
Alberto Alonso, director del Instituto de la Memoria vasco y socialista: “¿Felipe González? ¿El GAL? Es repugnante”
El responsable de Gogora lamenta que siga «normalizado» el elogio a ETA en las fiestas y anuncia un tributo a la memoria de ‘Txiki’ y Otaegui, los últimos fusilados por el franquismo
Euskadi estudia convertir el 7 de octubre, aniversario del primer Gobierno vasco de 1936, en día de la memoria histórica
Alberto Alonso (Oñati, 1976) es desde 2024 el director de Gogora, el Instituto de la Memoria vasco que gestiona en Euskadi las políticas de la Guerra Civil, la dictadura, los terrorismos de ETA y los GAL y la violencia policial. Licenciado en Historia y ávido lector, ha ocupado diferentes responsabilidades desde que dio el salto de delegado de UGT en Michelin a cargos del PSE-EE en Álava. De 2016 a 2020, con María Jesús San José como consejera, fue director de Osalan, el Instituto de Salud Laboral del Gobierno vasco. Después de un paréntesis como portavoz parlamentario en Medio Ambiente, y de nuevo con la misma consejera, dirige una institución que tiene aproximadamente una década y que había estado controlada desde su nacimiento por Aintzane Ezenarro, exdirigente de Aralar fichada por Iñigo Urkullu y por el PNV. Alonso apunta a que ahora Gogora trabaja con “rigor histórico” y señala que ha salido de su “autismo” y se relaciona con otros organismos memorialísticos, pero, a la vez, asegura que no se han revisado las controvertidas adjudicaciones al grupo de empresas de un cargo del PNV, Montai, durante la etapa anterior.
En pleno contexto festivo en Euskadi, lamenta en una entrevista que ha tenido lugar en la redacción de elDiario.es/Euskadi en Vitoria que el elogio a los victimarios, sobre todo de ETA, siga teniendo protagonismo en las calles; y aboga por profundizar en la información sobre ese pasado en las aulas. Plantea que en otoño se decidirá la fecha del día de la memoria histórica y asegura que en la agenda inmediata de Gogora hay actos de homenaje por el cuadragésimo aniversario de Monbar, el mayor atentado de los GAL, y por el quincuagésimo de los fusilamientos de ‘Txiki’ y Otaegui, los últimos del franquismo. Sobre los GAL, y preguntado expresamente por Felipe González, asegura que es “repugnante”, aunque opina que los socialistas actuales han “solventado” ya esos años. Y, sobre los miembros de ETA fusilados, insiste en el concepto de “víctimas victimarios” y recalca que nadie puede pretender orillar que fueron ejecutados sin garantías por un régimen dictatorial e ilegítimo. Sobre si estará listo en 2026 el Memorial del 3 de marzo en Vitoria, avisa de que a la vuelta de las vacaciones empezarán a trabajar en la iglesia.
Cuando se dice que ahora Gogora opera en términos de “rigor histórico”, ¿esto quiere decir que antes no era así?
Para nosotros, el rigor es una condición ‘sine qua non’. No significa que hasta ahora no se tuviera, sino que nosotros lo que pretendemos es garantizar que exista. Digamos que el enfoque que se daba hasta ahora era más cuantitativo, de búsqueda de nombres. O sea, el esfuerzo que se había realizado era más el de hacer una especie de base de datos con las diferentes víctimas. Pero el riesgo está cuando empiezas a darle un enfoque también cualitativo, como estamos haciendo ahora. No solamente contamos víctimas: explicamos qué les pasó a esas víctimas. Cuando entras en el ámbito de la interpretación, el riesgo en caer en mitos, en leyendas, en afirmaciones poco asentadas o contrafácticas sin rigor histórico es muy grande. Cada una de las afirmaciones que se hacen tiene que estar debidamente asentada o garantizada, con rigor histórico.
¿Hay algún ejemplo de algo que no se hiciera en esos términos?
