
Una catedral del agua bajo tierra: el legado oculto del Canal de Isabel II en Chamberí
El primer depósito construido en el siglo XIX para hacer llegar el agua a las casas de los madrileños lleva más de un siglo inutilizado y cerrado al público, a pesar de su valor arquitectónico y patrimonial
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Bajo la única piscina pública de Chamberí y junto a una fuente que ahora empieza a funcionar después de muchos años seca, se esconde uno de los edificios más antiguos y desconocidos de Madrid. El Depósito Primero del Canal de Isabel II, construido en 1858, fue clave para abastecer de agua a una ciudad en expansión y es un icono para la historia del barrio de Chamberí.
Ha visto pasar la evolución del barrio y de la capital desde su nacimiento y sus paredes han formado parte del escenario de las luchas de muchos vecinos. Hoy, parte del edificio alberga el Archivo del Canal, el resto permanece inutilizado y está cerrado al público. Su futuro divide a la administración y a los vecinos de Chamberí.
Bravo Murillo, 49 alberga el primer depósito del Canal de Isabel II, un proyecto pionero que consiguió embalsar el agua del río Lozoya, canalizarla 70 kilómetros hasta Madrid y almacenarla en el entonces bautizado como Depósito del Campo de Guardias. El ingeniero Juan de Ribera Piferrer fue el autor de esta gran obra que se instaló en el distrito de Chamberí por su posición geográfica. Por entonces, la zona quedaba en las afueras y era el área más elevada de la ciudad, lo que lo convirtió en el lugar idóneo para instalar este depósito que abastecería a los madrileños.
La reina Isabel II asiste a la inauguración del Canal
El aumento imparable de la población de la capital hizo que, rápidamente, la capacidad del primer depósito fuese insuficiente y, además, hubo filtraciones entre los distintos compartimentos. Estas circunstancias hicieron que, 21 años después de su inauguración, fuese reemplazado por otro mucho más grande, el conocido como Depósito Mayor (Depósito II), que sustituía la solera de piedra del primero por una gruesa capa de hormigón y sigue en servicio a día de hoy.
La “Mezquita de Córdoba” de Chamberí
Detrás de la pequeña puerta de acceso al edificio – siempre cerrada- se esconde una joya subterránea que Ramón Linaza, vecino de toda la vida y miembro de la asociación vecinal Parque Sí, describe como “una especie de mezquita de Córdoba del siglo XIX”. La impresionante sucesión de arcos de medio punto y sus bóvedas de cañón, no sólo cumplen una función técnica, que es aguantar la losa que tienen encima de manera eficiente, también son singulares por su dimensión estética. “No están hechos para que se vean, de ahí la belleza”, dice Berta Gómez, arquitecta urbana.
Interior del Depósito I del Canal de Isabel II
Concebido como cisterna romana, cuenta con una planta rectangular de 125 x 86 m y una capacidad de 58.540 m³. Tiene dos vasos contiguos con 242 pilares de ladrillo por vaso y está parcialmente soterrado. En el exterior, la Fuente del Río Lozoya, una pequeña ‘Fontana di Trevi para Chamberí decora su fachada. Fue diseñada por el ingeniero Juan de Ribera, quien concibió una fuente con forma de arco de triunfo, situada frente al Primer Depósito del Canal. En su parte central se instaló una escultura simbólica del río Lozoya realizada por Sabino Medina de Peñas. El agua fluye desde el cántaro de esta figura a través de varios cauces formados por rocas hasta llegar a un estanque de diseño semicircular, recién recuperado para el público. A ambos lados del Lozoya se encuentran dos figuras femeninas que representan alegóricamente a la Agricultura -obra de Andrés Rodríguez- y a la Industria, de José Pagniucci.
El cautiverio de la fuente del río Lozoya
Llevaba años tapada por una valla que impedía a los viandantes poder ver esta construcción declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Tras las exigencias de asociaciones vecinales como Parque Sí, la fuente ha sido rehabilitada y libre de vallas. Para Ramón Linaza, la decisión de esconderla durante todo este tiempo responde a una intención política de gobernantes que deciden gestionar dotaciones públicas “como algo privado”.
La fuente del río Lozoya en obras detrás de la valla
Pero la Fuente del río Lozoya no es la única joya que alberga el Depósito I y sus alrededores. A unos pasos de él, en una estrecha calle de acceso cerrado, se encuentra uno de los edificios más antiguos de Chamberí: los Pabellones para Guardas. Se trata de unas pequeñas viviendas de estilo neomudéjar construidas hace más de 150 años para los trabajadores del Canal de Isabel II. Un ejemplo de arquitectura popular – por cierto, también vallado- que no cuenta con ningún tipo de protección patrimonial y se encuentra abandonado. También ha sido objeto de reivindicaciones vecinales que siguen reclamando a día de hoy que se convierta en una escuela infantil pública, que es una de las dotaciones que escasean en el barrio. “Que el espacio público sea principalmente para el disfrute de la ciudadanía”, reclama Linaza.
