 y, según informó la compañía, tenía por objetivo apoyar a padres preocupados que querían saber el paradero de sus hijos. Hablando con personas que utilizan habitualmente los rastreadores de ubicación, este sigue pareciendo uno de los principales usos de este tipo de aplicaciones, junto con el seguimiento de la ubicación de padres mayores; en ambos casos, el énfasis se pone en la seguridad. Sin embargo, cuando se trata de amigos y parejas, los motivos son más variados, y van desde la curiosidad hasta la coacción.

En un gesto decepcionantemente heteronormativo y retrógrado, me interesa más saber cuándo “sale” él y configuro mis propias notificaciones con este objetivo

Las dos aplicaciones de Apple se fusionaron en 2019 y pasaron a llamarse simplemente “Find My”. El Find Hub de Google, anteriormente conocido como “Find My Device” (encuentra mi dispositivo), realiza una función similar en Android, mientras que aplicaciones como Life360 ofrecen una “solución integral para familias con entornos mixtos”, es decir, una combinación de teléfonos iPhone y Android. La cuenta oficial de X para Life360, por cierto, parece muy orientada a las generaciones más jóvenes, con publicaciones como “Me encanta cuando alguien me dice que ha comprobado mi ubicación. Gracias por preocuparte por mí” y “Ella te sigue en Instagram y a mí en Life360… no somos iguales”.

Esto tiene sentido. Una encuesta reciente realizada en Australia muestra que casi uno de cada cinco jóvenes (de entre 18 y 24 años) cree que está bien rastrear a su pareja cuando quiera hacerlo. Habiendo crecido con Internet, la generación Z se siente, en general, más cómoda compartiendo sus datos en Internet; Snapchat, la plataforma de redes sociales más popular entre los usuarios más jóvenes, lleva mucho tiempo incorporando el uso compartido de la ubicación con su función Snap Maps.

El equilibrio entre la independencia y la unión

Pero Joanna Harrison, terapeuta de parejas y autora de Five Arguments All Couples (Need to) Have, (Las cinco discusiones que toda pareja debería tener) cree que compartir la ubicación puede romper el “equilibrio entre la independencia y la unión” que es importante en todas las relaciones, especialmente en las románticas. “Sería una pena que estas aplicaciones nos robaran la oportunidad de compartir (con nuestras parejas) los detalles de nuestras vidas independientes porque ya los conocemos”, subraya. “También hay una parte de mí que siente que se pierde un poco el romanticismo cuando sabes, en todo momento, dónde está alguien. ¿Qué pasa con la satisfactoria sensación de anhelar encontrarse con alguien cuando sabes que está llegando, pero no sabes exactamente cuándo?”.

Para Alan, de 75 años, compartir localización es práctico: él y su pareja habilitaron mutuamente el seguimiento de la ubicación en sus teléfonos hace muchos años. Según él, es útil para saber cuándo el otro está de camino a casa, especialmente cuando se trabaja con horarios irregulares y los desplazamientos son largos. Poder seguir los desplazamientos del otro les da tranquilidad y les facilita la organización de las comidas. “Otra forma en que lo usamos es si uno de nosotros ve que el otro está en la ciudad”, dice: “Podemos pedirle que pase por una tienda a comprar algo”.

Sigo el pequeño punto azul de mi pareja en una carrera, lo veo entrar en las tiendas, en el dentista. Siento una punzada de celos cuando visita mi panadería favorita sin mí

A mí me resulta menos útil, ya que mi pareja vive en Glasgow y yo normalmente vivo en Londres por motivos laborales. Aun así, es interesante —¿inquietante?— observar la rapidez con la que Find My se ha incorporado a la lista de aplicaciones que abro habitualmente, a menudo de forma automática. Instagram, Gmail, Vinted, Weather, Find My. Empiezo a entender por qué tanta gente lo describe como reconfortante. Sigo el pequeño punto azul de mi pareja en una carrera, lo veo entrar en las tiendas, en el dentista. Siento una punzada de celos cuando visita mi panadería favorita sin mí, pero si el seguimiento de la ubicación ha sustituido a mi consumo compulsivo de noticias negativas, y me siento relativamente menos angustiada.

Por supuesto, no es el caso de todo el mundo. Cuando les cuento mi experimento a mis amigos (en su mayoría millennials), ninguno se ofrece a compartir su ubicación conmigo. En cierto modo, me siento aliviada: solo puedo imaginar la ansiedad que me provocaría ver a gente fuera, juntos, sin mí. Imagino que, si todavía estuviera activado, la tentación de echar un vistazo a la ubicación de un ex sería equivalente a navegar por el perfil de Instagram de su nueva pareja. Eres el único que se tortura.

La tecnología en sí misma no es infalible. “Mi marido y yo compartimos nuestras ubicaciones”, explica Emily, una mujer de 33 años de Londres, “y la mayoría de las veces no es un problema, aunque una vez me envió un mensaje, muy asustado, cuando estaba embarazada y mi ubicación indicaba que estaba en un hospital. En realidad, estaba en un tren, pasando por delante del hospital”.

“Escribe cuando llegues a casa”

La imprecisión en la localización hace que mi pareja suela recibir una notificación de que estoy en casa cuando aún me quedan casi cinco minutos a pie, es decir, casi en la puerta de mi casa, pero no está garantizada de que llegue a casa y esté segura. Por otra parte, la alternativa quizá no sea más fiable: después de salir por la noche, una amiga me envía un mensaje para comprobar que he llegado bien a casa, como es habitual entre muchas mujeres. Sí, respondo, todo bien. Pero estoy en pijama, en la cama, y podría haberme quedado dormida fácilmente.