No, porque tampoco se hizo ningún esfuerzo en intentar interpretar o, de alguna forma, en darle esa visión más cualitativa. Los números están bien. La tipología de victimización está bien. Hay un esfuerzo muy grande en eso. Pero digamos que le faltaba esa otra visión. No es un reproche de que esto se hizo mal, porque fue una primera fase que era necesaria. Ahora lo que estamos intentando es explicarlo. La primera pregunta que se hace cualquier víctima, indistintamente de la Guerra Civil, del franquismo, de los diferentes terrorismos o de las diferentes violencias políticas que ha habido, es ‘¿Por qué?’. Hemos superado la primera etapa, que era la de buscar e identificar el mayor número de víctimas. Ahora estamos en la etapa de explicar por qué pasó lo que pasó. Ahí es donde el rigor tiene una gran importancia. No es que hasta ahora Gogora no tuviera rigor a la hora de explicar el contexto, sino que no se había centrado tanto en explicar el contexto.
El área de Derechos Humanos fue uno de los grandes cambios entre el PSE-EE del PNV en esta legislatura. Me imagino que ustedes son conscientes de que es un área sensible. Reciben críticas, de un lado, de PP y Vox y, del otro, de EH Bildu.
Ojalá se pudiera circunscribir la crítica solamente a los partidos políticos. Es un momento donde la política a nivel nacional tiende, sobre todo por parte de los partidos de derechas, hacia la polarización. En ese gran torbellino mediático y político por polarizar a la sociedad española, desafortunadamente, se ha metido a las víctimas. Intentando separarlas. A nadie se le escapa que hay un esfuerzo por hacer de las víctimas del terrorismo de alguna forma la representación de las políticas de la derecha, de la misma manera que se intenta que las víctimas del franquismo de alguna forma se vinculen con la visión de la izquierda. Nos corresponde intentar poner sensatez y rigor histórico, intentar explicar y dar las herramientas suficientes para la construcción de una memoria inclusiva, que respete los derechos humanos. Aquí en Euskadi, por un lado, tenemos una derecha que es la onda expansiva, polarizando todo lo que alcanzan sus manos. Y, por otro lado, tenemos una izquierda abertzale que tiene avances tímidos. No pongo en cuestión, desde luego, el que tengan voluntad de hacerlos. Quizá lo que hay que empezar a plantearse es si el ritmo en el que lo están haciendo es el adecuado. En este mundo absolutamente polarizado, intentar estar en el centro, como es el caso de este Gobierno, es un trabajo complicado.
A nadie se le escapa que hay un esfuerzo por hacer de las víctimas del terrorismo de alguna forma la representación de las políticas de la derecha, de la misma manera que se intenta que las víctimas del franquismo de alguna forma se vinculen con la visión de la izquierda
¿Por qué ha habido tantos cambios en el área de Derechos Humanos? Entre otros, se fue el viceconsejero y se fue el director. Todos en muy pocos meses.
Es una cuestión que se circunscribe, primero, a lo personal. En algunos casos fueron decisiones personales de dar un paso al lado. Como en el ciclismo, lo más importante a la hora de arrancar una bicicleta es ese gran esfuerzo inicial. Luego ya la inercia te va ayudando. Y ese primer esfuerzo puede ser realmente agotador. Es de agradecer también haber podido contar con esas personas que nos ayudaron a dar esos primeros pedales, a dar ese arranque a la legislatura. Y luego, por otro lado, también es potestad de la consejera el adaptar su equipo a aquello que considere que es lo más efectivo para desarrollar sus políticas.
En abril, usted presentó en el Parlamento las líneas generales de Gogora. Su predecesora, Aintzane Ezenarro, nunca había ido al Parlamento a dar explicaciones en casi una década en el cargo.
Yo hablaré de mí, no de terceros. Cuando llegué al cargo, leí la ley de creación de Gogora y vi que había un artículo donde claramente dice que la dirección de Gogora deberá de comparecer ante el Parlamento para dar cuentas de lo hecho y para explicar las líneas de actuación futuras. Es verdad que el equilibrio es un poco difícil, porque luego está el Consejo de Dirección, que es quien decide realmente. Simplemente, lo que hice después del Consejo de Dirección fue pedir una comparecencia en el Parlamento, intentando siempre mantener el respeto a nuestro verdadero órgano rector. Lo hice así porque la ley está para cumplirla. No voy a presumir de cumplir la ley, porque es algo que todo ciudadano tiene que hacer. Los anteriores… Ellos dirán con su conciencia o con su visión de calidad democrática qué es lo que hacían y dejaban de hacer.
