
Viaje a las entrañas del himno de Andalucía: Blas Infante, un lío de partituras y alguna que otra polémica
El músico José María Diéguez hace un recorrido por los avatares de una composición de la que el padre de la patria andaluza fue el «ideólogo» y que se estrenó en un concierto días antes del golpe franquista
El desconocido Blas Infante animalista: plegarias al pájaro y al perro, un zorro adoptado y antitaurino a contracorriente
“Andalucía tiene himno propio, aprobado por ley de su Parlamento, de acuerdo con lo publicado por la Junta Liberalista de Andalucía en 1933”. Eso lo tenemos claro porque lo dice el Estatuto de Autonomía, y también es evidente que su impulsor fue Blas Infante, pero eso no despeja muchas incógnitas que todavía rodean al que es uno de los símbolos andaluces más reconocidos, como por ejemplo que la primera versión tiene errores impropios de un músico de fuste o que la partitura que se incluyó en la ley es en realidad un pastiche de dos diferentes, por no mencionar que el primer registro sonoro no fue el que hizo Carlos Cano.
Buena parte de estas dudas las ha despejado el músico José María Diéguez (Coria del Río, 1985), que consagró su tesis doctoral a esta cuestión y ahora ha sido la base de El himno de Andalucía, Premio Memorial Blas Infante 2024 recién publicado por Almuzara. “Es una investigación más musical que histórica”, apunta el autor, al que le empezó a picar la curiosidad porque “la leyenda dice que lo compuso en la Casa de la Alegría”, su residencia en Coria, pero aquello que se contaba en el pueblo “no cuadraba”.
El reconocido como padre de la patria andaluza –de cuyo fusilamiento por los golpistas se cumplen 89 años– “fue el ideólogo pero alguien le escribió la partitura”. Y ese alguien no pudo ser en primera instancia el músico José del Castillo, al que la ley de 1982 que oficializa himno y escudo le confiere un papel clave, el de armonizar la pieza y del que siempre se ha dicho que suya fue la versión original.
“Creada por el genio popular andaluz”
“La partitura histórica es difícil que la hiciera un músico de su talla, porque contiene errores”, apunta Diéguez. ¿Como cuáles? Pues por ejemplo en la unión de la letra con la música, algo impensable porque “estaba acostumbrado a escribir canciones porque es lo que le dejaba dinero de verdad”.
Blas Infante con una de sus hijas.
Así que “algo falla”, porque a eso le da forma “alguien que sabe de música pero no tiene conocimientos amplios”. Y desde luego está descartado que lo hiciera el propio Infante, que dejó intentos de escribir en pentagrama “y no sabe hacer ni la clave de sol”. Eso sí, la ley de 1982 le reserva a Infante el papel de anotar el himno y apunta que la música es “la creada por el genio popular andaluz”.
Pero antes de llegar a ese punto en el que la misma norma indica que “Andalucía tiene himno propio”, hay que volver al principio. Porque durante un buen tiempo desempeñará este papel de manera oficiosa el pasodoble La Giralda, por el simple hecho de que su subtítulo es Marcha andaluza. Hay que esperar a la Asamblea Andalucista de Córdoba de 1933 para que, en un díptico que se entregó en este evento, haga su primera aparición el himno que ya conocemos con su letra y su música.
José del Castillo sí se encargó de la instrumentación para la primera interpretación que se hizo, protagonizada por la Banda Municipal de Sevilla el 7 de julio de 1936 en la plaza de San Lorenzo, repitiendo tres días después en la Alameda. Una semana después, Francisco Franco daba el golpe de Estado. Por cierto, que aquellas primeras partituras orquestadas desaparecieron.
El papel del ‘Santo Dios’
La base musical no es ningún secreto que es el himno Santo Dios (“Santo Dios, Santo fuerte, Santo inmortal”, arranca la letra), que así lo apunta en su Orígenes del flamenco y secreto del cante jondo el propio Infante, que lo cantaba en su colegio de los Escolapios. También deja por escrito que se lo escucha a jornaleros en el municipio sevillano de Cantillana, donde pasa 12 años como notario y donde también se usa en procesiones religiosas. Una curiosidad: cuando cuenta lo de los jornaleros da “detalles imposibles”, como que está “en do mayor modulado a sol mayor”.
El músico José María Diéguez, autor de ‘El himno de Andalucía’.
El Santo Dios, que también tiene letra, se canta en Cantillana “al revés de como es el himno andaluz, empezando con el estribillo”, lo que no ocurría en la versión que se entonaba en los Escolapios. Lo que es evidente es que “conocía esa música y la usó, adaptándola y poniéndole letra”. La transcripción al papel pautado de esta adaptación ya hemos quedado en que se la hace alguien que entiende de música pero no es un primer espada, “algo muy habitual incluso hoy, al 90% de los cantantes les hacen la música”.