Algunas investigaciones sugieren que este tipo de seguimiento con aplicaciones podría favorecer la intimidad en parejas con interacciones limitadas, debido a la separación geográfica o a razones psicológicas, aunque esto no se limitaba específicamente al seguimiento de la ubicación. Dicho esto, la ONG británica Refuge —que ofrece refugio, asesoramiento y apoyo a mujeres y niños que sufren violencia doméstica— informó que, en 2019, el 72% de las mujeres que accedieron a sus servicios declararon haber sido víctimas de abuso facilitado por la tecnología. Sin embargo, este abuso no se limitaba al rastreo de ubicación y, como señala la defensora de los derechos digitales Samantha Floreani, otras investigaciones sugieren que “la noción de vigilancia cuidadosa puede generar intimidad de maneras que complican las nociones más extendidas sobre la privacidad”.

En un episodio reciente del podcast Modern Love, la presentadora, Anna Martin, comparó el poder ver la ubicación de alguien con tener un superpoder. “Pero, como cualquier superpoder”, dijo, “debe usarse con responsabilidad. Y a veces, eso significa simplemente desactivarlo”.

Nedra Glover Tawwab, terapeuta de pareja y autora de libros como Set Boundaries, Find Peace (Establece límites, encuentra la paz), comparte su ubicación con su marido. Viaja a menudo por trabajo y “me tranquiliza saber que él sabe dónde estoy, sin que tengamos que hablar o enviarnos mensajes”, dice. “Cuando viajo con amigos, a menudo compartimos nuestras ubicaciones para asegurarnos de que seguimos conectados cuando nos separamos”.

No es tanto la tecnología en sí misma, sino cómo se utiliza lo que es indicador de confianza

Le pregunto si cree que compartir la ubicación es una señal de confianza o de desconfianza en las relaciones. “Si alguien está constantemente vigilando todos tus movimientos, eso constituye una violación de tu privacidad, incluso si compartes tu ubicación”, afirma. No es tanto la tecnología en sí misma, sino cómo se utiliza lo que es indicador de confianza. “Comprobar si el avión de alguien ha aterrizado es diferente a llamarle cada vez que sale de casa para hacerle saber que le estás controlando”,

Para Harrison, “la clave está en cómo se acuerda desde el principio”. Si hay un desequilibrio, si una persona lo usa mucho más que la otra o “lo usa para controlar la ansiedad sobre dónde está su pareja”, esto podría fomentar la desconfianza dentro de la pareja.

Llego a verlo como cualquier compromiso voluntario en materia de privacidad en el que la confianza juega un papel importante: mi pareja conoce el código de mi teléfono, por ejemplo, pero me molestaría encontrarlo revisando mis mensajes. Por supuesto, a mucha gente ni se le ocurriría compartir su ubicación (ni su código, por cierto). Varios amigos me miran horrorizados cuando les digo que lo estoy probando y me dicen que ellos nunca podrían hacerlo, a pesar de que no tienen grandes secretos ni llevan una doble vida.

Una conversación que cualquier pareja debería tener

“Mi novia y yo decidimos activar Find My por si le pasaba algo a uno de nosotros durante una noche en que el otro no estaba”, explica un lector de The Guardian que desea permanecer en el anonimato: “Ninguno de los dos lo usa para controlar al otro, pero la idea me preocupa un poco, ya que suelo ser bastante prudente en todo lo relativo a mi privacidad digital. Me preocupa que, si le sugiero que lo desactivemos, mi novia pueda sospechar que quiero engañarla”.

Sospecho que este puede ser uno de los problemas más comunes del uso compartido de la ubicación. Me pregunto cuándo —o si alguna vez— mi pareja y yo romperemos nuestro acuerdo. Y, si lo hacemos, ¿me sentiré libre de ser vigilada, o echaré de menos la seguridad de saber que nunca estoy realmente sola?

Resulta que él estaba seguro de que desactivaríamos el seguimiento cuando pasara una semana; hay que reconocer que se le olvida que está activado y solo se acuerda cuando recibe una notificación. Esto parece un riesgo para cualquiera que comparta su ubicación sin configurar este tipo de alertas, aunque, personalmente, prefiero no añadir más notificaciones a las que ya recibo constantemente en mi teléfono.

“Tener una conversación difícil sobre no querer compartir tu ubicación puede parecer un golpe para la relación”, señala Tawwab. “Sea cual sea la razón, puede parecer que das un paso atrás en tu compromiso”. Señala que negarse a compartir con alguien puede llevar a pensar que tienes algo que ocultar, pero subraya que la privacidad total es tu derecho. A esto yo añadiría que ningún tipo de seguimiento va a disuadir a una pareja infiel; siempre hay una forma de evitarlo. “Funcionábamos bien en el mundo sin compartir nuestra ubicación”, dice Tawwab. “Así que, si no quieres compartirla, no tienes por qué hacerlo, aunque la otra persona decida compartirla contigo”.

Harrison está de acuerdo en que no es para todas las parejas. “Lo importante es pensar en lo que significa para cada uno usar las aplicaciones y explorar cualquier ansiedad, preocupación o esperanza que puedan suscitar. En cierto sentido, esta es una conversación que cualquier pareja debería tener, independientemente de si usa o no las aplicaciones: ¿cómo nos mantenemos en contacto cuando estamos separados y cuáles son las expectativas de cada uno al respecto?”.

Compartir la ubicación puede tener sus ventajas, pero también es fácil ver cómo se puede perder algo. Cuando envío un mensaje a mis amigos para preguntarles si han llegado bien a casa, también les estoy diciendo que me lo he pasado bien, que espero volver a verlos pronto y que los quiero.

“Es evidente que algunas personas encuentran conveniente y útil compartir la ubicación” afirma Harrison. Pero es una pena perderse la conexión humana de un mensaje que dice: “Llegaré a casa en una hora, ya estoy de camino”.