¿“Eventódromo” o sala de exposiciones?: Propuestas que chocan
Desde hace más de dos décadas, el Depósito I ha estado en el centro de múltiples propuestas. En 2001 llegó a albergar una exposición temporal que dejó claro su potencial como espacio cultural. Pero fue un espejismo: el edificio volvió a cerrarse y así continúa desde entonces.
Más recientemente, en 2023, el proyecto “Milla Canal” despertó una fuerte polémica. El plan planteaba un gran complejo cultural y deportivo que abarcara los tres depósitos del Canal y preveía un anfiteatro para eventos masivos. La iniciativa, respaldada por el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, chocó con una firme oposición vecinal. “Lo que molesta es que vengan 5.000 personas a un evento multitudinario y que haya ruido, molestias…”, explica Ramón Linaza. “¿Qué queremos hacer con esto? ¿Un eventódromo para que alguien se cuelgue una medalla o algo útil para quienes vivimos aquí?”
El pasado día 21 de julio, la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso presentó una versión renovada de Milla Canal que poco tiene que ver con la propuesta de 2023. Según el anuncio de la Comunidad, la intención en lo que respecta al Depósito I es ampliar las instalaciones deportivas que se encuentran en su parcela y expandir las zonas verdes. La piscina abandonada que está encima del Depósito dejará de existir y será reemplazada por las pistas de tenis. Eso sí, sigue sin haber proyecto alguno para abrir el propio depósito.
Desde Canal Sí, valoran positivamente este proyecto renovado, aunque lamentan que se haya perdido “la oportunidad de ir más allá”, dejando atrás algunas iniciativas como la de“convertir el complejo en un equipamiento cultural de referencia mediante la rehabilitación del vaso del Depósito I como espacio cultural y centro de interpretación del ciclo del agua, tal como propusimos en la reunión mantenida con el Canal de Isabel II el pasado 12 de noviembre de 2024”, aseguran en su comunicado.
El Depósito I está protegido, aunque con una de las catalogaciones de protección cultural más bajas que hay. La fuente del Río Lozoya, por otra parte, es BIC, la máxima protección legal en la Comunidad de Madrid. Sin embargo, su entorno -incluyendo las casas de trabajadores- no tiene protección alguna, lo que deja la puerta abierta a intervenciones que no consideren su valor integral.
Viviendas de los trabajadores del Canal de Isabel II
“No está declarado ese entorno de protección”, señala Berta Gómez, la arquitecta urbanista que descubrió los documentos que revelaban la antigüedad de estas viviendas en una investigación en elDiario.es, “Y eso significa que no todo lo que se haga en la parcela pasa por la Comisión de Patrimonio”. A día de hoy, las viviendas neomudéjares que se encuentran junto al depósito –las más antiguas de su tipo en Madrid y posiblemente de España– están completamente desprotegidas y abandonadas. “Esto ha estado en riesgo de demolición mucho tiempo, y lo sigue estando ahora mismo”, alerta Gómez. “Se decía que no valía nada, que era una construcción posterior”.
Asociaciones como Parque Sí o Canal Sí reclaman que se declare BIC a todo el conjunto: depósitos, fuente, casas y espacios verdes. “Hay que ver todo el conjunto de los tres depósitos en relación con las dotaciones del distrito y con la historia de Madrid”, insiste Linaza. Porque más allá del valor arquitectónico o histórico, está el valor de uso social que puede tener.
Para los vecinos y vecinas de Chamberí, el Depósito I representa mucho más que una reliquia del pasado. Es un emblema del derecho al uso del espacio público y del acceso democrático al patrimonio. Es, en palabras de Ramón Linaza, “un pulmón verde” en uno de los distritos con menos zonas verdes por habitante de toda la ciudad. “Chamberí es deficitario en zonas verdes, pero hay un pulmón que son los tres depósitos”, afirma.
La propuesta más recurrente de los colectivos vecinales es la de reconvertir el depósito en un centro de interpretación del agua o de la historia del Canal de Isabel II, similar al que ya existe en el Depósito 4. “Esto es la historia del agua en Madrid y también la historia del barrio de Chamberí”, apunta Linaza. Una sala de exposiciones sobre el canal, visitas guiadas al interior de la “mezquita subterránea” de arcos y pilares de ladrillo, y usos educativos que respeten la arquitectura original son solo algunas de las ideas planteadas desde hace años.
Patrimonio vivo o “parque temático”
El futuro del Depósito I sigue sin estar definido. Para muchos vecinos, la amenaza no es solo el abandono, sino una transformación que lo convierta en un espacio para eventos esporádicos, ruido y turismo masivo. “Es la idea de convertir todo el centro de la ciudad en un parque temático para turistas”, lamenta Linaza. “Y que los vecinos nos tengamos que ir, que desaparezca el comercio local”.
Frente a eso, las asociaciones vecinales defienden otro modelo: el de un patrimonio vivo, útil, con historia y con futuro. “Un espacio como este no puede ser invisible ni reservado a unos pocos”, concluye Berta Gómez. “Es parte de la ciudad, parte de su historia y parte de lo que podríamos ser si apostáramos por una ciudad que pone en valor lo común”.