¿Han analizado adjudicaciones que se hicieron en la etapa anterior?
No. Ésa no es nuestra función y no estamos aquí para fiscalizar gestiones anteriores. Eso lo hace la Oficina de Control Económico o el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas. Nosotros estamos aquí para trabajar por los derechos humanos, por la convivencia, por la construcción de una memoria desde una perspectiva completa e integradora. Y, no, no estamos aquí para fiscalizar cuentas.
Lo preguntaba porque un grupo de empresas de un cargo del PNV, Montai, se llevó decenas de adjudicaciones y cientos de miles de euros de Gogora.
Eso está fiscalizado, ¿no? elDiario.es, dentro de ese cuarto poder, ha sido muy activo en la denuncia de esas cuestiones y estarán en manos de quien tengan que estar. Desde luego, la nueva dirección está para lo que la ley mandata. Sería incluso traicionar el espíritu de Gogora que, en lugar de estar a lo que tenemos que estar, nos pongamos a auditar cuentas pasadas. Hay otros organismos para eso. Nosotros no vamos a perder el tiempo revisando el pasado.
…
Me refiero al pasado de las cuentas, no al pasado de la memoria.
¿Mantienen contratos con Montai?
No.
¿Montai? Nosotros no vamos a perder el tiempo revisando el pasado. Hay otros organismos para eso.
¿Ha vivido Gogora de espaldas a otros organismos que pueden ser similares, como el Memorial del Estado en Vitoria?
Sí. Creo que eso sí que se puede decir. Gogora ha tenido -vamos a decirlo así- ligeros brotes de autismo. Me lo he encontrado también en otras instituciones en las que he tenido que trabajar, ¿eh? Pero, en este caso concreto, hay que entender que en la memoria tejer relaciones es muy importante. Cita el Memorial. La noticia de mi nombramiento me pilló en el Memorial, en una exposición. Me une una gran amistad con parte del personal del Memorial, que es anterior a mi presencia en Gogora. Pero, más allá de lo personal, creo que es una especie de institución hermana. Tiene visiones y misiones diferentes a las nuestras, pero son absolutamente complementarias. Pero, además, no se mantenía una relación fluida, por ejemplo, con la Secretaría de Estado de Memoria Democrática, o con el Instituto de la Memoria de Navarra, o con el Memorial Democràtic catalán, o con las instituciones del otro lado de los Pirineos.
¿Pasaba eso?
Realmente, había una relación institucionalmente formal, pero no fluida. Nuestro esfuerzo ha sido acercarnos a la Secretaría de Estado, compartir información, abrirnos. Hay una razón muy simple: la sociedad vasca y española se ha movido mucho en los últimos 80 años. Hay muchas personas que viven aquí, que llevan décadas viviendo en Euskadi, pero cuyos antepasados desaparecidos están en Extremadura, en Asturias o en el norte de Castilla. No mantener una relación fluida con otros organismos es, de alguna forma, privar a toda esa ciudadanía de la búsqueda de sus familiares desaparecidos. Las exhumaciones en Asturias las hace el Gobierno del Principado. Es necesario tener esa fluidez para que a la hora de la toma de datos de ADN, por ejemplo, haya una interconexión a nivel estatal. Y en eso estamos trabajando. También hay un esfuerzo que se está haciendo en el caso de Francia. Se está trabajando con diferentes instituciones públicas francesas. Por ejemplo, para poder hacer algo en el campo de concentración de Gurs. Pero, bueno, no es nada que yo esté haciendo como si fuera un visionario. Entiendo que es la forma normal como ha de trabajar una institución.
Entremos en cada una de las áreas de trabajo de Gogora. ¿Es suficiente la presencia que tiene ahora la información sobre la historia de ETA en las aulas?