Así que al final tenemos que el himno es como el Santo Dios, lógicamente con otra letra y además con un ritmo más vivo. La hipótesis de José María Diéguez es que “el himno lo creó antes de irse de Cantillana”, donde está hasta 1922. Lo que está convencido es de que no le da forma en Coria, entre otras cosas por los tiempos: allí llega en 1931 y en enero de 1933 se presenta en la Asamblea de Córdoba, el primer gran acto andalucista tras la dictadura de Primo de Rivera. A José del Castillo, por su parte, lo conocerá entre 1933 y 1934.
Una, dos, tres… y cuatro partituras
El folleto en el que se incluyó para esta Asamblea de Córdoba, donde se aprobó como himno oficial, se rescató de los archivos de la Diputación de Sevilla ya en 1990. Entonces, ¿cuál es la partitura que se incluyó en la ley de 1982? Aquí se enreda la cosa, porque en 1977 se publica una en El Correo de Andalucía presentándola como la de José del Castillo, aunque en 1979 se da a conocer otra que habría aparecido en la propia biblioteca personal de Blas Infante, escondida entre las hojas de uno de sus libros, Andalucía desconocida.
“Son muy parecidas, pero a la de 1977 le faltan cosas, es como si fuera el germen de la de 1979”, que por cierto coincide con la versión de 1933. “Alguien que no entienda de música probablemente no notaría la diferencia”, especifica Diéguez, que apunta que faltan dinámicas, los signos de repetición no están, hay saltos, una está en la natural y otra en la bemol y, sobre todo, el compás 21 es diferente.
La partitura que publicó El Correo de Andalucía en 1977.
Y ahora nos vamos al siguiente peldaño de esta escalera, que es cuando la recién creada Junta de Andalucía quiere reconocer el himno con una ley, la que vería la luz en 1982, en la que en plan salomónico se incluye una partitura que mezcla la de 1977 y la de 1979, “cogieron trocitos de una y de otra e hicieron un popurrí”. Así que, tantos años después, lo que tenemos es un himno “que ni es el original ni es oficial”, porque el propio texto legislativo incluye en una disposición adicional que ya se le dará ese rango a una versión.
Si no lo registras tú, lo registro yo
Por unas cosas o por otras, el caso es que esto nunca se ha llevado a cabo. El Gobierno andaluz hizo un amago, encargándole el trabajo al músico Manuel Castillo, director del Conservatorio de Sevilla y que –dicho sea de paso– no tiene nada que ver con José del Castillo. Pero la versión no le gustó un pelo a la familia Infante –“la verdad es que hizo lo que le dio la gana: cambió la tonalidad, el ritmo, la instrumentación…”– y la Junta no se atrevió a dar el paso de oficializar esta versión, pese a que es la que suele ser la más usada en los actos oficiales.
Por si no fuera suficiente con esta polémica, nos encontramos con que previamente se había encargado a José Albero, director por entonces de la Banda Municipal de Sevilla, una instrumentación para reestrenar el himno en un concierto en el teatro Lope de Vega de Sevilla en octubre de 1979. Era la primera vez desde 1936 que se iba a escuchar en concierto, el éxito fue apoteósico y el músico acabaría registrando su versión, dando pie a considerables líos de derechos.
Años antes ya se había formado otro lío con Albero, cuando trabajó en una versión muy cambiada del himno al considerar que la melodía original no era representativa de la música regional y carecía de ritmo, para pasmo de los andalucistas históricos. El convulso debate que se generó llevó al músico a enterrar este proyecto.
El díptico con el himno que se distribuyó en 1933 y que se redescubrió en 1990.
El primer concierto, y la primera grabación
Volviendo al concierto de Sevilla, resulta que puede que no fuese la primera vez que se interpretase tras la dictadura franquista, apunta Diéguez. Esta pista nos lleva a Jerez de la Frontera, a las Fiestas de la Vendimia en septiembre de 1979, un mes antes del Lope de Vega. La edición de ese año se dedica a Andalucía, y eso lleva a un concejal a encargarle al músico Joaquín Villatoro una instrumentación para que suene el himno. Aunque esa partitura no ha aparecido, no se descartan novedades.
Pero no es la única ‘primera vez’ que José María Diéguez tira por tierra, ya que también defiende que el cantautor Carlos Cano no fue el primero en grabar el himno. Ahora estamos a finales de 1976, cuando el periodista Enrique García Gordillo y el escritor José Luis García de Lanzagorta se topan con una partitura. No queda referencia de cuál de las varias que han desfilado por estas líneas puede ser, pero el caso es que se van a casa del pianista flamenco José Romero y lo graban sobre la marcha.
Carlos Cano, eso no hay quien se lo discuta, fue el primero en registrar el himno con su letra, un encargo del político Alejandro Rojas Marcos (por entonces líder del Partido Socialista de Andalucía, el PSA) para la campaña de las primeras elecciones generales democráticas, en junio de 1977. El artista granadino contaría que fue a casa de Blas Infante para consultar la que consideraba única copia que existía del himno. ¿Sería la que vio la luz en 1979? Pues puede que sí, pero lo cierto es que la interpretación de Cano fue la que popularizó de verdad un himno que hasta entonces pocos sabían que existía.