No, desde luego que no es suficiente. Lo que estamos viendo en diferentes fiestas -y lo que me temo que nos queda por ver- es una evidencia de que tenemos una juventud que no acaba de entender lo que fue aquello. En el currículum se habla de la historia contemporánea de España. Los programas de historia contemporánea se hacen un poco por etapas políticas, por presidencias. Y me parece muy difícil entender la última parte de la de los Gobiernos de Felipe González, por ejemplo, sin hablar de la violencia política. Sin hablar de ETA, claro, pero sin hablar de la respuesta, del GAL. Y es imposible explicar todo el período de [José María] Aznar sin hablar del pacto antiterrorista o de los atentados del 11M. Es necesario revisar bien el material que estamos utilizando. Es evidente que no estamos sabiendo explicar el papel que tuvo el odio y la violencia en esos momentos de gestación de la sociedad democrática.
Sin embargo, Educación dice que no se plantea incluirlo en la Selectividad.
Lo importante es también aclarar las competencias de cada cual. La Selectividad es competencia de la Universidad, que es quien tiene que asignar lo que entra en la EBAU. Mi opinión es que, desde luego, facilitaría mucho tener preguntas sobre estas cuestiones en la EBAU. Facilitaría mucho para que los centros educativos enfocaran sus clases.
Lo que estamos viendo en diferentes fiestas -y lo que me temo que nos queda por ver- es una evidencia de que tenemos una juventud que no acaba de entender lo que fue la violencia política. Parece que hemos normalizado que se reivindique a ETA, que siga habiendo fotos de gente que tiene delitos de sangre, que asesinó a personas.
La consejera San José anunció, a principios de esta legislatura, una modificación legislativa para reforzar las sanciones en caso de exaltación de victimarios. ¿Cómo va esta propuesta? Covite, por ejemplo, lo ha vuelto a plantear en los últimos días. Apelan a que la normativa vinculada a la memoria histórica sí prevé esas sanciones económicas.
Es un tema jurídicamente complejo. No depende de Gogora. Está en manos de expertos. Me consta que la consejera misma ha encargado a varios expertos en Derecho Constitucional y Derecho Penal que hagan un estudio para intentar aclararlo. No es tan fácil. El riesgo es muy evidente: el de terminar victimizando al victimario. Que se sientan atacados y que puedan reivindicar que encima las víctimas fueron ellos o ellas. Lo que sí puede hacer Gogora -y es fundamental- es trabajar en cuanto a la concienciación. Trabajar en positivo. He de reconocer que este verano se nos ha echado encima. Estamos en agosto. Pero de cara al año que viene estamos trabajando con diferentes agentes de todas las sensibilidades políticas -o al menos de una parte muy importante de ellas- para intentar llegar a algún tipo de acuerdo de cara al futuro. Se trata de concienciar, de explicar a la ciudadanía dónde están los límites y el respeto a los derechos humanos, a la dignidad, a las víctimas.
¿Y cómo?
Pongo un ejemplo que yo creo que ha calado bien en la sociedad, que son estos puntos morados que hay en las fiestas. Con el machismo, vemos algo que no nos gusta, que traspasa los límites de la dignidad y el derecho que tenemos a disfrutar de las fiestas sin que nadie nos agreda, nos moleste o nos insulte. Tenemos que ser capaces de hacer calar también ese tipo de sensibilidad en la sociedad en lo que tiene que ver con la violencia política. Seguimos siendo muy laxos a la hora de nuestra reacción para con las manifestaciones de violencia, sobre todo si es en el entorno festivo. Parece que hemos normalizado que se reivindique a ETA, que siga habiendo fotos de gente que tiene delitos de sangre, que asesinó a personas, o que se siga intentando idealizar a esos terroristas como héroes. Vuelvo a la igualdad. En estos últimos veinte años hemos avanzado de una forma espectacular, positivamente. La mayoría no toleramos muchas de las cosas que pasaban antes. Eso ha sido una sensibilización. Creo que en lo que tiene que ver con la violencia política todavía ese trabajo está sin hacer.
Este septiembre, se cumplen 40 años del atentado de Monbar, el más grande de los GAL.
Si me permite, lo pongo contexto y explico cómo estamos trabajando. Haremos lo que ya hemos hecho con el atentado en la Cafetería Rolando. Intentamos escoger atentados paradigmáticos que nos permitan ahondar en diferentes temas. Buscamos en el pasado respuestas a preguntas del presente. Con Rolando lo que queríamos era desidealizar al grupo terrorista ETA, explicar que hubo momentos a lo largo de su historia en los que pudieron dejar las armas y, sin embargo, un grupo minoritario absolutamente radicalizado se quedó con el control y siguió con la violencia. En el caso de Monbar, nos parece que era un atentado que había quedado un poco olvidado a lo largo de la historia. Hablando con los familiares de las víctimas nos recordaron que se sentían un poco apartadas de los discursos oficiales o de la memoria sobre nuestro pasado. Nos parece necesario recordarlo porque es el atentado indiscriminado más grande que cometió el GAL. Es el reflejo de un momento y de un período histórico concreto. Entendíamos que era muy importante hablar de ello porque con este atentado hablábamos de los límites del Estado de Derecho. No todo vale. El Estado de Derecho es el margen que tenemos los demócratas. También nos permite hablar de las víctimas victimarios.
¿En qué va a consistir el homenaje?
Vamos a hacer una exposición. Se pondrá un poco de contexto, se explicará qué es el GAL y los diferentes tipos de GAL. Luego se hará una parte más destinada al atentado en sí. Se contará la historia de cada una de estas víctimas. Eran personas. Están sus familias también colaborando con nosotros y es preciso enseñar el perfil humano de esta gente, con sus luces y sus sombras. Está enfocada también a la juventud, para que pueda ver que hubo 27 víctimas mortales a manos de este grupo y para que no caigan al olvido. Paralelamente, haremos una mesa redonda. Hablaremos desde la perspectiva de los expertos. Y luego están también las familias. Veremos cómo podemos darles voz.
¿Habrá autocrítica del papel que tuvo el PSOE en el GAL?
Soy un militante socialista muy peculiar. Si alguien utilizó las siglas no sólo para organizar sino también para justificar y relativizar todo lo que pasó en torno al GAL, me parece repugnante. Me avergonzaría, de hecho, si ha sido así. Me parece repugnante, insisto.
Por ponerle nombres y apellidos, ¿qué piensa de Felipe González? Últimamente está erigido en adalid de la ética.
Simplemente, le invitaría a que visitara la exposición. Que visite la exposición e incluso que escuche después la mesa redonda. Más allá de los nombres, creo que quienes formaron parte de aquello, aunque fueran del Partido Socialista, suponen algo repugnante. Tenían el mandato legal de proteger el Estado de Derecho y utilizaron esas herramientas para saltárselo y estar fuera de él. Es algo absolutamente condenable, se llame como se llame. Y, si quiere seguir dándome nombres, siga dándome nombres. Me parece repugnante en todos los casos. Diré también que creo que el Partido Socialista en el que yo milito, por lo menos el PSE-EE, nada tiene que ver con eso. Me he reunido en diferentes casas del pueblo con compañeros y compañeras de mi partido, les he explicado esto que estoy haciendo y creo que la aceptación y el aplauso es mayoritario. Este Partido Socialista de ahora tiene solventadas estas cuestiones. Pero, si hay que alzar la voz y decir que aquello fue repugnante, yo no tengo problema en hacerlo.
¿Cuándo se va a conseguir un día de la memoria unitario? ¿El 10 de noviembre de este año va a ser unitario?
¿Qué es unitario?
Bueno, que no haya diferentes actos. Y que los que haya sean compartidos por todas las grandes familias.
El año pasado se me preguntó lo mismo. Si realmente creemos en ese discurso de la convivencia y asumimos que el 10 de noviembre es una fecha escogida por la representación democrática de la ciudadanía vasca, que es el Parlamento, las diferentes opciones políticas tienen difícil justificar el no acercarse al acto que se haga ese día. Es una fecha que se escogió por los grupos que están representados en el Parlamento y nosotros lo respetamos. Será bienvenida toda opción política, toda persona que quiera entrar o participar en los actos de memoria que tendrán lugar el 10 de noviembre. Serán en Vitoria, ya os lo adelanto.
¿Tienen fecha ya para el día de la memoria histórica?
Los medios de comunicación estáis interesados en ello y me parece bien. En el Consejo de Gogora se dio un plazo a los diferentes representantes para que nos remitieran posibles fechas. En el siguiente período parlamentario, que será a partir de septiembre, elevaremos el asunto al Parlamento. La ley lo que dice es que el Consejo de Dirección de Gogora aprobará un listado de fechas que serán remitidas al Parlamento para que ellos tomen la decisión. Lo que defiendo es que tiene que ser una fecha en la que todos nos sintamos integrados, en la que todos nos sintamos cómodos. Y, lo segundo, que tenga en cuenta la visión de una memoria democrática. Tenemos que buscar eventos o fechas que representen algo importante en la construcción de nuestra sociedad democrática. Tenemos que alejarnos de visiones belicistas.
Se habló del 7 de octubre, aniversario del primer Gobierno de José Antonio de Aguirre.
Por ejemplo. Pero también le doy otra fecha posible, la del primer referéndum para aprobar el Estatuto de Autonomía, en 1933. Es la primera vez que en Euskadi votaron las mujeres también.
En su momento, cuando se planteó como posible festivo feminista, se dijo que no era precisamente un ejemplo de proceso electoral limpio y con garantías.
No se puede juzgar con la visión de hoy en día aquel referéndum. Sólo doy fechas diferentes, posibles alternativas. En todo caso, lo que se decidió en aquel referéndum fue lo que posteriormente se defendió a partir de 1936, la autonomía y el Gobierno vasco. Todas las fechas pueden tener su parte polémica. Esto enlaza un poco con una cuestión que me gusta poner sobre la mesa, la de las comunidades de memoria. Hay diferentes formas de ver nuestro pasado y de interpretarlo. Las únicas condiciones necesarias es que todas ellas respetan los derechos humanos y aporten a la construcción de la ciudadanía y a la construcción de la convivencia. Cada uno tiene una forma de interpretar el pasado más o menos acorde o afín a su forma de ver el mundo. Cada una de esas fechas será más o menos incómoda. Lo que hay que buscar es una en la que todos, más o menos, nos sintamos cómodos.
¿Por qué aparecen italianos fascistas y alemanes nazis en el listado de víctimas de la Guerra Civil en Euskadi?
Porque efectivamente es un listado de víctimas de la Guerra Civil en Euskadi. Es un listado, por cierto, aprobado por el Consejo de Dirección de Gogora con el voto a favor de todos los grupos políticos que están allí representados. Se decidió buscar a todas las víctimas de la Guerra Civil en Euskadi con dos criterios. Primero, recogiendo los muertos en Euskadi, que no tienen por qué ser vascos. Y, segundo, recogiendo los casos de aquellos vascos que fallecieron fuera. Ésa es la razón por la que todos esos nombres están. Lo curioso es que se hizo hace siete años. Ahora parece que a alguien, al llegar un director nuevo, le ha dado por mirar una base de datos que ya existía. Por cierto, tal y como consta en acta, el trabajo tuvo un reconocimiento específico y una enhorabuena por parte del representante de EH Bildu, porque era una base de datos muy importante y muy necesaria. ¿Es un homenaje? La misma base de datos también deja bien claro que, después, a la hora del reconocimiento, no es lo mismo el haber estado en un bando sublevado contra la legitimidad de la II República que estar defendiendo el régimen vigente.
El 3 de marzo de 2006, dentro de apenas medio año, es el quincuagésimo aniversario de la matanza de la Policía Armada en Vitoria. ¿Estará listo el Memorial para entonces?
¿Qué entendemos por estar listo? Esto es una cuestión de expectativas. Ahora mismo estamos trabajando en una iglesia con serios problemas no estructurales, pero sí al menos de habitabilidad. Tiene goteras, humedades, etcétera. Entendemos que para el 50 aniversario esa iglesia tiene que estar digna. Tiene que estar bien; tiene que estar preparada; tiene que estar limpia; tiene que tener solucionados todos estos problemas. No puede seguir con esas goteras y con charcos dentro. No puede seguir así. Ya hemos contactado con diferentes empresas constructoras. Estamos en el proceso de presupuestos y entendemos que en septiembre ya empezarán a trabajar en ello. Paralelamente, junto con la Diputación, hemos empezado a hacer el control arqueológico. Estamos contactando con diferentes empresas de arqueología para que nos hagan un sondeo en los diferentes jardines y un dibujo de los diferentes restos que pueda haber de tiros, dentro y fuera de la iglesia para que sean tratados con mimo en las obras. A principios de septiembre o a finales de agosto ya se verá a gente trabajar allí. Después de 3 de marzo de 2026, el Memorial todavía tiene que seguir. Esa iglesia se tiene que convertir en un espacio para el recuerdo de las víctimas, desde luego, pero también un espacio de difusión y de divulgación del contexto histórico en que todo aquello ocurrió. Y eso es un trabajo muy largo. No olvidemos que es un espacio de culto que hay que adaptar para hacerlo museo y encima tenemos que adaptarlo también a unas exigencias normativas actuales que no existían en los años 60, que tienen que ver con la accesibilidad, por ejemplo.
Comprenderá que es un poco sorprendente que, por ejemplo, el no haber encontrado una ubicación para la exposición de belenes que antes había allí esté bloqueando y retrasando algunas actuaciones.
Yo tengo claro que en septiembre entramos. Y entramos a trabajar. Los belenes están ahí, sí. Tendrá que buscarse una solución. Nosotros tenemos un almacén y, desde luego, mi voluntad es que con todo el respeto y evitando dañarlos, los podamos retirar mientras quienes estén afectados por la cuestión encuentren un nuevo local. Desde luego, la Fundación del Memorial del 3 de Marzo no está para buscar locales y mucho menos para pagarlos. Nadie en Vitoria entendería que el Memorial del 3 de Marzo se retrasara un solo día por esta cuestión. Está presupuestada la retirada. Tenemos más o menos ideados algunos locales que pertenecen al Gobierno vasco en los que pudieran estar bien colocados, ordenados como es debido.
Nadie en Vitoria entendería que el Memorial del 3 de Marzo se retrasara un solo día por la cuestión de los belenes. Yo tengo claro que en septiembre entramos. Y entramos a trabajar.
En septiembre, por cierto, también se cumplen 50 años de los últimos fusilamientos del franquismo, entre ellos los de ‘Txiki’ y Otaegui. ¿Se va a hacer algo?
Algo se tendrá que hacer. Quiero ser sincero, todavía no lo tenemos claro. Todavía seguimos barajando varias opciones. Posiblemente hagamos algún tipo de mesa redonda, una jornada más abierta a la ciudadanía y menos académica. Estamos trabajando en ello. Una vez más, volvemos a ese contexto de la víctima victimario. Es verdad que eran dos militantes de ETA y así quedó acreditado. Pero también es verdad que tuvieron un juicio sin ningún tipo de garantías judiciales, que fueron víctimas de un régimen que decidió fusilarlos porque así le interesaba en un momento dado. Fueron unos fusilamientos por parte del Estado, que intentaba era atemorizar a la sociedad, meterla en casa en un momento de pura ebullición social. El formato no lo tenemos cerrado, pero posiblemente sea algún tipo de jornada divulgativa.
Supongo que es consciente de que se haga lo que se haga habrá críticas.
Si algo me está dejando claro este puesto es que haga lo que haga, literalmente y con cualquier asunto, tendré críticas. Pero, si hay críticas, me gustaría que me explicaran por qué hay que defender que un estado dictatorial juzgue por el procedimiento sumarísimo a cinco o seis personas sin ningún tipo de garantías, sin presencia apenas de sus abogados, y que los sentencie directamente a ser fusilados. ¿Dónde puede estar la polémica? Por mucho que hayan militado en diferentes organizaciones terroristas -había también del FRAP-, como demócrata y como profundo defensor de los derechos humanos, jamás defendería ni justificaría que un Estado fusilara a nadie. Y menos sin ningún tipo de garantías. Estamos hablando de un Estado sin ningún tipo de legitimidad, más allá de haber ganado una guerra.